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A Chadwick le cayó la noche PAÍS

A Chadwick le cayó la noche

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El hombre ancla del Gobierno cayó del olimpo. Por primera vez desde que murió Camilo Catrillanca, el eje interno que defendía a rajatabla al ministro del Interior se quebró, tanto así que al interior de La Moneda y en todo Chile Vamos se reconoce, tras bambalinas, el “error” y momento de debilidad máxima que vive. Desde el oficialismo aseguraron que atribuir a una “interferencia” el desconocimiento de la información entregada vía telefónica por el exgeneral Mauro Victtoriano fue un verdadero disparo en los pies. Por ahora, y tras el respaldo de la Democracia Cristiana, el secretario de Estado tendría una chance de sobrevivir políticamente. El problema es que, internamente, hay preocupación, porque ven al conductor político de Palacio “perdido” y “sin norte”.


El Presidente Sebastián Piñera se reunirá hoy con el ministro del Interior, Andrés Chadwick. Una conversación que no tiene nada de fácil, porque el principal hombre de confianza del Mandatario otra vez está cuestionado y debilitado políticamente. No ha logrado superar los coletazos políticos del crimen de Camilo Catrillanca, al punto que, a más de 50 días de su asesinato, La Moneda tuvo que poner en marcha una operación de salvataje para evitar que la figura clave del gabinete piñerista naufragara ayer en el mar de peticiones de renuncia, amenazas de acusación constitucional y la preocupación que se instaló en el oficialismo de que el conductor político del Gobierno ya no es el de antes.

“Tengo mi conciencia completamente tranquila”, declaró ayer Chadwick en los pasillos del Congreso, flanqueado por las principales figuras de Chile Vamos, en señal de apoyo y en un intento por acallar tanto las críticas como los rumores de cambio de gabinete que marcaron la jornada, más aún con la decisión de Piñera de suspender su gira en el Sur y regresar anoche a Santiago.

A dos meses complejos que ha tenido el ministro, donde ya se le ha visto débil políticamente y con evidente pérdida de su otrora muñeca política, este lunes se sumaron las declaraciones del exjefe de la Zona Araucanía de Control de Orden Público, exgeneral Mauro Victtoriano, quien afirmó haberle dicho a la autoridad gubernamental desde un principio que Catrillanca estaba desarmado y que no hubo un enfrentamiento cuando Carabineros le disparó ese 14 de noviembre.

La de ayer fue una de las peores jornadas que ha enfrentado Chadwick, pues, por primera vez en diez meses de mandato, en lo más íntimo del oficialismo y el Gobierno se reconoció que los errores del ministro se están transformando en complejos e insostenibles, como también que hay preocupación al verlo “quebrado” y “algo distraído”.

[cita tipo=»destaque»]Parlamentarios, asesores de Palacio y hasta ministros reconocieron ayer en reserva que el argumento de la “interferencia” fue “a lo menos insuficiente o derechamente un grave error”. Que el manejo fue muy malo y no son pocos los que no entienden que Chadwick haya cometido un yerro de ese calibre y, por lo mismo, la única explicación que se está instalando –afirmaron en el piñerismo– es que el ministro “está afectado, enredado” y añaden que “perdió el norte”. Esto porque ayer en el Gobierno explicaron que lo que debió haber hecho desde un primer momento fue mostrar los primeros informes y partes de Carabineros que avalaban la postura inicial que tomó La Moneda en el caso Catrillanca.[/cita]

La derecha en pleno se cuadró ayer para blindar a Chadwick, hubo una lluvia de declaraciones ante micrófonos y vía redes sociales, pero, apagadas las luces de las cámaras de televisión, el discurso era radicalmente distinto. En el oficialismo dicen que el ministro del Interior cayó de ese olimpo político que lo tenía como una de las pocas piezas inamovibles de la administración piñerista y que la pérdida de la brújula política habría quedado en evidencia con la errática salida que intentó dar el lunes cuando afirmó que había tenido problemas de interferencia en la comunicación con el exgeneral aquel día.

