El alcalde de Valparaíso está a punto de cumplir dos años desde que fue electo, y ya perfila las municipales 2020, señalando que la ciudad es el nuevo espacio estratégico de disputa política para la izquierda y será lo antineoliberal lo que definirá las bases de una alianza más amplia en este sector. Apunta sus dardos al Presidente Piñera, asegurando que no ha estado a la altura y que está impulsando un presupuesto mezquino, por ejemplo en salud “donde propone un aumento de $360 per cápita, que es menos que una tableta de aspirina”. También critica otra idea del mandatario, el proyecto Aula Segura: “Cómo vamos a declarar a alumnos indeseables, pónganles un pijama a rayas y mándenlos a la cárcel mejor, háganla corta”, remató el edil del Frente Amplio.
El alcalde ciudadano, Jorge Sharp, está a punto de cumplir dos años desde que salió electo en la Municipalidad de Valparaíso. Sus cercanos aseguran que ha sido un periodo de “frenesí y desafíos”, pero que cada día parece que el edil “lo tiene más dominado”. Dos años en los que ha intentado sanear las arcas del municipio, en los que ha instalado cuatro farmacias populares y ha librado una dura batalla con las inmobiliarias de la ciudad por el Plan Regulador.
Luce un poco despeinado y agitado, pero de impecable camisa -como siempre-, con esa imagen de “hombre serio y responsable”, que ha cultivado desde que era dirigente estudiantil. El alcalde se sienta en una pequeña oficina ubicada en calle Mena, cerca de la Plaza Victoria en Valparaíso. “Ya, dispara”, dice entre risas.
Sharp acaba de lanzar una propuesta, una especie de bomba al interior del Frente Amplio, que intenta definir la estrategia para disputar las elecciones municipales. El dirigente de Movimiento Autonomista, propuso -junto con los militantes de MA Valparaíso ligados a la municipalidad- que se hiciera una disputa selectiva, en espacios estratégicos, propuesta que es disímil a la levantada por parte importante de Revolución Democrática, principalmente el sector más moderado o “Pantalones Largos”, quienes apostarían a una disputa mucho más amplia en las municipales. Cabe recordar que desde RD habían propuesto impulsar las primarias obligatorias.
Asegura que la ciudad «es en el siglo XXI lo que fueron las industrias en el siglo XX” y se han transformado en el nuevo espacio estratégico de disputa para la izquierda. “Las ciudades deben ser reclamadas por parte de las fuerzas democráticas del país como un campo para pensar una sociedad más allá del neoliberalismo, que no es una política económica, es una forma de vida. (…) En ese esquema, las municipalidades no pueden ser administradoras de lo que existe, deben ser catalizadores de la constitución de actores que puedan ejercer algún tipo de control y cambio democrático de lo que suceda en su barrio o ciudades”, agrega. Una tesis que estaría marcando el denominado «lote ciudadanista» al interior del Frente Amplio.
Durante esta semana expuso ante la Mesa Nacional del Frente Amplio su propuesta para enfrentar las municipales. ¿Por qué señala que se debe postular sólo a municipios estratégicos y no arriesgar la apuesta?
Nos asiste la convicción de que el Frente Amplio puede llegar muy bien aspectado a las elecciones municipales y de gobernadores regionales del año 2020, en la medida que seamos capaces de dejar atrás el proceso de jibarización o reducir la alianza a una lógica de coalición de partidos y cúpulas nacionales. La elección municipal, por tanto, tiene un alto sentido estratégico y no significa en disputar todo a tontas y a locas, el objetivo tiene que estar en perspectivarnos como la primera fuerza política del país o avanzar un buen trecho en eso. Y para aquello, es fundamental volver a la base. Volver a esa ciudadanía frenteamplista que creyó en el programa de Beatriz Sánchez y que nos hizo a estar muy pocos votos de segunda vuelta.
Imagino que hay municipios que ven con mejores ojos. ¿Cómo definirán qué espacios disputar?
Estamos a tiempo para demostrar que podemos enfrentar un ciclo electoral tan importante como el municipal y regional de una forma distinta a como lo hacen los partidos tradicionales, que es el acuerdo cupular. Aprendamos de lo que sucedió en la elección parlamentaria, en la que terminamos negociando cupularmente. Abramos a la comunidad, abramos a la ciudadanía, porque el Frente Amplio sin la ciudadanía y sin las comunidades, no va.
