Felipe Alessandri es uno de los alfiles de Chile Vamos, la carta que siempre logra captar la atención de la prensa, con su agenda contra la «violencia estudiantil” y nueva imagen para el casco histórico de Santiago, que intenta imitar a Vitacura, según una concejala. Pero su falta de creatividad lo mantiene como un alcalde de segunda línea, a la sombra de otros como Joaquín Lavín. Además, tendría un gran talón de Aquiles: la batalla contra la delincuencia, ya que los vecinos de los barrios periféricos denuncian que se sienten “abandonados” e inseguros.
Felipe Alessandri es uno de los “caballitos de batalla” de Chile Vamos. Definido como el escudero de la ministra Marcelo Cubillos, ha hecho de la crisis en los liceos emblemáticos el principal eje temático de su administración, acaparando portadas de diarios y más de algún polémico reportaje en televisión, como el de la supuesta operación de exfrentistas en el Liceo 1, que finalmente correspondía a una obra de teatro para una clase de historia.
De su rol, a casi tres años de administración, sacan cuentas alegres en el oficialismo. “Es el bandejero del Gobierno”, destacan en La Moneda, en donde recalcan que ha sido uno de los principales aliados de la política comunicacional y de seguridad del Presidente. Pero su constante enfrentamiento con los secundarios y la búsqueda de lograr que la Plaza de Armas sea “una Vitacura chica”, según sus pares de Chile Vamos, no sería suficiente.
En Renovación Nacional habría preocupación, porque sus cifras de conocimiento no “han aumentado tanto como otros alcaldes”, destaca un dirigente nacional, lo que tendría a la baja sus números para la reelección en los comicios del 2020. Pero Alessandri correría con una ventaja: “la falta de un candidato de oposición decente”, destacan desde el Concejo Municipal de Santiago.
La alarma se reencendió tras la ausencia de su nombre en la última CEP. Sus cercanos esperaban que el jefe comunal tuviera un mayor protagonismo, pero ni siquiera apareció en una encuesta que fue “muy beneficiosa para los alcaldes”, señala una fuente de RN. Una falta de conocimiento y proyección nacional que habrían lapidado la opción de tantearlo como una posible carta para la gobernación de Santiago. Una idea que rondaba entre los pasillos de Renovación Nacional desde hace unos meses, pero que desde la última CEP “sería difícil de materializar”, agregan.
Para el analista comunicacional Carlos Correa, Alessandri “es un alcalde que en una moledora de carne como Santiago no ha salido molido”. Un buen dirigente local, aunque “no es Lavín, no es una figura nacional”. Basa su despliegue político en el territorio, “tiene un estilo de trabajo bien de hormiga, vecino a vecino”, añade Correa.
Felipe Alessandri Vergara no es parte de la casta universitaria de la centroderecha, forjada en la Universidad Católica, aunque sí cursó sus estudios escolares en el Nido de Águilas. Es más “un político por herencia”, señalan desde el oficialismo, ya que es hijo del exalcalde y diputado Gustavo Alessandri. Sus cercanos lo identifican como uno de los “independientes” dentro de Renovación Nacional, además de tener ideas “más liberales” que las de su hermano, el diputado Jorge Alessandri (UDI).
Su carrera política comenzó en el 2004, cuando fue electo concejal de Santiago, cargo que ocupó en un solo periodo. Retornó al Concejo Municipal en el 2012, justo cuando su hermano dejó el puesto y tuvo un rol protagónico, al convertirse en uno de los principales opositores de la cuestionada administración de Carolina Tohá, a quien le ganó en los comicios de 2017. En paralelo, Alessandri cimentó su carrera como abogado, miembro del estudio Ossa Alessandri Abogados, de los juristas Francisco Ossa, Santiago Long, Manuel José Searle y el diputado UDI Javier Macaya.
Su entorno político de confianza es reducido y cuenta con varios asesores cercanos al piñerismo, razón por la que llamó la atención su crítica al viaje a China de los hijos del Presidente, frase que fue vista como “un grave error”, en el círculo piñerista. A pesar de la equivocación, su rol es destacado por todos, más aún su coordinación con la ministra de Educación, Marcela Cubillos, y el ministro del Interior, Andrés Chadwick, en las agendas de educación y seguridad, área, esta última, en la que se especializó en el extranjero.
Para el director de Publicidad de la Universidad Diego Portales, Cristián Leporati, el alcalde Alessandri “es una especie de Lavín chico, en términos de ejecutor, pero sin las habilidades políticas y emocionales de Lavín. Sin duda, el alcalde de Santiago es una persona que está acorde a los tiempos, que da la cara, que está tratando de resolver el problema del Instituto Nacional y no lo ha escondido como la gestión anterior”.
