Lo que lo hizo cambiar de opinión a Piñera –aseguraron– y lo convenció de pedirle la renuncia, fue precisamente el anuncio de la DC de acusar constitucionalmente a su autoridad regional, porque eso implicaba continuar con el tema en la primera línea durante tres semanas como mínimo, con la ola de críticas respectivas, el desgaste en las encuestas y los duros cuestionamientos en redes sociales, un espacio de opinión pública que es ultrarrelevante para el Mandatario y La Moneda. Pero lo que a primera vista puede ser entendido casi como un triunfo de la oposición, de forzar la salida de Mayol como consecuencia política de su mal desempeño tras el crimen del joven comunero, no es así. Todo apunta a que responde a un descuelgue de la falange, que desató las sospechas de sus ex socios sobre un acuerdo político con Palacio, para permitir al Gobierno intentar aplacar la crisis que atraviesa y tener el espacio para hacer rodar una cabeza que asumiera la responsabilidad política.
En ajedrez hay una conocida jugada de entregar el alfil para salvar a la reina y la renuncia de anoche del intendente de La Araucanía, Luis Mayol, como efecto directo del crimen de Camilo Catrillanca hace una semana en Ercilla, tiene mucho de eso. Si bien desde el lunes en La Moneda se había instalado el convencimiento de que no podrían sortear esta crisis sin que rodara una cabeza que asumiera la responsabilidad política por la muerte del joven comunero, como de los errores de manejo de la situación en los días siguientes, no fue sino hasta el anuncio que hizo ayer la DC en la tarde, de presentar una acusación constitucional contra dicha autoridad regional, que en Palacio vieron el espacio propicio para sacar a Mayol de su cargo y que lo hiciera, casi, como una víctima.
A las 11 de la mañana, el subsecretario del Interior, Rodrigo Ubilla, dio un punto de prensa tras la reunión del Presidente Sebastián Piñera con el ministro del Interior Andrés Chadwick y la vocera Cecilia Pérez, donde se analizó la compleja situación política que se ha arrastrado desde la muerte del joven mapuche. Ante las cámaras, Ubilla reafirmó al intendente Mayol en su cargo, afirmando que contaba con el respaldo del Mandatario, una performance que con el correr de las horas no solo quedaría desfasada, sino también obsoleta y que fue considerada como otra equivocación más de la errática y confusa estrategia comunicacional de Palacio durante estos días.
Eso, porque diez horas después, Mayol, en un punto de prensa desde Temuco, comunicó su decisión de dar un paso al costado y con cero autocrítica respecto a lo que fue su desempeño en estos días, especialmente al hecho de haber criminalizado a priori a Catrillanca. En efecto, aseveró que no ha cometido «ninguna falta» en el ejercicio de su cargo. No solo eso, disparó contra la ex Nueva Mayoría: «Lamento la mezquindad y la pequeñez política de un sector que fue incapaz, cuando fue Gobierno, de resolver los problemas de la región».
La versión que ronda en Palacio es que en el Ministerio del Interior había claridad previa en cuanto a que Mayol debía salir de su cargo para aplacar la crisis y tratar de retomar el control de la agenda, pero que el Presidente Piñera se resistía, porque se trataba de su intendente estrella, alguien cercano, y por considerar que, más allá de las críticas, su desempeño esta semana apuntó correctamente al electorado duro de la derecha en la región.
Lo que lo hizo cambiar de opinión a Piñera –aseguraron– y lo convenció de pedirle la renuncia, fue precisamente el anuncio de la DC de acusar constitucionalmente a su autoridad regional, porque eso implicaba continuar con el tema en la primera línea durante tres semanas como mínimo, con la ola de críticas respectivas, el desgaste en las encuestas y los duros cuestionamientos en redes sociales, un espacio de opinión pública que es ultrarrelevante para el Mandatario y La Moneda.
A primera vista se puede pensar que la oposición logró botar a Mayol, que el anuncio de la acusación constitucional fue un factor clave que cambió el escenario en Palacio y forzó la salida del intendente. Más aún si, después que la falange comunicó ante la prensa su decisión, en La Moneda los ministros Chadwick y Pérez se reunieron a puertas cerradas por más de una hora y, concluida dicha cita, una hora y media después, la autoridad regional anunció su renuncia.
