Si bien desde el comando transversal de Chile Vamos por el Rechazo señalaron que se trabaja bajo las reglas del juego ya instaladas, de igual manera está sobre la mesa cuestionar la validez del plebiscito dependiendo de cuánta gente llegue a votar el 25 de octubre. Al interior del grupo de trabajo sigue viva la apuesta respecto a un eventual voto oculto que acorte la brecha con el Apruebo y, para aquello, se decidió cambiar la imagen negativa por un discurso más propositivo.
Ganar en la derrota. Esa parece ser la consigna que cruza a varios en el oficialismo y los ligados al comando transversal de Chile Vamos por el Rechazo. Y es que, a sabiendas de la extrema dificultad para acortar de manera significativa la brecha que habría ante la opción del Apruebo, saben que llegar –al menos– a un 30% la noche del 25 de octubre, les entregaría un piso más sólido para sortear la elección de los constituyentes en abril y, con ello, amortiguar de mejor manera lo que varios ya esperan sea una “dura derrota” en el plebiscito. Así, con el inicio oficial hoy del período de campaña, llegar sí o sí al tercio de representantes por el Rechazo en la Convención Constituyente se ha transformado en la gran lucha que esperan dar desde la derecha alineada con esta alternativa.
La imagen que hasta la fecha se ha proyectado desde el sector, considerando también los comandos de cada partido, no ha logrado cuajar de la manera que pensaron, razón por la cual se decidió pasar de una campaña catalogada por algunos como “del terror” a una más “propositiva”. La insistencia en superponer la incertidumbre como factor para rechazar –como la que inició el exvocero del comando, hoy canciller, Andrés Allamand, a través de sus redes sociales, y que señalaba que “rechazar es condenar la violencia, es terminar con la destrucción, es preocuparse por la seguridad de los chilenos. (…)”, acompañada de la imagen de un encapuchado al lado de una barricada– no dio los frutos que algunos esperaron.
Y es que, si bien –como explicaron– sirvió en parte para asegurar los votos duros, el gran problema que vive el sector hoy es que, a diferencia de la oposición, en el oficialismo hace rato que la postura del Rechazo a una nueva Constitución se les desbordó por los sectores más moderados. El ejemplo que más complica es el del alcalde de Las Condes, Joaquín Lavín (UDI), quien, a medida que se acerca la fecha, aparece cada vez más convencido de su opción por el Apruebo, “con todo el arrastre que eso conlleva”, recalcaron en la derecha.
El quiebre en la derecha ha quedado demostrado en las diferentes encuestas. La del Centro de Estudios Públicos (CEP) de enero de este año, arrojó que el 45% de quienes se identificaban con la derecha estaba a favor de una nueva Constitución. Más recientemente, el domingo 19 de julio, El Mercurio publicó un sondeo encargado a Cadem, denominado “La derecha mira a la derecha”, en la que se constató que, si bien un 50% de los encuestados estaba por la opción del Rechazo, sí había aún un 38% que lo hacía por el Apruebo.
[cita tipo=»destaque»] “Yo no creo que el problema sea la Constitución, el problema han sido los políticos, el manejo político. Ha sido el Estado, un Estado que atiende el 80% de las necesidades del país en los temas más relevantes para la población, y que la mediocridad que ha ofrecido el Estado, su falta de reforma, su anquilosamiento, su arquitectura propia más del siglo XVIII que del siglo XXI, ha hecho que finalmente no sea un Estado eficaz, eficiente y que les dé respuesta a las necesidades de ciertos derechos básicos que debe garantizar esta Constitución y cualquier otra que venga”, precisó el diputado Cruz-Coke, uno de los firmantes del acuerdo del 15 de noviembre.[/cita]
La apuesta de Renovación Nacional será el eslogan “Para cambiar Chile yo voto Rechazo”, una evolución del “Rechazar para reformar” que no habría dejado a todos conformes en su minuto, pues era una idea que no se habría entendido del todo. Desde la UDI, van a inaugurar este período de campaña con la idea fuerza de “El sentido común”, un llamado a la conciencia –señalaron– que buscaría instalar la idea, sin negativismos, respecto a que en medio de una crisis, dos años de incertidumbre no son tolerables, “sin decirlo” de esa manera.
En el caso de Evópoli no existe por el momento una campaña concertada y cada uno de sus parlamentarios serán quienes aportarán con lo suyo, eso en el entendido que, si bien en un principio se habían inclinado por el Apruebo, con el pasar de los meses la mayoría de sus miembros se habría convencido de que la mejor opción es la del Rechazo, razón por la que el Consejo General de la colectividad en las próximas semanas revaluará la posición institucional del partido ante el plebiscito de octubre y todo indica que se decretaría libertad de acción a sus militantes.
