Publicidad
Camilo Escalona: «Hace mucho tiempo que este no es un modelo neoliberal» PAÍS

Camilo Escalona: «Hace mucho tiempo que este no es un modelo neoliberal»

Publicidad

El ex hombre fuerte del PS no está en la primera fila de la política, pero no está ajeno de lo que sucede en el PS y las tareas de futuro que tiene la oposición. Su diagnóstico de la situación actual es categórica: «con los excedentes del cobre no alcanza para un Estado Social de Derecho en Chile, hay que echar las bases de otro modelo. No sólo por la exportación de productos primarios y ese es el gran déficit que ha tenido la izquierda en los últimos quince años. Lamentablemente se ha desviado en otras discusiones, tercera o cuarta derivada, que muchas veces se ha caricaturizado con la idea de la administración del modelo neoliberal, lo que me parece un absurdo completo. Desde el punto de vista marxista, es un modelo de aguda concentración de la riqueza».


Las derrotas electorales del último tiempo lo tienen fuera del Congreso y de la primera fila de la contingencia. Incluso, desde su vicepresidencia del PS, ha tenido un papel más discreto del que ostentó por casi dos décadas, pero eso no significa que Camilo Escalona esté retirado del proceso que atraviesa la centro izquierda desde que volvió a la oposición en marzo, de la tarea pendiente de construcción de un proyecto político que ofrecer al país para volver a gobernar ni del crítico diagnóstico de la derechización del país que, a sus ojos, se ha generado con el gobierno de Sebastián Piñera y la irrupción de figuras como José Antonio Kast. «Hay que reconocer que todavía falta un proyecto, pensar más en profundidad sobre la sociedad chilena del presente, las propuestas que nos permitan rehacer esa mayoría nacional que nos acompañe para gobernar. Ese proyecto todavía está en pañales (…) Cuesta rehacer la mentalidad a las circunstancias en que estamos viviendo, que es estar en la oposición, la gente se acostumbró a los despachos ministeriales y no asume la realidad de ser un partido de oposición. No se trata de obstruir, sino que de diálogo».

-Hablando de diálogo ¿como vio las cuentas públicas de Carlos Montes y Maya Fernández en el Congreso sobre ese tema?

-Fueron suficientemente claros de la voluntad del PS de dialogar desde su condición de oposición,  no desde un gatopardismo en que parece que es de oposición pero quisiera ser gobierno. Ese gatopardismo no conduce a nada.

[cita tipo=»destaque»]Chile Vamos es sólo un rótulo, un marketing político para vender la imagen de un solo rostro. La realidad es otra, la de múltiples rostros al interior de la derecha rivalizando unos con otros en ideas y protagonismo. La unidad no ha sido ni es una fortaleza al interior de la derecha, la ciudadanía no se engaña. Lavín con sus subsidios en Las Condes, (Manuel José) Ossandón con su derecha social, el Kast de Evópolis con su discurso liberal, el otro Kast conservador y pinochetista; el senador (Francisco) Chahuán con su cruzada regionalista;  estos rostros, como lo fue Piñera en su ocasión, camuflan la ausencia de proyectos.[/cita]

-¿Eso es distinto a lo que intenta el senador José Miguel Insulza?

-No lo veo como un proyecto diferente lo que tiene en su cabeza Insulza, veo que  hace un esfuerzo estéril, porque trata de establecer un punto equidistante entre gobierno y oposición que esté bajo su liderazgo, pero las grandes fuerzas se van a enfrentar en lo que son, dialogando, entre fuerzas que son distintas. En eso hay que ser sumamente categórico.

-El gobierno dialoga desde sus comisiones técnicas…

-Justamente, a eso me refería. El diálogo a que aspira el PS desde la oposición no es lo que el gobierno simplemente quiere en sus comisiones técnicas ni subsumiéndose en la hegemonía de la derecha. No es diálogo que renunciemos a una política que, más allá de imperfecciones, en su naturaleza es distinta. La idea de solución del problema mapuche a través del Comando Jungla revela que el gobierno y nosotros somos dos opciones de sociedades diferentes. Las fuerzas de la oposición quieren resolver los problemas de la sociedad sobre la base de una integración y una participación, junto con los actores y protagonistas del país y la tendencia principal del gobierno es resolverlo por la vía de la fuerza. El gobierno quiere hacer solidaridad como parche.

-¿Esa es política de libre mercado a ultranza?

