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El retroceso de los escépticos en la «guerrilla» de Twitter por las vacunas COVID-19 PAÍS

El retroceso de los escépticos en la «guerrilla» de Twitter por las vacunas COVID-19

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Felipe Saleh
Por : Felipe Saleh Periodista El Mostrador
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Un informe de la Facultad de Comunicaciones de la Universidad Católica midió y analizó las interacciones sobre la vacuna en Twitter entre el 1 de diciembre y el 15 de enero en Chile. Quienes esparcen «panfletos» contra la inoculación no solo deben enfrentar a los usuarios favorables a la vacunación, sino también deben esquivar las restricciones recientes de la red social contra los mensajes explícitos que difundan información falsa o sin evidencia real. Por eso, el discurso ha variado hacia la sutileza de la «libertad de elegir» entre vacunarse o no. La investigación determinó que hay poco diálogo con estos «influencers», lo cual es una oportunidad para las autoridades de ocupar ese espacio y entregar información correcta.


No hay duda que la pandemia, junto con su enorme efecto en la salud, la economía y el comportamiento de la sociedad a nivel mundial, ha generado también una contienda no menor en las redes sociales, sobre todo en Twitter, donde se ha desarrollado una intensa guerrilla entre las percepciones científicas y políticas sobre el futuro y el manejo de la emergencia sanitaria. Y en ese sentido, un acontecimiento crucial fue la llegada en diciembre de las primeras dosis de las vacunas contra el COVID-19 a Chile.

A partir de este hecho, el equipo de Social Listening Lab-UC, de la Facultad de Comunicaciones de la Universidad Católica, elaboró un reporte a cargo de los investigadores Claudio Villegas y Cristian Huepe, que analizó el tono de la conversación sobre las vacunas en Twitter en Chile.

El informe abarcó el período que va desde el 1 de diciembre de 2020 hasta el 15 de enero del 2021. Para ello, a través de la herramienta Tooldata, se recolectó un total de 32 mil mensajes que hacían mención a palabras clave o hashtags relativos a la vacunación, así como también a los nombres de las vacunas más reconocidas en la discusión nacional: Pfizer, Moderna y Sinovac. Estos mensajes fueron difundidos por un total de 12.373 usuarios y recibieron 532.358 interacciones (suma de likes, retuits, citas y comentarios).

[cita tipo=»destaque»]Según Claudio Villegas, estas personas van a empezar a «abandonar lo que sea más detectable» para reemplazarlo por afiches o videos. «No creo que necesariamente estén perdiendo influencia, pero sí entrando en un período de adaptación a las nuevas limitaciones en las redes, donde no han dejado de participar, habida cuenta de que existen sucedáneos de Twitter y YouTube, como Parler, donde se empiezan a juntar los polos más radicalizados. Eso me lleva un poco al inicio del uso político de las fake news, la estrategia electoral de Trump. Usar redes de nicho que generan cohesión en estos grupos y, después, pueden extender a redes más abiertas», explicó el investigador.[/cita]

Un dato a considerar es que, desde diciembre de 2020, Twitter ha creado un conjunto de mecanismos para impedir la difusión de contenidos antivacunas en la plataforma, especialmente aquellos que se refieren a teorías conspirativas como la falsedad de la pandemia y el uso de vacunas para el control de la población. Estos mecanismos van desde el etiquetado de publicaciones como “sospechosas”, pasando por dificultar la aparición de los tuits en las timelines de los usuarios, hasta la eliminación de contenido.

Al respecto, los investigadores reconocieron que, si bien desconocen «el efecto general de estas medidas en las conversaciones chilenas, esta investigación ha detectado que el escepticismo hacia las vacunas ha disminuido en relación con el sondeo realizado por el Laboratorio Sol-UC en agosto de 2020 (…). Interpretamos esta disminución como un efecto de la migración de estos grupos a otras plataformas o, simplemente, a las dificultades que la red social impone para encontrar este tipo de publicaciones”. En otras palabras, Twitter ha obligado a sus usuarios y usuarias a inhibirse al menos de hacer comentarios explícitos sobre teorías conspirativas o conclusiones sin evidencia real.

