Nada es casual ni gratuito estos días en Palacio y menos en este caso. Al ministro Pérez se le consultó por una eventual salida del mandamás de la institución uniformada y su primera respuesta fue que “con apuntar con el dedo a otro no superaremos esta dificultad”, un juego de palabras con el que evitó hablar de respaldos y confianzas. Ayer en la tarde hubo una reunión privada entre Pérez y el general Rozas en La Moneda, recién tres días después de los lamentables hechos del Puente Pío Nono. En el Gobierno están muy preocupados por el momento en que se desata esta nueva crisis y reconocieron que aún está presente el fantasma de la amenaza de una huelga de brazos caídos de parte de Carabineros, que –según fuentes gubernamentales– estuvo a horas de concretarse el año pasado en los peores momentos del estallido social. La posibilidad de que se repita dicha situación o que de hecho se concrete, es lo que tiene de cabeza a los inquilinos de Palacio, tratando de encontrar una salida que no se termine transformando en un búmeran.
Al ser consultado el ministro vocero de Gobierno, Jaime Bellolio, por la continuidad del general director de Carabineros, Mario Rozas, en una entrevista en TVN el domingo por la noche, señaló que “cada uno de nosotros siempre está en revisión”. Una frase interpretada como la más clara señal a esas alturas de que el Gobierno no estaría dispuesto a inmolarse nuevamente junto a la figura de la máxima autoridad de la policía uniformada, a diferencia de lo hecho desde el estallido social hasta ahora. La determinación de La Moneda de respaldar a rajatabla al ministro del Interior, Víctor Pérez, dejó a la intemperie a Rozas, quien si bien en un inicio fue de utilidad para el Ejecutivo, hoy se transformó en un dolor de cabeza de proporciones.
Y es que en un mes de suyo complejo por el plebiscito del día 25 y el primer aniversario del estallido social, lo sucedido el viernes al final de la tarde, en el marco de una manifestación en Plaza Italia –un adolescente de 16 años en el lecho del río Mapocho tras haber sido empujado por un miembro de las Fuerzas Especiales de Carabineros–, obligó al Gobierno a reordenar las prioridades y calcular milimétricamente cada señal para tratar de evitar que escale la tensa temperatura ambiente.
Nada es casual ni gratuito estos días en Palacio, y menos en este caso. Al ministro Pérez se le preguntó por una eventual salida del mandamás de la institución uniformada y su primera respuesta fue que “con apuntar con el dedo a otro no superaremos esta dificultad”, un juego de palabras con el que evitó hablar de respaldos y confianzas. Luego de las palabras del vocero Bellolio el domingo en la noche, ayer en la tarde hubo una reunión privada entre Pérez y el general Rozas en La Moneda, recién tres días después de los lamentables hechos del Puente Pío Nono.
[cita tipo=»destaque»]Ante este hecho, en el comité político de ayer en la mañana en La Moneda se decidió respaldar «a rajatabla» la gestión de Pérez en Interior, a través del despliegue de dirigentes y parlamentarios de Chile Vamos para blindar políticamente su figura, a quien la oposición le tiene varias cuentas por cobrar en los poco más de dos meses en el Gobierno. Además, en la reunión entre los ministros políticos con el Presidente Piñera también se habló de la situación de Rozas, pero según algunos de los presentes solo fue en términos generales, aunque un personero de Gobierno hizo ver que, si en una disyuntiva como esta se decide respaldar explícitamente a uno y no al otro, “no hay muchas lecturas posibles”.[/cita]
Una vez finalizada la cita que duró solo media hora, el general director se retiró silenciosamente por Morandé 80, no hubo punto de prensa conjunto, tampoco declaraciones públicas de ninguna índole, ni siquiera una versión oficial del encuentro y, minutos más tarde, el Presidente Sebastián Piñera cruzó desde su despacho directo al patio de Los Canelos, donde están las oficinas de Interior.
