Los números del Imacec de septiembre dejaron con escaso margen de reacción a un Gobierno que apostó todas sus fichas en campaña a la mejora casi automática del crecimiento y el empleo en el país. Una vez más el eslogan de «los tiempos mejores» les pesa en la derecha, donde en reserva confiesan que fue un error generar tantas expectativas en ese plano, con el acápite que a estas alturas ya no pueden recurrir al comodín de culpar a la administración anterior, si ya llevan ocho meses en el poder. Desde Palacio han optado por desviar la mirada y poner el acento en otra carta que rinde frutos, la seguridad ciudadana, con una arremetida para copar la agenda al acelerar la discusión de proyectos con alto rendimiento en las encuestas, como son Aula Segura y el que regula la inmigración.
Terminaba el mes de noviembre del 2017 y el Presidente Sebastián Piñera aseguraba su paso a la segunda vuelta tras obtener poco más del 36 por ciento de apoyo en las urnas, casi 14 puntos más que su principal competidor, el representante de la ex Nueva Mayoría, Alejandro Guillier. Ese día y tal como fue la tónica de toda su campaña, sentenció sin pudor: “Tenemos que recuperar el tiempo perdido, necesitamos recuperar el liderazgo, dinamismo y progreso que nos han arrebatado”.
El crecimiento, la inversión y la seguridad fueron los pilares de la campaña que llevó por segunda vez a Piñera a La Moneda. “Hoy en Chile tenemos un muy mal Gobierno pero un gran país, por eso lo que hay que hacer es reemplazar este mal Gobierno y recuperar nuestro gran país”, dijo el entonces candidato de Chile Vamos al diario La Prensa de Curicó, el 18 de junio del 2017, frases que fueron repetidas muchas veces, que marcaron la temperatura de la contienda, que fueron claves en su triunfo y que ahora se transformaron en un búmeran que su administración no vio venir.
Corridos ya ocho meses desde la instalación, a La Moneda se le hizo realidad su peor pesadilla: la constatación de que los indicadores económicos están bajo lo presupuestado, sumado esto a que ya ha pasado bastante agua bajo el puente como para recurrir, nuevamente, a la carta de culpar a la administración anterior de Michelle Bachelet.
Al 7,1 de desempleo que abarca el trimestre móvil julio-septiembre, como publicó el Centro de Microdatos de la Universidad de Chile, y que se ubica por sobre el comparado con el año anterior, se sumó ahora el Imacec de septiembre y que, con su 2,3 % de variación, se anota como el mes de menor crecimiento desde la misma fecha el 2017.
[cita tipo=»destaque»]La seguridad ciudadana en todos sus formatos es un caballito de batalla de larga data de la derecha, es una arista que rinde frutos rápidos ante la opinión pública y que tampoco es ajena para Piñera. Basta recordar frases de su primer Gobierno, como aquella que «a los delincuentes se les acabó la fiesta” y la promesa de «terminar con la puerta giratoria», sobre las cuales el propio Mandatario reconoció después que se le había pasado la mano y que el problema era mucho más complejo que lo que él había prometido en esa campaña del año 2009.[/cita]
En La Moneda saben de lo pedregoso que se pone el camino cuando de cifras económicas se trata, tienen claro que es y será uno de los factores claves que impulse una eventual continuidad de la derecha en el poder o incida de manera gravitante en que se repita la historia, una vez más, de ser un paréntesis entre administraciones de centroizquierda.
Dadas las altas expectativas generadas en la campaña, en estos momentos el Gobierno tiene poco margen de maniobra, lo que se vio reflejado en la respuesta que dio el lunes el ministro de Hacienda, Felipe Larraín, sobre la baja expansión económica de septiembre: “Yo creo que estamos contentos de haber vivido esa experiencia de esa semana con solamente dos días laborales, pero también esto tiene un efecto en términos de la producción, en términos del crecimiento de la economía”. La teoría de culpar al feriado largo no satisface a muchos dentro de Chile Vamos, pero es plenamente compartida por Piñera, según sus cercanos, mientras que en las oficinas del ala oeste de Palacio se recalca la confianza en que se logrará cumplir la promesa de terminar el año con un 4% de crecimiento.