-Hay que ver el ejemplo de Joaquín Lavin en Las Condes. Quieren mejorar el status de vida de algunas familias, cosa que no desconocemos en Las Condes a través del subsidio, pero sobre la base de una política urbana de libre mercado a ultranza, como es la segregación que han generado los ghettos verticales, que han significado una deformación y una distorsión espantosa en la estructura urbana de la ciudad, con el deterioro de la calidad de vida de los vecinos. El socialismo tiene que unir al país en torno a una propuesta de reemplazo de la subsidiariedad por la de un Estado solidario. Una de las grandes limitaciones de las propuestas democráticas que hemos desarrollado a la fecha, de que las bases estructurales de una economía de producción primaria no ha sido capaz de ser reemplazada por una economía con valor agregado y que genere, en consecuencia, niveles de acumulación que permita darles una solidez estratégica a un Estado Social de Derecho.

-¿Cómo se hace para reemplazar el modelo neoliberal?

-Con los excedentes del cobre no alcanza para un Estado Social de Derecho en Chile, hay que echar las bases de otro modelo. No sólo por la exportación de productos primarios y ese es el gran déficit que ha tenido la izquierda en los últimos quince años. Lamentablemente se ha desviado en otras discusiones, tercera o cuarta derivada, que muchas veces se ha caricaturizado con la idea de la administración del modelo neoliberal, lo que me parece un absurdo completo, porque los niveles de concentración que hay en Chile indican que ya hace mucho tiempo que este no es un modelo neoliberal. Desde el punto de vista marxista, es un modelo de aguda concentración de la riqueza.

-¿No es un modelo neoliberal?

-No, por los altísimos niveles de concentración y por lo tanto, mientras estamos discutiendo eso, estamos discutiendo fuera del problema real. El tema de fondo es cómo generamos una economía a escala de una reproducción ampliada del capital que permita financiar un Estado Social de Derecho, que obviamente con los excedentes del cobre no alcanza.

-¿Cómo ve la navegación política del gobierno?

-Tengo la convicción que no hay un proyecto político común en la derecha ni tampoco un solo rostro unitario. El único proyecto fue el que se le transmitió al país para hacer viable la candidatura de Piñera para ser elegido, los tres o cuatro meses de gobierno así lo demuestran. No hay matriz o ideas que puedan ser definidos como proyecto político de la derecha. Cuando como PS desnudamos esa verdad que se traduce en la sequía legislativa, como políticamente no pueden reconocerla, nos dicen que sería una invención.

-¿Chile Vamos no sería entonces el rostro de la derecha?

-Chile Vamos es sólo un rótulo, un marketing político para vender la imagen de un solo rostro. La realidad es otra, la de múltiples rostros al interior de la derecha rivalizando unos con otros en ideas y protagonismo. La unidad no ha sido ni es una fortaleza al interior de la derecha, la ciudadanía no se engaña. Lavín con sus subsidios en Las Condes, (Manuel José) Ossandón con su derecha social, el Kast de Evópolis con su discurso liberal, el otro Kast conservador y pinochetista; el senador (Francisco) Chahuán con su cruzada regionalista;  estos rostros, como lo fue Piñera en su ocasión, camuflan la ausencia de proyectos. Puede también nombrarse el del ministro (Alfredo) Moreno, con el llamado Código Azul, carente de una visión de largo plazo en lo que debieran ser políticas de una red solidaria en el país y el ministro (Alberto) Espina con su  intención de involucrar a las Fuerzas Armadas en el Orden Público.

-La unidad es una idea que la derecha se repite una y otra vez…

-No debe confundirse. Lo que hay es la urgencia de poner orden en casa y para eso se han dado una gran carátula, la  de la seguridad interna. Alrededor de ella buscan la ansiada unidad que no tienen, subsumir en ella esos diferentes balbuceos que el país escucha desde sus rostros, pero que no van al problema de fondo, que es la ausencia de una cruzada nacional. Busca generar simpatías en las franjas políticas de nuestra sociedad, sobre todo del mundo popular, frente a ese sentimiento de inseguridad que vive el país.

El frente interno

-Las últimas semanas la situación de Lula Da Silva en Brasil ha tensionado al PS, lo acusaron que sus juicios estarían amparados en la fantasía. ¿Qué dice a eso ?

-Sostengo que cada personero es libre de decidir y decir lo que piensa. Pero hay que atenerse a la realidad, a la objetividad de los hechos, el juicio que se sigue en contra de Lula es un dato de la realidad, negar esa realidad eso sí que es fantasía. No es fruto de mi imaginación la prisión de Lula, ese es un hecho objetivo. Hay una sentencia de un tribunal, que una Corte de Apelaciones no solamente confirma, sino aumenta la pena, por lo tanto argüir que de mi parte habría una fantasía sólo revela intolerancia, de esa que a la izquierda le ha hecho mucho daño. Es, porfiadamente, tratar de ocultar los hechos. Pero cada cual está en su derecho, porque en última instancia hay una apelación final que se tiene que tramitar.

