Investigación del Laboratorio Constitucional de la Universidad Diego Portales con jóvenes de entre 19 a 25 años evidenció una baja satisfacción con la democracia, la que es concebida como un “pacto” de ciertas élites en el cual ellos se sienten excluidos. Por otra parte, no asocian el término «participación» a la democracia ni a la militancia tradicional en partidos, ni en cualquier otra estructura más formal, sino que se relaciona a acciones positivas como voluntariados o bingos para ayudar al más necesitado. El adultocentrismo surge como una barrera a la participación, al igual que el miedo, principalmente en el ámbito universitario.
«Los jóvenes reconocen a la democracia como forma de gobierno, pero manifiestan muy poco interés en participar de ella». Bajo esa premisa, el Laboratorio Constitucional de la Universidad Diego Portales realizó un estudio cualitativo con el fin de «sistematizar y comprender los discursos dominantes sobre participación y democracia en los jóvenes», y que dio como resultado una concepción negativa de ésta última, la cual es vista como «falsa, injusta, no representativa y sorda».
El término «democracia» no es algo que surja espontáneamente en los relatos de los jóvenes. Se percibe con cierta lejanía y se ve como un “pacto” de ciertas élites respecto de la cual ellos se sienten excluidos.
Asimismo, perciben a los partidos políticos como instituciones que favorecen a grupos determinados y se sienten “estafados” por promesas incumplidas. No están interesados en la política formal ni tiene planes de participar en ella, señala el estudio. Tampoco se observa una renovación de la política, ya que ni siquiera surgió el nombre de Evópoli y el Frente Amplio.
Por contrapartida, se consolida una participación limitada que no se relaciona con democracia. En líneas generales, el concepto de “participación” se asocia con aspectos positivos como las acciones voluntarias. La participación es altamente valorada por los jóvenes, pero no en cuanto a la militancia tradicional en partidos, ni en cualquier otra estructura más formal, sino a partir de “causas” específicas como en voluntariados en el barrio, completadas o el bingo para ayudar a alguien que padece una enfermedad.
De hecho, esta desafección queda reflejada en el segmento de los estudiantes universitarios, donde se observa una brusca caída en la participación en las elecciones de federaciones en los últimos años.
Con todo, pese a que existe una baja satisfacción con la democracia, no son los jóvenes quienes más decrecen en su participación. De acuerdo a la última encuesta del Instituto Nacional de la Juventud (Injuv), la insatisfacción con la democracia es de 42% en los jóvenes y del 50% en adultos. Sin embargo, con el voto voluntario bajó la participación de los jóvenes de 23% a 22%, y en el caso de los adultos descendió de 55% a 36%.
En otro ámbito, la instancia arrojó que los jóvenes consideran a la familia, los amigos y las instituciones de educación como espacios de socialización de profunda importancia.
Sin embargo, el segmento social estudiado reconoce que no expresa su postura por el «miedo», ya sea a un conflicto familiar por opiniones divergentes, al rechazo de los amigos, a la estigmatización en las universidades o derechamente al acoso o persecución cuando se atreven a manifestar posturas contrarias a determinados grupos. El “adultocentrismo surge como una barrera a la participación”, señala el estudio.
Con respecto a las protestas sociales, se concuerda en la idea de que es el reflejo de la necesidad de expresarse emocionalmente, de ser reconocidos. En esta perspectiva, el marco institucional tradicional del nivel nacional e incluso universitario es incapaz de atender esta demanda menos racionalizada y más subjetiva que alude a ser escuchados, señala el estudio.
El estudio fue realizado entre abril y mayo, periodo en el cual tuvieron lugar elecciones como las de la FECH, protestas en Arquitectura de la Universidad de Chile por la carga académica y el debate por el nuevo currículo que deja optativo el ramo de Historia en 3° y 4° medio.
La investigación trabajó con cuatro grupos de seis integrantes cada uno de entre 19 y 25 años, los cuales representen distintos segmentos. Un grupo estuvo conformado por universitarios que señalan algún tipo de participación política; otro por militantes de colectividades políticas; un tercero, por jóvenes sin interés en ninguna forma de participación; y el último por estudiantes de Institutos Profesionales y Centros de Formación Técnica.