El presidente del PPD y ex canciller de Michelle Bachelet, fue uno de los pocos políticos de oposición que capitalizó en valoración positiva el éxito judicial alcanzado en el Tribunal Internacional de La Haya que favoreció la posición chilena frente a la demanda boliviana de una salida soberana al mar. Ahora mientras se concentra en tratar de unir a la oposición a través de la iniciativa de Convergencia Progresista entre el PS, el PPD y el PR, que entiende como un espacio de coordinación que busca promover un diálogo estratégico entre los partidos de centro izquierda, y un amplio diálogo, sin exclusiones, con todas las fuerzas de la oposición, Muñoz pone atención también las elecciones de Brasil de este domingo y califica como una amenaza global a la democracia los populismos de derechas. «La demanda por seguridad ciudadana, mayor crecimiento y empleo, por la erradicación de la corrupción, son déficits serios que pueden ser aprovechados por los demagogos y populistas que ofrecen soluciones fáciles. Urge la unidad de los demócratas de distintos signos frente a estos extremistas».
Tras el fallo de La Haya, inobjetablemente favorable a Chile, el Presidente del PPD y ex canciller de Michelle Bachelet, Heraldo Muñoz Valenzuela, fue el único miembro de la oposición que rivalizó con el protagonismo del Presidente Sebastián Piñera en aquella histórica jornada. El alza de sus bonos tras el triunfo en el Tribunal Internacional de Justicia lo ubicó como el cuarto político mejor evaluado del país según Cadem, datos que fueron aprovechados rápidamente por su sector para hacer sonar las nueces de una eventual candidatura presidencial de la centro izquierda.
Sin entrar en detalles sobre tal posibilidad, Muñoz profundiza en esta entrevista sobre la falta de un proyecto común de la centro izquierda que pueda sumar desde la DC al Frente Amplio. «Para enfrentar los desafíos futuros necesitamos al menos un acuerdo electoral sin exclusiones, y deseablemente de un acuerdo programático», sostiene.
Para hacer frente a esos desafíos, donde «la Concertación y la Nueva Mayoría son el pasado», el proceso de Convergencia Progresista entre el PS, el PPD y el PR -para el ex canciller- constituye el espacio de coordinación que se necesitaba «para promover un diálogo estratégico entre los partidos de centro izquierda, y un amplio diálogo, sin exclusiones, con todas las fuerzas de la oposición».
Heraldo Muñoz, sin embargo, sabe muy que la realidad política chilena no está ajena a las problemáticas globales como los populismos de derecha y al desconcierto que genera la transición hacia una sociedad digital.
«Existe una amenaza global a la democracia producto de los populismos que se nutren del miedo, de los cambios profundos de nuestra época digital y de la falta de conexión con la ciudadanía», identifica.
-Su presidencia en el PPD es vista por la militancia de su partido como un liderazgo renovador. ¿En qué se manifiesta?
-Pretendo aportar a la renovación del Partido Por la Democracia y contribuir en alguna medida a la unidad del progresismo y de la oposición.
-¿Cuál es la ruta qué se ha trazado?
-Estar cerca de la gente y de sus preocupaciones. El liderazgo lo entiendo como contribución a recuperar la confianza de la ciudadanía en la política y en el quehacer público para abordar el futuro. Esa es la gran tarea que tenemos quienes ejercemos tareas de dirigencia política.
– ¿Unidad de la centro izquierda sin exclusiones? ¿un proyecto país para la ciudadanía? ¿ese es su mapa de navegación?
-Ambas cosas son importantes, pero pondría un acento en lo segundo. Sin un proyecto país, la centro izquierda no tiene futuro.
-¿Y cómo se plasma ese proyecto en la práctica?
-Entusiasmando a la gente, a la clase media, a los trabajadores, al mundo de la cultura, a los emprendedores, a las PYMES, a los ecologistas, a las mujeres y los jóvenes. Tenemos que despertar la imaginación de que es posible un futuro más digno para todos.
-¿Futuro y unidad sin exclusión? ¿Con el Partido Comunista, Partido Demócrata Cristiano y Frente Amplio? ¿En esa dirección se está avanzando?
-Para enfrentar los desafíos futuros necesitamos al menos un acuerdo electoral sin exclusiones, y deseablemente de un acuerdo programático. Por ejemplo, sobre la agenda municipal y regional.
-¿Tiene fe en ese cometido?
