Es reconocida por su labor como dirigenta estudiantil desde los 13 años, militó en las Juventudes Comunistas y, tras el estallido de 2011, dejó el partido. Recién en 2014 se integró a Revolución Democrática. Díscola, dura y con una fuerte línea ligada al territorio y las demandas sociales, también asegura que “ceder poder al territorio es ceder poder a la ciudadanía». Reconoce que la actual derecha es “peligrosa” para el proyecto frenteamplista y opina asimismo respecto al bloque gobernante: “El Frente Amplio no está para subsidiar una Nueva mayoría 2.0”, afirma.
Catalina Pérez es una de las diputadas electas más jóvenes del Frente Amplio (FA). Tiene 27 años y es parte de la generación que llega hasta el Congreso y nació en democracia. Es representante de la Región de Antofagasta y junto con Jorge Brito son los únicos dos diputados de Revolución Democrática (RD) electos en regiones, una característica que marcará su labor parlamentaria, debido a que la descentralización del poder y la agenda ecosocial serán dos de los principales pilares de su periodo parlamentario.
Reconocida por ser una fuerte dirigenta regional, dura y un “tanto díscola” en Revolución Democrática, asegura que no está loteada internamente y que tampoco le gusta esta división entre pantalones largos, terceristas y territorialistas con la que cuenta su partido. Absolutamente nadie niega que es “uno de los mejores cuadros políticos” que tiene RD, a pesar de que en más de alguna ocasión “ha sido un dolor de cabeza para las dirigencias por ser llevada a su idea”, afirma un alto dirigente de la colectividad.
Un perfil político y social que empezó a dibujar precozmente en su vida, principalmente cuando ingresó en el mundo de la política estudiantil. Catalina tenía solo 13 años cuando asumió su primer cargo como representante en el centro de alumnos de su liceo y en el 2006 fue dirigenta secundaria, en la Asamblea Nacional de Estudiantes Secundarios, actual Cones. Recuerda que en esa época le tocó negociar con Marcos Espinosa, diputado radical en ejercicio y que no resultó reelecto en los últimos comicios. Durante las movilizaciones del 2011 también fue dirigenta, esta vez, siendo parte de la Mesa Ejecutiva de la Feucen, mientras estudiaba Derecho en la Universidad Católica de Antofagasta.
Catalina tiene una matriz política un tanto distinta a la de otros miembros de Revolución Democrática. Es hija de exiliados: su padre era del MIR, mientras que su madre tenía cercanía con el PC. Militó desde niña en las Juventudes Comunistas (JJ.CC.), espacio que abandonó en el 2011, ante la negativa del partido a querer ampliar la lucha estudiantil a otras demandas estructurales que se desarrollaron en paralelo. Largo paso por la JJ.CC. que recuerda con cariño y que, asegura, la marcó fuertemente: “A la Jota le debo mucho respecto a mi formación”, se sincera. Una formación que la habría dotado de un sentido más comprometido con la labor y responsabilidad política que tiene un partido como RD, al que entró a militar en el año 2014.
Asegura que ella es un ejemplo de que en Revolución Democrática “se encuentran varias tradiciones políticas” y descarta esta “idea outsider de lo que es RD, porque no todos provenimos de familias militantes de la Nueva Mayoría (NM), somos muchos los que no estudiamos en la Católica, no somos rubios, ni usamos iPhone, y esto implica tener que reconocer que Revolución Democrática no solo llega a una capa pequeña de la población que vive en Providencia, sino que también es capaz de hacerles sentido a militantes de Arica a Punta Arenas que hoy estamos levantando este proyecto político”.
[cita tipo=»destaque»]“Piñera decidió correr la barrera más allá, poner a alguien que cuestiona que la educación es un derecho social, siendo que está instalado en el sentido común, eso es ir mucho más allá. Espero que, más que una provocación, porque eso me parecería poco sensato, creo que obedece a la necesidad de Piñera de poner a su círculo más cercano, perdiendo la oportunidad de hablarle al centro político chileno, que fue lo que le hizo ganar la elección. Siento que responde más a un Sebastián Piñera obtuso y cuadrado, pero es una renuncia de su Gobierno a hablarles a las grandes mayorías”.[/cita]
Respecto a la labor de los parlamentarios frenteamplistas, plantea que es importante “generar un acuerdo de mayorías, un bloque de oposición a Sebastián Piñera” y dejar fuera “aspiraciones individuales, o de tal o cual partido político”. La diputada electa recalca que las “diputaciones son un espacio de apertura para que la ciudadanía se involucre en las decisiones políticas”. Añade que durante su periodo pondrá un especial énfasis en los conflictos ecosociales, por lo que se encuentra en la disputa por las comisiones de Medio Ambiente y Gobierno Interior de la Cámara. “Son dos deudas pendientes que tenemos como FA, además, la forma en cómo llevar los conflictos ecosociales va a ser una de las preguntas que el Frente Amplio va a tener que hacerse”. La ex dirigenta estudiantil recalca que “Antofagasta es una de las zonas que más presenta sacrificio ambiental, donde hay liceos al lado de relaves mineros que contaminan, y 3stos han sido temas silenciados y olvidados a la hora de hablar de modelos de desarrollo sustentables”.
