De visita en Chile y en entrevista con El Mostrador, el hombre que subió el Everest sin oxígeno y que logró escalar Meru -una de las más difíciles del mundo- habló acerca de sus proyectos, como subir al Aconcagua para completar las siete cimas, del cambio climático y cuestionó la presidencia de Donald Trump: «es un idiota absoluto. Quizás no debería decir idiota, creo que lo apropiado es decir que no es apto para el cargo. No tenemos una democracia en los Estados Unidos y ese es nuestro desafío. Necesitamos poner atención a los temas energéticos, al cambio climático. Piensa lo siguiente: somos lideres, fuimos a la luna, es decir, tenemos capacidad tecnológica, pero tener un líder que va contra eso, es problemático».
Durante el estreno de Free Solo -película que relata la insólita hazaña de Honnold, quien logró escalar sin cuerda El Capitán, una pared de granito de 900 metros de altura- me escabullo del asiento y trato de encontrar a los protagonistas de la noche: Conrad Anker, el legendario montañista que alcanzó la cumbre de Meru y que encontró el cuerpo de George Mallory en el Everest, y Alex Honnold, quien llegó de sorpresa para presentar su película y que, tras ser rodeado por decenas de fans con sus cascos en las manos para ser autografiados, desapareció de la vista.
En un rincón, alejados del público, Anker y Honnold susurran y me miran con sorpresa. “Te estás perdiendo la película”, me saca en cara Honnold, cuya voz también se escucha desde los altoparlantes. Jennifer Lowe -esposa de Conrad- también está en la mesa y es ella quien me invita a tomar asiento.
Todavía tengo en mi cabeza las imágenes de la expedición que Anker y Honnold compartieron en la Antártica -exhibida en el Santiago Mountain Film Festival, auspiciado por North Face- donde se propusieron escalar 15 cumbres en 17 días en Queen Maud Land. El escenario -recóndito, gélido y hostil a la vida humana- recuerda las páginas de Endurance, el famoso libro del periodista Alfred Lansing que cuenta la historia de sobreviviencia de Ernest Shackleton, en el mismo continente donde Conrad y Alex hicieron ascensos frenéticos con temperaturas bajo cero.
“¿Pensaste alguna vez en Shackleton cuando estuviste allí?”, le pregunto. Alex se adelanta y, entre risas, dice que Conrad, al igual que el legendario explorador irlandés, fue un capitán feroz que los mantuvo vivos. Luego se va de la mesa en silencio porque quizás intuye que es un tema que su compañero de escalada se toma en serio. “La historia de Shackleton me la guardo en el bolsillo, en mi corazón”, comienza Conrad, con una voz intensa, que retumba y que algo tiene de Clint Eastwood.
«Él guió a sus hombres con el ejemplo, eso es lo bueno de su historia. Él trabajaba duro con sus hombres, no creía en ese tipo de jerarquía. Si alguna vez piensas que las cosas no andan bien, puedes pensar en Shackleton, porque ¡fueron 17 meses! No tenían radio, no tenían comunicación, nada”, dijo el escalador que hace dos años sobrevivió un infarto a más de 6 mil metros de altura, en el complicado pico Lunag Ri (6.907m), en Nepal.
Hay un momento muy divertido en el documental -le digo-… estás con Jimmy Chin armando campamento en un lugar alucinante y de fondo se escucha Old Man de Neil Young. ¡Pero tú no te sientes como un hombre viejo en lo absoluto! «No lo sé. Piensa en Alex, yo soy mucho mayor, pero él me admira porque sigo empujando límites. Me gustaría haber ido al Lunag Ri de nuevo, pero no fui y finalmente David Lama hizo cima en solitario hace 6 semanas atrás, así que hay una buena historia ahí. Me gusta escalar torres de granito. Lo disfruto», respondió.