-No es tarea fácil; si así fuese, ya lo habríamos hecho.
-¿El progresismo es la ideología eje del PPD?
-Tendremos un Congreso Ideológico-Estratégico en abril del próximo año, donde actualizaremos nuestra identidad partidaria. Sin duda, el progresismo es un componente clave de lo que somos.
-¿Cómo la vive desde su posición de presidente del PPD?
-El progresismo es el contradictor del conservadurismo. Por eso, me resulta muy cómodo luchar por lo que representa; una cultura libertaria que va más allá del espacio tradicional de la izquierda, con sensibilidad a las nuevas realidades y apertura de mente.
-Cuando escucha hablar al Presidente Piñera, como líder político de la derecha, que la libertad de su sector es la llamada «libertad integral» ¿qué piensa?
-Creo en la libertad sin apellidos. En la derecha hay quienes valoran la libertad económica, pero no la extienden al espacio político. Basta recordar que muchos en la derecha hablaban de la libertad en Chile, al referirse al modelo neoliberal, cuando vivíamos en dictadura, y guardaban silencio frente a los crímenes de lesa humanidad.
-¿Esta visión de la libertad es la que ha llevado a cierta parte de la derecha chilena a apoyar la propuesta económica de Bolsonaro en Brasil?
-La postura inicial del Presidente Piñera precisamente valoró la propuesta económica de Bolsonaro en Brasil, sin referirse a sus retrógradas posiciones políticas. Luego se corrigió, pero la primera señal fue preocupante.
-¿El Chile de la clase media que no llega fin de mes y vive endeudándose es el resultado de la desigualdad entre una minoría que monopoliza la riqueza y una gran mayoría precaria?
-Evidentemente que sí. Chile, pese a sus avances sociales, sigue siendo un país muy desigual. En los últimos 30 años la economía chilena ha crecido cuatro veces, y la pobreza ha caído de casi un 40% en 1990 a poco más de un 10% en 2017. Sin embargo, seguimos siendo un país muy desigual puesto que, midiendo la distribución de ingreso por el coeficiente de GINI, apenas hemos declinado de un 0,52 en 1990 a un 0.48 en 2017. Baste agregar que el 1% más rico del país se lleva el 32% del ingreso nacional.
– ¿Por qué la unidad de la izquierda y el centro político es garantía de un proyecto país con propuestas integradas de crecimiento económico con solidaridad?
-Porque los mayores avances en crecimiento económico con equidad han ocurrido -restando la influencia de shocks externos- bajo gobiernos de centro izquierda. Las cifras lo demuestran. Lo que precisamos es recuperar nuestro compromiso con el crecimiento, con inclusión sin duda. Es decir, no sólo hay que distribuir la torta sino hacerla crecer.
-¿Cuál es la utopía del PPD, o dicho de otro modo, sigue teniendo utopía?
-Trabajar por un país más próspero, justo, en paz, sin discriminaciones; un lugar donde nadie sobra y todos nos sintamos dignos habitantes de nuestro país y del planeta. Claro, es una utopía; pero avanzar en esa dirección ya sería un enorme logro.
– La nueva alianza estratégica que ha impulsado con el Partido Socialista apunta en la dirección de la reconstitución de la centro izquierda? ¿hay nuevos paradigmas? ¿cuáles son?
-No hablaría de una nueva alianza estratégica, pese a que con el PS tenemos un largo camino histórico construido, y un futuro cercano.
-Y si no es alianza ¿cómo la definiría?
-Hemos creado una Convergencia Progresista entre el PS, el PPD y el PR. Es un espacio de coordinación que busca promover un diálogo estratégico entre los partidos de centro izquierda, y un amplio diálogo, sin exclusiones, con todas las fuerzas de la oposición.
-¿Cuáles son los objetivos de esta convergencia en el futuro próximo?
-Aunque no es una coalición política, aspira a contribuir en el mediano plazo a la formación de una coalición amplia o, a lo menos, a la materialización de acuerdos programáticos y electorales.
-Esta claro que el concepto de centro izquierda, a miembros del conglomerado del Frente Amplio, les genera distancia y resistencia. ¿Dentro de los cánones del progresismo, no existe alguna cultura innovadora que se haga cargo de esa resistencia y destrabe esa dificultad?