Parlamentarios, asesores de Palacio y hasta ministros reconocieron ayer en reserva que el argumento de la “interferencia” fue “a lo menos insuficiente o derechamente un grave error”. Que el manejo fue muy malo y no son pocos los que no entienden que Chadwick haya cometido un yerro de ese calibre y, por lo mismo, la única explicación que se está instalando –afirmaron en el piñerismo– es que el ministro “está afectado, enredado” y añaden que “perdió el norte”. Esto porque ayer en el Gobierno explicaron que lo que debió haber hecho desde un primer momento fue mostrar los primeros informes y partes de Carabineros que avalaban la postura inicial que tomó La Moneda en el caso Catrillanca.

En el Ejecutivo aseguraron que fue el propio Chadwick quien definió esa salida comunicacional al conflicto, un grave error de cálculo que elevó la temperatura política en la derecha, en la oposición y en La Moneda.

Operación salvataje

Tras varias horas de silencio ayer en la mañana, la instrucción desde La Moneda a toda la derecha y el Gobierno fue clara: el blindaje, la defensa a Chadwick “debe ser absoluta, sin dejar espacios a especulación”. Y así fue.

En un almuerzo con las bancadas, el presidente de RN, Mario Desbordes, y su par de la UDI, Jacqueline van Rysselberghe, dieron la orden de “respaldar al ministro a toda costa”, mandato que fue seguido por todo el conglomerado, salvo el diputado RN Andrés Celis, quien públicamente declaró que Chadwick debía dar un paso al costado.

En las filas de Chile Vamos afirmaron que el Presidente Piñera no sacará a Chadwick del puesto clave que le fue asignado hace diez meses, no por el hecho de que sea su primo, sino porque todos saben que es el ancla del diseño gubernamental para este segundo mandato piñerista. La premisa –destacaron– es que, mientras los daños sean sostenibles ante los beneficios de mantener a Chadwick, el Mandatario “no lo saca del Gobierno” y que eso solo puede suceder si Piñera ve que están los votos en el Congreso para, efectivamente, hacer caer a su ministro del Interior. “Solo en ese caso lo va a sacar unos días antes”, sentenció una alta fuente del oficialismo.

Frente a este escenario, las miradas del Gobierno –nuevamente– apuntaron hacia la DC, la colectividad clave en la oposición, a ojos de La Moneda, que puede salvar a Chadwick de la inminente acusación constitucional que se cuajó durante la noche del martes entre el Frente Amplio y varios partidos de la ex Nueva Mayoría. Sin parte de la falange y quizás los radicales, el libelo no tiene chance de prosperar en el Congreso y solo terminará fortaleciendo al ministro del Interior. No por nada, varios ayer en el oficialismo recordaron que Rodrigo Hinzpeter, durante la primera administración de Piñera y ocupando el mismo cargo, sorteó tres interpelaciones y “sobrevivió dos años”.

Habría dos cosas que realmente preocuparon a Piñera. Una es la posibilidad de que, a pesar de las positivas primeras señales de la DC de no cuadrarse con la acusación en primera instancia, la falange termine alineándose con el resto de la oposición −no por nada la distancia que ayer tuvo dicho partido fue un gesto agradecido públicamente por el propio ministro del Interior−. La segunda, la peligrosa señal de que sectores más conservadores de la oposición –el otrora llamado partido del orden– le quitaran el piso a Chadwick pidiendo su renuncia “sin negociaciones de por medio”, como fue el caso del PPD, liderado por el excanciller Heraldo Muñoz.

En el Ministerio del Interior es otra la preocupación: cuál será la próxima jugada de la “mafia del exgeneral Villalobos”, que fue removido en marzo tras la llegada a Palacio de Sebastián Piñera. Eso, porque en dicha repartición están convencidos de que lo del exgeneral Victtoriano es “una vendetta” de ese sector, una factura que le pasaron a Chadwick y a La Moneda por el descabezamiento y pérdida de poder al interior de la policía uniformada tras la fallida Operación Huracán, como también una forma de prender las alarmas ante la profunda reforma que se avecina.