En 1999, Conrad encontró el cuerpo de Mallory, quien murió en el Everest en 1924 tras una vida de obsesión y sueños con ser el primer hombre en llegar hasta la cumbre. Más tarde, Anker volvió hasta la montaña más alta del mundo e intentó subirla por la misma ruta de Mallory y con el mismo tipo de equipo de esos años. El objetivo: emular las condiciones en las que escaló Mallory y descubrir si acaso era posible que el escalador haya logrado pasar el «segundo escalón». Finalmente, Conrad logró superar el obstáculo y el documental The Wildest Dream sugiere que fue Mallory y no Edmund Hillary quien llegó primero hasta la cumbre.
-En el documental nunca lo dices explícitamente, pero da la impresión de que crees que George Mallory fue quien conquistó por primera vez la cumbre del Everest.
-La película dice eso, pero personalmente no lo creo. La película lo deja abierto, es decir plantea la interrogante, pero yo creo que no hay forma de lo que lo hayan logrado, no hay forma que hayan subido hasta arriba. Mallory no lo logró. El segundo escalón es difícil, incluso con equipo y no tenían ese equipo en 1924 y tampoco escalaban a ese nivel.
Cuando Conrad escaló el Everest sin oxigeno, reveló que las pruebas médicas que le hicieron arrojaron que su estado físico correspondía al de un hombre de la mitad de su edad. Sin embargo, el hombre al que sus amigos llaman “El Capitán” reconoció que se había exigido demasiado y que su corazón se había debilitado, algo que quizás explica su reciente infarto. Ahora, con 56 años sobre su cuerpo e incontables cumbres y noches de frío y sufrimiento, se ve saludable y enérgico. Es delgado, casi tanto como Honnold. Habla con lentitud, mira a los ojos y se esfuerza por ser lo más cordial posible. Es su filosofía de vida, después de todo: «Sé amable, sé bueno, sé feliz”, explicó.
-¿Haz subido alguna montaña en Chile?
-Estuve en el cerro El Plomo, llegué a la cima. Me falta escalar el Aconcagua, porque tengo que hacer las siete cimas.
-¿Cuál dirías que es el mejor recuerdo que tienes como escalador?
-Muchos recuerdos son especiales, en Meru, por ejemplo… El punto es que si experimentas el trabajo duro, entiendes la sublimidad y la belleza de la vida, pero, al mismo tiempo, puede que no experimentes mucho esa alegría hogareña, que a veces viene simplemente gracias a estar sentado sin hacer nada. Mi filosofía es que hay que empujarse como ser humano y ese es el mensaje que la escalada entrega a la gente.
-Hablando de Meru, ¿cómo te preparaste mentalmente para algo de esa magnitud?
-Entiendo la ruta, sé donde está. Y, desde un punto de vista histórico, entiendes donde has estado en el pasado y adonde puedes ir al futuro; eso lo resume.
-¿Qué se sintió pisar una cima que nadie había pisado antes?
-Número uno: no piso la cima, no pongo mi cuerpo ni mi pie en la cima, esa es la tradición budista y nepalí. Si tus ojos están sobre la cima puedes tocarla, pero no quieres sentarte en ella. Los sherpas hacen eso y es algo que he adoptado. Por otra parte, estar donde nadie más ha estado es algo que te hace ser humilde.
No queda claro si Conrad seguirá persiguiendo cimas arriesgadas. Meru fue, en sus propias palabras, “la culminación de todo lo que he hecho como escalador” y, no obstante, tiempo después se lanzó en una expedición de dificultades similares, empujando nuevamente sus límites. “Siempre me pregunté cuándo iba a recibir el mensaje, de que es hora de soltar este juego, y creo que ya recibí ese mensaje”, dijo. Eso fue mientras permanecía tirado en la nieve, tras sufrir un infarto, ante la mirada atónita de su compañero de cordada, David Lama.
