Desde que comenzó la crisis social que vive el país, el Presidente Sebastián Piñera se limitó a realizar puntos de prensa sin aceptar preguntas de los periodistas. Tras más de dos semanas de silencio, el Mandatario decidió hablar, en extenso, con un equipo de la BBC de Londres que llegó a Chile, al igual que otros medios, a realizar una cobertura del estallido. En la entrevista negó tajantemente que vaya a renunciar porque fue «elegido democráticamente por una enorme mayoría de chilenos» y se resiste a iniciar el debate sobre una Nueva Constitución, porque «hay algunos a los que no les importa nada el fondo, lo único que quieren es el método». También habló sobre la violencia de Carabineros y las Fuerzas Especiales, donde explicó como es el procedimiento y negó el abuso, tras ser increpado por la periodista. «No confunda la acción de una persona, que tal vez cometió un error, de la instrucción que le hemos dado a nuestras fuerzas. Nuestras fuerzas policiales están totalmente comprometidas con el respeto de los derechos humanos y totalmente comprometidas con el uso racional y proporcional de las fuerzas», sentenció, agregando que el uso de bombas lacrimógenas es el último recurso de los uniformados, ya que primero observan y después intentan dialogar con los manifestantes.
Son las dos de la tarde y en el centro de Santiago empieza a sentirse que regresa la intranquilidad. Bocinazos, silbatos y cánticos se escuchan desde el palacio de La Moneda.
Cientos de personas ya marchan por fuera de la sede presidencial.
Las protestas no le han dado tregua al gobierno de Sebastián Piñera desde que ordenara el alza en la tarifa del metro el 18 de octubre pasado, día en que estalló la crisis política y social más profunda de los últimos 30 años en el país sudamericano.
El gobierno suspendió la subida del precio del transporte público e incluso se comprometió a impulsar una agenda social con medidas largamente esperadas por muchos chilenos, como el aumento del 20% de las pensiones. Pero nada parece calmar la furia de la calle.
En entrevista con la BBC, la primera desde que estalló la crisis, Piñera defiende su decisión de decretar el estado de emergencia (y con ello, haber sacado a los militares a la calle), habla de las grietas del sistema político y económico chileno y asegura que, a pesar de los llamados para que renuncie, no piensa hacerlo.
A continuación, un extracto de la entrevista a Piñera de las enviadas especiales de la BBC a Chile, Katy Watson y Fernanda Paul*.
Usted dijo que Chile era un oasis dentro de América Latina, pero es también uno de los países más desiguales entre los más desarrollados…
Eso no es cierto. Chile está en promedio en términos de desigualdad en América Latina. Por supuesto, sigue siendo un país muy desigual y es por eso que estamos luchando para vencer la pobreza y reducir la desigualdad, pero no es el país más desigual de América Latina.
Pero según la OCDE…
Si nos comparamos con los países de la OCDE, esa es una realidad. Si nos comparamos con América Latina, esa es otra realidad. Estamos totalmente comprometidos con derrotar la pobreza, aumentar la movilidad social y reducir la desigualdad.
¿Qué autocrítica debe hacerse su gobierno y usted ante el estallido social?
Muchas autocríticas y las estamos haciendo. Por de pronto, nadie predijo o tuvo la sensibilidad para darse cuenta de esto. No escuchamos con suficiente atención, no entendimos con suficiente claridad el mensaje. Y esta no es una crítica solamente al gobierno, esto se viene acumulando hace décadas.
¿Y cuáles son, para usted, las grietas del sistema político y económico chileno que se vienen acumulando hace décadas y que llevaron al estallido social?
Creo que hay varias grietas. A pesar de que hemos reducido la desigualdad, Chile todavía es un país demasiado desigual. La gente tiene la percepción, y con mucha razón, de que en Chile hay demasiados abusos. De que hay muchas empresas que no respetan a sus clientes, a sus trabajadores y el medioambiente. Después de mucho tiempo de acumular, decidieron manifestarse con toda la fuerza que lo han hecho.
Hubo protestas en 2006 y 2011 que tal vez no fueron tan grandes pero usted ha estado en política mucho tiempo. Este estallido social no puede haber sido una gran sorpresa para usted…
En las últimas dos semanas hemos estado experimentando dos fenómenos diferentes, de naturaleza distinta. Primero, y esto fue absolutamente inesperado, una gran ola de destrucción, de violencia, de una manera muy organizada. Pudieron dañar o quemar hasta las cenizas casi 100 de las 136 estaciones de metro, además de supermercados, comercios, pequeñas tiendas.
Esa violencia no puede ser admitida, no está dentro de la ley. Tuvimos que usar herramientas democráticas y constitucionales, como el decretar el estado de emergencia, para restituir el orden público y proteger a nuestros ciudadanos.
Una historia muy diferente son las manifestaciones legítimas y las protestas de los ciudadanos chilenos. Por supuesto que las personas tienen derecho a protestar. Y reconocemos eso y protegemos ese derecho porque es parte de nuestra democracia.
Pero en las calles de Santiago no pareciera que estuvieran protegidos. Hemos visto a padres corriendo con sus hijos intentando evitar bombas lacrimógenas cuando estaban protestando pacíficamente…
Cuando esto sucede, hay grupos delictivos que usan todo tipo de violencia, que están determinados a quemar todo hasta dejarlo en cenizas…
Pero ese grupo es pequeño.
Sí, es una pequeña cantidad y es por eso que hice una clara distinción entre los grupos organizados, que están dispuestos a destruirlo todo y no lo podemos permitir, y los millones de chilenos que protestan. Reconocemos su derecho a protestar, los estamos escuchando con mucho cuidado y hemos reaccionado.
El problema es que cuando tienes estos tipos de violencia, las personas que más sufren son las personas más humildes y de clase media.
Es por eso que yo lamento tanto el tremendo daño que esta ola de violencia y destrucción ha generado en las personas con ingresos bajos, y no podemos permitirnos en un estado democrático que las personas piensen que pueden hacer lo que quieran. Porque al final del día, destruirá nuestra democracia y dañaremos a la mayoría de nuestros ciudadanos.
Hay un sentimiento de que las policías han usado en exceso la fuerza en las protestas pacíficas. Naciones Unidas se encuentra actualmente en el país.
Tuvimos que llamar al estado de emergencia porque esa era la única forma de restaurar el orden público y proteger a nuestros ciudadanos. Cuando lo hicimos, tomamos muchas precauciones. En primer lugar, llamamos a nuestro instituto nacional de derechos humanos para que se encargara de proteger los derechos humanos y les dijimos que les daríamos todas las facilidades, todos los recursos logísticos para que puedan cumplir con su deber.
En segundo lugar, establecimos lo que llamamos las reglas de uso de la fuerza, que están absolutamente de acuerdo con los estándares más altos del mundo y les dijimos a todas las personas a cargo de esto y también a la policía que tenía que obedecer y cumplir esas reglas.
Tercero, llamamos a la fiscalía y les dijimos que tenían que investigar cada presunto delito o uso excesivo de la fuerza. Puedo garantizar que para mí y para mi gobierno el compromiso con los derechos humanos es el más alto y es por eso que tomé todas las precauciones.
Por supuesto, hay quejas sobre el uso excesivo de la fuerza y los derechos humanos. Si eso sucedió, puedo garantizar que será investigado y procesado por nuestro sistema tradicional. No habrá impunidad. Ni con las personas que prendieron fuego a los supermercados y a la mayoría de nuestras estaciones de metro, ni con aquellas que eventualmente cometieron un exceso de uso de la fuerza o el crimen. Así es como lo haremos en una sociedad democrática como la nuestra.
Ya no hay estado de emergencia, pero todavía hay una fuerte presencia policial en la protesta. Eso sí intimida a las personas y lo he visto donde las familias protestan pacíficamente.
También he visto eso. El estado de emergencia se encuentra dentro de nuestro marco constitucional. Es parte de nuestras herramientas democráticas y, como presidente, no solo tengo el derecho, sino el deber de usar esas herramientas cuando el orden público y la seguridad de nuestra gente no están protegidos.
Por supuesto, la fuerza policial actúa protegiendo el orden público, a veces cuando dentro de un grupo de personas hay algunos delincuentes que quieren incendiar más estaciones de metro, tienen que actuar y a veces tenemos inocentes heridos y lo lamento, lo lamento mucho.
Es por eso que he estado extremadamente preocupado por el uso de la fuerza racional y proporcional. Usted me dice que eventualmente algunas personas han cometido errores o han hecho uso excesivo de la fuerza o han cometido delitos, eso no está permitido, será investigado y si ese es el caso, sancionará.
En la calle se siente un uso de la fuerza desproporcionado…
Explicaré cómo debe funcionar las fuerzas policiales. En primer lugar, tienen que tratar de actuar solo con su presencia. Luego, deben intentar convencer a las personas cuando están cometiendo disturbios y luego, solo en casos extremos y de manera proporcional, pueden usar gases lacrimógenos o agua…
No hay negociación entonces, porque se ha ido directo al paso número tres...
No, ese no es el caso.
Hemos estado allí…
Yo también he estado allí. No confunda la acción de una persona, que tal vez cometió un error, de la instrucción que le hemos dado a nuestras fuerzas. Nuestras fuerzas policiales están totalmente comprometidas con el respeto de los derechos humanos y totalmente comprometidas con el uso racional y proporcional de las fuerzas.
Ha habido más de 2.000 personas heridas y casi mil de ellas son miembros de la policía. Algunos de ellos están arriesgando sus vidas ahora. Entonces, a veces tienen que controlar grupos muy violentos y tienen el derecho de protegerse en el marco del uso de la fuerza que habíamos establecido, y que todos conocen bien, y de acuerdo con los más altos estándares de la ONU.
Se dice que su gobierno no ha sido capaz de atenuar las manifestaciones. ¿Perdió el control de la calle, presidente?
Por supuesto que hemos tenido muchas dificultades porque hemos sido atacados por grupos muy organizados, muy violentos, que no respetan a nada ni a nadie, que están dispuestos a quemarlo todo, y por supuesto no es fácil restablecer el orden, especialmente cuando tenemos que respetar las reglas de la democracia, el debido proceso, la presunción de inocencia. Pero hemos ido avanzando y hoy Chile está mucho más pacífico, con más control sobre el orden público y más seguridad ciudadana que hace una semana atrás.
Como usted dice, hay un grupo pequeño que ha hecho actos violentos. Pero la mayoría de los chilenos parece querer un cambio sustancial. Su aprobación es del 13%, ¿cree que la gente tiene fe en que usted será la persona que liderará este cambio?
Bueno, yo tengo fe. Porque mi deber como presidente, y prometí cumplir con ese deber, es mejorar la calidad de vida de nuestros ciudadanos.
Pero usted ya ha sido presidente antes, no es nuevo en esto. La gente siente que ha estado en este trabajo el tiempo suficiente y que la política necesita un cambio sustancial. Hay personas que piden una nueva constitución, quieren un nuevo Chile.
Espera un momento. La gente quiere una mejor calidad de vida, mejores pensiones, mejores salarios, salud y educación, pero no confundamos lo que la gente quiere con los grupos pequeños que pretenden representar a la gente. He escuchado la voz del pueblo chileno. Es por eso que construimos en cuatro días una agenda social muy poderosa y fuerte que deberá contar con gran cantidad de recursos para acelerar el proceso de mejoras.
Muchas personas estarán en desacuerdo con eso. Algunos dicen que son cambios cosméticos y que el cambio en su gabinete, por ejemplo, no fue suficiente.
Hay gente que siempre dirá que lo que hacemos no es suficiente y que todo es cosmético. ¿Cómo puede ser cosmético? Estamos haciendo cosas que en Chile nunca antes habíamos hecho.
Pero no es convincente…
He estado en el cargo durante 19 meses. Antes que yo, las mismas personas que dicen esto, estaban en el gobierno…
Y antes estaba usted en el gobierno, así que tampoco es nuevo.
Este problema se ha acumulado durante los últimos 30 años.
Y usted es responsable de algunos de estos problemas…
También soy parte y asumo mi responsabilidad, pero no soy el único. Por supuesto que me gustaría resolver todos los problemas en un segundo. Pero no puedo hacer eso. Lo que haremos es aumentar la cantidad de recursos y mejorar la calidad de nuestras políticas sociales.
Proponemos aumentar las pensiones en un 20% en los próximos 30 días, proponemos aumentar el ingreso mínimo de 300 a 350 en los próximos 30 días. Propusimos reducir el precio de nuestros medicamentos y el precio de la electricidad, del sistema de transporte. Así que estamos haciendo muchas cosas que nunca antes habíamos hecho.
Ahora, algunas personas dirán que eso no es suficiente. Bueno, tienen derecho a tener todas las opiniones, pero creo que estamos haciendo un gran esfuerzo para escuchar a la gente.
¿Cómo se sale de esta crisis? Se ha hablado de nueva constitución, de asamblea constituyente, ¿su gobierno está dispuesto a liderar un proceso de cambio?
Lo que quiero es lograr un acuerdo, escuchar a la ciudadanía con atención y humildad. Ponernos de acuerdo en el mundo de la política. A nosotros nos cuesta mucho impulsar la agenda legislativa en el parlamento porque tenemos minoría y nos bloquean muchos de los proyectos de ley, por ejemplo, la reforma a las pensiones. Necesitamos unidad, acuerdos, grandeza, responsabilidad.
Por supuesto, después de restaurar el orden público y poner en marcha la agenda social, no termina el debate y vendrá una segunda etapa en que estamos dispuestos a conversarlo todo, incluyendo una reforma a la constitución.
¿Incluyendo también asamblea constituyente?
Hay que partir por ponernos de acuerdo en qué queremos, qué cambios queremos introducirle a la constitución. Hay algunos a los que no les importa nada el fondo, lo único que quieren es el método. Y yo digo que en una democracia como la chilena, hay una instancia para discutir las reformas constitucionales y esa instancia es el Congreso. Y el Congreso podrá decidir el camino a seguir.
¿Qué tanto está dispuesto a ceder el gobierno de su programa? La oposición ha pedido eliminar las reformas tributarias y de pensiones porque dicen que ya no son adecuadas.
Bueno, por supuesto que un presidente escucha la voz de la gente y también entendemos que como no tenemos mayoría en el parlamento tenemos que ir con una espíritu de diálogo, de búsqueda de acuerdos, y eso exige ceder por ambas partes, pero sin perder el objetivo final.
Nuestro objetivo final es mejorar las pensiones en forma significativa porque entendemos que ahí hay una injusticia y una carencia que se acumula hace tiempo, mejorar los ingresos de los chilenos, mejorar la seguridad de los chilenos y el acceso a los servicios básicos. En eso estamos trabajando y por tanto el norte no lo vamos a cambiar. Pero por supuesto que estamos abiertos a lograr acuerdos y para eso siempre hay que ceder.
La gente está enojada con los políticos, con la élite, el hecho de que usted dijeran de que Chile estaba en guerra…
En guerra contra la violencia, en guerra contra el crimen, en guerra contra la pobreza, en guerra contra la desigualdad, por supuesto.
Pero lo dijo en un tono agresivo que no le ayudó…
En ese momento, cuando comenzamos este estado de emergencia, creo que todos los alcaldes de todas las comunas de Santiago me estaban pidiendo hacerlo. Porque en ese momento todo estaba fuera de control.
Su decisión de sacar a los militares a la calle trajo recuerdos de la dictadura, la gente se sintió incómoda con eso. ¿Cómo usted cree que será recordado en la historia?
Luché contra todo tipo de dictadura o gobierno dictatorial. Luché por recuperar nuestra democracia hace 30 años. Estaba en esa línea y para mí esos tiempos nunca serán olvidados, así que tengo en mente esos pensamientos. Es por eso que cuando decidí decretar el estado de emergencia tomé todas las precauciones necesarias para proteger los derechos humanos.
Por supuesto, no puedo garantizar que eventualmente, y creo que probablemente sea el caso, algunas de las fuerzas militares o la policía hayan hecho uso de fuerzas excesiva o que hayan cometido delitos. Eso no será olvidado, será investigado y será juzgado por nuestro sistema tradicional.
Y lo mismo con los delincuentes que prendieron fuego a nuestro sistema de transporte, a nuestros supermercados y a las pequeñas tiendas. No aceptaré ningún tipo de violación de los derechos humanos.
¿Se arrepiente de la forma en que ha manejado esta crisis?
En las últimas dos semanas solo he tenido tiempo para tratar de resolver el problema, para tratar de encontrar la manera de restaurar el orden público, para proteger la seguridad de nuestros ciudadanos, para escuchar lo que dicen y construir una agenda social. Después de resolver este problema, tenemos todo el tiempo del mundo para ver qué podríamos haber hecho mejor.
Hay quienes quieren presentar una acusación constitucional en su contra, quienes piden su renuncia. ¿Tiene fe en que va a llegar al fin de su gobierno?
Por supuesto que voy a llegar al fin de mi gobierno. Fui elegido democráticamente por una enorme mayoría de chilenos y tengo un deber y compromiso con esos que me eligieron y con todos los chilenos.
Si alguien quiere hacer una acusación constitucional, está en su derecho pero yo estoy absolutamente seguro que ninguna de ese tipo de acusaciones va a prosperar porque la solución en democracia es respetar las reglas de la democracia y no atentar contra la democracia pretendiendo desestabilizar a un gobierno que ganó las elecciones legítimamente y por una amplia mayoría.
*Algunos extractos de la conversación fueron editados para dar mayor claridad.