Junto a José Andrés Murillo, aportaron a la Fiscalía de Rancagua una serie de antecedentes sobre el “patrón de conducta” de los cardenales Ricardo Ezzati y Francisco Javier Errázuriz. La investigación del encubrimiento montado en la plana mayor de la Iglesia católica se mantuvo por años bajo la alfombra, pero un hito que reveló cómo operaba esta maquinaria fue develado por El Mostrador en 2015, con un reportaje que mostró el intercambio de correos secretos entre Ezzati y Errázuriz y las operaciones que ambos urdían en conjunto.
Por casi 4 horas declararon en la Fiscalía de Rancagua Juan Carlos Cruz y José Andrés Murillo, dos de las víctimas del Fernando Karadima, en el marco de la investigación que lleva adelante el Ministerio Público por encubrimiento de abusos sexuales que involucra a los cardenales Ricardo Ezzati y Francisco Javier Errázuriz.
“Hablamos de muchos casos, pero principalmente sobre este patrón de encubrimiento, que es literalmente como una organización criminal” encabezada por Errázuriz, Ezzati y varios otros”, dijo Cruz a la salida de la diligencia.
Según el denunciante, las pruebas que lleva acumulada la investigación son de tal envergadura que “no me extrañaría que algunos que piensan que son inocentes palomas, por la cantidad de información y de pruebas que tiene la Fiscalía que es impresionante, terminaran en la cárcel, y me alegro”.
Murillo, por su parte, confirmó este punto, señalando que en la información que maneja la Fiscalía se revela “un patrón de conducta que se repite cada vez y que da muestras de encubrimiento”.
El encubrimiento en la plana mayor de la Iglesia Católica se mantuvo como un secreto a voces, pero bajo la alfombra, hasta que un hito que comprobó cómo operaba esta maquinaria fue develado por El Mostrador en 2015, en un reportaje que reveló los correos secretos entre Ezzati y Errázuriz.
Diversos e-mails, que datan de 2013 y 2014, entre el actual arzobispo de Santiago como su predecesor en el cargo, dan cuenta de una estrecha relación con operaciones políticas claves, como la jugada para evitar que Juan Carlos Cruz, víctima de Karadima, no integrara la comisión que creó el Papa Francisco para la tutela de los menores.
La investigación del Ministerio Público en esta arista se encuentra avanzada, pero aún está pendiente la declaración de los imputados clave. El cardenal Errázuriz aún no ha sido citado, mientras el arzobispo de Santiago, Ricardo Ezzati, se abocó a su derecho a guardar silencio cuando fue llamado a declarar y está a la espera que en el 13° Juzgado de Garantía de Santiago se discuta el próximo 30 de enero su eventual sobreseimiento. De acuerdo a su abogado Hugo Rivera, “no existe antecedente alguno que permita imputar al señor cardenal la calidad de encubridor de abuso sexual”.
Esta jornada, Cruz vivió un momento incómodo porque mientras hablaba con la prensa antes de entrar a la Fiscalía fue insultado por una mujer que pasó el lugar, quien le gritó “límpiate la boca para decir delincuente de Ezzati, pero harto que lo pasaste bien”.
Según el periodista, este tipo de reacciones demuestra que “hay gente que no quiere ver (…) Hay hechos concretos, donde están todos imputados, evidentemente hay que esperar resoluciones y todo, pero en las vidas de uno, estos hombres han sido unos delincuentes, criminales. No solo con nosotros, sino que le han destruido la vida a personas», dijo.
“Es entendible que hay gente que está obsesionada. El poder de la Iglesia (…) es tremendo y la forma que ellos tienen de tergiversar la verdad permite que pasen estas cosas. Es comprensible. Hay que vivir con eso no más”, finalizó Cruz, tras lo cual ingresó a la Fiscalía rancagüina.
Lo sucedido con Cruz detonó una ola de solidaridad en Twitter, que el periodista agradeció con este mensaje: “Gracias por tanto cariño. Lo que pasó hoy no me importa. No hay peor ciego que el que no quiere ver. Seguimos adelante con la verdad y la frente bien en alto”.