-No me cabe duda que, mirando hacia adelante, necesitamos un entendimiento político desde la Democracia Cristiana hasta el Frente Amplio. Me imagino que no vamos a reproducir la política de los tres tercios que tanto daño le hizo al país en el pasado. Por tanto, el centro político es indispensable en cualquier proyecto futuro. El Frente Amplio está en un proceso de reflexión por sus propias diferencias internas que, espero, permita destrabar el acercamiento que requerimos.
-¿La cultura de los indignados no constituye una enseñanza para los desafíos futuros de la centro izquierda?
-Sin duda. Si los gobiernos o los partidos no responden a las demandas de la gente, surgirán los indignados, ya sea de izquierda o de derecha. Vivimos tiempos de protesta como a fines de los 60 e inicios de los 70, excepto que ahora se trata de enojo y protesta en la era de internet.
-¿Cuál es a su juicio la lección más importante para los líderes de hoy?
-La más importante es la imperiosa necesidad de cercanía con la con la ciudadanía y la sintonía con sus frustraciones y sueños.
¿La Concertación y la Nueva Mayoría son dos realidades obsoletas o piensa que el trazado sigue vigente para la renovación de la centro izquierda?
-Con sus grandes realizaciones, y también con sus carencias, tanto la Concertación como la Nueva Mayoría son el pasado. Claro, se construye sobre lo edificado; pero el futuro demanda ideas y entendimientos diferentes.
-¿A su juicio cuál es el tiempo razonable para que la centro izquierda se renueve?
-Mientras más luego mejor. Pero me temo nos tomará mas tiempo del que debiera ser.
-Como hijo de la clase media chilena ¿no cree que esta clase -bajo el ideario de una modernidad modelada bajo las coordenadas del mercado – ha perdido ese espíritu solidario y cívico que tuvo en su momento? ¿Es un desafío rescatarlo?
-Soy hijo de la clase media baja, y me siento orgulloso de mi pertenencia original. A nuestro estrato social nada le resulta fácil en la vida. Pero creo que persiste la ética del trabajo, el esfuerzo, y el espíritu solidario y cívico. Eso se percibe especialmente en momentos de tragedia nacional, cuando aflora el sentido de lo colectivo.
-¿En qué ejes se mueve ahora la clase media?
-Creo que con la gran ampliación de las clases medias, hay un temor de recaer en la pobreza en momentos de crisis. Y se observa una contradicción donde las mismas personas son estatistas para algunas cosas, y partidarias del mercado y el consumo para otras. Quieren protección, pero también más oportunidades de progresar. Al final, hay que combinar el bienestar colectivo con el bienestar familiar e individual
-¿Qué piensa de los brotes nacionalistas/populistas que se viven en Europa, y que en América Latina se presentan como opciones desde dentro de la democracia?
-Existe una amenaza global a la democracia producto de los populismos que se nutren del miedo, de los cambios profundos de nuestra época digital, de la falta de conexión de muchos gobiernos con la ciudadanía. La demanda por seguridad ciudadana, mayor crecimiento y empleo, por la erradicación de la corrupción, son déficits serios que pueden ser aprovechados por los demagogos y populistas que ofrecen soluciones fáciles. Brasil es un ejemplo, pero en Europa vemos algo similar, con el agravante del temor y rechazo a la inmigración masiva. Y para qué hablar de EE.UU. bajo Trump. Urge la unidad de los demócratas de distintos signos frente a estos extremistas.
-Ahora pensando en que la sociedad se modifica a gran velocidad ¿qué tan preparada se encuentra la clase política para los desafíos que supone la transición hacia una sociedad digital?
-Estos son los grandes desafíos de nuestros tiempos. La cercanía que genera la globalización y las redes sociales como Facebook o Twitter, además de la amplia disponibilidad de smartphones, nos hace experimentar las esperanzas, frustraciones y rabias de otros en tiempo real. La era digital ha acelerado el futuro. Wireless y iCloud han permitido que la gente esté conectada con mucho menos infraestructura física que en el pasado. Con esta suerte de “democracia directa”, las instituciones sufren; a lo cual se suma el fenómeno de la ¨post verdad”. Y surgen los enemigos: los inmigrantes, los musulmanes, los burócratas, los diferentes. El gran problema como decía Zygmunt Bauman es que las redes sociales pueden crear un “sustituto de comunidad” –en la red puedes borrar o añadir amigos—pero el diálogo y la acción política real es interactuar y trabajar acuerdos con gente que piensa distinto a uno.