El rector de la Pontificia Universidad Católica libró una verdadera batalla por el proyecto de “Aborto en tres causales”, llegó hasta el TC para defender la objeción de conciencia del equipo médico, de la mano de un abogado constitucionalista de Gobierno, Patricio Zapata, quien “ganó su punto”, a pesar de la luz verde que le dio el tribunal al emblemático proyecto de la Presidenta Michelle Bachelet. De esta forma, una vez más comprobó su calidad de vocero y estandarte de los sectores más conservadores, ligados a la Iglesia católica en Chile. Al igual como lo hizo en el proyecto de gratuidad y de la reforma a la Educación Superior, tensionó el elástico hasta más no poder, tanto en el Congreso como directamente con La Moneda.
La objeción de conciencia es de carácter personal y podrá ser invocada por una institución”, con esta frase el Tribunal Constitucional (TC) le dio un triunfo a medias a Ignacio Sánchez. A pesar de que se aprobara el proyecto de ley de “Aborto en tres causales”, el rector logró que ninguna institución de Red Salud UC Christus pueda ser obligada a realizar un aborto, en cualquiera de las tres causas establecidas en el proyecto. Un nuevo triunfo que significa un gusto amargo para el oficialismo, pues, aunque “no era su prioridad” –se sinceran desde La Moneda–, deja en un buen pie al rector en vista de las otras iniciativas que actualmente buscan ver la luz en el Congreso, entre ellas, la Reforma a la Educación Superior.
De carácter duro, estricto, pero amable, conciliador y amante de las citronetas, así describen sus cercanos al rector de la Pontificia Universidad Católica, Ignacio Sánchez. El “hombre ancla del conservadurismo que intenta hacerle frente a la agenda liberal de este Gobierno”, sostienen desde el sector más progresista de la PUC y un efectivo “gestor de interés”, según el abogado y autor de El Lobby Feroz, Renato Garín.
Más de un dolor de cabeza le ha dado el rector Sánchez al Gobierno de la Presidenta Michelle Bachelet. En el ámbito educacional, se opuso firmemente a la gratuidad universal, amenazó con no adscribir a una de sus medidas anclas del programa de la Nueva Mayoría y hasta habría sido un actor clave para la división del proyecto de Educación Superior.
Pero no solo en educación ha sido un factor de disidencia sino también en la agenda valórica.
Su última batalla se dio en el marco del proyecto de “Ley de Aborto en tres causales”. El rector se opuso fuertemente a la aprobación de la iniciativa, defendió la posición de la Iglesia católica, como la autoridad electa por el mismo Vaticano que es, y no se inmutó a la hora de señalar que habría cientos de renuncias de médicos en el sistema público, si se aprobaba el proyecto. Tampoco se abstuvo a la hora de afirmar que, si llegaba una mujer que necesitara un aborto, en cualquiera de las tres causales, sería trasladada, esto a pesar de que la institución, tanto a nivel hospitalario como educacional, recibe financiamiento del Estado. Hasta llevó al Tribunal Constitucional (TC) la postura de la objeción de conciencia a nivel institucional y su ampliación, desde el médico en jefe, a todo el equipo médico involucrado en el procedimiento.
«Uno podría decir que la Universidad Católica ganó su punto, pero también puede decir que es Chile el que pierde», dijo Sánchez, tras la resolución del TC que rechazó por 6 votos contra 4 el requerimiento ingresado por Chile Vamos, pero acogió por 8 votos contra 2 la impugnación al ítem de “objeción de conciencia”. Una ganada de la PUC, de la mano del abogado Patricio Zapata, experto constitucional de la universidad y que, además, es militante de la DC.
Durante el proceso legislativo, “el rector no se cansó de venir al Congreso, él o sus asesores expusieron en cada una de las comisiones, ni hablar del trato directo en el Senado”, cuentan desde el Parlamento. Para la diputada Karla Rubilar, integrante de la Comisión de Salud de la Cámara, el rector Sánchez “es una persona muy influyente, con bastante poder y llegada a medios”.
La diputada, que fue clave para la aprobación del proyecto, asegura que “también (cuenta) con un grupo de influyentes profesores de derecho que están presentes en todas las discusiones, y que permean en una parte del Congreso, el ala más conservadora. Ellos defienden lo que creen con mucha fuerza y están estructurados para eso”.