Para La Moneda, la situación de Rozas se ha tornado delicada y complicada, más aún después que se conoció que el Ministerio Público decidió ampliar la indagatoria por obstrucción a la investigación, apuntando a más carabineros *, lo que habría llevado a que en el seno del Gobierno se estén barajando otro tipo de determinaciones, como decidir quién debería pagar el costo político si este episodio se torna insostenible. Y es que, en paralelo a la presión pública por la salida del mandamás de la policía uniformada, lo sucedido reactivó por un carril paralelo la acusación constitucional contra el titular de la cartera del Interior [*Ver N. de la R. al final de la nota]
Ante este hecho, en el comité político de ayer en la mañana en La Moneda se decidió respaldar «a rajatabla» la gestión de Pérez en Interior, a través del despliegue de dirigentes y parlamentarios de Chile Vamos para blindar políticamente su figura, a quien la oposición le tiene varias cuentas por cobrar en los poco más de dos meses en el Gobierno. Además, en la reunión entre los ministros políticos con el Presidente Piñera también se habló de la situación de Rozas, pero según algunos de los presentes solo fue en términos generales, aunque un personero de Gobierno hizo ver que, si en una disyuntiva como esta se decide respaldar explícitamente a uno y no al otro, “no hay muchas lecturas posibles”.
Desde Chile Vamos no han cedido espacio a los cuestionamientos a su ministro del Interior, dando cuenta de la unidad con la que se está trabajando en este caso y a la par con el Gobierno. Y si bien varios ponen en duda la capacidad de articulación de la oposición para llevar a buen puerto en el Congreso la acusación contra Pérez, igual se prendieron algunas alarmas cuando ayer el diputado RN, Miguel Mellado, cuestionó públicamente la gestión del ministro y dijo que estaba dispuesto a votar a favor el libelo, si incluía un capítulo sobre la Región de La Araucanía.
Si bien el Gobierno efectivamente no se ha inmolado para blindar al general Rozas, en La Moneda están muy preocupados por el momento en que se desata esta nueva crisis. Reconocieron que aún está presente el fantasma de la amenaza de una huelga de brazos caídos de parte de Carabineros, que –según fuentes de Palacio– estuvo a horas de concretarse el año pasado en los peores momentos del estallido social. La posibilidad de que se repita dicha situación o que de hecho se concrete, es lo que tiene de cabeza a los inquilinos de la sede del Ejecutivo tratando de encontrar una salida que no se termine transformando en un búmeran.
Para algunos, el descabezamiento de Carabineros como señal política traería como efecto inmediato la baja de la presión pública en la calle y de la acusación constitucional, pero esa opción –agregaron– sigue sujeta al dilema sin resolver de que no hay quién pueda reemplazar al general Rozas en estos momentos. En Palacio recordaron que el descabezamiento de Carabineros a través del retiro de más de 30 generales, una vez asumido este Gobierno y sumado al llamado a retiro del exgeneral director, Hermes Soto, en el marco del caso Catrillanca, provocó que muchos de los uniformados que aún no estaban preparados accedieran a un ascenso en el mando “poco ideal”, lo que en parte constituiría una de las razones del mal estado en que se encuentra la institución.
La situación de Rozas no es nada fácil, ya que además de la responsabilidad de mando que le compete en el caso del Puente Pío Nono, sobre él pesan los numerosos informes de entidades internacionales como la ONU o Amnistía Internacional, que denunciaron la violación de los Derechos Humanos por parte de Carabineros durante el estallido social, a lo que se suman los cerca de trescientos ciudadanos que terminaron con daños oculares y cientos de querellas por distintos tipos de delitos.
El director ejecutivo del Instituto de Estudios de la Sociedad, Claudio Alvarado, señaló que “obviamente los cuestionamientos a Carabineros y al Gobierno en esta materia lo ponen en una situación muy delicada, pero pareciera que su futuro depende ante todo de él mismo. Desde que asumió Pérez se ha visto empoderado, como suele decirse hoy, más allá de las críticas que ha recibido. Su principal desafío es mostrar que hoy ese empoderamiento se traduce en un efectivo control civil respecto a la policía y que la indispensable preocupación por el orden público supone tomarse muy en serio la crisis de Carabineros. Si las señales y las medidas son adecuadas, él incluso podría salir bien parado de todo esto, el punto es que eso supone comprender que hay un problema muy profundo en juego, que requiere medidas y señales a la altura de las circunstancias”.
El analista político Mauricio Morales agregó que “en este contexto de conflicto entre la ciudadanía, Carabineros y el Gobierno, o se sacrifica a Rozas o se sacrifica al ministro del Interior, pero los dos juntos no pueden continuar en sus respectivos cargos, por la sencilla razón que la presencia de ambos en conjunto, lo único que va a generar será un mayor clima de polarización. En el país, va a generar también una postura mucho más crítica por parte de la oposición. La presencia de ambos puede dar origen o estimular una mayor movilización ciudadana y un incremento en el grado de protesta social”.
