El mismo día en que estallaron las primeras manifestaciones por la falta de alimentos para hacer frente a la pandemia, como ocurrió en la comuna de El Bosque, se conoce un estudio de la Asociación Chilena de Municipalidades y la Escuela de Gobierno Local, que vincula el movimiento social a partir del 18 de octubre del 2019 con la crisis sanitaria provocada por el COVID-19. A juicio de los investigadores, “la tensión podría estar latente”, y este escenario de demandas pendientes, sumado a la pérdida de empleos, deterioro de la actividad económica y las preocupantes proyecciones económicas, “podría derivar en un nuevo estallido social, pero quizás diferente al de octubre, tanto en sus demandas, objetivos, grupos, organización y territorios en que los hechos se presenten”. Por eso, identifican las posibles zonas de conflictos para orientar y focalizar políticas sociales y territoriales.
El estallido social hoy se encuentra en pausa pero perfectamente podría reactivarse. Esa es la hipótesis de trabajo del estudio elaborado por la Escuela de Gobierno Local, junto a la Asociación Chilena de Municipalidades (AChM), que vincula el estallido social del 18 de octubre del 2019 con la crisis sanitaria provocada por el COVID-19 y las consecuencias que tendrá en el plano social y económico para el país.
«Chile, al igual que el mundo entero, se ve enfrentado hoy a un desafío impensable: luchar con este enemigo oculto que es la pandemia, pero que a diferencia de otros países de Latinoamérica, arrastra un estallido social que hoy se encuentra en pausa y que no debemos olvidar», sostiene la investigación denominada “El territorio habla” y que se conoce este lunes, el mismo día en que estallaron las primeras manifestaciones por la falta de alimentos para hacer frente a la crisis del coronavirus, como ocurrió en la comuna de El Bosque.
El mapa del estallido social muestra los puntos críticos del conflicto. El sector de Plaza Baquedano y sus alrededores figuran como el epicentro de la crisis. El documento destaca, en la sección «hechos», ataques a estaciones de Metro, saqueos e incendios.
«El Centro de Santiago concentró gran cantidad de hecho del estallido social, no solo de día como era común durante las protestas de los años 80, sino que también al caer la noche, lo que se explica con la densificación y aumento de población joven en el centro», dicen las conclusiones.
«El eje tradicional Alameda-Plaza Baquedano se extendió hacia Tobalaba, transformándose este punto en un foco nuevo de enfrentamientos. Sin duda la Estación Tobalaba explica este nuevo foco en el corazón del barrio alto», agregan.
En cuanto al mapa de la pandemia, la investigación destaca aquellos puntos donde se estableció un cordón sanitario dentro de la Región Metropolitana. En la imagen aparecen reflejados los sectores de La Alameda, en el centro de Santiago, Independencia, Avenida Irarrázaval en Ñuñoa, las comunas de Estación Central, Quinta Normal y El Bosque.
Por otra parte, la Escuela de Gobierno Local hizo una correlación respecto a la expectación que generaba la llegada del mes de marzo, con la marcha de las mujeres y el retorno de las protestas tras el verano. Sin embargo, «en esos días axiales todo cambió en forma urgente por razones sanitarias».
En ese sentido, el panorama fue bastante distinto a lo que se esperaba: «Calles vacías, transporte público desocupado, familias en casa, cuarentenas, cierres sanitarios, apagaron el fuego del estallido social, con tanta rapidez como cuando surgió».
En ese contexto, los investigadores advierten que “la tensión podría estar latente y transformarse en otros hechos contenciosos, ahora gatillados por la epidemia: barricadas y cierres en pueblos y balnearios, amenazas y violencia en torno a migrantes, apedreamiento de viviendas de contagiados, hostigamiento al personal de salud, junto a hechos delictuales tradicionales como portonazos, asaltos, robos y funerales narco. Se suman algunas incipientes manifestaciones en una Plaza Baquedano repintada, asoman constantes barricadas y enfrentamientos en Peñalolén, y algunos ataques a unidades policiales que fueron notorios en el estallido social de octubre. Todo ello en estado de catástrofe y toque de queda en las noches».
De acuerdo con el estudio “esto podría derivar en un nuevo estallido social, pero quizás diferente al de octubre, tanto en sus demandas, objetivos, grupos, organización y territorios en que los hechos se presenten”.
Por eso, identifican las posibles zonas de conflictos para orientar y focalizar políticas sociales y territoriales. «Debemos estar atentos a los grandes desafíos que dejará esta crisis sanitaria en lo social, en lo económico y en la seguridad. Serán grandes problemas que deberán resolver las autoridades, y son los alcaldes los que están en el día a día junto a sus comunidades, conociendo de sus fortalezas y debilidades. Por lo tanto, son ellos los que tendrán una actuación importante junto a todos los chilenos en este gran desafío que será levantar a Chile», finaliza el estudio.