Los peaks en la red social

En cuanto a “la dinámica temporal de actividad ligada a las conversaciones sobre vacunas”, de acuerdo al informe el principal peak de interacciones se dio el 16 de diciembre, día en que el Instituto de Salud Pública (ISP) aprobó la aplicación de la vacuna Pfizer en Chile, jornada que coincidió con el punto de máxima propagación del hashtag #YoNoMeVacuno, que alcanzó más de 15 mil interacciones, cerca de un cuarto del total.

Los datos recopilados muestran que dicho hashtag fue “invadido” por usuarios favorables a la vacunación, utilizando la frase “En el pasado hice X, no le tengo miedo a la vacuna”. Un ejemplo de esto es el tuit de la diputada Natalia Castillo, el de mayor interacción entre los mensajes que utilizaron el hashtag #YoNoMeVacuno.

Otras formas de burla apuntaron a enrostrar falta de inteligencia de los opositores a la vacuna o las contradicciones entre pedir con urgencia la inoculación y, luego, sospechar de su rápido desarrollo. De hecho, entre las 50 publicaciones más difundidas de este hashtag, el informe precisó que “solo observamos tres publicaciones que lo utilizaron  para difundir contenido contrario a la inoculación. Este fenómeno impide asociar la difusión del hashtag #YoNoMeVacuno a la resistencia a vacunarse o a la acción de movimientos antivacuna”. O sea, los antivacuna descubrieron el intertexto para escapar de la “censura” de Twitter.

Según consignó el reporte, el siguiente peak de interacciones se produjo entre el 23 y el 24 de diciembre, cuando llegaron las primeras vacunas Pfizer al país. En este peak, primaron las publicaciones que se quejaron del “show” comunicacional que montó el Gobierno y se difundió ampliamente la idea de que existe un aprovechamiento político de la vacuna, además de la hipótesis de que dicho “aprovechamiento” podría estimular discursos antivacuna. Este tono de la discusión se mantuvo hasta fin de mes, siendo llevado principalmente –reza el informe– por miembros del Frente Amplio y candidaturas independientes,.

El último peak de diciembre se produjo el día 29, momento en que se conoció el ingreso de la cepa británica al país. En este contexto, el tuit de mayor difusión perteneció al senador Alejandro Guillier, quien señaló que la nueva cepa ingresaba al mismo tiempo que el Gobierno montaba su “show”. Este tuit acumula cerca de la mitad de la difusión del día, siendo el resto un conjunto de mensajes con difusión menor.

Ese 29 de diciembre, la discusión relativa a la vacuna se centró principalmente en promover la vacunación y en criticar al Gobierno por su excesivo “optimismo” al anunciar que inoculará a 15 millones de personas durante el primer semestre. Durante este día también circularon contenidos sobre supuestos efectos secundarios de la vacuna.

La investigación detectó las cuentas de Twitter que se dedicaron a difundir «panfletos» –como derechamente les llaman los investigadores– para esparcir datos inexactos sobre los efectos de la inoculación. “Los panfletos difundidos pertenecen al movimiento político ChileDigno, fundado por el exdiputado RN, Gaspar Rivas, y el excandidato a consejero regional por el FA, Cristián Medina, que aglomera a grupos nacionalistas y que exhibe una consistente promoción de ideas conspirativas, como que la pandemia fue orquestada por Bill Gates”, agregó el informe.

De hecho, este movimiento que integra el exdiputado RN tiene como tuit fijado en su cuenta un video que “desmonta la #Plandemia”, colgado en la plataforma UgeTube, lo que –según el equipo investigador– podría indicar un proceso inminente de migración de plataformas por parte de estos grupos. Este movimiento ha sido impulsor de manifestaciones contra las medidas sanitarias, con éxito reducido pero creciente. De hecho, el video de una de sus últimas manifestaciones públicas suma, solo en Facebook, más de un millón de visitas.

