Los dos presidentes de los partidos más grandes de Chile Vamos enfrentan elecciones internas a fin de año. Ninguno cuenta con el cariño ni predilección desde La Moneda, aunque, en el caso del conductor de RN, no hay dudas de que él es una figura mucho más cómoda que la alternativa, y némesis del primer Gobierno de Piñera, el vicepresidente Carlos Larraín. La pista para la timonel gremialista es mucho más compleja, porque desde Palacio, efectivamente, ya le sacaron las fichas.
Tanto Mario Desbordes (Renovación Nacional) como Jacqueline Van Rysselberghe (UDI) se encuentran ya en plena campaña para buscar sus respectivas reelecciones como presidentes de sus partidos a fin de año. Los panoramas internos para ambos son bien diferentes, pues mientras la senadora gremialista va a tener que dar pelea contra una consolidada disidencia, el diputado y ex secretario general de RN recibió un voto político de respaldo tras una jugada interna que –señalan– intentó desestabilizarlo.
La agenda valórica impulsada por el Gobierno, sumada al disparo en los pies que significó para La Moneda instalar en la agenda el único tema aglutinador de la oposición y que divide a la derecha, las violaciones de los Derechos Humanos, inevitablemente han puesto en jaque a los dos timoneles de los partidos más grandes de Chile Vamos, respecto de quienes, confiesan en el Ejecutivo, ninguno de los dos goza del cariño privilegiado de los inquilinos de Palacio.
El terreno es pantanoso y así quedó en evidencia luego de la salida de Mauricio Rojas del Ministerio de Cultura, instancia en que tanto Desbordes como Van Rysselberghe reflotaron el viejo argumento del contexto, lo que complicó al Gobierno, que quedó enfrentado con dos de sus partidos. En RN comentaron que el problema que tuvo el timonel en esos días es que no supo dejar en claro que sus declaraciones respondían a “su opinión y no las del presidente» de la colectividad, ante lo cual no todos comulgaron con ese discurso.
Para La Moneda, la relación con Van Rysselberge definitivamente no es cómoda, pero saben, al mismo tiempo, que tiene la facultad de poder ofrecer orden interno. En el cuaderno de anotaciones del Ejecutivo permanecen sus dos amenazas al Gobierno de recurrir al Tribunal Constitucional (TC), tanto por los proyectos de Identidad de Género como de Adopción Homoparental. La “Coca”, como llaman a la senadora, es calificada en Palacio como “chúcara”, saben que el Presidente Sebastián Piñera nunca fue su candidato predilecto, pero hasta ahora la UDI ha sido un partido bastante leal a la actual administración.
El nombre del diputado Javier Macaya hace mella en las intenciones de reelegirse de Van Rysselberghe, ya que su declarado contrincante tiene padrinos políticos de alto rango y peso político en el Gobierno: el ministro del Interior, Andrés Chadwick, es el propulsor y sostén de la carrera política del diputado gremialista, como también el jefe del segundo piso, Cristián Larroulet, primo de su madre. Macaya no solo es más dócil y manejable para La Moneda, sino que además lo observan como la posibilidad de proyectar una derecha más alejada de la vieja guardia pinochetista, que, en efecto, es con la que Piñera se siente más cómodo y sintoniza mejor.
Sobre Renovación Nacional, la lectura gubernamental es más simple, pero no menos complicada, principalmente por el permanente fuego amigo que reciben de parte de la directiva, desde el propio Desbordes, pasando por el vicepresidente Gonzalo Fuenzalida y el influyente senador Francisco Chahuán , quienes en reiteradas ocasiones han cuestionado con dureza la gestión de Larroulet en el segundo piso de Palacio en desmedro de RN, como también del subsecretario de Desarrollo Regional Felipe Salaberry.
La tensión con RN llegó en su momento a un límite complejo. No solo Desbordes afirmó públicamente que él no era “un empleado del Gobierno”, sino que el conflicto obligó a Piñera a usar su capital político alineando a los timoneles de Chile Vamos, a todos, en una reunión en la casa del ministro Chadwick. Cercanos al Primer Mandatario saben que fue una jugada riesgosa, porque Piñera hipotecó parte de su liderazgo para ordenas a sus huestes y nada garantiza que no se produzcan nuevos episodios de desorden público en el oficialismo o se desate, otra vez, el fuego amigo.
A diferencia de la UDI, en La Moneda saben que, de no ser Desbordes, lo que se viene es su némesis de la primera administración de Piñera: el vicepresidente Carlos Larraín, quien con su ácido estilo terminó, para muchos, siendo el “vocero de la oposición”.
