La alta comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Michelle Bachelet, condenó la violencia y represión contra manifestantes en Venezuela. Si bien evitó hacer mención expresa a los actores políticos de esta crisis (Nicolás Maduro y Juan Guaidó), la expresidenta hizo un llamado a un «inmediato diálogo para relajar la tensa atmósfera». Ayer fue emplazada por el Gobierno de Sebastián Piñera a “no mirar desde afuera” el conflicto y “sumarse a las voces de los líderes democráticos del mundo que ayer y hoy han reconocido al presidente encargado Guaidó» [ACTUALIZADA]
«Estoy extremadamente preocupada por que la situación de Venezuela pueda escapar rápidamente de control, con consecuencias catastróficas», aseguró a través de un comunicado la Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Michelle Bachelet.
La expresidenta chilena condenó hoy la violencia y represión contra manifestantes en Venezuela que ha causado –hasta los reportes de la mañana de este viernes- al menos 20 muertos y 350 detenidos.
La funcionaria internacional también pidió investigar estos hechos y subrayó que es vital para Venezuela evitar una repetición de la represión documentada por el organismo que dirige en 2017, especialmente en lo referente a asesinatos extrajudiciales, frecuentes detenciones arbitrarias, restricciones a la libertad de asamblea y expresión, y ataques indiscriminados.
Al menos una veintena de personas, según informaciones recopiladas por la ONU, han muerto por disparos de las fuerzas de seguridad o grupos armados progubernamentales tras las manifestaciones de rechazo al Gobierno de Nicolás Maduro y apoyo al autoproclamado presidente Juan Guaidó.
«Cualquier incidente violento con resultado de muertos o heridos debe ser sometido a una investigación independiente e imparcial para determinar si hubo un uso excesivo de la fuerza por parte de las autoridades o grupos armados», señaló hoy la Alta Comisionada.
Naciones Unidas también ha recibido informes sobre asaltos a la propiedad en las zonas más pobres de Caracas, la capital venezolana, en las que a lo largo de la semana se han celebrado más de 180 actos de protesta.
Si bien evitó hacer mención expresa a los actores políticos de esta crisis, Bachelet formuló un llamado a un «inmediato diálogo para relajar la tensa atmósfera» en el país.
La cautela política del organismo de Bachelet ante la situación en el país sudamericano quedó reflejada además en las palabras de un portavoz de la Oficina del Alto Comisionado de Naciones Unidas para Derechos Humanos, quien añadió en rueda de prensa que no están en contacto directo ni con el Gobierno de Maduro ni con Juan Guaidó, el autoproclamado presidente encargado de Venezuela.
En una entrevista previa con DW, la ex mandataria fue enfática en señalar cuál es su rol en este tema, al plantear que “aquí lo que pasa es que hay una repuesta política que no depende de la oficina mía, donde es necesario que la oposición y el gobierno puedan llegar a un diálogo para que puedan ponerse de acuerdo en una salida que sea pacífica y que permita resolver los problemas pendientes”.
Ayer jueves, el Gobierno sacó al pizarrón a Bachelet para que se pronuncie sobre la crisis en Venezuela. Incluso, la ministra vocera de Gobierno, Cecilia Pérez la emplazó directamente a reconocer a Guaidó, y a “no mirar desde afuera” el conflicto. «La alta comisionada debiese sumarse a las voces de los líderes democráticos del mundo que ayer y hoy han reconocido al presidente encargado Guaido», expresó la vocera de Gobierno.
Por otro lado, Bachelet pidió a las autoridades de Venezuela, «especialmente a las fuerzas de seguridad», mostrar contención y respetar el derecho a manifestarse pacíficamente y el ejercicio de la libertad de expresión.
También conminó a los líderes políticos venezolanos a comenzar inmediatamente conversaciones con el fin de apaciguar las tensiones y «encontrar una solución práctica a largo plazo a la pertinaz crisis social, política y económica del país».
Recordó que esa situación ha obligado a tres millones de venezolanos a dejar su país mientras «millones más viven en condiciones totalmente miserables».