Para el especialista en lobby, Renato Garín, “la etiqueta de lobbista tiene que estar guardada para aquellos que utilizan esa figura en el Congreso. La figura de Sánchez es más bien la de un gestor de interés, él opera como en una estrategia cultural, hay columnistas, notas de prensa, seminarios, fundaciones que han ido reforzando la estrategia de Sánchez”.
El abogado plantea que el rol del rector Sánchez es “marcar diferencia respecto a la élite proge y de Bachelet”. Y agrega que, como figura pública, “es más una consecuencia que una causa. Es una consecuencia de una cierta interpretación de una élite, es vocero de ese mundo, él habla porque tiene una ligazón con un mundo católico contrario a la agenda de este Gobierno. Ese mundo sabe articularse muy bien con el mundo civil”.
A pesar de que Sánchez impulsó abiertamente la postura en contra del proyecto de Ley de Aborto en tres causales, desde el interior de la UC afirman que no es un tema que se haya discutido entre la comunidad de la PUC, ni con los trabajadores de la RED Salud UC Christus. Miguel Antileo, presidente Sindicato Red Salud UC, señala que esta posición, que “resguarda una mirada en extremo católica”, no es mayoría entre los trabajadores de la Red, “un 80% de nuestros asociados está de acuerdo con el proyecto, esto incluye a trabajadores de todos los ámbitos, medicina, pediatría”.
Según el dirigente sindical, esta es una postura impuesta por el rector, “pero no se ha socializado el tema al interior. Se nos ha manifestado verbalmente que, de aprobarse el proyecto, la universidad ha tomado una posición, pero nada oficial”, añade Antileo.
Una postura y actitud “terca e impositiva”, que se ha visto evidenciada en su rol interno como rector. “Ignacio es una persona que duerme tres horas, que respira y vive universidad”, constababa hace unos años Luz Márquez de la Plata, ex vicerrectora de la PUC. Además, ex dirigentes FEUC coinciden en señalar que el carácter de Sánchez no da espacios para interpretaciones, “si él no dirige la situación, se desespera, necesita mantener el control”, asevera un ex presidente FEUC. Recuerdan que cuando había algún conflicto con el estamento estudiantil, no se comunicaba a través del director de asuntos estudiantiles, William Young, sino que era “directamente él” quien llamaba a los dirigentes para apagar el incendio, exigir explicaciones y “difícilmente ofrecer una tregua”.
Recordada es la teleserie de la gratuidad que protagonizó con el Gobierno. La tesis que logró bajar el proyecto original a través de un fallo del Tribunal Constitucional que calificó a la medida como discriminatoria con los estudiantes de universidades privadas, fue adoptada por el rector Ignacio Sánchez y por el G9, organización que agrupa a las universidades tradicionales privadas del Consejo de Rectores y que ha sido liderada por Sánchez desde su creación, en el año 2013.
[cita tipo=»destaque»]Una postura y actitud “terca e impositiva”, que se ha visto evidenciada en su rol interno como rector. “Ignacio es una persona que duerme tres horas, que respira y vive universidad”, constababa hace unos años Luz Márquez de la Plata, ex vicerrectora de la PUC. Además, ex dirigentes FEUC coinciden en señalar que el carácter de Sánchez no da espacios para interpretaciones, “si él no dirige la situación, se desespera, necesita mantener el control”, asevera un ex presidente FEUC. Recuerdan que cuando había algún conflicto con el estamento estudiantil, no se comunicaba a través del director de asuntos estudiantiles, William Young, sino que era “directamente él” quien llamaba a los dirigentes para apagar el incendio, exigir explicaciones y “difícilmente ofrecer una tregua”.[/cita]
El G9 “nace desde otra orgánica, que se llamaba Cruz del Sur y que agrupaba a las universidades de Concepción, Austral, Federico Santa María, Católica de Valparaíso y la Católica de Santiago. Es claro que el G9 nace como un elemento que busca hacerles el peso a las estatales del Cruch, y Sánchez es una pieza clave en la búsqueda del equilibrio para este tipo de universidades con las del Estado”, indica una fuente cercana al Cruch.