Este video fue filmado y promovido por la youtuber rusa residente en Chile, Masha Lepskaya, y muestra la reunión de todas las conspiraciones de mayor difusión: que la pandemia y la vacuna forman parte de un plan “globalista”, para instalar dispositivos de control mental a través de la modificación genética, los que funcionarían gracias a las antenas 5G. Entre otras cosas, se acusa a artistas como Marina Abramovic de participar de rituales satanistas y formar parte del plan de control mundial de Bill Gates.

El último peak de interacción relevante se produjo el 5 de enero, con posterioridad a que parlamentarios como Diego Schalper (RN) o Gabriel Silber (DC) plantearan la obligatoriedad de la vacuna. Fue en este escenario donde cercanos al Partido Republicano, como el candidato a concejal Raúl Labán, comenzaron a difundir su oposición a la obligatoriedad, a partir de un argumento que combina el derecho individual con el temor a los efectos secundarios.

En nombre de la “libertad” de no vacunarse por obligación, estos personajes que quieren difundir su pensamiento contra la corriente mayoritaria que espera en la vacuna una solución o control definitivo de la pandemia, han acomodado su discurso para esquivar las restricciones de Twitter.

Según Claudio Villegas, estas personas van a empezar a «abandonar lo que sea más detectable» para reemplazarlo por afiches o videos. «No creo que necesariamente estén perdiendo influencia, pero sí entrando en un período de adaptación a las nuevas limitaciones en las redes, donde no han dejado de participar, habida cuenta de que existen sucedáneos de Twitter y YouTube, como Parler, donde se empiezan a juntar los polos más radicalizados. Eso me lleva un poco al inicio del uso político de las fake news, la estrategia electoral de Trump. Usar redes de nicho que generan cohesión en estos grupos y, después, pueden extender a redes más abiertas», explicó el investigador.

A Villegas no le cabe duda «que hay muchos antivacunas que toman el discurso y lo mezclan con otra cosa, como la idea de riesgo. En el lado discursivo van a mostrar la idea de derechos y la idea de riesgo para mezclarla. Esto no es exclusivo del mundo de derecha, está en todas partes».

Esta argumentación de la libertad de elegir ha sido planteada ya desde noviembre por “influencers” de este sector, como Johannes Kaiser, hermano del abogado y columnista Axel Kaiser, y el exministro de la dictadura Sergio Melnick , quienes sutilmente siembran dudas sobre la intencionalidad tras la pandemia y la inoculación. Recientemente y en coherencia con este discurso, Melnick ha planteado la necesidad de poder elegir la “marca” de vacuna que cada cual se inyectará. Esto último, se relaciona con la discusión acerca de la aplicación de vacunas de origen chino como Sinovac, término que fue trending topic el 20 de enero (fuera del periodo de recopilación de este informe).

En este sentido, la discusión sobre la obligatoriedad de la vacuna produce una oposición que fluctúa entre quienes defienden el derecho individual sin asociarlo a temores e incluso señalan su disposición a vacunarse, como el televisivo abogado Aldo Duque, o el exdiputado Jorge Schaulsohn, hasta quienes plantean sospechas sobre efectos secundarios específicos de este proceso, como Kaiser o Melnick. El caso extremo de ello y precedente a la pandemia, es el de quienes se oponen a la obligatoriedad por efectos secundarios de todas las vacunas.

La investigación arrojó, además, el ranking de los 25 usuarios que acumularon la mayor cantidad de interacciones asociadas a tuits sobre la vacunación durante el periodo de análisis, que suma las interacciones de todos los mensajes que utilizan las palabras clave durante el periodo, emitidos por un mismo usuario.

