Un senador que integra la comisión de Hacienda afirma que Rodrigo Cerda es el mejor “ministro técnico” que ha tenido esa cartera en mucho tiempo, pero sus habilidades políticas son demasiado blandas. Algo que se hace aún más notorio cuando hay un Gobierno débil, incapaz incluso de ordenar el naipe entre sus propios parlamentarios, varios de los cuales no solo han anunciado su voto a favor del tercer retiro del 10% –que esta semana tendrá jornadas claves en la Cámara– sino que además advierten que las ayudas gubernamentales son insuficientes e insisten a Hacienda para que implemente una Renta Básica Universal.
Desde su época como director de Presupuestos en la primera etapa del actual Gobierno de Sebastián Piñera, el ministro de Hacienda, Rodrigo Cerda, evita las entrevistas, a menos que sean para medios especializados en materia económica. Y es que el suyo es un perfil eminentemente técnico, no de medios masivos y, por lo tanto, difícilmente lo veremos exponiendo proyectos de ley o alguna política pública en matinales, ámbito donde hasta hace un tiempo los secretarios de Estado se sentían cómodos y bien tratados, cosa que ha cambiado desde que el país atraviesa su tormenta perfecta por los efectos de la crisis sanitaria.
Un perfil complejo para el ministro que tomó las riendas de Teatinos 120 a fines de enero, para reemplazar a Ignacio Briones, pero que recién ahora hará su debut político en el Congreso con la exigente agenda legislativa que debe sortear: la reforma de pensiones, el tercer retiro de fondos de las AFP, el salario mínimo y el polémico TPP-11.
Varios parlamentarios que integran las comisiones de Hacienda en el Senado y la Cámara de Diputadas y Diputados ya apuntan a que, más allá de las declaraciones públicas desde el Gobierno, Cerda tiene un mandato de mera administración para este último tramo del mandato de Piñera. Es decir, no tiene metas impuestas para convertir realmente en leyes proyectos emblemáticos como la reforma al sistema de pensiones.
Su deber sería –agregaron los parlamentarios– más bien administrar las urgencias legislativas, ingresar o retirar indicaciones y, en el peor de los casos, amenazar con llevar al Tribunal Constitucional (TC) materias controvertidas, como el tercer retiro del 10% o el aumento de coberturas para el Bono Clase Media, aunque en este último caso amenazó y luego cedió.
[cita tipo=»destaque»]Esta ausencia de Cerda también ha sido notoria en la comisión de Constitución de la Cámara, donde se han votado dos proyectos críticos para el Gobierno: el tercer retiro del 10% y el impuesto a los superricos. En el debate de ambas iniciativas, la débil voz de La Moneda la ha encabezado el ministro de la Segpres, Juan José Ossa, y su segundo de a bordo, el subsecretario Máximo Pavez. El titular de Hacienda simplemente no ha intervenido en estos debates legislativos.[/cita]
Un senador que integra la comisión de Hacienda afirma que Rodrigo Cerda es el mejor “ministro técnico” que ha tenido esa cartera en mucho tiempo, pero sus habilidades políticas son demasiado blandas. Algo que se hace aún más notorio cuando hay un Gobierno débil, incapaz incluso de ordenar el naipe entre sus propios parlamentarios, varios de los cuales no solo han anunciado su voto a favor del tercer retiro del 10% –que esta semana tendrá jornadas clave en la Cámara Baja–, sino que además advierten que las ayudas gubernamentales son insuficientes e insisten a Hacienda para que implemente una Renta Básica Universal.
Esta debilidad para hacer política del ministro Cerda se hizo evidente cuando, en la tramitación del bono y préstamo para la clase media, el jefe de las finanzas públicas tuvo siempre a su lado a la ministra Karla Rubilar, quien en su condición de exparlamentaria facilitó las negociaciones para sacar adelante el citado bono y el fortalecimiento del Ingreso Familiar de Emergencia (IFE).
