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El informe Scicluna: la investigación que cuestiona a la jerarquía de la Iglesia católica chilena En las próximas semanas Charles Scicluna debiera entregar en Roma el resultado de su indagación en Chile

El informe Scicluna: la investigación que cuestiona a la jerarquía de la Iglesia católica chilena

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Alejandra Carmona López
Por : Alejandra Carmona López Co-autora del libro “El negocio del agua. Cómo Chile se convirtió en tierra seca”. Docente de la Escuela de Periodismo de la Universidad de Chile
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En pocos días el obispo de Malta, enviado especial al país por el Papa Francisco, entregará un texto sobre lo que vio acá. Venía a indagar respecto a la situación del obispo de Osorno, Juan Barros, sin embargo, se encontró con mucho más. Sobre todo, con un cuestionamiento profundo respecto al actuar de cardenales como Francisco Javier Errázuriz y Ricardo Ezzati en relación con el encubrimiento de abusos cometidos por sacerdotes.


El 2 de marzo el obispo Charles Scicluna hizo “retuit” en su cuenta de la red social. La nota del periódico El Independiente, de Malta –país de origen de Scicluna–, se refería al paso del sacerdote por Chile, en su tarea como enviado especial del Papa Francisco para investigar las acusaciones contra del obispo de Osorno, Juan Barros.

“Como enviado del Vaticano por casos de abuso sexual, regresa con más de lo que esperaba”, titulaba la nota. Y Scicluna hizo RT, en una acción que podría ser casual si no tuviera un antecedente fundamental: en su paso por el país, efectivamente encontró más de lo que esperaba. Y eso no solo tiene relación con antecedentes sobre Juan Barros, sino con el comportamiento de las máximas autoridades de la Iglesia católica chilena y su rol en la atención y justicia de las víctimas de abuso.

Una agenda inesperada

El objetivo de la visita de Scicluna era entender la realidad sobre la situación de Barros, el obispo de Osorno acusado de encubrir al párroco de El Bosque, Fernando Karadima. Ese fue el encargo después de que Jorge Bergoglio visitara Chile, que el caso Barros le explotara en la cara y lo hiciera hacer un bochornoso papel el último día, cuando a punto de dejar Chile lo defendió: «No hay una sola prueba en contra de él, solo hay calumnias», dijo antes de dejar nuestro territorio.

Y aunque la agenda estaba clara, al pasar de los días y entrevista tras entrevista, al obispo maltés se le fue revelando otra cara de la moneda. La falta de empatía que ha tenido la jerarquía de la Iglesia con las víctimas se convirtió en muchos casos, según varios de los entrevistados por el sacerdote, en un tema crucial sobre el que se abrieron preguntas exactas y extendidas.

Francisco Javier Errázuriz, Ricardo Ezzati y Cristián Contreras son nombres que mencionaron varios de los entrevistados. Quienes tenían vínculos con los salesianos, aprovecharon, además, de hacer hincapié en la figura de Ezzati y el poco rigor que tuvo con los afectados.

–Nosotros nos saltamos a la Iglesia chilena y pedimos directamente entrevista con Scicluna en la Nunciatura, y le quedó claro que no confiábamos en la Iglesia chilena –cuenta Jaime Concha, ex alumno del Instituto Alonso de Ercilla que denunció ser víctima de vejámenes por parte de miembros de la Congregación Marista.

Concha cuenta incluso que Scicluna se impresionó cuando mencionó, por ejemplo, a Christian Precht –el sacerdote vinculado a la Vicaría de la Solidaridad que, pese a las denuncias en su contra, pudo volver a oficiar misas desde fines del año pasado–. Su nombre había salido más de una vez en las conversaciones.

Otra de las víctimas que se entrevistó con el obispo maltés cuenta cómo, al pasar de los días, tanto Scicluna como el sacerdote español Jordi Bertomeu, notario eclesiástico, se dieron cuenta de que el problema de los abusos vinculados a la Iglesia también tenía que ver con un fuerte secretismo e impunidad.

“Cuando preguntaron por Barros u otros obispos de El Bosque, recién notaron que ese caso era solo la punta del iceberg. Eso les quedó más claro aún, cuando les pedimos que, por favor, no dejaran expedientes en Chile, que todo lo que dijéramos fuera directamente a Roma”, cuenta uno de los entrevistados. A Scicluna y Bertomeu les quedó claro que era también la primera vez que muchos de los afectados se sentían cobijados y escuchados por un miembro de la Iglesia.

“Ellos se dieron cuenta de que tenían una serie de pastores que no escucharon nunca a las víctimas. Se sorprendieron muchísimo de que salieran tan pocas denuncias desde Chile. Incluso comentaron que les llamó la atención que el grueso de denuncias comenzara en 2010, que viniera de sectores acomodados y que el número de ellas tuviera tan poca relación con el mismo fenómeno si lo comparaban con Latinoamérica”, cuenta otra víctima de un sacerdote.

Entre ellos mismos se fue corriendo la voz de que Scicluna era confiable, entonces una serie de víctimas que no estaban en agenda para ser entrevistadas, se atrevieron a alzar la voz y contar sus experiencias. El impacto fue tal, entre los sacerdotes enviados por el Papa, que las propias víctimas de los maristas se sorprendieron cuando Scicluna les leyó una serie de artículos del Código Canónico que les permitirían pedir reparación e ir a la justicia civil.

Todas las víctimas coinciden en que Scicluna los tranquilizó y no dejó de repetir una frase que los calmó incluso más. “Este es tiempo de luz en la Iglesia, de justicia”, les dijo en varias ocasiones el obispo maltés.

Los plazos del obispo

En las próximas semanas, Charles Scicluna debiera entregar en Roma el resultado de su investigación en Chile y quizás el único temor de las víctimas es que la dupla Errázuriz-Ezzati hagan lo posible para defender sus actuaciones “haciendo lobby” en el Vaticano.

Errázuriz se encuentra en Roma porque debía estar presente en una reunión del llamado G9, el grupo de nueve cardenales que asesoran al Papa Francisco desde abril de 2013 para la reforma de la Curia del Vaticano, pero el lunes pasado también Ricardo Ezzati viajó hasta la capital italiana. De hecho, ayer se conoció que, estando en Roma, el arzobispo de Santiago fue sometido exitosamente a una intervención de implante de un marcapasos en la Clínica Gemelli, después de sufrir una serie de episodios de taquicardia.

La relación de Errázuriz y Ezzati no es desconocida en Chile y quedó en evidencia cuando en septiembre de 2015 El Mostrador publicó una serie de correos electrónicos entre ambos –fechados entre 2013 y 2014– donde, en conjunto, los cardenales no solo conversaban sobre las tretas para evitar que Felipe Berríos llegara a ser capellán de La Moneda, sino también de las gestiones para dejar fuera de la comisión para la tutela de los menores –que creó Jorge Bergoglio– a Juan Carlos Cruz, víctima de Karadima.

Pero Scicluna es un hombre avezado en casos de denuncias por abuso sexual al interior de la Iglesia católica. Es conocido por su poder de investigación y también por la “mano dura” al momento de enfrentarse a estas situaciones. “Él cree firmemente en la justicia y la reparación”, señalan en la institución religiosa. Hace tres años fue nombrado líder del equipo que se encarga de las apelaciones presentadas por sacerdotes acusados de abuso dentro de la Congregación para la Doctrina de la Fe. Y las víctimas de nuestro país creen que puede ser el eslabón que hacía falta para que los abusos en Chile dejen de ser escondidos bajo la alfombra por las más altas autoridades católicas.

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