El nuevo jefe del Minsal asumió con un panorama cuesta arriba, debido a la pandemia avanzando hacia otras regiones, la mitad de la población del país en cuarentena total y una tensa relación interna entre los equipos del propio Ministerio de Salud. Enrique Paris debutó esta semana y todos los actores reconocieron que partió bien, marcó un nuevo estilo mucho más dialogante que el de su antecesor, Jaime Mañalich. Pero eso no basta, el crítico estado epidemiológico no le deja espacio para ensayos y muchos esperan que ya la próxima semana ponga en marcha su plan para lograr contener la crisis sanitaria del COVID-19.
El ministro de Salud, Enrique Paris, corre contrarreloj. Es la conclusión a la que llegan epidemiólogos, salubristas y el mundo político, al consultar cuánto tiempo tiene el nuevo jefe del Minsal para ejecutar el cambio de estrategia para afrontar la pandemia de COVID-19. Dentro del mundo de la salud reconocieron que partió con “el pie derecho”, que el cambio en la puesta en escena, las reuniones transversales y el tono más amigable que el de su antecesor, Jaime Mañalich, “dejan una buena primera impresión”.
Más allá de los aplausos iniciales, el expresidente del Colegio Médico (Colmed) no tiene tiempo para ensayos ni errores, tiene todos los ojos sobre él mientras la pandemia sigue avanzando hacia regiones y más de la mitad de la población del país está en cuarentena total. Paris debe moverse en un “tenso equilibrio” entre cumplir con los requerimientos epidemiológicos y del mundo salubrista tanto público como privado y, al mismo tiempo, lograr ganar espacio más político al interior de La Moneda, en donde “el criterio del segundo piso ha prevalecido en la última semana”, puntualizaron desde el oficialismo.
A pesar del estrenado nuevo estilo comunicacional, la semana fue bastante complicada para el ministro. Tras emitir un duro informe sobre el avance del coronavirus, la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Chile anunció que no seguiría modelando datos, debido a la falta de calidad y consistencia de las cifras entregadas por el Minsal y el Ministerio de Ciencia. Al mismo tiempo, Espacio Público lanzó un informe en donde, tras criticar duramente la efectividad de la cuarentena impulsada por el Gobierno, propuso la idea de implementar una “hibernación” en la Región Metropolitana (RM).
El concepto fue generando adeptos dentro del mundo de la salud, hasta en el propio equipo del Minsal, según contaron fuentes del oficialismo. Pero al interior de Palacio no tuvo la misma recepción. Fue visto como “un intento por marcarle la ruta al Gobierno”, que ya venía golpeado tras la salida de Mañalich y, por lo mismo, desde La Moneda recalcaron que “no era momento para mostrar debilidad”. Es por esta razón que se optó por reforzar la línea de la responsabilidad individual, debido a la alta circulación de personas en la RM, que puede llegar hasta un 75% en algunas comunas del sector sur.
[cita tipo=»destaque»]A esto se suma el alto tránsito de personas a pesar de las restricciones. Para Cristóbal Cuadrado es fundamental “mejorar la adherencia a las cuarentenas. Hoy hay demasiados permisos de empresas para que las personas puedan seguir trabajando, lo que ha sido uno de los principales problemas de cómo se ha llevado la implementación de las cuarentenas”. El académico de la Universidad de Chile subrayó que “la gente no sale a trabajar por gusto a las 7 de la mañana en medio de la pandemia, es absurdo echarle la culpa a la gente. La evidencia muestra que la gente de un nivel socioeconómico más bajo sale a trabajar en la misma frecuencia que lo hacía hace dos meses y medio. Entiendo que quieran armar la caricatura de que la gente anda paseando en la calle, pero esta es gente que tiene que salir a trabajar”.[/cita]
Una decisión que no habría convencido “desde un principio” a Paris, afirmaron desde el ministerio, pero que tuvo que aceptar debido a su falta de peso político –sin redes en los partidos y no es parte del círculo de hierro del piñerismo– para disputar la decisión en la interna de Palacio. De todas formas, el secretario de Estado salió públicamente –flanqueado por el ministro de Defensa, Alberto Espina, y la subsecretaria de Prevención del Delito, Katherine Martorel– a señalar que la “hibernación” significaba paralizar la Región Metropolitana y prácticamente cortar la distribución de alimentos, una arista que nunca habría sido mencionada en las conversaciones de Espacio Público con el jefe del Minsal, quien ayer dijo –en una entrevista en Radio Cooperativa– que “se malentendió” el concepto.
