La comunidad aledaña a Chilean Grape Group o viña Lourdes, empresa ubicada en Isla de Maipo, ha denunciado y reclamado por diez años a la municipalidad debido a los hedores que deja la compañía productora de vino y jugos de uva a través de la descarga de sus residuos industriales líquidos sin tratar, lo que es ilegal. A pesar de que la Superintendencia de Medio Ambiente lo ha constatado, la vitivinícola no ha dado solución. El caso evidencia las debilidades que tiene la normativa medioambiental encargada de regular la emisión de olores en las industrias de Chile.
En su casa en el pasaje Los Muñoces, Ximena Poblete (61), expresidenta de la junta de vecinos, tiene ocupados casi todos los enchufes con aromatizantes de vainilla, los que solo consigue comprar cuando va a los supermercados de Santiago: el producto se agota rápidamente en Isla de Maipo, donde vive. En su cocina tiene un horno a leña y un mesón lleno de pequeñas velas redondas de colores con un papel metálico en su base, las que prende todos los días para llenar la casa de un olor agradable. Los hedores que emanan de una viña vecina, propiedad del grupo Yarur, inundan todo el pueblo.
El lavamanos de su baño, que hace juego con la tina y el inodoro de color celeste, es más nuevo que el resto de los artefactos. Ximena recuerda que hace unos cinco años tuvo un incidente que hasta ahora se avergüenza de contar. Una noche pasada la vendimia, época de verano en que se recolecta y cosecha la uva, ni ella ni Jorge Giacaman (65), su marido, podían dormir por el olor a alcantarilla. Recuerda que la sensación era similar a tener un huevo podrido impregnado en sus narices y bocas. No era una novedad para ninguno, ya que llevan años soportando esa misma fetidez en su hogar.
Ximena dice que ni el humo de una carne a la parrilla podría haber disipado lo que sintieron. El olor atravesaba todas las puertas y ventanas a pesar de que estuviesen cerradas. En un intento por desapegarse de esa situación, su esposo prendió una vela cilíndrica, ancha y aromática en el lavamanos del baño que está junto a su dormitorio. Luego volvió a acostarse.
Al pasar las horas, la cera empezó a derretirse y se consumió por el tubo plástico del desagüe. El fuego que suponía mitigar el hedor, terminó por quebrar el recipiente, lo que hizo que ambos se levantaran con el estruendo. “Nos despertamos ahí con el humo y todo, con una llama en la pared del lavatorio”, cuenta Ximena. Si bien el hecho no pasó a mayores, ella ha sido directa con los responsables del mal olor, la vitivinícola Chilean Grape Group: “Ustedes me quedaron debiendo un baño”, les comenta cada vez que se da la oportunidad de hablar con ellos.
A una calle de distancia, en Avenida Santelices, se encuentra esta productora de vino, jugos y concentrado de uvas perteneciente al Grupo Yarur, que controla el Banco BCI y Salcobrand, entre otras empresas. La compañía, también conocida como Empresas Lourdes S.A. o Viña Lourdes, genera malos olores que fueron constatados por las fiscalizaciones de la Superintendencia de Medio Ambiente (SMA) en 2018 y este año. Pese a esto, según información recibida por Ley de Transparencia, la vitivinícola nunca ha sido sancionada por este motivo, ya que la deficiente normativa de olores en Chile no exige una penalización.
La SMA fue a fiscalizar a Lourdes en 2018 en la época de vendimia, que es generalmente entre febrero y abril. Al recorrer el área donde desembocan al río los residuos industriales líquidos de la viña, es decir, sus desechos químicos y orgánicos también llamados riles, el organismo constató “un fluido de características viscosas, color violáceo – similar al del vino – y olor putrefacto”. Pero el punto de muestreo “no era representativo”, según se lee en el informe de inspección, por lo que no pudieron hacer el monitoreo de forma efectiva y decidieron reprogramar la visita.
Una noche de octubre del 2019, Eduardo Torres (47), vecino de Ximena, también despertó por un mal olor. Lo que él sintió olía “como a gas podrido”. Recuerda que se preocupó porque pensó que podía ser peligroso, y levantó a su esposa y a su hijo de diez años. Llevaban cinco meses arrendando en el pasaje Lo Macías, calle que colinda con la empresa y que se encuentra a pocos metros del río Maipo.
