Fueron las acusaciones de acoso al interior de las universidades las que terminaron por hacer que las propias alumnas convocaran una manifestación masiva que terminó de abrir el debate sobre el feminismo y sus demandas. Hasta ahora, al menos 15 universidades tienen facultades paralizadas, a la espera de una resolución respecto a casos concretos de abusos y a la creación de protocolos que eviten cualquier tipo de acoso.
Este movimiento social vive una importante etapa en el país sudamericano, centrado en el rechazo al acoso y violencia de género. Las mujeres han ocupado las calles con fuertes mensajes sumando un apoyo mayoritario.La marcha feminista del pasado 16 de mayo en Santiago de Chile fue el estallido visual de un movimiento que lleva años trabajando para lograr la igualdad de género en ese país. Una serie de hechos han dado contexto y fuerza a la llamada «ola feminista” con hechos que se arrastran en particular desde 2016, cuando tuvo lugar la marcha convocada por #Niunamenos, en repudio al empalamiento de una joven ocurrido en Argentina. A esto se sumó la pelea por legalizar el aborto en tres causales, y recientemente el destape de abusos sexuales en el mundo del espectáculo chileno.
Finalmente, fueron las acusaciones de acoso al interior de las universidades las que terminaron por hacer que las propias alumnas convocaran la manifestación masiva que terminó de abrir el debate sobre el feminismo y sus demandas. Hasta ahora, al menos 15 universidades tienen facultades paralizadas, a la espera de una resolución respecto a casos concretos de abusos y a la creación de protocolos que eviten cualquier tipo de acoso.
Sonia Montecino, reconocida antropóloga y feminista chilena, explica a DW que «en muchas de estas universidades paralizadas o en tomas se formaron centros y programas de estudio de género desde la vuelta a la democracia en Chile, y estas alumnas han recibido esa formación, lo que se traduce en una conciencia mayor respecto a los abusos y a tener una mirada crítica frente a la vida social y la posición de la mujer. Son las estudiantes quienes le dan una característica esencial a este movimiento actual”.
Montecino ve dos influencias en el escenario actual de la ola feminista chilena: «La primera es interna y tiene que ver con que hace tres o cuatro años que se denuncian situaciones de acoso en las universidades y las autoridades no han respondido. Luego está lo externo, lo que ocurre en el propio país y a nivel internacional como las luchas y demandas en contra de la violencia de género con campañas como #MeToo, por ejemplo”, detalla la académica de la Universidad de Chile.
La oleada feminista llegó a La Moneda y fue el propio presidente Sebastián Piñera quien se hizo cargo de lo que han planteado las mujeres en sus movilizaciones. Es así como el mandatario dio a conocer recientemente y en cadena nacional su propuesta para legislar en búsqueda de la igualdad de género.
Dentro de los puntos que propone el gobierno destacan cambios constitucionales para resguardar la igualdad de derechos tanto de hombres como mujeres, una ley para regular el acoso en las universidades estatales, promover la participación de mujeres en altos cargos, un proyecto de ley para sancionar violencia de género en relaciones de noviazgo, entre otros puntos.
«Me parece que los lineamientos presentados por el gobierno responden a lo que cualquier presidente haría, mantener una postura y no guardar silencio, que es lo que más valoro porque implica hacerse cargo de algo que es transversal, sin embargo creo que la raíz del problema, que son las desigualdades de poder, aún no se toca”, dice Carolina Carrera, presidenta de la Corporación Humanas dedicada a derechos humanos y justicia de género.
Una posición más crítica al respecto es la que expone la dirigente estudiantil de la Universidad Católica, Andrea Cifuentes, Ella destaca que las medidas anunciadas por el gobierno son cosméticas. «No estamos peleando solo por un reglamento, lo que anuncio Piñera son cosas mínimas y despierta sospecha porque su sector político históricamente ha votado en contra de los proyectos de ley que apuntan a la igualdad. Creemos que esto es para que las mujeres se queden tranquilas y bajen el nivel del conflicto”.
Uno de los objetivos centrales que inspiran la movilización feminista en las universidades es la búsqueda de una educación no sexista, que para las estudiantes es la base para lograr cambios sustanciales que pongan fin a la violencia de género. «Entendemos que nuestra movilización está inserta en una ola importante de feminismo y apuntamos a un cambio estructural de la sociedad y del sistema educativo que debe dejar de ser sexista porque es ahí donde se reproduce el sistema de violencia machista”, dice Andrea Cifuentes, coordinadora externa de la Secretaría de Género y Sexualidades de la Universidad Católica.
En el sentido educacional, Sonia Montecino señala «que se puede lograr una educación no sexista, pero no es algo que podamos ver pronto porque traspasa las fronteras de la educación formal, donde debe haber un cambio en las mallas curriculares de los educadores que debe ir desde los encargados de la educación parvularia hasta la universitaria. Esto otorgaría la mirada crítica necesaria para cuestionar mensajes y dinámicas sexistas que se ven a diario en medios de comunicación y en la calle. El otro aspecto, más amplio, profundo y complejo de este tema es la educación no formal, la que se refiere a los aprendizajes en el espacio familiar y en la vida social”.
Según la última encuesta Cadem, el movimiento feminista cuenta con el 71 por ciento de respaldo en Chile, mientras que el rechazo que genera tanto en hombres como mujeres se ha centrado últimamente en que las mujeres protesten mostrando sus senos.
La rabia que inspira los mensajes y reacciones violentas de parte de las feministas generan rechazo de un grupo de la sociedad. No obstante, para la especialista en estudios de género, Sonia Montecino, «hay que entender que estas reacciones se dan porque hay mucha rabia acumulada. Es importante pensar quiénes son las madres y abuelas de las mujeres que hoy protestan, qué rabias han transmitido. Sin embargo, no creo que sea ese el sentido de las demandas feministas”, concluye.
Para Carolina Carrera de la Corporación Humanas, esta ola feminista «ha hecho cuestionar fuertemente las relaciones de género, lo que genera un rechazo normal y no hay que alarmarse por eso. El punto central ahora es ver cuánto tiempo se mantendrá el movimiento y qué efectos tendrá, porque lo único que sabemos es que algo se movió en Chile, pero van a pasar años antes de saber cuáles fueron sus efectos concretos, porque estos son procesos culturales muy profundos”.