Lo que significa que 6 de 10 están bien, dice –con optimismo– la doctora en neurociencia formada en Francia, empeñada en desestigmatizar la vejez. Aquí, la sobrina de Jacques Chonchol, padre de la Reforma Agraria, aborda aspectos muy útiles sobre el deterioro cognitivo y la necesidad de aumentar el presupuesto en salud, más en contexto de pandemia. «Ponerles nombre a las cosas permite situarse y terminar con la angustia que produce la incertidumbre. Nombrar el mal, explicárselo a la persona y a su entorno, es clave. La mayor intervención debe ser con el cuidador, porque estas enfermedades son súper contraintuitivas. Esto quiere decir que cuando un anciano tiene alucinaciones, no hay que rectificarlo, ni decirle que lo que ve no es real, hay que seguirle la corriente, mejor», explica.
Para la neuróloga, Andrea Slachevsky (55), aumentar el presupuesto de salud mental en Chile –que alcanza un mezquino 3% del total del presupuesto de salud, porcentaje que está por muy debajo de los estándares recomendados por la OMS– es una cuestión ética, además de práctica. Más aún considerando el descalabro que está dejando la pandemia en nuestras cabezas. Pero observando el estrés y los tironeos de unos y otros en la definición presupuestaria de un ministerio que está en el ojo de un huracán que no da tregua, en medio de una crisis económica generalizada, el tema se ve color hormiga.
-«Es absolutamente necesario que ese presupuesto, que está por debajo de todas las recomendaciones, aumente. Claro, sale caro, pero mucho más caro es no invertir y no hacer nada. En un estudio que hicimos hace un tiempo sobre demencias en Chile, constatamos que casi un 80% del costo de estas enfermedades lo asumen las familias, los cuidadores informales, que son en su mayoría mujeres, algo más jóvenes que los pacientes y quienes deben dejar de trabajar para hacerse cargo de su familiar. Este tema nos enfrenta a una pregunta esencial: ¿Qué tipo de país queremos ser? ¿Uno que es solidario e incluye a todos y gasta parte de sus recursos en ayudar a aquellos que han perdido su capacidad de cuidarse o un país que invierte sólo en los que son fuertes? Este no es un problema de ganancia o pérdida, sino de cuán solidarios y humanos queremos ser como sociedad, de cuánto nos importa el débil, el que ha perdido sus facultades, sus competencias y ya no puede seguir solo».
[cita tipo=»destaque»]También existe demencia tipo Alzheimer en personas menores de 60 años. Esta pregunta es importante, porque es bueno aclarar que el 40% de las personas mayores de 80 años sufre algún tipo de demencia. Esto, que parece alto, no es tanto si piensas que hay un 60% que está lúcido, bien, no tiene demencia. Es importante resaltar esto, porque combate la discriminación y los estereotipos contra los mayores. Confundir envejecimiento con pérdida de capacidades es muy negativo, ya que estigmatiza. Es cierto que al envejecer cambiamos, experimentamos pérdidas, pero eso no descalifica, no descarta.[/cita]
La doctora Slachevsky se crio en Francia y algo en su acento la delata. Salió de Chile con sus padres cuando era niña. Y por eso cuando le pedimos que le ponga banda sonora a su vida para el programa radial “Piensa en Grandes” -que hacemos los sábados en Cooperativa- menciona algo de música clásica, un tema en francés y “Vuelvo”, la canción de Inti Illimani, que es como un himno de quienes han vivido el exilio. “Siempre me ha emocionado mucho. Nosotros no tuvimos que partir obligadamente al exilio. No fue una situación tan dramática como los que tenían prohibido entrar al país. Pasó que mi mamá se quedó sin trabajo, la echaron y por eso y por diferentes motivos, mis padres decidieron emigrar”.
-Tu madre es de apellido Chonchol, ¿qué relación tienes con Jacques Chonchol, agrónomo y cientista político, a quien se considera el padre de la Reforma Agraria en Chile?
-Jacques es el hermano de mi mamá. Ella está fallecida. Somos una familia pequeña y él es muy cercano para mí. Vivimos el exilio en Francia, es mi tío, un tío querido y admirado del que uno aprende mucho. Un hombre de una gran simpleza, que sigue muy vigente. Es un placer estar con él. Tiene 94 años, está perfecto de cabeza y ha vivido bastante bien el confinamiento, acompañado de sus libros. Y fue muy contento a votar Apruebo y Convención Constitucional, obviamente, con muchas ganas.
Neuróloga de la Universidad de Chile, doctora en Neurociencia con especialización en Neuropsicología en la Escuela Cerveau-Cognition-Comportement de la Universidad Pierre et Marie Curie, de París, el currículum de la doctora Slachevsky es importante, internacional y extenso. Dirige la Clínica de Memoria y Neuropsiquiatría del Servicio de Neurología del Hospital del Salvador, es también directora alterna del Centro de Gerociencias, Salud Mental y Metabolismo (GERO) y vicepresidenta de la Corporación Profesional de Alzheimer y otras Demencias (COPRAD), una organización no gubernamental sin fines de lucro, dedicada a sensibilizar al público sobre la enfermedad de Alzheimer y otras demencias. Sobre esto último le preguntamos en el programa Piensa en Grandes.
-Bien en simple, ¿qué es el Alzheimer, se cura, se puede prevenir, se hereda?