Eduardo fue a la cocina a revisar si era el gas, aunque él tiene la costumbre de cortar la llave de paso todas las noches. Al darse cuenta de que ahí no estaba el problema, salió por la entrada de su casa al patio. “La ola nauseabunda entró por todos lados, se inundó el sector”, recuerda. El aire permaneció así durante una hora y después se fue. El olor comenzó a sentirse con más frecuencia en los días de vendimia.
Sin el regreso de la SMA hasta ese entonces, en marzo de 2020 la municipalidad de Isla de Maipo fue a inspeccionar la viña por su cuenta. En el informe de visita se señala que la empresa “descarga residuos directamente al río (Maipo) sin tratar, generando que la calidad de este cuerpo de agua se vea alterado”.
Esto sería ilegal, según el Decreto Supremo 90 (DS-90), que es la norma que “establece la concentración máxima de contaminantes permitida” para descargar residuos líquidos en aguas marinas y ríos. La empresa está obligada a cumplir con una serie de parámetros para tratar sus desechos y luego depositarlos al efluente.
Dos meses después de la fiscalización de la municipalidad hacia Lourdes, ya acabada la época de cosecha, la Superintendencia de Medio Ambiente volvió a Chilean Grape Group. En esa visita el organismo no percibió malos olores y tampoco notó colores extraños en las aguas del río Maipo.
Además, el personal de Empresas Lourdes S.A les indicó que los puntos de descarga de riles fueron modificados por terceros y sin autorización, lo cual es ilegal según el Código de Aguas (artículo 299 letra c). Como consecuencia, según aclaró la viña a la inspección ambiental, hubo una acumulación de riles y generación de malos olores que “actualmente estaría solucionada”.
La SMA regresó a inicios de este año a la vitivinícola debido a denuncias por malos olores en contra de Lourdes por el Servicio Agrícola y Ganadero (SAG), la municipalidad de Isla de Maipo y los vecinos, además de una nueva estrategia de la Superintendencia para solucionar los problemas medioambientales que generan los riles. Esta vez evidenciaron que la viña descargó sus residuos al río Maipo sin el tratamiento que exige el DS-90 y calificaron la falta como grave.
Con esto, la institución inició un proceso sancionatorio en contra de Lourdes, junto a otras viñas de la región. Si bien no es directamente una sanción, señalan que es una oportunidad para que Chilean Grape Group presente soluciones ante sus faltas, cosa que ya hicieron.
Luego, la SMA evalúa las propuestas de la empresa, que es la etapa en la que se encuentra ahora, y ahí pueden haber dos caminos: aprobarse las soluciones de la viña y detener la posible sanción o terminar en un juicio que no se tiene certeza de cuánto puede durar.
El origen de la pestilencia
La Viña Lourdes comenzó sus operaciones en 1989 y Empresas Juan Yarur amplió su participación accionaria en la vitivinícola en 2000. Al año siguiente, Enrique Caces y María Isidora Martínez, residentes de Lo Macías en ese tiempo y vecinos de la compañía, le otorgaron una servidumbre a la viña para que pudiera acceder a dos tuberías subterráneas para transportar sus riles y aguas tratadas al río Maipo por primera vez.
Afuera de la Avenida Santelices, en el frontis de la empresa, hay una pared cubierta de plantas con letras grandes y metálicas, donde dice “Chilean Grape Group, Isla de Maipo”. Aunque las panderetas grises cubren casi todo el perímetro, se alcanzan a distinguir algunas de las imponentes cubas de color burdeo, que sirven para almacenar 17.680.000 litros de guarda de vino.
Actualmente, la viña cuenta con clientes en alrededor de 20 países del mundo y, según especifican en su página web, produce más de 50 millones de litros de jugos, concentrados de uva y vino. Luego, se convierte en el embotellado de la etiqueta 7 Colores.
Desde una perspectiva aérea, se notan cuatro grandes piscinas que tiene la planta de tratamiento de riles de la empresa. La espuma que aparece en cada una de ellas representa el proceso de unas bacterias especiales que, junto a la ayuda de propulsores de oxígeno en el fondo, consumen los restos orgánicos, es decir, todo lo que proviene de la uva. Estos llegan después de haber pasado por dos fases cruciales donde se separan los sólidos de los líquidos, el jugo de las cáscaras y las ramas.
