En un nuevo capítulo de La Semana Política en El Mostrador, el director ejecutivo Federico Joannon y la editora periodística Marcela Jiménez, conversaron con el analista internacional Raúl Sohr y el exembajador Pablo Cabrera sobre la intensa disputa por la hegemonía entre China y Estados Unidos, la que ha trascendido lo comercial. Una tensión que va en escalada y que ha salpicado directamente a Chile, donde las autoridades admiten en privado que no dimensionaron la profundidad de este conflicto.
Tensión e incertidumbre. La guerra comercial entre las dos mayores economías sacude al mundo. Tanto China como Estados Unidos no ceden y continúan con una disputa que ha causado impacto en gran cantidad de países, y Chile no es la excepción. Un desalentador crecimiento económico, un dólar por las nubes y un fuerte descenso en las exportaciones y el precio del cobre, son algunas de las consecuencias de esta contienda, y que tarde o temprano alterarán nuestro bolsillo. Para abordar este tema, en un nuevo episodio de La Semana Política en El Mostrador, el director ejecutivo Federico Joannon y la editora periodística Marcela Jiménez conversaron con el analista internacional Raúl Sohr y el exembajador Pablo Cabrera.
«Esto es una disputa por la hegemonía mundial, Estados Unidos es la primera economía del mundo y China es la segunda, bastante lejos todavía de EE.UU., pero muy por encima del tercero que es Japón», sostuvo Sohr.
«Esta disputa se está dando en el campo tecnológico, como hemos visto con el 5G, se está dando en términos comerciales a través de los aranceles y esto se está trasladando a terceros países. Tanto China como EE.UU. están llevando agua a su propio molino y uno de los campos es el tema de Huawei de los teléfonos móviles y las telecomunicaciones. En el caso de Chile, específicamente la fibra óptica que se quiere tender desde China a Magallanes», precisó.
Por su parte, Cabrera dijo que «en beneficio del rigor, no estamos en una guerra. Yo no coincido que sea una hegemonía por la disputa del mundo. Esto es una disputa comercial, en lo que se refiere al comercio internacional y en las comunicaciones principalmente. No creo que sea una disputa que vaya a pensar que China quiere dominar el mundo imponiendo un tipo de sistema o una ideología».
«La lucha por el poder se da en los temas del comercio internacional y global donde China, hasta hace muy poco, era un país en vías de desarrollo y está disputando con un país tradicionalmente en desarrollo y una potencia mundial como EE.UU, un predominio por las comunicaciones en el mundo que es lo único que estaba inexplorado», explicó.
Con respecto a la posición de Chile, Marcela Jiménez sostuvo que «desde el Gobierno hay tres puntos que son claves: primero el mea culpa de que no dimensionaron en la profundidad correcta y que no miraron realmente cuánto podía escalar este conflicto. Segundo, hay gente en el Gobierno que entiende el conflicto como una disputa por la hegemonía de un orden mundial. Y tercero, hay mucha preocupación porque sienten que, cada vez que hay tregua, siempre se reactiva el conflicto de una forma más fuerte y en escalada».
«Como vienen procesos electorales en EE.UU., tenemos un Presidente Trump bastante complejo por así decirlo, porque no actúa con criterios de Estado, sino que es un liderazgo muy populista. Todo apunta a que esto irá subiendo de tono y eso es lo que complica a algunas autoridades de Gobierno», agregó.
En este sentido, Federico Joannon señaló que «tenemos presión desde EE.UU. con un ministro que viene acá a pedir casi la prueba de amor, China está aumentando presión, tenemos un embajador chino que cambió el tono y viene golpeando mesa y poniendo límites –incluso no tan diplomáticamente en ocasiones– para llevar agua a su molino. Vemos que la economía chilena está con problemas producto de este conflicto, el dólar a más de 720 pesos, menos exportación de cobre y más barato. Todo eso pegándonos de lleno».
«Pero por otro lado Chile sigue abriéndoles la puerta a los chinos con la fibra óptica y EE.UU. bastante incómodo y molesto con esto. En este escenario, ¿qué tiene que hacer Chile para poder ser menos afectado?», planteó Joannon.
«Lo que estamos viendo es una potencia ascendente que comienza a desplazar al imperio hegemónico (…). Yo creo que esto es una disputa muy profunda que va, a mi juicio, mucho más allá de lo comercial. Lo comercial sería absolutamente fácil de resolver, es decir, Estados Unidos en el plano comercial ha dicho que compren más productos agrícolas estadounidenses, compren más gas y China podría compensar la balanza sin grandes dificultades, pero EE.UU. le ha dicho que no quieren la intervención del Estado en ciertos rubros estratégicos, es decir, están yendo a la médula de lo que es el modelo chino», detalló.
