El influyente empresario respondió al reportaje de El Mostrador, “La olla a presión de Antofagasta: la cara menos amigable de Luksic en la crisis ambiental”. Dijo que la contaminación en la capital regional “no es un tema nuevo” y añadió que la salud de la población le afecta directamente, porque su padre y hermano murieron de cáncer y él es “parte de una lista de riesgo”. Aseguró que Antofagasta Terminal Internacional (ATI) ha trabajado “arduamente” para mejorar los estándares, y aporta al Estado US$28,5 millones por la concesión, además de prestar servicio a Bolivia para dar cumplimiento al Tratado de 1904.
“Si el Puerto de Antofagasta está contaminando, la autoridad debe cerrarlo ya”. Con estas palabras se refirió el empresario Andrónico Luksic Craig a la situación en esta ciudad nortina que enfrenta un serio problema de contaminación con metales pesados que, en gran medida, proviene de Antofagasta Terminal Internacional (ATI), que su holding maneja por mandato del Estado.
El influyente empresario respondió al reportaje de El Mostrador, “La olla a presión de Antofagasta: la cara menos amigable de Luksic en la crisis ambiental”, donde se revela que un reciente estudio científico determinó que las concentraciones de metales constituyen un foco cancerígeno y superan, en algunos casos, a ciudades industriales chinas situadas entre las más contaminadas del mundo.
En su respuesta, el empresario defiende su gestión señalando que “tengo la tranquilidad de que nuestras empresas y todos sus equipos trabajan día a día de manera responsable, con el firme propósito de mejorar sus estándares, seguir contribuyendo al desarrollo de Chile, dando buenos empleos y siendo un aporte para las comunidades con que se vinculan”.
En el texto, Luksic recuerda el vínculo familiar con la capital regional y pone foco en que el tema sanitario no es un problema que les sea ajeno. Es más, revela que su padre y uno de sus hermanos fallecieron víctima de cáncer y él es “parte de una lista de riesgo”.
“Mi familia y yo hemos sido testigos de la histórica contaminación de metales pesados en Antofagasta. Que estudios recientes indiquen, como señala El Mostrador, que en la ciudad se concentra una enorme cantidad de cobre, zinc, plomo y arsénico no es novedad. Que se señale que la presencia de estos minerales tiene relación con una alta presencia de cáncer en Antofagasta, tampoco es nuevo. Es un tema que me importa: mi padre y mi hermano murieron de cáncer. Yo mismo soy parte de una lista de riesgo, por la presencia histórica de arsénico en el agua potable; de hecho, eso nos motivó –a través de Aguas Antofagasta– a desalar el agua de mar para el consumo”, señala.
Además, insiste en que el problema de la contaminación en Antofagasta es de larga data y que en los últimos años se han registrado notorios avances. “Como familia, estamos vinculados al puerto hace 15 años a través de FCAB y desde 2011 como accionistas mayoritarios de Antofagasta Terminal Internacional (ATI). La empresa ha trabajado arduamente, y siempre bajo el amparo de la legislación vigente, para que el puerto esté hoy mejor que nunca antes en su historia. Antes de la concesión el mineral se acopiaba al aire libre. Hoy no solo las operaciones del puerto son 100% herméticas, sino que también las de transportistas, mineras y Empresa Portuaria de Antofagasta (EPA)”, indicó.
En este sentido, remarca que el problema va más allá de ATI, reforzando así el mensaje de que antes la situación era mucho peor y han trabajado para cambiar las cosas. “Pensar que eliminando el puerto se acaban los problemas de contaminación en Antofagasta es miope, más aún cuando está sobre la mesa un lamentable problema multifactorial, de larga data y complejo, que va mucho más allá de una empresa. Antofagasta nació como un campamento minero. El puerto existe desde el acta de fundación de La Chimba, del 22 de octubre de 1868, cuando la ciudad era boliviana y desde entonces se acopió y transportó concentrados sin ningún resguardo”, señala.
Al echar mano a las cifras, Luksic pone de relieve el aporte a las arcas estatales que representa un negocio que, sin embargo, no es del todo conveniente para su holding. “En los últimos 4 años, ATI ha aportado a la empresa estatal por concepto de concesión un total de 28,5 millones de dólares, mientras que la compañía en ese mismo lapso ha sufrido pérdidas por 12,5 millones de dólares. Sí, pérdidas. Este terminal está muy lejos de ser un buen negocio”, plantea. Es más, recuerda que “el contrato de concesión de 2003 describe a ATI como un puerto minero y público, y establece la obligación de recibir, acopiar y despachar todo tipo de cargas. Además, impone el deber de prestar servicio a Bolivia, para que Chile pueda cumplir con el Tratado de Paz y Amistad de 1904”.
Al finalizar, insiste en que “el dueño del puerto es el Estado de Chile y Antofagasta Terminal Internacional (ATI) es su concesionaria. Por lo tanto, es la autoridad la que debe tomar esa decisión y si así lo resuelve, lo acataremos con todos los costos que esto implica”.
Vea la declaración completa del empresario: