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Prueba no superada: estallido social hizo crujir al Frente Amplio PAÍS

Prueba no superada: estallido social hizo crujir al Frente Amplio

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Macarena Segovia
Por : Macarena Segovia Periodista El Mostrador
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Han sido meses críticos para el conglomerado –en estos dos meses las renuncias de parte de sus huestes lo han dejado reducido a solo tres organizaciones–, el mismo que hace solo dos años era la promesa para la reinvención de la política. La votación dividida ayer en la Sala de la Cámara de Diputados sobre la reforma para el plebiscito del 26 de abril, fue una nueva muestra de las fracturas internas. Hoy, el gran consenso al interior del FA es que sus integrantes «no pasaron la prueba», que se parlamentarizaron y que ahora deben hacer un trabajo de hormiga para recomponer confianzas. Para algunos «ya es muy tarde».


El 18 de octubre marcó un punto de inflexión en la realidad del país. El impacto del estallido social ha sido tal, que no solo generó la presión social para iniciar el proceso para una nueva Constitución, sino que puso a prueba cuánto calzan las fuerzas políticas, sus dirigentes y liderazgos para hacer frente a la compleja situación nacional. A la luz de las demandas para corregir las desigualdades y la impugnación al mundo político institucional, todo indicaba que el Frente Amplio (FA) –nacido como una reacción ante la crisis de la política y con un arraigo en el movimiento social– tendría las habilidades para navegar con mejor brújula en este par de meses, pero en la práctica la coalición ha terminado fracturada y agónica.

En los últimos dos meses, el conglomerado se ha visto aquejado por quiebres y fuertes críticas al papel que han jugado sus parlamentarios y parlamentarias. La firma del acuerdo del 15 de noviembre para una Nueva Constitución gatilló renuncias y la «funa» –en varios espacios sociales organizados– hasta de una de sus principales referentes, Beatriz Sánchez. Así, las críticas al Frente Amplio por estos días oscilan entre que la coalición cayó en la “política de los mismos de siempre” hasta que “no ha estado a la altura de los tiempos”.

La última tensión se dio ayer en la Sala de la Cámara de Diputados. La jugada del oficialismo de rechazar las indicaciones para la paridad de género, los escaños para pueblos originarios y la igualdad para independientes, dejó entre la espada y la pared a la bancada del Frente Amplio, cuyos diputados repitieron una y otra vez que no habría acuerdo sin esos tres puntos incorporados. La votación estuvo dividida: las diputadas de Comunes, Camila Rojas y Claudia Mix, más la bancada de RD –excepto la diputada Maite Orsini– optaron por votar a favor del acuerdo que establece el plebiscito para el 26 de abril, mientras que la bancada de Convergencia Social, más Orsini, se abstuvieron, menos el diputado Gabriel Boric.

Votación dividida que se suma a la del proyecto de Seguridad Pública del Presidente Sebastián Piñera, que fue aprobado en general por Convergencia Social y Revolución Democrática, mientras que en Comunes se obtuvieron. Las organizaciones sociales los trataron de “traidores” y de apoyar una agenda que criminalizaría el movimiento social. Fue tal el ruido interno, que ese episodio generó que parte de Convergencia Social dejara el partido, al igual en RD, lo que trajo consigo “tensas horas al interior”.

Pero “lo más doloroso” –aseguran desde el FA– fue la renuncia del Partido Humanista, que abandonó la coalición. “Nos dejó cojos”, reconocieron en el Frente Amplio. La escisión del PH se desató a raíz de la firma del acuerdo constitucional el 15 de noviembre. Comunes y RD fueron los firmantes como partidos, los humanistas se restaron y, pese a que la presidenta de Convergencia Social, Gael Yeomans, no firmó, el diputado Boric plasmó su nombre entre los presidentes de partidos esa noche. Eso provocó la renuncia del alcalde de Valparaíso, Jorge Sharp, a su militancia, la salida de Igualdad del Frente Amplio y dio inicio a una verdadera batalla interna con los grupos más de izquierda en organizaciones sociales, que muchas veces los expulsaron hasta de las asambleas.

[cita tipo=»destaque»]La última tensión se dio ayer en la Sala de la Cámara de Diputados. La jugada del oficialismo de rechazar las indicaciones para la paridad de género, los escaños para pueblos originarios y la igualdad para independientes, dejó entre la espada y la pared a la bancada del Frente Amplio, cuyos diputados repitieron una y otra vez que no habría acuerdo sin esos tres puntos incorporados. La votación estuvo dividida: las diputadas de Comunes, Camila Rojas y Claudia Mix, más la bancada de RD –excepto la diputada Maite Orsini– optaron por votar a favor del acuerdo que establece el plebiscito para el 26 de abril, mientras que la bancada de Convergencia Social, más Orsini, se abstuvieron, menos el diputado Gabriel Boric.[/cita]

En este panorama se suma la figura de la diputada Pamela Jiles, quien genera ronchas en el FA y ha sido una de las principales críticas del actuar de parlamentarios como Giorgio Jackson y Boric.

A estas alturas, la pregunta que ronda en el conglomerado es cuánto queda vivo del proyecto original del Frente Amplio, ese que se inició a fines del 2016 y se cristalizó en un masivo encuentro en el año 2017, el mismo que ganó una amplia bancada en su primera elección –20 escaños en la Cámara Baja y uno en el Senado– y que al poco tiempo de debutar en el Congreso fue acusado de perder la conexión con el movimiento social, “con la calle, con la gente”.

Las organizaciones que se han quedado tras estos dos revueltos e intensos meses son Revolución Democrática, Comunes y Convergencia Social (los piratas se encuentran en proceso de reflexión) y hoy subrayan que el ánimo “está más tranquilo a la interna”, que se ha retomado el ritmo de trabajo.

Para la presidenta del PH, Catalina Valenzuela, el Frente Amplio «cumplió su proceso como proyecto, que este no durará el tiempo que se imaginó es otra cosa, pero no es raro tomando en cuenta la aceleración de los procesos sociales”. Insistió en que los quiebres no revelan un fracaso, sino que “cumplió su objetivo, llegaron 20 diputaciones, una senaturía y un liderazgo para presidenciales, impensadamente en sus primeros 18 meses de existencia. Eso ya vale la pena como proyecto”. Agregó que «otra cosa muy distinta es tener la capacidad de asumir y adaptarse a los cambios sociales profundos, que tienen que ver con un cambio de era y se refleja a nivel mundial, ahí lo que nos falta es humildad y entender que cada cosa tiene su tiempo y nada ni nadie es imprescindible. Hay que abrir los espacios a los y las que vienen”.

La directora de Nodo XXI, Camila Miranda, destacó que “sobre el FA recaía una alta expectativa en el marco de la crisis general de la política. La dificultad para tomar acuerdos y sostenerlos conjuntamente más allá de la cuña diaria, junto a las múltiples presiones externas, han mostrado una fuerza poco coherente”. Puntualizó que “no es un fenómeno que pueda solo achacarse al FA, la crisis de los partidos con una alta parlamentarización de sus quehaceres se venía profundizando antes del estallido”.

Miranda precisó que en una fuerza relativamente nueva, «donde convivían experiencias de organizaciones en formación (varias provenientes de las movilizaciones estudiantiles) y partidos tradicionales (con una larga historia de alianzas electorales), la debilidad de la deliberación colectiva y la resistencia a discutir un proyecto común (más que programa) para darle profundidad a una alternativa, termina expresándose en el éxodo reciente”.

Para el exprecandidato presidencial del conglomerado, Alberto Mayol, que ya no es frentamplista, el espacio emergente perdió “su discurso político y proyecto político central, que es representar la oposición a la transición y el neoliberalismo. La parlamentarización de la coalición, marcada por el liderazgo de RD, habría llevado a que fueran serviles a esas mismas ideas que rechazaron».

El sociólogo afirmó que “los arrepentidos migran, no le pueden competir a RD y ya no disputaron la hegemonía del FA”, lo que –vaticinó– trae consigo un panorama de posibilidades muy reducido del Frente Amplio. Una preocupación que estaría vigente entre las fuerzas que se quedaron, incluido el alcalde Sharp, ya que pese a que renunció con parte de su equipo a La Convergencia, se mantiene como parte de la coalición.

Al interior del Frente Amplio reconocen que este tiempo ha sido un proceso “doloroso”, pero que tras la “depuración” de las fuerzas se han hecho más claras las posiciones y con quién se puede trabajar. A pesar de que los roces están a flor de piel y se ha visto en varias ocasiones a los parlamentarios del FA manteniendo discusiones en la Cámara de Diputados, aún existe la esperanza de que con algunas fuerzas se vuelva a trabajar en un futuro.

Algunos dirigentes del FA hicieron el punto respecto a que los conflictos que han experimentado tienen, más que nada, su razón de ser «en los egos» y en el hecho de que «se abandonó la política», al punto que «nadie pide perdón, nadie cede, nadie reconoce errores”. Dijeron que los principales responsables serían “la política de RD, Boric, Sharp y Jiles”.

La historia los condena

Historias de quiebres entre las organizaciones integrantes del Frente Amplio hay varias, tanto así que parece ser parte del ADN de las fuerzas de centroizquierda más jóvenes. Solo en la historia reciente, está el quiebre de Izquierda Autónoma en mayo del 2016, que terminó dando vida al Movimiento Autonomista, liderado por  Boric y un entonces desconocido Jorge Sharp, quien meses más tarde fue elegido alcalde de Valparaíso, dando origen a la alcaldía ciudadana junto a La Matriz, orgánica que también quebró con el equipo del MA que trabajaba en el municipio.

Ello condicionó el origen del frenteamplismo. Izquierda Autónoma armó un bloque junto a Poder y el partido Ecologista Verde, en respuesta a las conversaciones que mantenía RD con otras organizaciones que alguna vez compartieron la dirigencia del movimiento estudiantil en el denominado Bloque de Conducción, en el que estaban Nueva Democracia, Izquierda Libertaria y Socialismo y Libertad (SOL), estas dos últimas organizaciones con su propio quiebre tiempo antes.

En enero del 2017, el Frente Amplio los volvió a juntar a todos. Gran parte de ellos compartió militancia desde el denominado “Sin Fech”, bloque organizado que equilibró las fuerzas al interior del Movimiento Estudiantil del 2011, frente a la alianza mantenida entre las Juventudes Comunistas con la Nueva Acción Universitaria (de la UC), personificada en Camila Vallejo y Jackson.

A ese sector –que tenía un origen más estudiantil, compuesto por IA, MA, RD, ND, SOL e IL– se sumaron fuerzas con más años de historia, llegando a ser 12 organizaciones en un inicio. Allí fue “fundamental la entrada de los humanistas”, destacaron desde el conglomerado, ya que el partido del diputado Tomás Hirsch era el único con presencia nacional y, junto a Igualdad, tenían más experiencia política. “El PH llegó a ser el principal partido del FA el primer año”, agregaron.

Eso duró poco. Tras las elecciones presidenciales y parlamentarias de octubre de 2017, la colectividad que quedó más empoderada fue Revolución Democrática, que entonces era liderada por Sebastián Depolo, posible candidato a Gore por la RM para el 2020. RD no solamente logró la bancada más grande del frenteamplismo con siete diputados, sino que fue también la herramienta electoral para sustentar legalmente la candidatura presidencial de Beatriz Sánchez.

No solo eso, en el Congreso recalcaron que además “RD mantuvo el monopolio de las relaciones con la ex Nueva Mayoría, el primer año», eso a través de la dupla Boric y Jackson.

Durante el 2018, se iniciaron distintos procesos de diálogo entre movimientos del Frente Amplio, con el fin de aunar fuerzas, se consolidaron fusiones, una de ellas la de Izquierda Autónoma con el Partido Poder, que dio origen al Partido Comunes, el que cual tiene a las diputadas Mix y Rojas.

Más tortuoso ha sido el camino para Convergencia Social (CS), aunque desde su interior plantearon que “ha vuelto la paz al partido”. Surgió de la fusión entre Movimiento Autonomista, Izquierda Libertaria, SOL y Nueva Democracia, que también había sufrido un quiebre que llevó a parte de su militancia a Revolución Democrática. Se conformó sobre la base de tres tesis, propuestas por el “grupo pequeño” en el que están los diputados Boric y Gonzalo Winter, el “sharpismo” y una propuesta identificada con el diputado Diego Ibáñez.

El movimiento, que es presidido por la diputada Yeomans, es uno de los más trasquilados tras el estallido de octubre, principalmente por la firma de Boric en el acuerdo del 15 de noviembre. Desde La Convergencia afirmaron que “había razones previas”. Desde el círculo de Sharp resaltan que el diputado por Magallanes cometió “un profundo error, que pasa la cuenta hasta hoy en día”, además de “pasar por encima de la voluntad del partido”. A eso se sumó la salida de Izquierda Libertaria, aunque Yeomans se mantuvo junto a su equipo y otros militantes en la organización.

Al interior de Revolución Democrática también ha habido salidas, principalmente desde los sectores más de izquierda, algunas desde que desde que la bancada RD incentivaran la aprobación en general y una indicación de la Ley de Seguridad propuesta por el Gobierno. La falta de acuerdo interno llevo a que el presidente de la bancada, Pablo Vidal, dejara su puesto, el que fue asumido por la presidenta de RD, Catalina Pérez, y tras una serie de criticas, Orsini y Brito enviaron una carta pidiendo libertad de acción para la bancada de Revolución Democrática en este tema. Por otra parte, desde Convergencia Social subrayaron que el error en la votación es responsabilidad de las presidencias de RD y CS, que habrían sido Yeomans y Pérez las que habrían acordado aprobar el proyecto en general, jugada a la que se iba a sumar Comunes, aunque finalmente se abstuvo.

Con y sin

Tras lo ocurrido estos dos meses, en el Frente Amplio afirmaron que ahora la coalición pasa a “una nueva etapa más madura”. Está compuesto por las organizaciones históricas de esta izquierda renovada, ligadas al movimiento estudiantil, como RD, Convergencia Social y Partido Comunes. En el frenteamplismo hasta bromean con que ahora son pocos y por lo mismo pueden dialogar mejor: “Ya no hay problemas, estamos siempre de acuerdo”.

El sharpismo intenta rearmarse. Ahora, ya concluida la consulta ciudadana, se pondrían “manos a la obra” para tender puentes y reflexionar con otras fuerzas. Hasta el momento, serían el único lazo con los partidos Comunista y Humanista, ya que el resto tendría una suerte de “guerra” declarada con parte del PC y en especial con la figura del alcalde de Recoleta, Daniel Jadue.

Para Mayol, lo cierto es que “el FA queda fuera por completo, la reacción actual no tiene ninguna relación con el objetivo original del bloque. Liderazgos como el de Beatriz Sánchez se ven heridos de manera relevante en este proceso, se ve muy complejizada, Boric también sale con varios elementos complejos, si bien Jackson paga costos, al mismo tiempo se deshacen de quienes nunca estuvieron de acuerdo en que estuvieran. Lo de Jorge Sharp es un gran misterio, es el único que tiene una capacidad de trabajo político más relevante, pero aún no ha lanzado un movimiento”.

La directora de Nodo XXI destacó que tras la crisis hay “una oportunidad para pensar colectivamente en su futuro, el debate constitucional que requiere pensar la salida al neoliberalismo puede ser clave para alentar la discusión colectiva y pensar proyecto, el reloj corre. Los liderazgos tienen que ponerse a disposición de resoluciones colectivas, aunque sus tiempos sean diferentes al del debate diario del Congreso». Agregó que “la situación constituyente también será escenario de nuevos agrupamientos y representaciones. En ese contexto también el futuro como FA puede estar abierto”.

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