“Nosotros pensábamos que teníamos un acuerdo pero dentro del marco presupuestario”, reclamaba en la Sala del Senado el ministro Cerda, durante la sesión especial del domingo 4 de abril. “Yo creo que es importante que tengamos acuerdo no solamente hoy día, sino que también hacia adelante y esto pavimenta o no pavimenta lo que va a pasar hacia adelante”, advertía el jefe de la billetera fiscal ese día a los senadores de oposición, al intentar revertir –sin éxito– la votación que declaró compatibles el Bono Clase Media y el IFE.
Este camino potencialmente ripioso para Cerda es el que preocupa a algunos sectores, sobre todo cuando está en pleno trámite la reforma previsional. Así lo expresó hace algunos días en una entrevista radial la senadora Carolina Goic (DC), presidenta de la comisión de Trabajo de la Cámara Alta y quien suele estar disponible para encontrar puntos de acuerdo con el Ejecutivo. Ante la llegada de Patricio Melero al Ministerio de Trabajo y el rol que le cabe a Rodrigo Cerda, la parlamentaria DC advirtió que “las dudas son legítimas, ya que los dos últimos cambios (en el gabinete) se dan cuando estábamos avanzando. El ministro de Hacienda, el exministro Briones, sale cuando estábamos a punto se suscribir un acuerdo y lo reemplaza alguien que es más bien afín a la UDI”.
Si bien la reforma previsional tiene para varias y largas semanas por delante, será precisamente en estos días, con la discusión del tercer retiro de los fondos de pensiones, donde Cerda tendrá que demostrar si tiene atributos políticos para enfrentar este áspero debate o si es que, simplemente, se limitará a observar –acorralado en su oficina de Teatinos 120, cual actor secundario– el desarrollo de los acontecimientos en la Cámara de Diputadas y Diputados.
Parlamentarios de oposición que integran la comisión de Trabajo del Senado dicen que, hasta ahora, Cerda ha estado al margen de las negociaciones por la reforma previsional, un espacio que probablemente copará el nuevo titular del Trabajo, Patricio Melero, con quien dichos senadores ya se reunieron este martes 13 y a quien reiteraron que no aprobarán lo despachado hace más de un año por la Cámara Baja y que forzarán llevar la iniciativa a una comisión mixta.
Esta ausencia de Cerda también ha sido notoria en la comisión de Constitución de la Cámara, donde se han votado dos proyectos críticos para el Gobierno: el tercer retiro del 10% y el impuesto a los superricos. En el debate de ambas iniciativas, la débil voz del La Moneda la ha encabezado el ministro de la Segpres, Juan José Ossa, y su segundo de a bordo, el subsecretario Máximo Pavez. El titular de Hacienda simplemente no ha intervenido en estos debates legislativos.
En el oficialismo igual algunos apuestan a que el introvertido secretario de Estado saque a relucir la muñeca política que debió adquirir en su paso por la Dipres. “El ministro Cerda no es una persona con falta de experiencia en materia política. Ha sido director de la Dipres y eso demuestra que tiene una condición de conocedor de cómo funciona el Congreso, donde obviamente se tienen que debatir las iniciativas”, defendió el diputado de RN, Alejandro Santana.
Eso sí, el mismo parlamentario –que integra la comisión de Hacienda de la Cámara– le puso presión al ministro de Hacienda y advierte que, ante la inminente aprobación del tercer retiro de fondos de pensiones, tiene que decidir “si existirá una propuesta del Ejecutivo que de verdad signifique traer transferencias directas a un gran volumen de personas que no reciben o no han recibido apoyos y que ven en el tercer retiro su opción de generar liquidez para sus bolsillos”.
Todos los escenarios probables para el tercer retiro del 10% exigen de Cerda que traspase los límites de lo técnico y se involucre en la acción política, ya sea para negociar con Chile Vamos un nuevo paquete de ayudas, incluyendo una Renta Básica Universal o para quemar las naves, llevando definitivamente al Tribunal Constitucional el tema, decisión donde el Gobierno tampoco asegura un triunfo, dado el actual clima de beligerancia entre los integrantes del TC y la incómoda posición en que se encuentra la presidenta de ese órgano, María Luisa Brahm.