Pero lo cierto es que es todo lo contrario. No se trata de un triunfo de la oposición, sino de un punto de inflexión y quiebre en dicho sector, por lo que se consideró, desde el PPD hasta el Frente Amplio sin excepciones, una suerte de traición y engaño de la falange. Anoche eran unánimes las versiones relativas a que el partido de la flecha roja había negociado con La Moneda, que nadie sabía a ciencia cierta qué cosa en específico, pero que sí había regalado en bandeja al Gobierno el espacio para salir de su condición contra las cuerdas en la que se encontraba desde la semana pasada.
Ayer, en el Congreso, estaba programada una reunión a las 13 horas de todos los jefes de bancada de la oposición, desde la DC al Frente Amplio, con todas sus corrientes y movimientos con representación parlamentaria. La idea era terminar de afinar una suerte de cronograma político que se había predefinido para los siguientes días, que incluía hoy la votación en Sala de la interpelación contra Chadwick, el jueves el anuncio de una comisión investigadora de lo sucedido en Ercilla, luego el anuncio de una acusación constitucional contra Mayol, si a esas alturas La Moneda todavía no tomaba la decisión de hacer valer las responsabilidades políticas en este caso, y si con eso nada sucedía, se apuntaría al ministro del Interior.
[cita tipo=»destaque»]Chadwick necesitaba un respiro, recuperar cierto control de la situación, porque no solo la oposición cuestionaba su errático manejo esta semana, sino que el recelo también se había instalado en el seno del Gobierno, donde no todos estaban conformes con el manejo de la crisis, su incapacidad para instalar un relato claro de la posición de La Moneda en el caso Catrillanca y que habría pecado de escasa fiscalización de la bajada que se le hizo a Mayol el miércoles 14 en horas de la tarde, cuando se resolvió que la muerte del comunero era un hecho delictual, por ende, que sería el intendente quien haría la vocería respectiva. “No se sopesó bien lo que estaba pasando ahí”, reconoce un inquilino de Palacio.[/cita]
Pero por petición expresa de la DC –comentaron anoche muy molestos desde distintos partidos opositores– dicha reunión se postergó para las 17:00 horas, junto con la solicitud de la falange de que nadie incurriera en acciones individuales en este tema que perjudicaran la unidad opositora, y que cualquier paso fuera previamente consensuado. Nunca se concretó el encuentro, porque una hora antes el partido que lidera Fuad Chahin se puso frente a las cámaras, anunció la acusación constitucional contra Mayol y dejó estupefacto a todo el resto de la oposición, que casi literalmente se enteró por la prensa.
En las bancadas y partidos de la oposición están convencidos de que el descuelgue de la DC se debe a que «negoció» con La Moneda y Chadwick, y dicen que el intermediario clave habría sido el subsecretario de la Segpres, Claudio Alvarado. Reconocen que no saben qué cosa puntualmente se puso sobre la mesa, pero si están convencidos de ello, porque no querían enfrentarse al ministro del Interior, tema que hasta ayer era el centro de las conversaciones de las bancadas opositoras sobre cómo llegar a él.
Si bien la interpelación a Chadwick cuenta con 67 firmas y es altamente probable que sea aprobada en la Sala, en la oposición anoche asumieron que la acción perdió toda su capacidad de presión política y fuerza, porque al renunciar Mayol quedó el terreno despejado para que la derecha pueda abiertamente cuestionarlos en sus intenciones, argumentando que con la salida del intendente ya se saldó la deuda de la responsabilidad política que se exigía tras el crimen de Catrillanca. «La DC se prestó para esto», criticaron anoche en la oposición.
Chadwick necesitaba un respiro, recuperar cierto control de la situación, porque no solo la oposición cuestionaba su errático manejo esta semana, sino que el recelo también se había instalado en el seno del Gobierno, donde no todos estaban conformes con el manejo de la crisis, su incapacidad para instalar un relato claro de la posición de La Moneda en el caso Catrillanca y que habría pecado de escasa fiscalización de la bajada que se le hizo a Mayol el miércoles 14 en horas de la tarde, cuando se resolvió que la muerte del comunero era un hecho delictual, por ende, que sería el intendente quien haría la vocería respectiva. “No se sopesó bien lo que estaba pasando ahí”, reconoce un inquilino de Palacio.
