Las alertas llevan tiempo encendidas. Y han vuelto a escucharse con fuerza estos días, después de conocerse acerca de una nueva mortandad de salmones en la zona de Aysén y que pertenecen a las empresas Australis Sea Food y Nova Austral
Desde Greenpeace acabamos de anunciar un hito histórico: Chile, por primera vez, liderará una campaña a nivel mundial de la organización. La iniciativa, llamada “Salvemos los Mares del Fin del Mundo”, se focaliza en la protección de los ecosistemas australes del país.
El anuncio significa un reconocimiento a la importancia y trascendencia de Chile en el contexto del cambio climático (somos el décimo país más afectado en el mundo por los efectos de las alteraciones medioambientales) y, de manera especial, a la relevancia que las aguas de la Región de Magallanes representan para el ecosistema oceánico mundial.
Para entender esta importancia, hay que considerar que en Chile se encuentra el 36% de la diversidad de mamíferos marinos del mundo, por lo cual la protección de sus mares resulta clave y de gran relevancia no solo para nuestro país sino también para el planeta completo.
Nuestra campaña busca alertar que los mares de la Patagonia están seriamente amenazados por la expansión de la industria salmonera, la cual ya dio muestra del poder de devastación que puede tener en los ecosistemas tras lo sucedido el año pasado en Chiloé, con una de las crisis sociales y ambientales más serias que ha debido enfrentar el país en los últimos años.
[cita tipo=»destaque»]Pero ni la industria de salmonicultura ni las autoridades políticas han terminado por entender la gravedad de la situación. Hoy, bajo nuestro mar austral se expande un enorme incendio, cuyo principal combustible proviene de la industria salmonera. Pero también de la desidia e inoperancia de las autoridades.[/cita]
En este sentido, desde Greenpeace advertimos el avance que varias empresas salmoneras pretenden hacer ahora hacia la zona de la Patagonia. Y una compañía en particular: Cermaq, empresa noruega que pertenece al gigante japonés Mitsubishi Group, que es la segunda exportadora de salmones en Chile y que posee la mayoría de sus solicitudes de nuevas concesiones en Magallanes, en áreas de Reservas Nacionales.
En este contexto de protección de los mares australes, resulta icónico el caso del delfín chileno, especie endémica del país y que, de acuerdo con investigaciones científicas, está siendo afectada producto de la presencia de los antibióticos alta y masivamente utilizados por la salmonicultura chilena. Una amenaza que se puede incrementar de manera significativa, ya que su hábitat está exactamente donde ahora quieren instalarse las salmoneras en Magallanes. Precisamente la empresa del grupo Mitsubishi utilizó en Chile, durante 2015, hasta 40.000% más de antibióticos de lo que utilizaron para su producción en Noruega.
Las alertas llevan tiempo encendidas. Y han vuelto a escucharse con fuerza estos días después de conocerse acerca de una nueva mortandad de salmones en la zona de Aysén y que pertenecen a las empresas Australis Sea Food y Nova Austral.
De acuerdo con información del Servicio Nacional de Pesca (Sernapesca), la mortandad es de unos 170.000 salmones y la posible causa de la muerte sería una nueva floración de microalgas nocivas, más conocida como “marea roja”.
La gravedad de la situación, además de la gran cantidad de mortalidad y la capacidad que se tenga para retirarla y procesarla, radica en que los salmones muertos en el mar producen amonio, el cual fertiliza los bloom de microalgas, pudiendo generar que estas sean de mayor alcance e intensidad.
A esta situación de mortandad se suma la alerta sanitaria por la presencia de la bacteria Listeria monocytogenes en salmón ahumado marca Von Fach, por lo que el Ministerio de Salud ha hecho un llamado a no consumir este producto.
En la práctica, esta nueva muerte de salmones en Aysén demuestra la profunda crisis ambiental que atraviesa la industria salmonera en Chile, la que no es capaz de actuar de acuerdo al nuevo contexto de cambio climático que hoy enfrenta el país y que, en la práctica, se ha terminado por convertir en un asunto de prioridad nacional.
Pero ni la industria de salmonicultura ni las autoridades políticas han terminado de entender la gravedad de la situación. Hoy, bajo nuestro mar austral se expande un enorme incendio, cuyo principal combustible proviene de la industria salmonera. Pero también de la desidia e inoperancia de las autoridades.
En la práctica, la crisis y amenaza de la industria salmonera, lejos de haberse solucionado, no está haciendo más que expandirse y moviéndose hacia el sur del país, a zonas cuya rica biodiversidad hoy está bajo seria amenaza.
Y, mientras la subdirectora nacional de Sernapesca, Alicia Gallardo, hace un llamado a la tranquilidad por la mortandad de peces en Aysén, nosotros hacemos un llamado a la acción y la indignación. Es triste decirlo, pero si Sernapesca llama a la tranquilidad, quiere decir entonces que hay que alarmarse por lo que pueda suceder.
En medio de este sombrío panorama, hay algo de esperanza, ya que la Región de Magallanes aún permanece libre de las catástrofes que han enfrentado zonas como Chiloé y por ello resulta urgente que las empresas retiren todas sus solicitudes de nuevos proyectos en dicha área y se apruebe con celeridad una moratoria que congele la entrega de concesiones en los mares del fin del mundo.