Es esta posición, más ciudadanista, cómo tilda a su núcleo duro en Valparaíso, la que lo lleva a marcar distancia -en más de una ocasión- con parte de la bancada del Frente Amplio…
Un eje de discusión y diferencia en el Frente Amplio tiene que ver con las instituciones. Cuál es el rol que tiene la institucionalidad en el proceso de poder constituir actores sociales, alianzas sociales, un sujeto colectivo que apunte a la transformación democrática del país, en ese punto tenemos diferencia. Sin dudas hay que llegar a las instituciones y eso es lo que ha hecho de manera muy efectiva el Frente Amplio, pero se trata de producir un nuevo momento institucional, superar de una vez por todas, la institucionalidad pinochetista.
¿Los parlamentarios del Frente Amplio se han perdido en esta institucionalidad vigente?
Creo que la tarea de no ser un cuadro más en el Congreso es sumamente compleja, porque la lógica parlamentaria es absorbente. Creo que el esfuerzo que están haciendo las compañeras y compañeros que están en el Parlamento es demostrar que no estamos ahí por estar, sino porque queremos provocar un nuevo estado de cosas y va muy bien encaminado. Ha habido un proceso de maduración bastante rápido, más rápido de lo que uno podría pensar. El problema que hoy quizás tenemos a nivel parlamentario -sin estar en el día a día- es definir una agenda legislativa común. Por ejemplo, la discusión de Presupuesto, una línea que el Frente Amplio puede liderar, sería exigir al gobierno el aumento del per cápita en término de salud pública. El Gobierno propone un aumento de $360 para salud, que es menos que una tableta de aspirina. Nosotros proponemos el doble de esa cifra. Si el Frente Amplio se monta en esas agendas, le habla a todo Chile.
Se han criticado algunas acciones del Frente Amplio y de su bancada, que no han sido exitosas, como la acusación constitucional en contra del ministro de Salud Emilio Santelices y la solicitud de remoción en contra del Fiscal Nacional, Jorge Abbott. ¿Cree que se han apresurado?
Creo que ser general después de la batalla es de mal gusto. Me quedo con el espíritu autocrítico que el Frente Amplio ha tenido para aprender de cada uno de los momentos institucionales que ha vivido. Las discusiones legislativas actuales, particularmente la Ley de Presupuesto, le ofrece al Frente Amplio desde el Parlamento, una tremenda oportunidad para marcar una diferencia respecto al Presupuesto austero y un poco mezquino que está presentando el gobierno para el 2019.
El marco de las alianzas políticas y electorales también está en discusión al interior del Frente Amplio. Se le ha visto en un trabajo bastante coordinado con el alcalde Daniel Jadue (PC) y el diputado socialista, Marcelo Díaz. ¿Ve este acercamiento como una estrategia de identificar a actores, fuera del Frente Amplio, con los que puede armar una nueva alianza política?
Una de las características del actual momento político que vive el país es que el mapa de la transición hoy día no existe. La crisis de la centro izquierda es profunda y no se resuelve con acuerdos por arriba. Lo peor que puede hacer el Frente Amplio es ubicarse en un lugar sacrosanto, de pulcritud mal entendida y no tener la capacidad de entender que para construir mayorías y enfrentar en un proyecto de sociedad distinta al neoliberal que nos propone la derecha, hay que construir mayorías, eso es ineludible. Para que eso sea posible, tenemos que fundar un nuevo espacio político entre las fuerzas democráticas. Salvo ciertas excepciones muy específicas, hoy día no es posible concluir que en el Partido Socialista hay un giro en orden a constituir un nuevo espacio político que se proponga una sociedad, un programa, de transformación distinto a la sociedad neoliberal. No es posible decir que los espacios de gobierno y la cabeza del Partido Socialista sean antineoliberales.