-¿Qué tan complejo para el momento que atraviesa Chile es la crisis que vive la Nueva Mayoría? ¿Les preocupa en el FA el proceso que vive dicha fuerza?
-La Nueva Mayoría ha jugado, y tiene que jugar, un rol relevante en el escenario político chileno, pero para eso es necesario que se haga los cuestionamientos y dé las discusiones necesarias para definir cuál es el Chile que imaginan en común y su rol en el surgimiento de ese nuevo Chile. En ese sentido, el Frente Amplio no está para subsidiar una Nueva mayoría 2.0, ese es un proceso que debe vivir la NM, entendiendo que el rol que cumplen es distinto al del FA, porque los proyectos políticos son distintos y las visiones de país también son distintas, son tradiciones e identidades diferentes y en eso la Nueva Mayoría tiene rol que jugar. Espero que, a propósito de esta reflexión, logren volver a generar los acuerdos necesarios para volver a hablarle a Chile.
-El FA señaló que sería oposición fuera quien fuera Gobierno, eso significó establecer a la Nueva Mayoría en el “bando enemigo”. Tras el triunfo de la derecha, ¿no vislumbran un trabajo conjunto con la NM, más allá del parlamentario?
-Tanto las municipales, presidenciales y parlamentarias están a años luz y va a pasar mucha agua bajo el puente para llegar a una definición en ese sentido. Como Frente Amplio vemos la necesidad de generar los acuerdos que sean necesarios para proteger los avances que ha habido en materia de derechos sociales y profundización democrática, y es expresión de eso la batuta que tomamos como FA para buscar acuerdos administrativos que nos permitan tener mayoría en la Cámara. En esto no nos perdemos: la necesidad de generar una oposición antineoliberal ante un Gobierno como el de Sebastián Piñera, considerando los últimos nombramientos ministeriales, es imprescindible para la defensa de nuestro proyecto político, que es distinto al de la Nueva Mayoría, pero coinciden en estos puntos. Hasta ahí está el desafío hasta ahora.
-¿En dicha materia legislativa cuál es la forma de oposición que debiera tomar el FA? Se ha hablado de ser “duros” o más dialogantes…
-Como Frente Amplio tenemos que ser una oposición responsable, lo que implica abrir los márgenes de la democracia, pero también entender que estamos en un sistema que tiene ciertos márgenes de acción política y estos pasan, en primer lugar, por la capacidad de defender nuestro programa, pero también por saber cuándo ser dialogantes y cuándo ser obstruccionistas, cuándo apretar el freno o apretar el acelerador en las distintas iniciativas legales que vengan. Se ha buscado dejar fuera del diálogo político al FA con caricaturas como la de denominarnos como oposición dura.
-Pero parlamentarios del Frente Amplio se han mostrado mucho menos dialogantes en comparación con la postura que presentas…
-Primero, ser oposición dura o blanda son adjetivos correctos para definir el tipo de oposición que debe tener el Frente Amplio, una oposición responsable habla de estos tres parámetros y yo me movería ahí, tampoco se trata de cerrar todas las puertas a los ejes y discursos de la derecha que han sido instalados gracias a los movimientos sociales. Si Piñera habló de gratuidad en segunda vuelta, es porque es parte del sentido común y es gracias a los movimientos sociales que se haya instalado. La incorporación de este tipo de agenda es una ganada nuestra y, si se abren a ese tipo de iniciativas, hay que impulsarlas. Por otro lado, decir que el Frente Amplio se cierra al diálogo cuando tienes una designación de gabinete como la de Sebastián Piñera, me parece que es un poco barsa.
-¿Toman al nuevo gabinete ministerial como una provocación desde Sebastián Piñera?