Sin embargo, a horas de la votación del proyecto en la Sala de la Cámara, diputados de RN advierten que el Gobierno no se ha comunicado con ellos para fijar postura o buscar puntos de acuerdo. Solo se conoció la minuta elaborada por la Segpres, que encabeza Juan José Ossa, dirigida a dirigentes de Chile Vamos y autoridades, en la que se propone la bajada comunicacional para enfrentar el tercer retiro: favorece a los más ricos, discrimina a las mujeres y es un exceso de recursos inyectados a la economía. Nada nuevo respecto del libreto ya usado por La Moneda hasta ahora.
“Si el Gobierno se quiere ir en la dura, por lo menos que venga a dar la cara, para decirle él, con su cara, a todo el país y no mandar a un segundón. Yo me opongo y que se calle Max Pavez en este momento”, espetaba furiosa en la comisión de Constitución de la Cámara la diputada humanista Pamela Jiles, luego que el subsecretario Pavez anunciara que el Gobierno haría reserva de constitucionalidad tras la aprobación en general del proyecto que establece una reforma constitucional para imponer un impuesto a los patrimonios más altos del país.
Más allá de las críticas a la forma en que expresó su opinión la diputada Jiles, en el fondo subyace la evaluación que hay en estos días en el Congreso de la conducción del debate legislativo por parte de los ministros políticos: leones sin dientes, incapaces de ordenar a sus cuadros políticos. Por lo mismo, no es una anécdota que, en la misma comisión de Constitución, el diputado de la UDI, Juan Antonio Coloma, haya votado a favor la idea de legislar el tercer retiro, una estocada al Gobierno.
Un diputado democratacristiano asegura que uno de los problemas es que el titular de la Segpres es un «llavero» de Cristian Larroulet, ya que, a diferencia de exministro Cristián Monckeberg, que era capaz de tomar decisiones e incluso hacerle varios contrapuntos al Presidente en el comité político, Ossa lo consulta todo con el jefe de asesores del segundo piso de La Moneda.
La observación del mundo parlamentario es que el ministro Ossa es un «candi», que evita la confrontación, suele pedir en las cámaras legislativas evitar palabras duras y descalificaciones, y en la práctica solo operativiza las decisiones adoptadas por Larroulet, sin espacio para su propio despliegue.
Una falencia no menor, en circunstancias que el ministro de la Segpres debería ser un soporte y apoyo para el titular de Hacienda en las áridas negociaciones en el Congreso.
El Gobierno intenta jugar al gallito legislativo, pero no le ha ido bien en las últimas pasadas. Junto a los problemas con la reforma de pensiones y la «pesadilla» del tercer retiro del 10%, también ha intentado poner en discusión en el Senado el controvertido Acuerdo Integral y Progresista de Asociación Transpacífico, más conocido como el TPP-11. Llama la atención que La Moneda haya cedido a la decisión de la mesa del Senado, que rechazó varias veces poner en tabla la iniciativa, pese a las urgencias legislativas ingresadas y que –según la actual Constitución– obligan al Congreso a despachar en plazos determinados los proyectos de ley.
El fin de semana, la presidenta de la Cámara Alta, Yasna Provoste, terminó de rayarle la cancha al Gobierno en este tema, cuando –a través de sus redes sociales– notificó su rechazo frontal a la tramitación del TPP-11. En un hilo de Twitter de 11 párrafos, la senadora DC explicó que los comités del Senado no han puesto en tabla el proyecto y que, pese a la renovación de las urgencias legislativas por parte del Gobierno, ningún comité ha pedido priorizar dicha votación.
Provoste sostuvo que “como senadora por Atacama creo que no debemos tramitar TPP-11 sin hablar de Escazú y pacto migratorio. No veo espacio político para avanzar en esto. Por tanto, si se llegase a poner en tabla el TPP-11 lo votaré en contra y confío en que sea rechazado”. Agregó que “el procedimiento brevemente descrito me permite establecer un compromiso: como presidenta del @Senado_Chile puedo asegurar que nunca una materia como el TPP-11 podrá ser puesta en tabla y discutida sin que la ciudadanía esté plena y anticipadamente informada de ello” y luego enfatizó que en la reunión que sostuvo hace unos días con el Presidente Piñera en La Moneda, el tratado no fue parte de los temas abordados.