En la UDI, como siempre, las elecciones parten desde un denominador común, los “coroneles”, esos históricos miembros que han decidido todas las internas del partido en pos de lo que estiman que ha sido lo más conveniente para la colectividad. Hoy solo el senador Juan Antonio Coloma se mantiene activo, pues aseguran que Chadwick ya no opera como antes internamente, absorbido por sus tareas de ministro, mientras que los otros dos, Jovino Novoa y Pablo Longueira, están fuera de juego, relegados a un papel tras bambalinas, después de haber sido protagonistas de los casos principales de financiamiento ilegal de la política, en los casos Penta y SQM. Eso sí, algunos dicen que no hay que fiarse tanto de esa supuesta marginación de ambos.
[cita tipo=»destaque»]Para el doctor en filosofía política y académico de la Universidad Adolfo Ibáñez, Cristóbal Bellolio, “hay un cierto temor de los grupos más jóvenes de la UDI a que el partido esté perdiendo brillo para las nuevas generaciones, es decir, con Van Rysselberghe puedes de alguna manera representar a los viejos tercios de la derecha que no quieren cortar el cordón umbilical de la dictadura, no necesariamente atractiva para nuevas generaciones de derecha (…). Si fuera joven de la UDI, me daría cuenta de cómo Evópoli me está, básicamente, carcomiendo mi base y mi flujo (…). A favor de Van Rysselberghe, podría decir que justamente para evitar una fuga de la derecha más dura a José Antonio Kast, ella es el último dique de contención”.[/cita]
En las dos listas que compiten en la interna UDI, coinciden en que los “coroneles” ya no tienen la influencia política de años atrás, pues con el mecanismo de «un militante, un voto», aplicado durante la última elección, la capacidad de operar de estos próceres se diluye, porque, “antes, con elección indirecta existía un mayor control de dirigentes y consejos regionales”
En el entorno de Van Rysselberghe no dudan en señalar que los coroneles “están muy retirados”, que ya no tienen el peso «para dar vuelta una elección”, pero no se atreven a apostar por cuál de los dos candidatos van a jugar sus cartas. Desde el seno del equipo de Macaya, si bien asumen que “no tienen el peso de antes”, destacaron que, a lo menos, tres de los cuatro ya se habrían inclinado por terminar con la era de la senadora como conductora del gremialismo.
Macaya es secundado por el diputado Juan Antonio Coloma, hijo del único “coronel” activo, equipo al que se suman los diputados Guillermo Ramírez y María José Hoffmann como los más reconocibles. La apuesta es dar vuelta a quienes apoyaron hace dos años a la senadora y presentan como cartas claves de eso al diputado y ex presidente Patricio Melero, y al actual CORE Cristián Labbé Martínez, hijo del ex alcalde de Providencia.
Si bien el primer concepto con el que se buscó instalar esta lista disidente es el de “renovación”, la lista de Van Rysselberghe refuta el concepto recalcando que “no existe nada más cercano a ese concepto que una mujer presidenta, de región y estudiante de la Universidad de Concepción”.
La disputa interna es dura. La gente de Macaya acusa que en estos años en el partido ha existido falta de diálogo interno, que eso es responsabilidad de la timonel, por su estilo de marginar de la toma de decisiones a quienes no votaron por ella. “No queremos seguir viendo a gente que no se siente cómoda al interior de la casa en avenida Suecia debido problemas de convivencia”, apuntaron en la lista disidente.
Otra de las cuentas que se le cobra a la actual conducción de la UDI es haber perdido el liderazgo y hegemonía que ostentó el gremialismo por casi dos décadas frente a Renovación Nacional en las últimas elecciones parlamentarias, debido a –acusaron– la “doctrina Van Rysselberghe”, que tendría que ver con no haber salido a competir en todos lados y haberse preocupado más de blindar a figuras claves.
En el equipo de Van Rysselberghe se defienden recordando que el partido “venía de tres años muy difíciles donde muchos apostaban por el fin de la UDI”, dada la vinculación con los casos de corrupción y platas políticas. “Se tuvo que asumir el refichaje y se sorteó de buena manera (…), no es culpa de la directiva la pérdida de candidatos, hubo varios que no quisieron asumir el desafío”, agregaron.