El diseño de contención de la crisis que desplegó La Moneda, además del blindaje desde Chile Vamos, es que el subsecretario del Interior, Rodrigo Ubilla, sea el cortafuegos, el que responda, dé explicaciones, aclare las dudas y sobre todo defienda a Chadwick y su manejo del caso Catrillanca. Por eso fue él quien ayer sentenció en La Tercera PM que “aquí hay un intento de alterar la verdad con una intencionalidad política”, habló de “manipulación de la verdad” y señaló que todo es una respuesta a “las decisiones difíciles que ha tomado el Gobierno desde marzo hasta la fecha”.

La moneda de cambio

“Sin la DC no hay acusación”, fue la frase que una y otra vez se repitió ayer durante todo el día entre los partidos de oposición. Mientras, en los pasillos del Congreso, diputados, operadores políticos y jefes de gabinete sacaban cuentas y se reunían con sus pares falangistas, el presidente de la bancada de la DC, Matías Walker, asumió –según detallaron desde la misma bancada– “al pie de la letra” la disposición del timonel Fuad Chahín: “El tema de la acusación constitucional lo vamos a evaluar en su mérito cuando se presente”, con lo que el parlamentario echó por tierra cualquier posibilidad de un apoyo anticipado a la misma.

La respuesta de la DC no causó sorpresa, pero sí molestia, especialmente al interior del PPD y los socialistas, considerando que hasta el día anterior estaba la señal que había dado el senador DC Francisco Huenchumilla, quien precisó que la falange “no es un partido de colaboración, sino que uno de oposición”.

Hubo intensas y “arduas” conversaciones en el eje de la ex Nueva Mayoría, pero no rindieron frutos. La DC está caminando por el ancho camino del medio, porque el timonel Chahín públicamente, vía Twitter, señaló que Chadwick debía dar un paso al costado, pero no estarían dispuestos a plegarse y amarrarse con la acusación, ya que tendrían su propia agenda de conversación con La Moneda.

Considerando que hay diputados DC que sí están dispuestos a firmar la acusación, se optó por decretar libertad de acción, con lo que se quiere evitar un enfrentamiento interno en el partido y, de paso, utilizar –nuevamente– la posición de “partido bisagra” que le permite negociar a la Democracia Cristiana. En la cúpula del partido existe la convicción de que el ministro del Interior debe dejar su cargo, pero “no de esta forma”, aludiendo a la acusación constitucional, y que es el Presidente Piñera quien debe dar la señal en tal sentido.

En la DC están convencidos de que a Chadwick le queda “poca cuerda” y que no va a durar mucho más en el cargo, porque “es un barco que está dañado, puede aguantar solo un tiempo” y que la serie de errores políticos y comunicacionales del último tiempo solo reflejan que “el personaje es cada vez más débil”.

A pesar de eso, la prioridad al interior de la falange es sacar adelante su propuesta para la agenda de las reformas previsional y tributaria ingresadas por el Gobierno. Dos temas “importantes en la última negociación”, destacaron desde la DC, aludiendo a la presión que han ejercido por la salida del subsecretario de Redes Asistenciales, Luis Castillo, asunto que fue “clave” cuando dicha colectividad permitió generar el escenario idóneo para que el Gobierno sacara, casi como víctima, al entonces intendente de La Araucanía, Luis Mayol.

Pero en esta negociación habría otro as bajo la manga. Una parte importante de la Democracia Cristiana habría leído que sumarse a la acusación generaría una idea errónea en la propia oposición, que le daría una fortaleza que actualmente no tienen los partidos, un triunfo de “papel, sin amarrar una verdadera salida al conflicto”, detalló un parlamentario de dicha colectividad.

Los ojos estarían puestos en tratar de fraguar una especie de acuerdo que imite lo que fue en su momento el salvataje de Pablo Longueira al ex-Presidente Ricardo Lagos, cuando estalló el caso MOP-Gate. Ahora, el objetivo sería un entendimiento de esa índole que permita la reformulación a Carabineros, pero también “un nuevo trato para el conflicto en La Araucanía”, espacio en el que tendría una relevancia el sector más crítico de la DC, incluyendo al mismo Huenchumilla.

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