-La demencia tipo Alzheimer hace parte de un conjunto de enfermedades que se caracterizan por elementos comunes, donde lo clave es que las personas van experimentando la pérdida de capacidades cognitivas y, a causa de ello, se vuelven cada vez más dependientes de los demás. El Alzheimer es la principal causa de demencia en el mundo y se define como una enfermedad neurodegenerativa. Por causas que aún no conocemos bien, mueren de manera anticipada neuronas, lo que se traduce en que poco a poco ese deterioro va privando a la persona de la capacidad de memorizar nueva información. Aunque cada vez sabemos más de la enfermedad, un rasgo que dificulta todo es que estas demencias son mucho más heterogéneas de lo que suponíamos y no siempre son los trastornos de la memoria el sello más característico.
Andrea explica que se trata de enfermedades multifactoriales y que solo entre el 5 y 7% de los Alzheimer son hereditarios. Esa minoría se caracteriza por un inicio precoz en personas en cuyas familias hay más de un caso. Agrega que el Alzheimer es un mal al que uno se puede anticipar y evitar factores de riesgo.
-¿Existirían entonces maneras de fortalecer el cerebro y funciones como la memoria?
-Absolutamente, todos los estudios muestran que es posible disminuir el riesgo de padecer Alzheimer a lo largo del ciclo vital. Un riesgo es el bajo nivel de educación, por ejemplo. Yo siempre uso la analogía de la pelota de fútbol y el cerebro. Uno debe llegar a la vejez con la pelota lo más inflada posible. ¿Cómo se logra eso? Con un buen nivel de educación, manteniéndose cognitivamente activo, haciendo actividad física, desechando el sedentarismo, los malos hábitos alimenticios. El problema es que estas conductas preventivas no pueden radicar solo en la capacidad de los individuos de portarse bien, no son un tema de voluntad individual, debe haber un apoyo social. Estas enfermedades son tremendamente desiguales, porque están relacionadas con dónde se nace, en qué condiciones. Los determinantes sociales de la salud son particularmente válidos en el caso de las demencias. Si queremos disminuir el riesgo de padecerlas, tenemos que trabajar por lograr mejores sociedades, más igualitarias.
-¿Es el Alzheimer propio de la vejez?
-No, también existe demencia tipo Alzheimer en personas menores de 60 años. Esta pregunta es importante, porque es bueno aclarar que el 40% de las personas mayores de 80 años sufre algún tipo de demencia. Esto, que parece alto, no es tanto si piensas que hay un 60% que está lúcido, bien, no tiene demencia. Es importante resaltar esto, porque combate la discriminación y los estereotipos contra los mayores. Confundir envejecimiento con pérdida de capacidades es muy negativo, ya que estigmatiza. Es cierto que al envejecer cambiamos, experimentamos pérdidas, pero eso no descalifica, no descarta.
Un detalle importante es que no todas las fallas de la memoria son Alzheimer, precisa Andrea, quien recalca lo clave que es identificar las causas de estas dificultades. “Lo propio de la memoria es olvidar. Hay un precioso cuento de Borges, que se llama ‘Funes, el memorioso’ y habla de un personaje que recuerda todo, lo que es invivible; tiene una memoria patológica. No siempre es fácil establecer los límites de una memoria normal y una patológica”.
-¿Están la población y los equipos de los servicios de salud capacitados para enfrentar el Alzheimer y ese tipo de demencias?
-Ciertamente, hay una gran carencia de información en los equipos de salud y esa es la principal barrera para abordar la enfermedad. Aunque cada vez estamos aprendiendo más, cuesta entender y reconocer la enfermedad. Hoy no existen fármacos revolucionarios que puedan detener el avance de las demencias tipo Alzheimer, pero sí sabemos que intervenciones multidisciplinarias permiten vivir bien con ella, tanto al paciente como a sus cuidadores, porque este es un mal que involucra a todo su entorno.
La especialista indica que lo más importante es reconocer la enfermedad. “Ponerles nombre a las cosas permite situarse y terminar con la angustia que produce la incertidumbre. Nombrar el mal, explicárselo a la persona y a su entorno, es clave. La mayor intervención debe ser con el cuidador, porque estas enfermedades son súper contraintuitivas. Esto quiere decir que cuando un anciano tiene alucinaciones, no hay que rectificarlo, ni decirle que lo que ve no es real, hay que seguirle la corriente, mejor. No sirve de nada ponerlo en una situación de fracaso, de hacerle ver que está perdiendo la memoria, con eso no va a recuperar sus recuerdos, solo se va a frustrar y se le va a generar ansiedad. Por eso es tan importante educar a los cuidadores, proveerles información, material de apoyo, que entiendan la enfermedad, desarrollarles el coping, que es la estrategia de afrontamiento sicológico, que permite aceptar una realidad para la cual nadie está preparado”.
Andrea Slachevsky sostiene que a partir de 2017 ha habido cambios esperanzadores, como la promulgación del Plan Nacional de Demencia, que funciona en Osorno, Magallanes y la Región Metropolitana, con unidades en el Hospital Salvador y en Peñalolén. “La otra buena noticia es que el año pasado las demencias se incorporaron al AUGE, con buenas garantías. El problema es que para que se cumplan las garantías, se requiere mucha inversión en atención primaria y de especialidad. La única manera es que el Plan Nacional de Demencia se siga fortaleciendo y expandiendo en mayor inversión, para dotar a todo el país de las capacidades necesarias para apoyar a las personas que viven con demencia. E insisto, eso pasa por que tengamos claro qué tipo de sociedad queremos ser: solidaria o individualista”.