-Piñera decidió correr la barrera más allá, poner a alguien que cuestiona que la educación es un derecho social, siendo que está instalado en el sentido común, eso es ir mucho más allá. Espero que, más que una provocación, porque eso me parecería poco sensato, creo que obedece a la necesidad de Piñera de poner a su círculo más cercano, perdiendo la oportunidad de hablarle al centro político chileno, que fue lo que le hizo ganar la elección. Siento que responde más a un Sebastián Piñera obtuso y cuadrado, pero es una renuncia de su Gobierno a hablarles a las grandes mayorías.
-¿Es peligrosa, para el proyecto del Frente Amplio, esta derecha que también es capaz de tomar las banderas de la gratuidad e implementarla en su programa?
-La derecha fue muy hábil en eso, en tener figuras como las Ossandón y Kast, que sirvieron para poner a Sebastián Piñera como una figura al centro del espectro político de forma artificial. La derecha fue muy hábil al arrebatarnos el lenguaje del sentido común, esto de hablar de gratuidad a miles de familias que tienen a sus hijos en la educación técnica, mientras nosotros nos perdíamos hablando de rebajar el CAE con Guillier. Esto nos hace estar frente a una derecha peligrosa, porque no es una derecha sincera, y muy hábil para hablarles a las necesidades de la gente. Cuando ha sido este mismo empresariado el que se ha hecho dueño de Chile, el que nos habla de justicia e igualdad, al mismo tiempo nos habla de libertad de elegir y de gratuidad al mismo tiempo, entonces, sí, es una derecha peligrosa.
-Pasando a la política interna del Frente Amplio, se ha planteado que tu partido político, Revolución Democrática, es hegemónico ante las otras fuerzas…
-Es totalmente falsa la idea de que RD intenta ser hegemonía en el Frente Amplio. Ser mayoría no significa ser hegemonía. Uno de los grandes motivos por el cual el FA es nuestro domicilio político, es por su diversidad interna, y potenciar esa diversidad es la capacidad de obedecer al actual momento político (…). RD tiene que tomar el liderazgo y la batuta para seguir potenciando el Frente Amplio, pero esa va a ser una responsabilidad que no vamos a poder asumir solos, e insisto en que la riqueza está en la diversidad del Frente Amplio.
-Entonces, ese poder que tienen, ¿con qué objetivo lo encauzarán, serán los llamados “bisagras” con el mundo de centro, como la Nueva Mayoría?
-Está muy de moda la palabra bisagra ahora (risas). Yo creo que RD tiene que asumir el rol de articular o buscar articular a las fuerzas políticas antineoliberales y de oposición en este periodo, eso no implica fagocitarse entre fuerzas políticas, ni ver proyectos políticos idénticos en la Nueva Mayoría o el Frente Amplio. Insisto, el manejo del poder político no está en unificar siglas sino en reconocer dichas diferencias y encaminarlas a un objetivo común, y si RD puede ayudar a eso, debe hacerlo. No sé si esto implica o no ser bisagra, pero ese rol de articulador es un desafío que RD no debe abandonar.
[cita tipo=»destaque»]“Es totalmente falsa la idea de que RD intenta ser hegemonía en el Frente Amplio. Ser mayoría no significa ser hegemonía. Uno de los grandes motivos por el cual el FA es nuestro domicilio político, es por su diversidad interna, y potenciar esa diversidad es la capacidad de obedecer al actual momento político (…). RD tiene que tomar el liderazgo y la batuta para seguir potenciando el Frente Amplio, pero esa va a ser una responsabilidad que no vamos a poder asumir solos, e insisto en que la riqueza está en la diversidad del Frente Amplio”.[/cita]
-Pasando a otro tema, uno de los grandes desafíos para este año es marcar la línea del Frente Amplio a futuro. ¿Crees que han podido superar esta lógica de pacto electoral que marcó el periodo de campaña?
-El Frente Amplio nace a raíz de la necesidad de articular movimientos sociales que luego se formalizan por medio de una alianza electoral. Por esto el desafío que tenemos, como FA, pasa por fortalecer nuestro acuerdo político, más allá de lo electoral, que es una mera táctica de incidencia de poder político institucional. Debemos avanzar en fortalecer nuestro territorio, orgánicas ciudadanas, movimientos políticos y eso se tiene que dar en el marco de una profundización de nuestro acuerdo en términos ideológicos. El FA debe ser capaz de encontrar nuevas respuestas, como qué significa ser el Frente Amplio más allá del último programa de la Bea (Beatriz Sánchez). Democracia, derechos sociales y la territorialización son acuerdos, pero hay que materializarlos, saber en qué se traduce eso. Debemos definir cómo les seguimos hablando a las grandes mayorías, disputando el sentido común, y siendo capaces de articular desde la institucionalidad, pero también desde la calle, de forma adecuada. Evitar lo que siento que le pasó al PC, que perdió un poco esa pelea, cuando opta por la institucionalidad y entra a la Nueva Mayoría: ahí pierde su capacidad de incidencia en los movimientos sociales y creo que es algo que no le puede pasar al Frente Amplio.