También pesa en sus hombros el hecho de que Alex Lowe, su mejor amigo y a su vez uno de los alpinistas estadounidenses más destacados de los años noventa, muriera en la cara sur del Sisha Pangma, tras ser barrido por una avalancha de 150 metros de la que él salió vivo milagrosamente. Posteriormente, Anker se casó con la esposa de Lowe (Jennifer) y adoptó a sus hijos. Desde entonces, ha intentado equilibrar ambos aspectos de su vida (la pasión por escalar y sus responsabilidades como padre y esposo) e intenta explicar a sus hijos que, según él, “es seguro subir el Everest”.
-Hace 65 años el Everest ni siquiera había sido escalado y, ahora, montañistas principantes pueden hacerlo con la ayuda de escaladores experimentados. ¿Cómo ves a esta montaña en 200 años más?
-En 200 años más, bueno, ¡espero que todavía haya hielo allá! El cambio climático es un gran desafío para todos y lamentablemente, nuestro gobierno en EE.UU no está siendo un líder en eso.
-Donald Trump se salió del Acuerdo de París…
-Trump es un idiota absoluto. Quizás no debería decir idiota, creo que lo apropiado es decir que no es apto para el cargo. No tenemos una democracia en los Estados Unidos y ese es nuestro desafío. Necesitamos poner atención a los temas energéticos, al cambio climático. Piensa lo siguiente: somos lideres, fuimos a la luna, es decir, tenemos capacidad tecnológica, pero tener un líder que va contra eso es problemático.
-¿Cómo te defines políticamente?
-Lo que te puedo decir es esto: el conservadurismo y el nacioalismo no van a ayudar a nuestra sociedad.
Cuando repasa sus expediciones, usa algunas palabras en español: trabajo, frío, peligroso, viento, malo, comida, bencina. No sabe mucho más y, como un caballero, se disculpa por hablar en inglés -”perdona que my spanish es muy malo”.
En 2002, en una caminata que hizo con su esposa al campamento base del Everest, tuvo una idea: enseñar técnicas de montañismo y escalada a los sherpas que, año tras año, arriesgan sus vidas para llevar a clientes hasta el techo del mundo. “La idea era hacerlo con un espíritu de diversión y cooperación”, explicó. Así nació el Khumbu Climbing Center, cuyos entrenamientos se centran en habilidad de escalada. Usaron las cascadas de hielo para practicar con los estudiantes, que tenían muy poca preparación. “Enseñamos cómo cuidar a los heridos, cómo diagnosticar heridas; también enseñamos geología, glaciología, flora y fauna, con el objetivo de que sean mejores guías”, contó.
-¿Qué piensas del hecho de que los sherpas sigan siendo quienes cruzan una y otra vez la cascada de hielo en el Everest, donde habitualmente mueren?
-Ese es, efectivamente, el segmento más peligroso. Es más probable que un sherpa muera ahí porque deben pasar muchas veces, así que al entrenarlos en cascadas de hielo similares, podemos minimizar el riesgo.
Se escucha la voz del público, seguramente en celebración por la escalada de Alex. Aprovecho de preguntarle qué piensa de Free Solo y sonríe como queriendo expresar que no hay palabras para describir una escalada de ese calibre. “Es fenomenal”, se limitó a decir. “El día antes que Alex escalara El Capitán, lo llamé por teléfono y bueno, no le iba a decir algo tan estúpido como ‘ten cuidado’, ya que él lo sabe mejor que nadie”, agregó.
Antes de despedirme le pregunto qué siente cuando logra alcanzar una cumbre con la que ha soñado por años. Me responde que es un momento de respeto, de humildad: “Para mí se trata de encontrar la forma de entender nuestro lugar en el cosmos, lo insignificante que somos”.
Luego, a la distancia, me dice que espere un poco y me pregunta si hay algún lugar donde reciclar su botella de vidrio. «Si no cuidamos nuestro planeta, no hay otro lugar adónde ir», afirmó.