«Hay una serie de campos en los que la economía china no solamente es planificada, sino que es totalmente dirigida centralmente y el Estado juega un rol protagónico. Estados Unidos dice que ese modelo no lo aceptarán y que quieren cambios reales», añadió.
En cuanto a Chile, Sohr indicó que «difícilmente va a poder enfrentar esta situación solo, acá también hay una respuesta regional. Todos los países latinoamericanos, especialmente los sudamericanos, tienen a China como su principal socio comercial, por lo que, de una manera u otra, acá va a haber una presencia china muy importante y eso no va a cambiar».
«Estados Unidos puede hacer todas las presiones, pero su poder ya no es el que era al salir de la Segunda Guerra Mundial y va a tener que aprender a convivir con la presencia económica y tecnológica china», precisó.
Ante esto, Marcela Jiménez se focalizó en el «factor Trump»: ¿estaríamos en este escenario de conflicto con otra administración en la Casa Blanca con un demócrata o con otro republicano?, preguntó.
«El TPP fue una iniciativa del Presidente Barack Obama y su objetivo principal era generar un acuerdo de libre comercio en el que no estuviera China. Muchos de los demócratas coinciden en que China tiene prácticas desleales comerciales, que roba patentes, que no cumple con los acuerdos que obliga a las empresas a transferir tecnologías», respondió Sohr.
«Y siempre está el Estado chino al final del túnel, ¿qué tiene que hacer la política exterior chilena para no verse aún más afectada?», consultó Joannon.
«Chile está muy jugado con EE.UU. Hay una alianza muy estrecha», puntualizó Sohr.
«Entonces Chile, frente a una decisión, tendría que irse con Estados Unidos», complementó Joannon.
«Esa decisión está tomada. En el hipotético caso de que se llegue en algún minuto a tener que tomar una decisión de ‘me voy con uno o con otro’, la decisión está tomada y es Estados Unidos. Mientras estén estas autoridades, va a ser así», sostuvo Jiménez.
«No hay ninguna duda de que va a ser así cualquiera sea la autoridad, porque Chile depende mucho más de EE.UU que de China», apuntó Joannon.
Según afirmó Sohr, “Chile hasta ahora ha sido bastante renuente a las inversiones chinas, si uno compara con Perú, donde la presencia china es mucho mayor en términos de inversiones. En cambio, en Chile es relativamente muy baja y eso responde a decisiones políticas. Es decir, acá hubo negociaciones para el ingreso de China al sector minero que estaban bastante avanzadas y finalmente Chile sacó la oferta”.
A propósito de la política exterior de Chile, Cabrera indicó que «yo creo que cometimos un error garrafal, que es tener alianzas estratégicas con los Estados Unidos (…). Yo estoy convencido de que desde el momento que tenemos una alianza estratégica para los dos lados, tendríamos esta posición privilegiada de ser, quizá, el único país marítimo del sur en tenerlas», agregó.
Chile es un país muy presidencial. ¿Tenemos a un Presidente de la República preocupado de esto?, planteó Joannon.
Sohr señaló que «yo lo veo muy en la vena de la alianza con EE.UU. y de no malquistarse bajo ninguna circunstancia con Estados Unidos. En cambio, si en Argentina se concreta la elección de Alberto Fernández como presidente, va a tener una posición mucho más abierta hacia China”.
«Tiene un desafío el Presidente, que va a ser acoger una cumbre a fin de año de dos temas que acaparan la atención de la agenda mundial. El APEC en su dimensión económica comercial y la COP25, que obviamente es una preocupación central», sostuvo por su parte Cabrera.
«Es decir, nuestro comercio y relación con China pudiera ir a la baja», complementó Joannon.
«De todas maneras, porque la economía china se está resintiendo por razones internas y por la disputa con EE.UU., de manera que China está importando menos de Chile y de toda América Latina, pero quizá en esta disputa uno de los beneficiarios va a ser Brasil. China va a comprar más carne brasileña, va a comprar más granos y soja a Argentina y Chile no es un gran exportador agrícola hacia China, de manera que esto va a redibujar un poco el mapa y, en ese contexto, creo que Chile va a quedar más del lado filoamericano», concluyó Sohr.