Con una escenografía pomposa, y evidentes guiños a los gobiernos anteriores, incluyendo gigantografías de Michelle Bachelet, Ricardo Lagos, Eduardo Frei y Michelle Bachelet, el Presidente Sebastián Piñera celebró sus dos años de Gobierno en una ceremonia marcada por la ausencia de la oposición. Pese a ello, el Mandatario ofreció un discurso que giró en torno a la figura de Aylwin, y reivindicó su política de los acuerdos, justo en el contexto de estos casi cinco meses de estallido social. En su intervención, el Presidente insistió en el tema de la violencia post 18-0, y en cuanto a medidas futuras, Piñera sólo adelantó que enviará 3 proyectos de ley para evitar abusos como la colusión y los delitos económicos, una agenda comprometida en diciembre del año pasado, pero que aún no tenía ningún avance concreto [ACTUALIZADA]
Una puesta en escena pomposa –que contrasta con los pálidos logros durante su período presidencial- desplegó el Ejecutivo en La Moneda para celebrar este 11 de marzo sus dos primeros años de gestión y los 30 años de la vuelta a la democracia.
La celebración montada por la administración Piñera, en un aniversario que se da en el contexto de los cinco meses de estallido social, estuvo marcada por la ausencia de la oposición que optó por restarse de la actividad argumentando que «no hay nada que celebrar».
El desmarque opositor no fue problema para Piñera, quien aprovechó el contexto para nuevamente apelar a la figura de Patricio Aylwin para reivindicar la necesidad de retomar las políticas de los acuerdos en este contexto de crisis social. Es más, rememoró parte del discurso del Primer presidente tras la dictadura, refiriéndose a él como «un hombre clave» y citó frases como la “patria justa y buena para todos” que empleaba el fallecido exmandatario DC.
En ese contexto, hizo un llamado considerando la situación actual, señalando que “podemos pensar distinto, viva la diferencia que enriquece el debate, pero también podemos caminar y construir juntos, y siempre tenemos que combatir la violencia y cuidar nuestra democracia».
Pero los guiños no solo fueron hacia Aylwin, sino también para los gobiernos anteriores y se desplegaron gigantografías no solo del primer presidente después de la vuelta de la dictadura, sino también de Michelle Bachelet, Ricardo Lagos y Eduardo Frei. “Fueron 30 años muy fecundos para Chile», dijo. Pero por otra parte, hubo un mea culpa al señalar que también durante ese tiempo «fuimos acumulando muchas falencias que han provocado un gran dolor en el alma de nuestra nación».
Lo cierto es que el Gobierno de Piñera llegaba a este aniversario con los números en rojo. Más allá del estallido, han sido dos años marcados por una conducción errática del Presidente, desde la nominación fallida de su hermano Pablo en la embajada de Chile en Argentina, pasando por la crisis ambiental de Quintero-Puchuncaví, y las magras cifras en el combate de la delincuencia y en el manejo de la economía, dos de sus principales promesas de campaña.
Pero en Palacio optaron por una puesta en escena grandilocuente, que incluyó el despliegue una alfombra roja para el ingreso al Patio de los Cañones de Sebastián Piñera y su esposa Cecilia Morel, mientras por parlantes se hacían llamados para que los aplaudieran y se mostraba un video en vivo del tránsito desde su oficina al podio.
Entre los invitados, el general director de Carabineros Mario Rozas, quien encabeza quizás la institución más fuertemente criticada durante el estallido, fue lejos el más aplaudido. En contrapartida, el contralor Jorge Bermúdez y el Fiscal Nacional Jorge Abbott fueron recibidos más bien con frialdad. De la oposición, uno de los pocos presentes fue Belisario Velasco, el exsubsecretario del Interior.
El discurso de Sebastián Piñera -que duró cerca de 30 minutos- estuvo enfocado principalmente en los hechos de violencia que se desataron a partir del estallido social del 18 de octubre. «El 18 de octubre se desató una ola de violencia inédita (…) cuya magnitud nunca antes habíamos conocido».
En ese sentido, el Presidente llamó a apoyar a Carabineros de Chile y a la Policía de Investigaciones (PDI) en el uso de la fuerza para mantener el orden público. «Todos tenemos un desafío, condenar la violencia, sancionar a los violentistas», fue otra de sus frases. También apeló al Legislativo, al pedirle “apurar el ritmo del trabajo legislativo para dar satisfacción a esta gran demanda y prioridad de nuestros compatriotas.
Respecto al proceso constituyente en marcha, el Presidente optó por el “ancho camino del miedo”, cuidándose de no jugarse por ninguna de las posturas en juego. «Estoy convencido que la inmensa mayoría de los chilenos queremos mejorar, perfeccionar, modernizar, cambiar nuestra Constitución», señaló.
El discurso quedó en deuda en cuanto a medidas futuras, porque no hubo grandes anuncios. Piñera sólo adelantó que enviará 3 proyectos de ley para evitar abusos como la colusión y los delitos económicos, una agenda comprometida en diciembre del año pasado, pero que aún no tenía ningún avance concreto.