-¿Es difícil dejar de ver a los movimientos sociales como un elemento instrumental de los partidos, para la agitación y levantar una demanda, y pasar a darles un espacio real para que se conviertan en actores políticos autónomos?
-Sí, y este cambio de ciclo del 2011 es un poco eso, dejar de ver al movimiento social como un mero instrumento, como aquel que empuja algo que luego se va a ser cocinado en el Congreso, y ver cómo se vuelve un actor relevante en la toma de decisiones de políticas públicas. Creo que esto es súper diferenciador de cómo la Nueva Mayoría ha visto a los movimientos sociales en el último periodo. El Frente Amplio es, se siente, parte del movimiento social, por eso no apuesta a una instrumentalización. Nosotros, como parlamentarios, apostamos a abrir las puertas del Congreso a la movilización social, no a ser la voz de algo que es distinto a nosotros. Por eso es imprescindible para la configuración de nuestra identidad como Frente Amplio, es un imperativo.
-En esa línea, la fuerza de los territorios del Frente Amplio debe ser importante, ¿han podido generar ese espacio empoderado en donde los militantes de partidos convivan con independientes y movimientos sociales?
-Creo que ha ido pasando, pero queda un camino enorme por recorrer. Haber tenido la capacidad de levantar el programa presidencial, habiendo participado en el proceso más de 15 mil personas, es una gran demostración de que se puede y no es un ofertón, sino que es la materialización de ceder poder al territorio, porque ceder poder al territorio es ceder poder a la ciudadanía y eso implica hacerla parte de las decisiones diarias de una orgánica del Frente Amplio. Ese es el desafío que se nos viene. Hay que desempolvarse del temor de descuadrarse de lo que se ha hecho hasta ahora y atreverse a innovar en términos orgánicos y políticos, porque el profundizar la democracia hacia afuera también implica correr las fronteras de la democracia hacia adentro del Frente Amplio.
-¿Les cuesta a los partidos políticos del Frente Amplio ceder ese poder, ese control?
-No les cuesta decidirlo en términos políticos, pero sí les cuesta materializarlo en términos orgánicos, porque no nos imaginamos cómo se hace. Si bien hay muy buenas experiencias en el Podemos, con las mareas o en el Frente Amplio uruguayo, es difícil presentar una estructura donde los independientes alzan la voz, es difícil pensar una estructura que ejerce democracia directa, si toda la configuración política en el Chile posdictadura es de democracia representativa. Entonces, hacer ese cambio de chip es un proceso que nosotros también tenemos que hacer y nos hace falta impulsar su materialización. Creo que el llamado a Congreso que tenemos pensado para mediados de año obedece un poco a eso también.
-Siguiendo en los desafíos que tiene el frenteamplismo, vienen tiempos de resoluciones y avances en pactos, ¿qué temas son los más complejos a la hora de buscar un acuerdo a la interna del Frente Amplio?
-Por ejemplo, a quién le corresponde la disputa del centro político chileno, cuáles son los límites del Frente Amplio en términos de izquierdización o fuerza de centro, hay que tomar una decisión en cuanto a qué lado del tablero queremos estar. En términos económicos, cómo vamos a entender el rol del mercado en el contexto chileno. En materia de derechos sociales, en general, tenemos un acuerdo común, no hay mucho conflicto, pero en el rol del mercado yo creo que sí, al menos es una pregunta abierta. Respecto al feminismo y conflictos ecosociales, también hay una indefinición en cuanto a la relevancia en un proyecto como el Frente Amplio. Y creo que tampoco hay un diagnóstico compartido, porque no se ha hecho, respecto a nuestro rol en el tablero en el marco del reacomodo de actores políticos como la Nueva Mayoría. Hoy vemos propuestas de fusiones entre el PPD, el PR y el PS, a la DC armando un congreso ideológico, cuestionando con quién dialoga; al PC buscando acercarse al Frente Amplio. Entonces, ver qué rol jugamos, más allá de ser una oposición al Gobierno de Sebastián Piñera, sino como actor político en este escenario, es una pregunta que el Frente Amplio no ha respondido.