“Es una persona que se percibe políticamente interesante, pero es tosco, le falta la mirada emocional”, apunta Leporati. El experto en comunicación señala que una de sus principales debilidades es su falta de creatividad, y la de su equipo, principalmente para dar solución a los conflictos que afectan directamente a los vecinos de la ciudad.
“Rompe Paga”, “Aula Segura”, la revisión de mochilas a secundarios, controles de identidad preventivos a escolares y la posibilidad de hacer una consulta para implementar el toque de queda a menores de edad después de la medianoche, y la pelea por aprobar Admisión Justa, son la punta de lanza con la que Alessandri ha dirigido su periodo como alcalde la Santiago. Una batalla “bien escogida”, aseguran desde el concejo municipal.
Una buena estrategia, según Carlos Correa, porque “en esta contienda de la violencia en los colegios la derecha tiene un punto, ya que la mayoría de los apoderados empatizan con eso, están con el fin de la violencia en los colegios. Lo ven como símbolo de la lucha contra la violencia en los colegios”.
Una imagen que ha sido aprovechada por todo el oficialismo, que no ha dado tregua a los secundarios de los liceos emblemáticos. Los directores y directoras han sido “sus principales aliados”, destaca un dirigente de un emblemático, quien explica que el alcalde solo se reunió con ellos en tres ocasiones durante el 2018. Por el contrario, el verdadero nexo sería Yoris Rojas, la directora de la DEM de Santiago.
Alessandri ha recorrido distintos liceos emblemáticos, primero fue el de Aplicación, en donde aparecieron los primeros “Overoles Blancos”. El alcalde y los ministros Chadwick y Cubillos utilizaron el complejo caso del “Aplica” para impulsar Aula Segura, pero, tras lograr su aprobación, en una negociación cerrada con los senadores DC, el propio director del Liceo de Aplicación, Fernando Garrido, reconoció que el diálogo y cambio en la forma de operar de Carabineros disminuyó la violencia en el establecimiento.
Luego hubo un intento en el Liceo 1. Un reportaje de Canal 13 dejaba en evidencia un supuesto adoctrinamiento por parte de profesores y apoderados, exmilitantes de Frente Patriótico Manuel Rodríguez, a las estudiantes de la escuela. El reportaje mostraba a las niñas con capuchas del FPMR. La directora del colegio, Inés Aqueveque, arremetió contra las estudiantes, pero finalmente se supo que las imágenes correspondían a una obra de teatro para el curso de historia, lo que desinfló la polémica.
Desde el mundo educacional recalcan que una de sus principales aliadas es la directora del Liceo Darío Salas, Lilian Vincent, quien asumió a fines del año pasado.
Según los estudiantes del colegio, la directora es muy cercana al alcalde y ha implementado en varios casos “Aula Segura”. Durante abril estuvo en medio de una polémica luego de que se filtrara el contenido de un audio en donde trataba a una estudiante venezolana de “traidora”, ya que denunció por maltrato a un profesor.
Además, en mayo de este año, Allison Estay, presidenta del Centro de Estudiantes del liceo, quien fue expulsada por «Aula Segura», debido a una denuncia por haber golpeado a una funcionaria, debió ser reintegrada al establecimiento. Luego que en tribunales se emitiera una orden de no innovar en su caso, ya que la denunciante, una funcionaria que había llegado el mismo día al liceo, no dio testimonio de lo sucedido.
Su reincorporación no fue fácil, Allison señaló a El Mostrador que su caso “fue un montaje más” del alcalde Alessandri. Además destaca que estuvo meses sin clases, sin que el municipio le facilitara su incorporación en otro lugar. Además, a pesar de que llegó con la orden judicial para ser reincorporada, en el INBA se opusieron a hacerlo y finalmente tuvo que incorporarse a clases con efectivos de Carabineros y la PDI.
La nueva batalla que ha asumido el alcalde Alessandri es Admisión Justa. A mediados de este año se debe implementar el nuevo Sistema de Admisión Escolar (SAE) que elimina la selección en los colegios públicos y particulares subvencionados.
Junto con la ministra Cubillos, Alessandri ha sido uno de los principales impulsores de Admisión Justa, proyecto que busca restituir la selección en Liceos Emblemáticos, basado en el argumento del reconocimiento al mérito de los estudiantes. La iniciativa debería ser votada esta semana en la Cámara de Diputados.
Otro de los focos “populistas” que ha propiciado el alcalde es la batalla en contra de los vendedores y vendedoras ambulantes. El “Plan Comercio Justo” fue el elegido y sacó a 80 guardias privados a la calle, para vigilar al comercio irregular en los paseos Ahumada, Huérfanos, Estado y Puente, además del eje Alameda entre Santa Lucía y San Martín, entre las 07:00 y las 23:00 hrs.