Además, Paris anunció esta semana que la cifra de contagios totales debía ser corregida, debido a que había 31 mil casos de coronavirus que no habían sido ingresados al reporte general del Minsal. Un reconocimiento que reafirmó las dudas que ha habido por meses sobre la confiabilidad de los datos oficiales entregados por el Gobierno, como lo sucedido con el doble catastro de fallecidos. También revivió el cuestionado concepto de la inmunidad de rebaño que defendía Mañalich, pues en entrevista con Radio Bio Bio afirmó que «cuantas más personas tengamos con anticuerpos IgG, se podrá contar con mayor porcentaje de inmunidad”, palabras que fueron interpretadas como una forma de justificar la laxitud de la cuarentena en Chile.
A pesar de estos traspiés, al interior del mundo de la epidemiología aún esperan que el titular de la cartera de Salud pueda dar pruebas de su cambio de giro, aunque recalcaron que el tiempo “se le acaba”. El académico de la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Chile, Cristóbal Cuadrado, destacó que “el ministro Paris ha dado las señales correctas, el desafío es que los anuncios se materialicen lo antes posible, porque él tiene un periodo de tiempo acotado (…). Estamos muy atrasados y la situación es crítica. Lo que a un ministro le puede costar meses, que es la instalación, en este caso no hay tiempo. Tiene esta semana para consolidar su equipo y espero que desde el lunes esté en plena implementación la nueva dirección que él está proponiendo para la pandemia”.
A todas luces la situación de la pandemia en Chile es preocupante y se encuentra en uno de sus puntos críticos, ya que, después del fracaso de la denominada “Batalla de Santiago”, hoy el virus se ha expandido con fuerza a otras regiones, lo que poco a poco ha hecho que el sistema hospitalario este al borde de colapsar, ya que, al expandirse a de esa manera a otras zonas del país, ya no habrá camas UCI a nivel regional para trasladar a los pacientes de la RM y O’Higgins, las más complicadas a nivel hospitalario.
Durante esta semana la condición de los centros hospitalarios no ha visto reducida su saturación. De acuerdo al informe del 17 de junio de la Sociedad Chilena de Medicina Intensiva (Sochimi), en la Región Metropolitana la ocupación de las camas UCI está al 96% de su capacidad, siendo las zonas Sur y Sur-Oriente las que se encuentran al máximo de su capacidad con el 100% de sus camas ocupadas. Los pacientes con ventilación mecánica invasiva fuera de las unidades críticas de adultos se han mantenido sobre los 330, pero el presidente de la Sochimi, Tomás Regueira, afirmó en Mega que durante esta semana se observó que “en las urgencias hay un poco menos de tensión”. En regiones, O´Higgins tiene su capacidad de camas UCI en 92%, mientras que Valparaíso en un 88%.
Esta semana, el ministro Paris puso atención en la posibilidad de un estancamiento de los casos nuevos, aunque recalcó que los datos deben mantenerse por al menos 10 días para hablar de un control de los contagios, punto sobre el que hay distintas visiones al interior del mundo de la epidemiología y salubrista. Regueira afirmó que “hay algunas señales que indican que se puede llegar a una meseta de contagios”, debido a que los positivos diarios se han mantenido entre los 6 mil y 5 mil casos y que “la letalidad de 1,7 es baja”, lo que significa que “todavía el sistema hospitalario gira y no hay pacientes que queden sin atención”.