De todas formas usted se acerca a liderazgos políticos principalmente del PS y del PC, como Fernando Atria, el alcalde Jadue, Marcelo Díaz …
Dentro del Partido Socialista y Comunista hay liderazgos y voluntades que están por la lógica de la transformación democrática. Por ejemplo, cuando uno revisa las definiciones de los comunales del PS, esos militantes de base -sin querer meterme en la lógica del PS, lo digo con mucho respeto y todas las prevenciones posibles- lo que demandan es que el PS vuelva a su origen. El PS siempre fue un partido de izquierda, y hoy día, ser de izquierda es no ser neoliberal, es radicalizar la democracia. Entonces, esa base socialista está mucho más cercana –a mi juicio- a las ideas de la mayoría del Frente Amplio, que las cúpulas de los otros partidos. Están mucho más cercanas al Frente Amplio que del Partido Radical. Mucho más cercanas a las ideas que proponemos desde Movimiento Autonomista, Izquierda Libertaria, Nueva Democracia, hasta del mismo RD, que de la Democracia Cristiana.
Los resultados obtenidos por Jair Bolsonaro, en la primera vuelta presidencial en Brasil, han levantado las alarmas a nivel mundial. Muchos apuntan a que los siguientes años el continente estará gobernado por la derecha extrema, ¿cree que es así?
En algunos países la derecha ha demostrado su capacidad de obtener triunfos electorales, como en Colombia, Chile y Argentina, no así de cumplir su capacidad de cumplir expectativas y gobernar, que es muy distinto a ganar una elección. Tenemos la crisis política social que se está viviendo en Argentina, la resistencia a las políticas neoliberales y del FMI que está impulsando Mauricio Macri no viene precisamente de la izquierda sino del campo popular argentino. En otras experiencias, la derecha no ha logrado triunfar, es el caso de Bolivia, que con todas las críticas que uno le puede hacer a Evo Morales y al Estado plurinacional boliviano por el conflicto en La Haya, Bolivia hoy día presenta los índices de crecimiento económico más altos de Latinoamérica y con un proceso de estabilidad política nunca visto en su historia. En otros lugares tenemos, al contrario de lo que se cree, un avance de las fuerzas democráticas o populares que es lo que sucede en México. El caso de Brasil es un caso particular que hay que entender más allá de las cuestiones electorales. Bolsonaro es fascista, pero el fascismo en una expresión de ultraliberalismo, por tanto, lo que expresa precisamente dicho liderazgo es una tendencia que se está dando en otras partes del mundo. De tal manera que tenemos una situación continental más compleja que decir: la derecha fascista se está tomando el continente.
En Chile, el triunfo de Sebastián Piñera, ¿significa el avance a un neoliberalismo más feroz, o una visión más moderada?
Piñera intenta desarrollar una voluntad estratégica, no está pensando a la derecha en el marco de su gobierno, sino que en un marco de tiempo mucho mayor. Estamos frente a un adversario bastante más preparado del que estaba cuatro años atrás. Por tanto, merece, en este sentido, nuestro respeto en buscar el fondo de lo que está planteando y no en la caricatura. Uno no se puede sorprender de Jacqueline Van Rysselberghe, cuando va a ver a Bolsonaro, es una cuestión esperable. Lo que no es esperable es que el Presidente de la República, que intenta construir una derecha distinta, se refiera al proyecto fascista de Bolsonaro como un proyecto que hay que distinguir. Ahí uno dice, bueno, parece que esta derecha chilena todavía tiene profundas contradicciones y todavía tiene que demostrar sus credenciales democráticas.
¿Cómo se explica el piso político que le da la derecha y el gobierno a actores como José Antonio Kast?
Liderazgos como el de Kast y otros apuntan a polarizar de mala forma la lucha política en Chile. En base a las mentiras, en base a los prejuicios, en base a un proyecto que no se sustenta en principios democráticos. La polarización que propone Kast en cada una de sus intervenciones es una polarización no democrática en Chile. Eso, para todos aquellos que creemos en la democracia, independiente de nuestro domicilio político, nos tiene que preocupar muchísimo, especialmente a la derecha. Si actores de esas características van a existir en el escenario político va a ser por responsabilidad de la derecha, que dice tener credenciales democráticas, pero no logra marcar diferencias con lo que hacen esos liderazgos. Por otra parte, también contribuye la crisis en la que está la centro izquierda.
Pasando a otro tema, el gobierno ha tenido un arranque complejo, las promesas de auge económico, mejoras en la seguridad y de una nueva derecha alejada del legado de la dictadura se han ido difuminando. ¿Como se observa desde la izquierda estos primeros meses?