Independientemente de aquello, la discusión que se pone estos días sobre la mesa es cuán peligroso fue el discurso de campaña, tanto el que apostaba a asegurar una activación casi automática de los motores de la economía, como el que denostó –en varias ocasiones– las explicaciones de la administración bacheletista sobre la incidencia del factor externo en los problemas de la economía local.
El mal cálculo empleado por el ex ministro de Hacienda, Alberto Arenas, fue en varias ocasiones justificado en torno al fin del ciclo dorado de los commodities, situación que la derecha en su papel de oposición no dejó pasar, argumentando que el principal factor de la desaceleración eran las reformas que impulsaba el Gobierno de Bachelet.
Como si se tratase de una fábula, las ironías de la vida pusieron ahora a la administración de Piñera en una situación no muy lejana. La propia Confederación de la Producción y del Comercio (CPC) fue la que estimó en cerca de 60 mil los empleos que se puedan ver afectados una vez que la recientemente anunciada Reforma Previsional entre en régimen. En paralelo, una situación externa amenaza con golpear fuertemente a la economía local: la guerra comercial entre Estados Unidos y China.
Desde el punto de vista político, en el oficialismo no dudan que lo complejo del escenario se debe a las altas expectativas generadas por el discurso del Presidente Piñera y el eslogan de los “tiempos mejores”. Una diputada de Renovación Nacional manifestó que fue un error atacar al anterior Gobierno de Michelle Bachelet como se hizo, acusándolo de “ser tan malo, atroz y espantoso”, porque cuando se polarizan así las cosas –agregó–, cierto es que “la solución no es tan fácil y la realidad anteriormente no era tan espantosa”.
Para el doctor en ciencias políticas, Cristóbal Bellolio, las constantes explicaciones de La Moneda, por muy razonables que sean, se tienden a acumular y cuando estas no se condicen con la promesa estructural de la campaña, “empieza a hacer agua el mensaje de ‘los tiempos mejores’. En política las percepciones son determinantes y las percepciones no siempre son realidades».
La percepción que existe hoy en el ámbito político-parlamentario coincide con la que hay en el empresariado. Así quedó refrendado en el Informe de Percepción de Negocios elaborado por el Banco Central, donde se consultó a cerca de 200 empresas de todo el país y cuyas principales conclusiones fueron que «las expectativas de recuperación estaban sobredimensionadas».
El mismo lunes 5 de noviembre en que se dieron a conocer públicamente los números del último Imacec, el Presidente Piñera –durante el comité político con sus ministros– decidió poner discusión inmediata a tres proyectos que se encuentran en pleno trámite legislativo, y en que cada uno, por sí mismo, lleva consigo una carga difícil de obviar: Aula Segura, la regularización de la inmigración y el aumento de subvenciones al Sename.
Una decisión que no es al azar. Al verse complicada con los últimos indicadores económicos a la baja, La Moneda decidió desviar la atención y apuntar las miradas a otro de los pilares que sustentaron su campaña, el de la seguridad. En Palacio explicaron que Piñera tomó la decisión de jugarse esta carta, sin consultar previamente con su coalición, la que se tuvo que conformar con sentarse a conversar con el Gobierno después que la ministra vocera, Cecilia Pérez, había hecho ya los respectivos anuncios.
La seguridad ciudadana en todos sus formatos es un caballito de batalla de larga data de la derecha, es una arista que rinde frutos rápidos ante la opinión pública y que tampoco es ajena para Piñera. Basta recordar frases de su primer Gobierno, como aquella que «a los delincuentes se les acabó la fiesta” y la promesa de «terminar con la puerta giratoria», sobre las cuales el propio Mandatario reconoció después que se le había pasado la mano y que el problema era mucho más complejo que lo que él había prometido en esa campaña del año 2009.
“Si no te está yendo bien en una, por lo menos que la gente sienta que tú estás haciendo delivery, es decir, entregando resultados en la otra , la seguridad (…). Aquí como hay una patita que anda lenta, hay que mostrar que la otra anda rápida”, sentenció Bellolio, quien cree que el proyecto Aula Segura funciona a la perfección en ese ámbito.
Sobre dicha estrategia, en la derecha coincidieron: “Esto es política, el arte de la política”.