Una visión que no es del todo compartida dentro del mundo científico, ya que pese a que la letalidad se ha mantenido controlada, la cifra de los “nuevos positivos”se mantiene similar a la de hace una semana. Según los informes del Minsal, el 11 de junio los casos nuevos registraron una positividad nacional de un 28%, mientras que en la RM llegó al 35,8%; una semana después, la positividad nacional estaba en un 26,3%, mientras que en la RM llegó al 34,6%. El 16 de junio se informó de una positividad para la RM de un 46%.
En el último informe de Espacio Público se detuvieron en este tema. Explican que, aunque las cifras de contagios informada el 17 de junio fue la más baja en ocho días, “el número de test PCR reportados fue el más bajo desde el 20 de mayo (12.636)”. Agregan que la positividad reportada para el miércoles llegó a un 37.7 %, “mientras que en la RM toma el altísimo valor de 57.6 %. Posiblemente esto explique el llamado que hizo el ministro Paris hoy, a que las personas con síntomas no tengan temor de ir a hacerse el examen, para determinar lo antes posible si están contagiadas y evitar que contagien a otros”.
El retraso de al menos 9 días en la entrega de los resultados del test PCR es un problema que aún no ha sido resuelto. Este jueves el Minsal incluyó en su informe diario 32 resultados positivos que no habían sido notificados a los pacientes, cifra que se suma a la cantidad de PCR que están a la espera de ser procesados por los laboratorios. La presidenta de la Sociedad de Microbiología, Claudia Saavedra, señaló a Cooperativa que la gestión de las muestras de test PCR “no ha sido la correcta, porque los laboratorios universitarios han reconocido que han recibido muestras de hace 4 a 5 días”.
La doctora agregó que el Minsal necesita crear una base de datos de todas las muestras que se encuentran en la red de laboratorios, para poder ir reasignando los test PCR que están a la espera. Son intentos que buscan generar una foto mucho más real sobre los casos activos, que llegaron a los 34.821 este jueves, número que tiene un subreporte de al menos un 33%, según el último informe de acceso MOVID-19 de la Universidad de Chile y el Colmed. Desde Espacio Público, estiman que la circulación del virus en la RM es tan alta, al igual que el retraso en la entrega de resultados, que “ni siquiera con el triple de los test podríamos bajar la tasa de positividad de 15%”. Hay que destacar que para dar por controlada la pandemia, la positividad debe ser menor al 5% diario.
Otro problema que debe resolver el ministro de Salud es el de la trazabilidad. Desde que Mañalich anunció que sería la Atención Primaria de la Salud la instancia encargada de hacer la trazabilidad y seguimiento de los casos, han surgido críticas debido a que el anuncio no vino acompañado de una flexibilización y mayor inyección de recursos, para crear un sistema eficiente. Esta semana la subsecretaría Daza inauguró el call center de trazadores, una medida que generó incomodidad, según fuentes de la Salud Primaria, ya que fue la Seremi de Salud de la RM, Paula Labra, la responsable del fracaso de sistema de seguimiento de los casos positivos.
El salubrista Matías Goyenechea realizó un estudio al presupuesto ejecutado por el Minsal para la pandemia y, para la Atención Primaria de Salud, se observa una ejecución del 32,5% del total de los recursos disponibles per cápita que entrega el ministerio, además del aumento de un 2,17% de los recursos, lo que implica $43.169 millones. Durante esta semana, el ministro Paris anunció la entrega de $55 mil millones para la APS, monto que según Goyenechea debería ser utilizado para ampliar la capacidad trazadora de la atención primaria. Cabe destacar que hasta el momento la dotación de trazadores que ha informado el Minsal es de 800 personas, cinco veces menos de lo que los epidemiólogos han estimado que se necesita.