Durante la tramitación del proyecto de gratuidad, Sánchez tuvo en vilo al Mineduc al no dar, durante meses, luz verde a la medida. En una entrevista en revista Qué Pasa, aseguró que “el Gobierno le está faltando el respeto a la Universidad Católica y a todo el G9”, al no reconocer la provisión mixta de la educación superior. Se negó en reiteradas ocasiones a aceptar la gratuidad, hasta que se diera una serie de concesiones en el proyecto. En octubre de 2015, Sánchez señaló –en un mail masivo dirigido a la comunidad de la PUC– que “hasta ahora y bajo las condiciones descritas, la UC no puede adherir a esta propuesta de gratuidad. De hacerlo pondríamos en riesgo nuestra autonomía, potencial de desarrollo y financiamiento de la universidad», escribió a la comunidad.
Dos meses más tarde, y tras cinco horas de sesión, el Honorable Consejo Superior de la PUC determinó que sí adscribirían a la gratuidad. «Por amplia mayoría la universidad ha determinado sí adherir a esta política», comunicó Ignacio Sánchez, quien además hizo hincapié en que «estamos apoyando el ingreso a esta política, pero también se está apoyando la conducción del proceso».
La opción habría sido aprobada luego de que desde el Ejecutivo se comprometieran a resguardar que la entrega de los fondos fuera sustentable en el tiempo y que no se legislaría en profundidad respecto a la democratización de las instituciones, afirman fuentes cercanas al Mineduc. Una posición que habría sido mantenida hasta el proyecto de Reforma a la Educación Superior, el cual ha sido criticado por el mundo estudiantil, al no tocar en profundidad la democratización y participación de los distintos estamentos al interior de las universidades.
Además, la división de este proyecto estructural, entre un marco regulatorio para las instituciones privadas y otro para las universidades del Estado, también habría estado movido por “la mano de Sánchez. No es que el rector tenga un poder indestructible, pero es claro que en La Moneda le han hecho varias concesiones. Si hoy hay dos proyectos, en vez de uno estructural, se debe a que era imposible tramitar estos dos mundos juntos, y ahí el rector Sánchez era un actor relevante”, sostienen desde el Cruch.
A principios de 2015 se vivió otro episodio en que el rector movió sus influencias para modificar un proceso legislativo. Se dio en el marco de la tramitación del Acuerdo de Unión Civil y fue a través de una misiva que buscaba que el acuerdo se llamara “Pacto de Unión Civil (PUC)” y así había sido aprobado hasta que pasó por Comisión Mixta.
En el momento en que nació la idea de que el acuerdo se llamara PUC, el rector Sánchez puso el grito en el cielo y desplegó un proceso de intensas llamadas a los parlamentarios de la Comisión de Constitución, quienes estaban a cargo de determinar el nombre del acuerdo. “Rector de la UC llamó telefónicamente a cada miembro de la Comisión PUC para pedir cambio de nombre”, señaló en su Twitter el vocero del Movilh, Óscar Rementería, lo que fue confirmado por distintos parlamentarios. Habían pasado años para que la UC fuera denominada públicamente como PUC, “dándole el toque de Pontificia”, manifiesta una autoridad de dicha casa de estudios. “Esto del acuerdo de unión civil, de una u otra forma, nos perjudicaba”, agrega.
Tras la decisión, el líder del Movilh, Rolando Jiménez, señaló en su Twitter que la “Comisión Mixta cede a presiones de jerarquía Católica y cambia una vez más nombre, Estado Laico es una Fantasía en Chile”. Aunque al interior del Congreso es visto como un hecho de poca magnitud, reconocen que el rector hasta podría haber infringido la Ley de Lobby, con sus incesantes llamadas. Un punto ciego que tiene la actual legislación, a juicio de Garín, quien explica que la ley no define si las llamadas telefónicas y mensajes de texto deben ser determinados como acciones de lobby.
El médico, seguidor de la denominada como “ultraconservadora” orden de Schoenstatt y rector de la Pontificia Universidad Católica, ha logrado mantenerse durante dos periodos en su cargo, el que asumió en el año 2010. Durante su primera campaña a la rectoría, era visto como el rostro de la esperanza, la juventud y la apertura al cambio de una PUC, que “empezaba a despojarse de las principales ataduras con la dictadura, al menos en el papel”, señala un académico.