A poco más de dos meses de haber sido investido como ministro del Interior, el exsenador UDI ha tenido un paso de dulce y de agraz –según a quien se le pregunte– en su desembarco en La Moneda. Para sus más cercanos colaboradores, no cabe duda que, a diferencia de su antecesor, Gonzalo Blumel, sí logró hacer el trabajo de escudo del Presidente Piñera, pudiendo llevar los conflictos más políticos hacia su despacho y sacando así del flanco al Mandatario, quien previo al último ajuste ministerial se encontraba en medio de un juicio permanente a su liderazgo entre los suyos.
Pero hay otros, varios provenientes de Chile Vamos, que criticaron que con solo dos meses de gestión, Pérez tiene demasiados flancos abiertos y que, en un ambiente polarizado y electoral como el que se vive, podría atentar contra su figura antes de lo que se cree.
Blindado por la UDI, que por fin consiguió recuperar el poder del Ministerio del Interior, en Palacio afirmaron que sacar a Víctor Pérez será tanto o más complicado que haber sacado al exministro Andrés Chadwick. Y es que, si bien no responde a los patrones del primo del Presidente, como su cercanía y grados de confianza, el solo hecho de tener como contención a su partido –indicaron– es garantía de permanencia, si es que nada fuera de lo común sucediera.
Y ese es el tema. Si bien parte de su mandato es trabajar para recuperar al electorado de derecha que el Gobierno perdió durante el estallido social, muchos le han cuestionado al titular del Interior su falta de sensibilidad en un cargo en el que se habla a nombre del Gobierno y del Presidente, “a diferencia de cuando uno se representa a sí mismo” en el Senado.
En este sentido, y atribuible a su personalidad pero también a su configuración política, en la falta de empatía que ha demostrado con los últimos hechos ocurridos, aunque si bien se le destaca su manejo e independencia, es su talante de hombre duro y gremialista lo que le estaría jugando en contra. En vez de controlar la situación –acusaron–, el ministro Pérez ha terminado por instalar los problemas al interior de Palacio, un error de manual para cualquier jefe de cartera, como sucedió con el paro de camioneros.
Una de las últimas frases que sacaron ronchas en varios del oficialismo, fue la respuesta que entregó el fin de semana al ser consultado por qué, cuando en manifestaciones anteriores se arrojó una motocicleta de Carabineros al lecho del río Mapocho, hubo de inmediato una querella, situación que contrasta con el accionar al momento de haberse conocido la situación del adolescente de 16 años. La respuesta de Pérez fue que “las querellas, muchas veces la gente dice se presentan querellas, se presentan querellas, y ese no es el camino», agregando que lo que él cree es que estas hay que hacerlas «con mucho mayor antecedente y concretar claramente cada una de ellas de una manera efectiva para hacer verdaderamente un aporte», una respuesta muy poco satisfactoria en voz de varios de su propio sector.
Ayer en la tarde el ministro participó en la comisión de Derechos Humanos del Senado y, luego, coincidió con el general Mario Rozas en la comisión de Seguridad Ciudadana de la Cámara de Diputados. En esa última instancia, Pérez dijo, sobre el caso del Puente Pío Nono, que “queremos ser muy prudentes, porque han existido distintas versiones de lo ocurrido”, un discurso muy disímil al que presentó cuando tiempo atrás se le consultó por la situación judicial de su amigo Pablo Longueira, de quien expresó que “estoy seguro que es absolutamente inocente”.
Para Mauricio Morales, la diferencia entre Andrés Chadwick y el actual ministro del Interior, “es que Chadwick representaba el círculo más estrecho del Presidente Piñera, en cambio Víctor Pérez representa a un sector muy importante de la derecha, cuestión que ya se evidenció en tres momentos. Cuando Pérez en su primera alocución, sin pregunta de por medio, señaló que uno de sus objetivos era reponer el Estado de derecho en La Araucanía. Segundo lugar, el trato que Víctor Pérez promovió desde el Gobierno para resolver el paro de los camioneros, que es un gremio que tiene su historia en Chile. Tercer lugar, falta de empatía que ha mostrado el Gobierno con lo que sucedió recientemente”, señaló.
N. de la R.: La versión original fue corregida, dado que todavía no hay formalizaciones por otros delitos, salvo el de homicidio frustrado imputado al carabinero responsable del lanzamiento del menor al río Mapocho.