“Hay que hacer un seguimiento para toda la población, no solo los inscritos en la APS, también para los pacientes de Isapre, eso es mucha gente. Por lo tanto, se necesita mayor flexibilización de los recursos ya transferidos a la Atención Primaria y generar un programa de reforzamiento similar a esos $55 mil millones, que implique fortalecer la capacidad directa de las APS. Pero, además, debería avanzarse en el financiamiento per cápita basal, en al menos $2 mil, para generar de aquí a final de año unos $200 mil millones y hacerse cargo de la deuda sanitaria que está generando la pandemia”, sostuvo Goyenechea.
A esto se suma el alto tránsito de personas a pesar de las restricciones. Para Cristóbal Cuadrado es fundamental “mejorar la adherencia a las cuarentenas. Hoy hay demasiados permisos de empresas para que las personas puedan seguir trabajando, lo que ha sido uno de los principales problemas de cómo se ha llevado la implementación de las cuarentenas”. El académico de la Universidad de Chile subrayó que “la gente no sale a trabajar por gusto a las 7 de la mañana en medio de la pandemia, es absurdo echarle la culpa a la gente. La evidencia muestra que la gente de un nivel socioeconómico más bajo sale a trabajar en la misma frecuencia que lo hacía hace dos meses y medio. Entiendo que quieran armar la caricatura de que la gente anda paseando en la calle, pero esta es gente que tiene que salir a trabajar”.
Por debajo de la crisis epidemiológica hay otra que debe intentar controlar el ministro Enrique Paris: el fuego cruzado al interior del Ministerio de Salud. Durante la administración de Mañalich este fue un punto crítico que se mantuvo en silencio, debido a la verticalidad del liderazgo que ejercía el entonces ministro, pero que sigue vigente, los roces y “camas internas” entre los funcionarios de la Subsecretaría de Salud, dirigida por Paula Daza, y la de Redes Asistenciales, coordinada por Raúl Zúñiga.
Al interior del Minsal reconocieron que Daza tuvo un rol “secundario y marginado” durante la primera etapa de la pandemia y que no fue sino hasta el regreso a Palacio de Rodrigo Ubilla, con su ingreso en el núcleo de toma de decisiones en la Moneda, que la Subsecretaría de Salud comenzó a tener un rol más activo, principalmente a través de la implementación de las Residencias Sanitarias, las que paradójicamente dependen de la autorización del subsecretario Zúñiga para funcionar, ya que son los Servicios de Salud los encargados de mantener su funcionamiento, mientras que la Seremi de Salud es la encargada de coordinar las destinaciones de las personas infectadas por coronavirus.
Es en medio de este cruce de roles que surgió el conflicto por los arriendos de dos residencias sanitarias, una en Santiago y otra en la Quinta Región. El medio Interferencia reveló que la Subsecretaría de Redes Asistenciales contrató el servicio por $205 millones de Hotel Clínico Spa, perteneciente a Orlando Durán (UDI), jefe de la División de Atención Primaria y encargado de coordinar las residencias sanitarias. Luego, en otra publicación, señaló que Andrea Hidalgo Pérez, jefa de finanzas de la subsecretaría, trató de agilizar los pagos de la residencia, luego que el subsecretario Zúñiga abriera un sumario por el contrato.
Fuentes desde el Minsal indicaron que, si bien todos los ojos están sobre Zúñiga, un nombre que se escapa de la ecuación es el de Patricio Herrera, jefe de Administración y Finanzas de la Subsecretaría de Salud Pública, quien es el que debe visar los contratos salidos desde el Minsal. Desde el ministerio aseguraron que desde la subsecretaría que lidera Daza debieron haber “prendido las alarmas” con anterioridad y haber advertido del problema a Zúñiga.
Pese a este cruce de responsabilidades y de las tensiones que se han abierto al interior del Minsal, la llegada de Paris habría sido “un bálsamo” para lograr calmar los ánimos. Y que hasta el equipo intersubsecretarías “estaría de menor semblante día a día”, aunque se hallan a la espera de las investigaciones que lleva a cabo la Contraloría, lo que podría desatar nuevamente la guerra interna.