Los adolescentes de llamada «Generación 4G» pueden estar «con muchos dispositivos y son expertos en multitareas», pero esa misma habilidad ha sido factor relevante en los magros resultados de los segundos medio: bajaron 12 puntos desde el 2010.
Pueden ver series Netflix, comunicarse con otros a través de chats por sus smartphone y jugar en forma paralela con consolas en linea. Se trata de la llamada «Generación 4G«, adolescentes que si bien tienen la capacidad de estar «con muchos dispositivos y son expertos en multitareas» tiene pocas habilidades de comprensión lectora.
Así lo aseguró el secretario ejecutivo de la Agencia de Calidad de la Educación, Carlos Henríquez, en relación a los resultados de los segundos medio en el Simce.
En la prueba de Lectura los estudiantes promediaron 247 puntos, cifra que representa una baja de doce puntos en relación al 2010, año que se obtuvo el mejor desempeño. Los hombres fueron quienes más retrocedieron: 17 puntos, ocho más que las mujeres.
Los alumnos de establecimientos del grupo socioeconómico más acomodado bajaron 29 puntos desde 2010, mientras que los estudiantes más vulnerables, cinco puntos.
«Los estudiantes van en búsqueda de más información constantemente, incluso si no es constitutiva de aprendizaje (…) a los adolescentes les cuesta concentrarse en una acción», y eso se aplica al leer textos largos», indicó al respecto Henríquez.
Desde el año 2014 ha disminuido el porcentaje de respuestas correctas sobre textos de dos o tres páginas.
Por su parte, Paula Baldwin, investigadora del Instituto de Literatura de la U. de los Andes, dijo a El Mercurio que «todos los estudios y estadísticas indican que los hombres, desde muy temprana edad, no le dan el mismo valor positivo que las niñas a la lectura; nunca piden libros de regalo. Socialmente, no se sienten mejor aceptados por ser buenos lectores».
«Hoy todo es rápido y se obtiene con un clic, la lectura requiere de un mayor esfuerzo, que no se está logrando hacer, porque tiene distracciones», agregó.
Respecto a qué hacer frente a esta alarmante situación, Henríquez propuso: «Fomentar el uso pedagógico de los dispositivos digitales (…) no se trata de llenar la salas de tablets , pero sí de incorporar los dispositivos en los aprendizajes».
«Tenemos que pensar cómo medimos la lectura de una manera más pertinente a la época, pues los jóvenes no estarían leyendo ante los videos, audios y tutoriales que está ofreciendo la web», concluyó por su parte Carmen Sotomayor, del Centro de Investigación Avanzada de la U. de Chile.