Cruzada de los escépticos

Los investigadores establecieron las tres razones principales que sustentan los mensajes antivacuna:

1- Efectividad: Se basa principalmente en el porcentaje de inmunización relacionado con una u otra vacuna, sin necesariamente asociarse con riesgo por efectos secundarios u oposición ideológica a la vacunación. Aunque no forma parte del periodo de recolección, este discurso tiende a plantearse en relación con la vacuna Sinovac. Se trata del tipo de escepticismo menos riesgoso por su carácter inorgánico, pero puede funcionar como entrada hacia discursos de oposición radical.

2- Riesgo: Puede dividirse entre aquellos que plantean riesgos de todas las vacunas y los que difunden riesgos particulares sobre la inoculación contra el COVID-19. Este discurso se centra en la posibilidad de efectos secundarios, y tiende a difundirse en grupos con cierto nivel de organización, asociándose sobre todo a movimientos de carácter nacionalista y conservador cristiano. Un punto central de este discurso es el poco tiempo de desarrollo de las vacunas, en comparación con los supuestos 10 años que toma una vacuna en crearse y aprobarse. A su vez, tienden a resaltar el origen de la vacuna para reforzar su sospecha, teniendo como principales “amenazas” a las vacunas Sinovac (china) y Sputnik (rusa).

3- Intencionalidad: Es el nivel de escepticismo con mayor potencial de propagación entre grupos que promueven la desconfianza institucional, puesto que asocia el proceso de inoculación a la intencionalidad oscura de distintas elites político-económicas. Permea en todo el espectro político, aunque su organización más visible se encuentra en movimientos cercanos al populismo de derecha. La sospecha de intencionalidad va desde la acusación de querer utilizar la pandemia y la vacunación como forma de ganar popularidad y poder, generando resistencia al proceso por la desconfianza y oposición hacia el gobierno de turno, hasta la construcción de teorías conspirativas complejas como el origen intencional de la pandemia, su uso para “adormecer a la población” e instaurar un “nuevo orden mundial”. Es aquí donde habitan ideas como la relación entre el 5G y la vacunación.

Y como conclusiones centrales del informe de la Facultad de Comunicaciones de la Universidad Católica, se estableció que “se observa una organización menor, pero incipiente, entre distintos movimientos sociales y políticos que promueven el escepticismo hacia el proceso de inoculación. Aunque en términos de cantidad de publicaciones y cantidad de usuarios parecen haber disminuido en relación a los sondeos previos, esto no puede interpretarse como un aumento en la confianza ciudadana en este proceso y en la disposición individual a vacunarse. Más bien, parece ser efecto de dificultades introducidas por las plataformas de redes sociales, con el objetivo de evitar la propagación de estos contenidos”.

El documento también concluyó que «aunque las publicaciones escépticas que obtienen mayor propagación pertenecen a usuarios que participan de movimientos populistas de derecha, esto no es unánime en dicho sector ni tampoco exclusivo. A pesar de lo anterior, la mayor parte del escepticismo contrario a la inoculación permanece sin participar en comunidades de diálogo, ya sea con otros escépticos o con promotores de la vacuna. Esto supone una oportunidad para las autoridades y promotores de la vacunación, en términos de que la mayoría de los usuarios escépticos parecieran no participar –aún– de comunidades conspirativas o movimientos antivacunas”.

Para terminar, el informe determinó que «entre los tipos de escepticismo que hemos identificado, el que mayor fuerza de propagación parece tener es aquel que advierte sobre los efectos secundarios de cada vacuna que aparece en el mercado. Esto implica que no estamos frente –todavía– a un movimiento antivacunación general, estructurado discursivamente, sino frente a un temor que se difunde espontáneamente en redes, especialmente sensible a la desinformación. Este temor intenta ser capitalizado por movimientos como ChileDigno, aunque todavía se observa un éxito reducido», sostuvo.

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