En la derecha por el Rechazo se resolvió desestimar el límite dado por la prescindencia establecida por La Moneda para sus ministros, una idea que se fraguó en los diferentes comandos y que hace sentido en el equipo transversal, el encargado de coordinar el trabajo comunicacional y territorial. En este caso, apuntaron a que una cosa es la prescindencia y otra totalmente distinta es no tener opinión: “(Los ministros) es legítimo que puedan tener opinión”. En la mesa creen que el trabajo de figuras potentes como los jefes de cartera es primordial para el despliegue y bajada comunicacional de las diversas campañas ya en carrera y la indefinición del sector hace que la desventaja que hay ante la opción del Apruebo crezca día a día.
De ahí que la propia timonel de la UDI, Jacqueline Van Rysselberghe, haya insistido por su cuenta –haciendo eco de lo que varios apuestan– en que el Presidente Sebastián Piñera sí debería posicionarse abierta y públicamente en la vereda del Rechazo, principalmente porque –recalcaron en el oficialismo– sería la posición mayoritaria de su propio sector y una manera de intentar mover un poco más la aguja, una señal clara, de esas “que ya no se ven en Palacio”.
El equipo transversal de trabajo es encabezado por María José Gómez, la exjefa de gabinete de Andrés Chadwick cuando este estaba a la cabeza del Ministerio del Interior, junto con Andrea Balladares (RN), quien también cumplió funciones en la misma repartición y como delegada presidencial. Además están los diputados Luciano Cruz-Coke (Evópoli) y su par Juan Antonio Coloma (UDI), más otros colaboradores. Si bien el trabajo se ha visto dificultado por la pandemia y todo se hace vía telemática, otras opciones, como la gira de 11 parlamentarios por el sur, son parte del trabajo conjunto.
En el comando se hicieron cargo de la polémica de la ventaja o no de poner sobre la mesa la validez del plebiscito según el número de votantes. La opinión general es que, dadas las condiciones de pandemia, “es legítimo hablar de un piso de participación”, no haciéndose cargo de un porcentaje en específico, desmarcándose así de la iniciativa que el senador Francisco Chahuán (RN) había instalado, en cuanto a fijar 50% de participación del padrón actual.
De todos modos, argumentaron que en condiciones normales el no participar se debería a la intención de cada uno, pero que, bajo estas condiciones, no hacerlo podría tener razones de seguridad o salud, por lo que reafirmaron en el comando que “un bajo número de participantes sí le quita legitimidad al proceso” y que, por lo mismo, constituye una herramienta política que se va a continuar utilizando. Dicho eso, recalcaron que el trabajo se sigue realizando según las reglas del juego hoy conocidas y que “si cambia una fórmula, nos adaptamos, pero como comando trabajamos con las cosas como están establecidas hoy”.
Dentro de lo complejo del escenario, no son pocos los que aseguraron que todavía tienen las esperanzas puestas en el denominado “voto oculto”, el miedo que tendría parte de la población para transparentar su posición a favor del Rechazo, debido a las funas o “la violencia de las redes sociales”. No es que crean que con eso van a alcanzar un 50% de apoyo el 25 de octubre, pero sí tienen puestas las esperanzas en sobrepasar el umbral del 30, “a pesar de que todos los números digan lo contrario”.
“Yo no creo que el problema sea la Constitución, el problema han sido los políticos, el manejo político. Ha sido el Estado, un Estado que atiende el 80% de las necesidades del país en los temas más relevantes para la población, y que la mediocridad que ha ofrecido el Estado, su falta de reforma, su anquilosamiento, su arquitectura propia más del siglo XVIII que del siglo XXI, ha hecho que finalmente no sea un Estado eficaz, eficiente y que les dé respuesta a las necesidades de ciertos derechos básicos que debe garantizar esta Constitución y cualquier otra que venga”, precisó el diputado Cruz-Coke, uno de los firmantes del acuerdo del 15 de noviembre.
Felipe Lyon, director de Servicio Público de la Fundación Jaime Guzmán, afirmó que «todavía hay mucho de incertidumbre respecto de este proceso. La sola realización del plebiscito ya es incierta, por el contexto en el que estamos. No sabemos ni siquiera si vamos a poder asegurar una participación decente, porque las condiciones actuales dejarían a mucha gente sin votar. ¿Podemos permitirnos un proceso de esa magnitud en esas condiciones?», señaló.