Para el doctor en filosofía política y académico de la Universidad Adolfo Ibáñez, Cristóbal Bellolio, “hay un cierto temor de los grupos más jóvenes de la UDI a que el partido esté perdiendo brillo para las nuevas generaciones, es decir, con Van Rysselberghe puedes de alguna manera representar a los viejos tercios de la derecha que no quieren cortar el cordón umbilical de la dictadura, no necesariamente atractiva para nuevas generaciones de derecha (…). Si fuera joven de la UDI, me daría cuenta de cómo Evópoli me está, básicamente, carcomiendo mi base y mi flujo (…). A favor de Van Rysselberghe, podría decir que justamente para evitar una fuga de la derecha más dura a José Antonio Kast, ella es el último dique de contención”.
La última lucha se da a nivel de alcaldes, desde donde la lista oficialista asegura tener a todos, mientras que desde la disidencia aseveran que ese discurso se debe a que “no es fácil decirle que no en la cara a la Coca”, pero que muchos de ellos se sentirían dejados a un lado por la actual mandamás.
En Renovación Nacional no hay una disidencia estructurada ni pública, no se está «operando bajo cuerdas» ni «tanteando terreno».
El partido aparentemente se muestra completamente alineado con la reelección de Desbordes, el que contaría con la venia de los grandes pesos internos, los senadores Manuel José Ossandón, Chahuán y Andrés Allamand, como del propio Carlos Larraín, de quien el actual timonel ha sido siempre uno de sus estrechos colaboradores.
Pero un episodio revolvió las aguas al interior de la tienda y prendió las alarmas, afirman, porque “se le quiso mover el piso al presidente”. Esto guarda relación con una carta que se entregó a la directiva un día antes del Consejo Nacional, misiva liderada por el diputado Sebastián Torrealba y que aparecía firmada por la mitad de la bancada. En ella llamaba a no “ensuciar” la labor gubermental y la coalición, no volver a los errores del pasado y “usar y respetar los canales institucionales de comunicación con el Gobierno, con el objetivo de no entorpecer los mensajes ni ensuciar con críticas públicas lo que tanto nos ha costado construir”.
Eso sí, al momento de hacerse pública la carta, la mitad de los firmantes renegaron de la misma acusando una operación en contra del timonel, y quienes reaccionaron en contra de la publicación dijeron que se les había señalado que esta iba a ser leída en el Consejo Nacional, que “de la manera que la plantearon, antes de escribirla, no parecía estar dirigida en contra de Mario Desbordes”.
Es más, el diputado Torrealba “tuvo que pedir disculpas”, pues, además, cuatro de los que la suscribieron acusaron no haber dado la venia para que apareciese su firma. Cercanos a Desbordes indicaron que “varios quedaron furiosos con aquella movida”.
Más que un esbozo de disidencia, con el episodio de la carta lo que se buscó en esta pasada tuvo que ver con intereses personales y una agenda propia, “acá lo que se intentó fue querer posicionarse”, sin miramientos.
En medio de los cuestionamientos internos, aparece el nombre del secretario general de la tienda, Felipe Cisternas, de quien aseguran que hay un grupo que quiere cobrarle los problemas de la instalación del partido en cargos de Gobierno, que cuando se refieren a la directiva “en verdad apuntan solo» a él y que “varios en el consejo lo están apuntalando”. Quienes lo defienden, plantean que no sería responsable de la falta de fuerza política con el Ejecutivo, “ellos (la UDI), tienen a Larroulet y Chadwick adentro”, así es difícil, cuestionan.
Todo esto “forzó a tener que dar una señal de tranquilidad y estabilidad”, describen cercanos a Desbordes, al tiempo que añaden que esa fue la razón del voto político de apoyo que se le entregó al actual timonel en el último consejo nacional.
A pesar de ese espaldarazo, a las diputadas Paulina Núñez y Marcela Sabat las sitúan como las líderes de la soterrada oposición a Desbordes, se les califica como del grupo de los “pro Gobierno” y ambas son “muy” cercanas a la ministra de la Segegob, Cecilia Pérez.
Desbordes tiene aliados, quienes respaldan sus críticas a La Moneda, porque se “sienten ninguneados por el Gobierno”. En el partido afirmaron que en ese grupo están la diputada Ximena Ossandón, el diputado Diego Schalper y la llamada bancada evangélica.
Para Bellolio, Desbordes «lo ha hecho relativamente bien y da garantías a los distintos sectores de RN, creo que con él la convivencia pacífica esta medio asegurada. No es un intelectual de la política, pero sí me parece un operador bastante eficiente”.