El ex timonel está acusado por el caso SQM, cuyo juicio oral está próximo a iniciarse y en el que arriesga ser condenado -por cohecho y delitos tributarios- en el mayor caso de corrupción de la historia de nuestro país. Aun así, su poder político no ha sufrido merma. No pocos parlamentarios UDI, sobre todo de la nueva camada, afirman que el ex ministro no tiene influencia, que “no ha intervenido” e incluso que –como señala alguno– “jamás he escuchado de él en una toma de decisiones”, lo cierto es que la explicación de ello es simple: el teléfono rojo de Longueira no es para todos. Su alcance de línea contempla a quienes comparten generación con él, a aquellos que apadrinó políticamente y los que se relacionaron en su trabajo en la circunscripción de Santiago Oriente, donde fue senador.
Desde que el 2013 dio un paso al costado de la carrera presidencial, aduciendo una fuerte depresión, y que tres años después renunciara a la UDI tras verse involucrado en el caso SQM, en el cual terminó formalizado por cohecho y delitos tributarios, Pablo Longueira Montes dejó la primera fila de la toma de decisiones políticas y salió de la coyuntura. Pero, a pesar de eso, su poder en el gremialismo no se ha visto debilitado, al contrario, su influencia –cual sombra permanente–sigue intacta, su voz aún es ley para varios en el partido y, si no, al menos es considerado parte clave de la reflexión política interna. Su presencia se siente en la UDI, así como su poder.
No son pocos los gremialistas que llegan directo a su oficina ubicada en la comuna de Providencia, donde se radicó para ejercer su profesión de ingeniero civil, y otros se relacionan con él permanentemente vía telefónica en un trato de uno a uno. Además, cuando «el caso lo amerita» –agregaron en el partido–, el ex ministro de Economía interviene en el exclusivo grupo de WhatsApp de las figuras más influyentes que tiene la UDI, del cual sigue siendo parte.
Fuentes UDI comentaron que el ex timonel gremialista opera políticamente bastante a través de redes sociales y que esa tarea la cumplirían Gonzalo Cornejo –uno de los hombres de confianza de Longueira–, quien junto a su señora, la ex diputada Claudia Nogueira, se encargarían de «hablar» por el ex senador, tanto en el ciberespacio como también en distintas instancias internas del partido.
Entre quienes tienen contacto a menudo con Longueira, aseguran que su influencia política no ha variado un ápice, que su opinión aún tiene arraigo interno en el gremialismo a todo nivel y que su opinión mantiene el mismo peso específico de los años en que estaba en la primera fila de la coyuntura. Hay quienes, eso sí, afirman que el poder del ex timonel no es tanto como en el pasado, pero solo por una decisión personal suya, ya que el trabajo en su defensa judicial para el juicio oral del caso SQM, que se realizará en los próximos meses, no le permitiría estar más presente en las decisiones políticas de la UDI.
[cita tipo=»destaque»]Quienes ostentan el poder en el partido Jaime Guzmán y que no necesariamente tienen actualmente cargos a su haber, saben de la fuerza que tiene el nombre de Longueira, ninguno de ellos pone en duda que, aun bajo las reglas de «un militante, un voto», en la UDI basta un telefonazo del coronel: “Tiene la capacidad de mover el ángulo”. La forma de influir de Pablo Longueira es tenaz, destacan algunos de sus cercanos.[/cita]
“No se mete en lo administrativo”, explicaron en la UDI, pero que sí lo hace para grandes temas, para lo cual «envía videos».
La presencia de Pablo Longueira en el partido se deja sentir. Sus conocidos coinciden en que son los propios parlamentarios o miembros de la directiva quienes se ponen en contacto con él, “para consultar o para encontrar una guía”.
Su última aparición pública partidista fue a principios del 2017, cuando –a través de un video– apareció junto al entonces candidato presidencial, Sebastián Piñera, apoyando la campaña de refichaje de los militantes de la UDI, proceso al que se sometieron todos los partidos institucionalizados en el país. En la ocasión, en el gremialismo descartaron que se tratase de una eventual operación retorno, pero entre sus socios de RN no causó ninguna gracia y Cristián Monckeberg, quien en ese momento era timonel de la colectividad, calificó dicha aparición como un reality show, en tanto que el senador Manuel José Ossandón agregó que “me da pena cuando uno ve que están suplicando un par de firmas en un partido importante”.