De acuerdo a la última cuenta pública del jefe comunal, realizada fines de abril, tras un año de aplicación del programa, el comercio irregular habría disminuido en un 97% en el casco histórico. La policía antiambulantes habría requisado 185 toneladas de alimentos, 230 mil prendas de vestir falsas y 6.300 carros de comida que no contaban con autorización.
Lo que no mencionó Alessandri fue un hecho que despertó la ira de vecinos y ambulantes de Santiago, solo días antes de la Cuenta Pública del alcalde. A principios de abril, un vendedor ambulante ecuatoriano murió atropellado por un bus de RED, mientras huía de una revisión de Carabineros en Meiggs.
Tras su fallecimiento, los trabajadores ambulantes armaron barricadas y protestaron en el centro de Santiago. Siguiendo en la línea de la Twitter-denuncia, Alessandri subió un nuevo video, denunció que los vendedores ambulantes rompieron un ventanal del municipio,“un grupo violentista anárquico que no cree en el orden”, enfatizó. El alcalde, con ceño fruncido y voz de rudeza, aseguró que los vendedores rompieron la “historia” del edificio, mientras de fondo se observaba un orificio en una ventana.
Pese a que el alcalde ha librado una verdadera guerra contra los comerciantes ambulantes y creó un nuevo polo gastronómico en la Plaza de Armas de Santiago, en colaboración con empresarios, desde el Concejo Municipal señalan que intenta imponer una visión de ciudad que no es acorde a la diversidad que existe en la comuna.
“Él se imagina más a Vitacura que la comuna de Santiago, en donde hay distintos intereses, miradas y colores que se encuentran, y que él ha buscado barrer y sacar del espacio”, indica Irací Hassler (PC), concejala de Santiago.
Otro de los principales conflictos, según la concejala, es la seguridad pública. Un área en donde el Concejo Municipal no tiene mayor dominio, ya que durante el 2018 el alcalde pasó a la Corporación para el Desarrollo de Santiago la administración de las políticas de seguridad ciudadana, y su financiamiento también.
Hassler explica que durante el 2018 se creó un Plan de Seguridad de $1.800 millones, a los que se han agregado “cientos de millones más este año”. Pero el Concejo Municipal no tiene atribuciones para fiscalizar, como antes, ya que es una corporación privada.
El foco de la delincuencia se ha vuelto un verdadero hoyo negro en Santiago. Los vecinos de los barrios más periféricos denuncian que todos los recursos y política de seguridad se han enfocado en el casco histórico de Santiago. En opinión de la concejala Hassler, el alcalde “tiene a los barrios botados” y “el crimen organizado ha ido en aumento”.
Un caso que es recordado en los barrios de Santiago es la muerte de Margarita Ancacoy, trabajadora de la Universidad de Chile, que fue asesinada tras ser asaltada en Barrio República, por un celular y 5 mil pesos. A casi un año de su caso, los vecinos del sector no han visto grandes cambios.
Juan Carlos Arancibia, miembro de la Junta de Vecinos de Barrio República, recuerda que en agosto del año pasado se implementó un sistema de Comités de Seguridad, un plan de 75 días, que el alcalde Alessandri anunció con bombos y platillos. El plan incorporó reuniones con los vecinos y mayor contingente policial, pero tras los 75 días, “todo volvió a ser como antes”.
Arancibia recuerda que “se focalizó un trabajo, pero significó los mismos recursos. Nos llamó la atención porque pensamos que iba a ser algo especial para el sector”. Los vecinos se reunieron con la PDI y Carabineros, identificaron los focos de conflicto, pero “todo quedó ahí”, indica el dirigente vecinal.
Los vecinos apuntan a que toda la seguridad se ha focalizado en Santiago Centro, “estamos totalmente desvalidos, tenemos la Segunda Comisaría, que fue desmantelada, se llevaron a mucho personal para reforzar el casco histórico y central. Se aborda a los estudiantes, comercio ambulante, pero para las problemáticas comunes de los vecinos no hay nada”, enfatiza el dirigente vecinal.
Además, el destacado sistema, por parte de la alcaldía, “Sosafe”, solo serviría para dejar constancia de lo que ocurre, pero no se traduce en una denuncia en Carabineros, esto –según Arancibia– engañaría a los vecinos, quienes creen que las denuncias son oficiales. “Las estadísticas de asaltos se ven más bajas, porque se denuncia menos, además Carabineros tiene poco personal y la gente se demora mucho en hacer la denuncia”.
El Mostrador se contactó con la Municipalidad de Santiago para saber sobre la situación de los recursos para combatir la delincuencia, pero no obtuvo respuesta.