Fuentes de La Moneda confirmaron las conversaciones con la DC, como también que fue el anuncio de la acusación lo que dio el espacio para jugar la carta de sacar a Mayol. Una decisión que, en todo caso, ya advierten algunos en la sede del Ejecutivo, puede generarle ruido interno al Gobierno, porque RN anoche ya les había notificado su profunda molestia con el «sacrificio político» de su intendente más poderoso y estratégico.
Mayol nunca fue un intendente más. El ex ministro de Agricultura en el primer Gobierno de Piñera fue parte del diseño y modelo para hacer –entre otras– de puente del Plan Araucanía, que lidera el ministro de Desarrollo Social, Alfredo Moreno, ambos perjudicados considerablemente por los efectos de la muerte de Camilo Catrillanca en un operativo del cuestionado Comando Jungla.
La molestia de RN tiene su razón de ser. Mayol es parte del ADN del partido y, aunque siempre se consideró que padece del mismo síndrome Chadwick, es decir, responder primero a los intereses de Piñera antes que a los de su propia colectividad, nadie ponía en duda su bagaje político importante ni la impronta que le daban sus redes con el mundo empresarial. Cercano al ministro del Interior, a Pablo Longueira y también al influyente senador RN Andrés Allamand –con quien incluso tuvo un estudio de abogados, Allamand, Barros, Mayol, Varela, Wagner y Cía. Ltda–, en la derecha aseguraron que no necesita de padrinos políticos.
A diferencia del resto de los intendentes, en el Gobierno reconocían que Mayol “no se obnubila con el poder como sí lo hacen los demás autoridades regionales” y un ejemplo de aquello era su comportamiento en las reuniones convocadas por el Ministerio del Interior, donde se codeaba de igual a igual con los máximos inquilinos de Palacio.
Mayol no solo era estratégico por sus redes políticas, sino también por sus vínculos empresariales, lo que lo acercaba de mejor manera al mundo privado, una red de contactos importante para lo que el Ejecutivo ha buscado en la zona de La Araucanía: la actividad empresarial.
Desde antes incluso de seguir la veta política, Mayol ha mantenido estrechos vínculos con el sector agrícola. Ex estudiante del prestigioso colegio de la elite, The Grange, entre 2009 y diciembre de 2011 fue presidente de la Sociedad Nacional de Agricultura, uno de los gremios más conservadores de Chile, ligado históricamente a la derecha.
Su relación comercial más conocida es con Copeval, la firma de gestión agrícola donde participa, además, el empresario Gonzalo Martino. Su patrimonio se compone de 17 propiedades, varias de ellas campos en San Fernando, estacionamientos y predios agrícolas, uno de ellos ubicado en Cunco, en La Araucanía. Allí el ex ministro posee –de acuerdo a registro Dicom– un terreno no agrícola con un avalúo de $ 110 millones y por el cual se han ventilado polémicas por el acceso que este paño da al Lago Colico. De acuerdo a su declaración de patrimonio de 2011, el fundo Puelche tiene un valor de $ 500 millones, solo considerando el terreno.
Figura, además, como socio de 14 sociedades, entre ellas varias agrícolas, una inmobiliaria y las viñas Cantera y Selentia, de la cual posee el 55% de los derechos, avaluada en $ 800 millones (en 2011). Su familia Materna, los Bouchon, son reconocidos por su actividad empresarial, ligada a la vida agrícola, en San Fernando.
En Copeval, la viña Selentia posee el 1,78% de las acciones. Cuando asumió como ministro en 2011, los cuestionamientos se escucharon justamente por este vínculo y también ha salido a la palestra cuando, en 2014, al momento en que iba a discutirse la Ley Monsanto, el senador Alejandro Navarro lo acusó de no aclarar su participación en la agrícola, que, justamente, dedica parte de su actividad a la comercialización de insumos.