En agosto de este año, Longueira festejó sus 60 años con una gran celebración, un almuerzo campestre al que llegaron ministros de Estado como Hernán Larraín (Justicia) y Alfredo Moreno (Desarrollo Social) e históricos del gremialismo, como el ex senador Jovino Novoa –quien está cumpliendo condena remitida de tres años por delitos tributarios en el caso Penta–, y parlamentarios como Víctor Pérez y Patricio Melero. En la ocasión, y así lo consignó El Mercurio, habría señalado frente a los suyos que “a pesar de todo, yo soy una persona feliz”.
Desde ese día, Longueira no ha tenido apariciones públicas, pero sí se sabe de su última intervención en los denominados temas país. Se trata del traspié que vivió el Gobierno cuando ingresó el veto presidencial en momentos en que se discutía el proyecto de reajuste del sueldo mínimo y que terminó con La Moneda echando pie atrás. Una jugada que no gustó para nada al ex senador, quien lo hizo saber a sus más cercanos y, así, hacer llegar el mensaje a La Moneda.
Quienes ostentan el poder en el partido Jaime Guzmán y que no necesariamente tienen actualmente cargos a su haber, saben de la fuerza que tiene el nombre de Longueira, ninguno de ellos pone en duda que, aun bajo las reglas de «un militante, un voto», en la UDI basta un telefonazo del coronel: “Tiene la capacidad de mover el ángulo”. La forma de influir de Pablo Longueira es tenaz, destacan algunos de sus cercanos.
No pocos parlamentarios UDI, sobre todo de la nueva camada, afirman que el ex ministro no tiene influencia, que “no ha intervenido” e incluso que –como señala alguno– “jamás he escuchado de él en una toma de decisiones”. Pero la explicación de ello es simple: el teléfono rojo de Longueira no es para todos. Su alcance de línea contempla a quienes comparten generación con él, a aquellos que apadrinó políticamente y los que se relacionaron en su trabajo en la circunscripción de Santiago Oriente, donde fue senador.
Respecto a los que apadrinó y con quienes mantiene una relación cercana, están el ex senador Gonzalo Uriarte, ex jefe de bancada y quien el 2015 declaró ante la fiscal Ximena Chong en torno al caso que investigaba las platas políticas; el ex presidente de la juventudes UDI, Marcelo Rojas; y la diputada María José Hoffmann. A ellos se suman el alcalde de La Florida, Rodolfo Carter; el ministro de Bienes Nacionales, Felipe Ward; y el subsecretario de Minería, Pablo Terrazas.
De los viejos estandartes de la tienda gremialista, destacan el actual jefe comunal de Las Condes, Joaquín Lavín, el ex alcalde Francisco de la Maza, y el actual prosecretario, Mario Varela.
En La Moneda afirman que Longueira mantiene intacta su fluida relación con su amigo, el ministro del Interior Andrés Chadwick –“crecieron juntos” políticamente en el partido–, y si bien con menos frecuencia, también se comunicaría bastante con el ministro de Justicia.
A fin de año el partido que fundó Jaime Guzmán deberá decidir entre la reelección de la actual presidenta, Jacqueline van Rysselberghe, o apostar por el diputado Javier Macaya. Ambos se encuentran trabajando en el desarrollo de sus campañas, donde mostrar los nuevos apoyos que obtienen ocupa un lugar relevante.
Si bien más de uno hoy supone en la UDI que lo que diga o piense un coronel no es de gran importancia y que están «extintos», lo cierto es que eso no es así y el intento de los dos comandos por obtener la venia de las figuras de mayor poder gremialista da cuenta de que, por más que los ninguneen, los coroneles siguen estando vigentes.
Y en el caso de Longueira, desde la disidencia se habla de su figura con cierta frustración, dada la cercanía histórica que tiene con la timonel UDI y que es conocida por todos. Si bien aseguran que no han existido señales concretas, más de uno en el círculo cercano a Macaya asume que el apoyo del ex ministro difícilmente recaerá en su vereda y dan como argumento clave un hecho irrefutable: que Cecilia Brinkmann, esposa de Longueira, trabajó con «La Coca» en su última campaña electoral.
Para equilibrar la balanza, desde el círculo de Macaya creen contar con los apoyos de otros coroneles, como el senador Juan Antonio Coloma –ya que su hijo diputado y del mismo nombre forma parte de la lista disidente–, así como de Novoa.