Una cosa es ganar la elección y la otra es gobernar con un proyecto que, en la misma fraseología que ocupa el gobierno, pretende ser una segunda transición, otra cosa es cumplir con las expectativas que tiene la gente, te lo digo yo que tengo que estar al frente de una municipalidad. Su problema es si es capaz o no de cumplir con las expectativas que tiene el país. Se ha afirmado que la derecha es la que generalmente tiene mayores capacidades para poder generar crecimiento económico, empleo y seguridad y lo que se ha demostrado en los últimos meses no es precisamente aquello. Es cosa de recordar lo que sucedió hace un par de meses atrás con la seguidilla de desvinculaciones masivas en distintas empresas, o en revisar los datos que a partir de esta iniciativa llamada el Mapa de la Vulnerabilidad el ministro Alfredo Moreno logró levantar de los distintos ministerios, que habla de una realidad social sumamente jodida en Chile. Dos millones de personas sin vivienda digna, 500 mil mujeres que han señalado que en los últimos 30 días han sido objeto de violencia machista, 20 mil personas en situación de calle, altas tasas de no término de escolaridad. Una situación social que cada vez se hace más compleja. ¿Cuál es la receta de la derecha? Es más neoliberalismo, cuando aquello que causa precisamente es el modelo económico que tenemos. Yo creo que vamos a un cuadro sumamente jodido.
Una de las políticas que se ha impulsado para mejorar la imagen del gobierno es Aula Segura. ¿Está de acuerdo con esta lógica de separar las manzanas podridas para cuidar las sanas, que ha planteado el ministro Andrés Chadwick y la ministra Marcela Cubillos?
Es un error. Tenemos que hacernos cargo, ¡cómo vamos a declarar a algunos alumnos y alumnas indeseables!. Pónganles un pijama a rayas y mándenlos a la cárcel mejor, haganla corta. Lo que tenemos que hacer desde la educación pública es integrar, formar, suplir hasta esa falta de cariño y falta de un núcleo cercano que acoge y protege a nuestros niños y niñas. El 89% de las mujeres jóvenes de Valparaíso entre 18 y 29 años no estudia ni trabaja, eso viene heredado de nuestro sistema de educación pública. Si no nos tomamos en serio el problema de la educación pública y buscamos tomar atajos, no vamos a resolver el problema.
Su organización, Movimiento Autonomista, junto a Izquierda Libertaria, Movimiento SOL y Nueva Democracia están en proceso de constituir un partido. Algunos plantean que más que un proceso de constitución de la izquierda en el FA, es un pacto electoral para afrontar las municipales…
Va a ser un proceso, no se va a decretar de la noche a la mañana. Va a requerir de mucha madurez de aquellos que somos parte de este proceso y también de generosidad, que muchas veces falta en política. Debemos tratar de tener acuerdo en algunas cosas que para mí son fundamentales: construir una izquierda con capacidad de innovación, con arrojo, con audacia para enfrentar el neoliberalismo en Chile y que asuma con claridad que nuestro adversario político, económico y social es la derecha. Una izquierda con capacidad de interpretar a amplios sectores sociales de Chile, que no le hable a los convencidos. Y con capacidad para convertirse en un actor gravitante a de la lucha política en Chile a partir de una estrategia de acumulación institucional como también territorial.
Es difícil que existan muchas diferencias respecto a esos tres ejes, pero se han visto tensiones internas, Costó que todo el Movimiento Autonomista se embarcara en la convergencia. ¿Tras la convergencia habrá nuevas alianzas, nuevos lotes?
El proceso de convergencia es un proceso está en curso hoy día pero que no va a terminar en los próximos meses (…) El desafío de este proceso no es simplemente ponernos de acuerdo entre nosotros, sino ponernos de acuerdo para ser una fuerza política incidente dentro del Frente Amplio, y desde ahí ser incidentes en la lucha política en Chile, en los próximos 20 años. Seguramente el esquema que tendrá el proceso de convergencia será el de tendencias, el de corrientes, que permita el debate democrático de posiciones políticas, sin que eso termine burocratizando el espacio. Tenemos también el peligro que el proceso nazca muerto, pero yo tengo la convicción que eso no va a ser así.