-Mezclar lo político con lo judicial ¿ahí está el error en la carta que algunos personeros socialistas han dirigido al poder judicial de Brasil?

-En  el plano político es  mi convicción que existiendo, precisamente, una instancia en desarrollo de un país hermano, de una nación independiente, con sistema democrático vigente, como es el caso de Brasil,  no corresponde que la institucionalidad del PS se involucre en emitir un juicio condenatorio a ese proceso, porque estaría naturalmente haciéndose parte de algo que no le corresponde.

-¿Ha sido un tema que sobre el cual el PS ha fijado posición?

-En el ámbito político no cabe ninguna duda. Nosotros realizamos un Congreso el 2016, en el momento de mayor apogeo de los escándalos de corrupción en el sistema político chileno y fue categórico. En el debate que se desarrolló ahí y en el estado de ánimo de los socialistas, lo que quedó claro es que las condenas políticas y el juicio ético está asociado no solamente a los procesos de carácter judicial, sino que está asociado a las conductas, que más allá de lo judicial, tienen las personas que tienen responsabilidades en los procesos históricos de sus países. Precisamente por eso, porque el ámbito de las responsabilidades políticas es una discusión distinta, reafirmo que de ninguna manera el PS puede excusar hechos de esta naturaleza.

-¿Y que hay de la unidad de la izquierda?

-Estamos viviendo un período de dispersión, en que los diferentes actores piensan que van a sobrevivir apostando simplemente a lo propio, a lo suyo, a su metro cuadrado. Eso es bastante observable en el conjunto de fuerzas que son adversarias de Piñera. Desde la DC hasta el Frente Amplio. Todas ellas dicen, miren, primero me voy a fortalecer y después voy a ver con quién me pongo de acuerdo. Entre el 73 y el 88 se estuvo exactamente en lo mismo, mientras cada cuál apuesta  a su propio metro cuadrado no hubo proyecto político viable. Las mayorías nacionales no se representan en las orgánicas por separado, se representan cuando las fuerzas políticas lograr generar una propuesta nacional.

-¿La política de los socialistas es esa unidad?

-Así es, suscribo la política de mi partido, que hay que unir desde la Democracia Cristiana hasta el Frente Amplio, más allá que lo consigamos o no. La ruta es unir. Esa es la única alternativa para ganar del conjunto de las fuerzas que aspiran a una sociedad solidaria, que sean capaces de romper su estrecho interés inmediato, ese es el desafío.

-¿Y se transita hacia esa unidad en etapas?

-Pienso que no es bueno tratar de hacer la unidad por partes. Lo que sugirió por ejemplo la nueva mesa del PPD, un colectivo progresista primero. Esas alternativas tienden a cristalizar la separación. A poner en un hormigón los grupos separados y después no se pueden juntar. Yo no pondría camisas de fuerza previas, el proceso debe ser abierto. Cuando ya estemos encima de una elección, habrá que tomar acuerdos electorales, eso es inevitable, pero encerrarse en las partes, impide reunir el conjunto.

-¿Las redes sociales son un aliado?

-Tiene un cara y sello. Las redes sociales tienen una cuestión fundamental que es romper la hegemonía del pensamiento único neoliberal, que estaba a escala global, esa es la cara. El sello es que genera una heterogeneidad que diluye las propuestas. Hay de todo, desde el neo nazi hasta el anarquista, pasando por la multiplicidad de opiniones y fragmentos políticos que existen en la actualidad. Pero rompen la hegemonía del pensamiento único, el equilibrio está pendiente.

-¿Que pasa con el concepto de la centro izquierda hoy?

-No estoy de acuerdo con ese concepto. Creo que el acuerdo político es entre la izquierda y el centro y si hay un partido que se puede definir como centro como fue la DC en los años 89 y 90, osea, un acuerdo político entre un partido de izquierda y un partido de centro izquierda. Pero la anomia del término centro izquierda no nos ayuda a resolver el problema que tenemos en el próximo período, que es el de los contenidos, el de la identidad, de poder conjugar la diversidad en una propuesta nacional.

-¿El PS hoy se ubica en la izquierda?

-Más aún en la sociedad en que estamos viviendo. Que con el gobierno de Piñera se volvió a correr hacia la derecha y que la presencia no menor de Kast y de otros círculos organizados de pensamiento fuertemente conservador tironean aún más hacia la derecha. El que nosotros nos auto definiéramos como centro izquierda nos trasladaría del escenario en que tenemos que situarnos.

Publicidad

Tendencias