La encuesta realizada en 18 países de América Latina revela que la percepción de retroceso es la más alta en 23 años, las instituciones caen a su menor de nivel de confianza, y la política llega a su mayor nivel de desencanto. A juicio de Marta Lagos, directora ejecutiva del estudio, el 2018 ha sido un “annus horribilis” para la región en materia de democracia. “En esta nueva América Latina no son necesarios los golpes de Estado, se llega al autoritarismo por la vía de las elecciones”, alertó.
El apoyo a la democracia en la región sigue bajando de manera sistemática año a año. Según constató el último Latinobarómetro sobre la democracia y la situación económica de sus habitantes, el indicador descendió 5 puntos respecto a 2017 ubicándose en 48%, vale decir 15 puntos menos que en 1997.
El nivel de apoyo está “en el mismo punto de la época de la crisis asiática en 2001 en cuanto a apoyo a la democracia se refiere luego de siete años consecutivos de disminución”, advierte el estudio.
Las conclusiones de Latinobarómetro llaman a la preocupación. Señala que plantear que “la democracia está en serios problemas es un hecho desde hace años (…) hoy sólo nuevamente estamos constatando los síntomas de una enfermedad, la diabetes democrática, cuya crónica no sólo fue anunciada sino que lamentablemente continúa su escritura”.
Esta inquietud por el debilitamiento del sistema democrático se ve reflejada en algunos datos de la última encuesta, como la caída del apoyo a la idea de que la democracia es el mejor sistema de gobierno “excepto por todos los otros”.
Esta idea disminuye cinco puntos porcentuales entre 2017 y 2018 de 70% a 65%, acumulando una caída de catorce puntos porcentuales desde 2013. Por contrapartida, el régimen autoritario es apoyado por el 27% de los paraguayos, el 23% de los chilenos y el 20% de los guatemaltecos.
La encuesta arroja además que la percepción de retroceso es la más alta en 23 años, las instituciones caen a su menor de nivel de confianza, y la política a su mayor nivel de desencanto. “El número de expresidentes involucrados acusados o condenados por corrupción está teniendo impacto en los procesos de consolidación de las democracias de sus países. Tiene, asimismo, consecuencias en un mayor desencanto con la política, y, sobre todo, en la participación electoral que lleva a las crisis de representación y a la disminución de la legitimidad y confianza en las instituciones”, concluye la investigación.
A juicio de Marta Lagos, directora ejecutiva del estudio, “hay que parafrasear a la reina Isabel para describir lo que le ha pasado a América Latina, y decir que 2018 ha sido un “annus horribilis””.
“Estas convulsiones no se han producido por protestas como fue al inicio de esta década, sino más bien por los resultados de las contiendas electorales, las acusaciones de corrupción, los presidentes presos, las empresas corruptas, las migraciones masivas más altas de la historia. Todo aquello nos indica que en 2018 hemos presenciado como espectadores el fin de la tercera ola de democracias”, indica.
Según señala el estudio, la primera vuelta de las elecciones presidenciales en Brasil del 7 de octubre de 2018, con la ventaja obtenida por el candidato ultraderechista Jair Bolsonaro, “es el gong que desata la alarma pública”.
Y, en este escenario, “en esta nueva América Latina no son necesarios los golpes de Estado, se llega al autoritarismo por la vía de las elecciones. Es una ola de malestar de un pueblo empoderado por la democracia por la educación, la libertad de expresión y mayores grados de educación”, plantea Marta Lagos.
En ningún país de la región hay una mayoría satisfecha, y además hay porcentajes importantes que hablan de una democracia “con problemas”. Así ocurre en Brasil donde la crítica a la democracia “ha tenido consecuencias electorales directamente consistente con ellas”, como lo fue la elección de Bolsonaro como Presidente.
Y en este análisis aparece nuevamente Chile. Si bien en el país hay casi uno de cada dos ciudadanos satisfechos con la democracia (42%), hay datos que ponen la alerta.
“No hay que pensar que Brasil es una excepción en su crítica a la democracia. Otros países como Chile, un 84% dice que la democracia tiene problemas (suma de pequeños y grandes. En otras palabras, la democracia está vulnerable, abierta a que sucedan fenómenos populistas o de otro tipo, ya que hay tierra fértil de la cual caudillos y líderes de todo tipo pueden rápidamente cosechar”, señala el estudio.
Chile aparece también en que es uno de los dos países –el otro es Costa Rica- donde aumenta la aprobación de gobierno entre 2017 y 2018. La aprobación pasó de 33% a 45%, lo que sin embargo es atribuido a la tesis de la “luna de miel” que ha tenido la administración Piñera con la ciudadanía.
En materia económica, Chile tiene un panorama disímil. Si bien es descrito como el “campeón de los indicadores económicos” y aparece como el país que encabeza la lista de los países de quienes declaran la situación económica como “buena”, su deuda en materia de equidad es evidente.
“Chile se desempeña peor que el promedio de la región en los indicadores de equidad, como la distribución del ingreso o para quien se gobierna”, indica el informe.
Se aplicaron 20.204 entrevistas cara a cara en 18 países entre el 15 de junio y 2 de agosto 2018, con muestras representativas de la población nacional de cada país, de 1.000 y 1.200 casos, con un margen de error de alrededor del 3%, por país.