La contraposición de su imagen más joven y abierta al cambio, ante la figura poco dialogante y conservadora del aquel entonces rector Pedro Pablo Rosso, le dieron una ventaja que fue respaldada por el Vaticano.
Esta figura un tanto más progresista que la de los anteriores rectores era reconocida por sus cercanos. “Él se ha declarado a sí mismo cercano a la socialdemocracia, que vota por la ex Concertación”, indicó hace unos años Luz Márquez de la Plata, ex vicerrectora de Comunicación y Educación Continua de la Universidad Católica. Es más, sus principales nexos durante su primer periodo se establecían entre decanos “un poco más abiertos de mente”, a quienes recurría “constantemente» cuando quería «hacer programas que podrían causar molestia al interior de los grupos conservadores”, indican desde la PUC.
Pero esta posición “más abierta” duró los primeros años de su periodo. Durante el 2014, en el marco del proceso de elección de rector, habría quedado en evidencia su carácter, que “es un de un fanatismo religioso extremo y excluyente”, apunta un dirigente sindical de la universidad. El punto de inflexión lo habría marcado un seminario de terapia de reparación de la homosexualidad, que se realizó en el año 2012 en la Facultad de Derecho de la PUC. El evento dejó en evidencia dos almas al interior de la universidad, asegura un ex dirigente estudiantil, “y Sánchez no tomó parte y dejó que se realizará el seminario, que había sido autorizado por el secretario general Mario Correa”, añade.
El conflicto que desencadenó el seminario llegó hasta el Vaticano y, después de lo ocurrido, el cardenal Jorge Medina envió una carta hasta la Santa Sede dando cuenta del descontento por la situación misma del seminario y por la conducción de Sánchez. Después, en el año 2013, un grupo de decanos y profesores del sector más conservador de la PUC también enviaron una misiva en donde se hacía una revisión completa del periodo de Ignacio Sánchez como rector y de las decisiones que ha tomado, principalmente, en temas valóricos.
Estos alegatos habrían sido fundamentales en el cambio de rumbo que mostró el rector en vista de su segundo periodo. En febrero de 2014, Sánchez fue citado por el Vaticano para dar cuenta de las acusaciones, lo que consta en el acta del Honorable Consejo Superior, del 10 de abril del mismo año. En dicha ocasión, fue la máxima autoridad de la Iglesia católica en Chile, el cardenal Ricardo Ezzati, quien le brindó un espaldarazo. Esto, a pesar de que su relación, hasta entonces, “no era la más óptima”, puntualizaron fuentes desde la Iglesia.
Son este espaldarazo de Ezzati y su venia para la reelección los habrían marcado el cambio en el rector, lo que quedó en evidencia desde que se anunció la agenda respecto al aborto terapeútico, y en caso de violación, por parte del actual Gobierno de la Presidenta Michelle Bachelet. Fuentes desde la institución religiosa manifiestan que, al momento de la reelección de Sánchez, hubo un “compromiso tácito en respaldar la agenda de la Iglesia”, se necesitaba un agente que pudiera representar al Vaticano, pero sin la necesidad de que fuera Ezzati (…). Los cambios respecto a aborto, matrimonio homosexual, entre otras cosas, ya habían prendido las alarmas en la Santa Sede. En ese contexto, el rector Sánchez era una carta necesaria”, indican.
Lo mismo ocurría con la agenda educacional, que podía tocar la esencia del sistema privado de la Educación Superior. En opinión de un ex dirigente estudiantil, es necesario tener en claro que “más allá de un tema económico”, lo que disputa el rector Sánchez es una agenda valórica y cultural, “de modelo de mundo, de concepción de lo correcto e incorrecto, allí se cruzan intereses de la Iglesia, pero también del mundo privado, de la élite”.
Para el autor de El Lobby Feroz, Renato Garín, “hay un cambio en la agenda que empuja al mundo conservador a tomar posición, porque esta agenda no estaba con Piñera” y es ese mundo conservador el que toma a Sánchez como un interlocutor válido. Para el abogado, el rector cuenta con un doble vínculo: uno a nivel “institucional, con el Vaticano y él responde a ese vínculo”, pero también con un mundo conservador “más amplio”, en el que actúan otros agentes, como columnistas, parlamentarios, empresarios, que están ligados directamente con la Iglesia católica. Y esto explicaría el rol fundamental que cumple Ignacio Sánchez.