Hernán Flores, exsupervisor de Medio Ambiente de la empresa durante 2017 y 2018, tiempo en que se fiscalizó a Lourdes por malos olores, cuenta que los residuos industriales líquidos de las viñas, en general, son desechos del proceso de la elaboración de la uva. Se componen por agua, compuestos químicos –como la soda que se ocupa para limpiar las cubas–, orgánicos, como el orujo, que es la cáscara, y el escobajo, que son las ramitas, además de mosto, que es el jugo concentrado de uva.
Según él, “varios de los desechos que incluso no alcanzaron a pasar en la planta de riles, se van directo al río”, lo que causaría la pestilencia. Desde la SMA aseguran que el problema de los riles está estrechamente relacionado a los olores putrefactos de la viña.
Flores agrega que al descargarse el ril, el agua debería salir turbia, similar al color del barro pero más claro. Hay pobladores que denuncian haber visto el río cubierto de “espuma y agua negra”, con “musgo” o de un color parecido al vino. Otros cuentan que, cuando se producen estas descargas, “es como meterse al petróleo”. Algunos miembros del sector residencial compartieron fotos y videos en donde reclaman por la fetidez y registran su propia evidencia.
Por su parte, la gerencia de Administración y Finanzas de la empresa rechazó dar entrevista para este reportaje, y no envió ninguna respuesta al cuestionario escrito que pidió que se le enviara.
Escritos a mano, en una hoja blanca específica para denuncias ambientales y con el logo de la municipalidad en la esquina superior, 30 de 46 reclamos sobre hedores putrefactos recibidos en 2019, fueron en contra de la Viña Lourdes.
La sensación de no poder respirar, de que sus propiedades “se están desvalorizando”, la obligación de estar encerrados en sus casas para no tener náuseas ni dolores de cabeza, “además de evitar realizar deportes o actividades al aire libre”, las molestias en la garganta y la ropa colgada en los tendederos con mal olor, colapsaron a los residentes del sector, principalmente de las calles Los Muñoces, Florian, San Luis y Lo Macías, todas ubicadas alrededor de la Avenida Santelices.
El quincho de una de las parcelas del pasaje Lo Macías, ubicado a metros del río Maipo, fue el lugar de encuentro entre seis habitantes del sector, quienes durante la tarde de calor del 7 de enero de este año, se juntaron a conversar sobre el problema que desde hace una década los aqueja, como consta en el libro de actas de la junta vecinal de Los Muñoces. Las voces de los residentes se mezclaban unas con otras. El viento, las interrupciones constantes y los ánimos exaltados por relatar sus quejas, hacían que resultara difícil descifrar qué decía cada uno.
La última vez que evidenciaron el hedor insoportable fue en año nuevo. Paola Castillo (50), quien vive al lado de la compañía, cuenta que la situación no pasó desapercibida para sus invitados. “Estábamos cenando nosotros con un olor atroz. Entonces mis visitas me decían ‘oye, el olor…’ y yo les dije ‘disculpen, este olor no es de la casa ni de mi alcantarilla, es de la viña’”, dice.
Ese día en la mañana, ella recuerda que llegaron a su casa dos trabajadores de la empresa a regalar botellas de vino. Los islamaipinos entrevistados para este reportaje coinciden en que esta es una práctica común por parte de la vitivinícola. Una residente de Lo Macías considera que es una forma de “callar a la gente” para compensar los malestares. Mientras hay personas que aceptan, otras prefieren no hacerlo. “Aquí nadie se va a vender por una caja de vinos”, explica Manuel Bahamondes (60), quien vive hace 20 años ahí.
En 2017, Empresas Lourdes S.A ingresó un nuevo proyecto al Sistema de Evaluación de Impacto Ambiental (SEIA). Se llamaba “Mejoramiento Planta de Tratamiento de Riles y Optimización de Guarda de Vino y Concentrado de jugo”, es decir, un perfeccionamiento para la infraestructura que procesa los desechos químicos y orgánicos de la compañía.
Según la última Resolución de Calificación Ambiental (RCA) de Chilean Grape Group, aprobada en 2019 por el Servicio de Evaluación Ambiental (SEA), la viña indicó que “no se presentan ni prevén fuentes de emisión de olores” ni para la construcción ni durante la operación de la planta.
En caso de que llegase a ocurrir un episodio molesto para la comunidad aledaña, la vitivinícola añadió, en un anexo de su RCA, un Plan de Gestión de Olores. Una de las medidas que propuso en este documento fue hacer más directa la vía para los reclamos de los vecinos.
Para esto, prometió que los residentes podían hacer sus quejas por correo electrónico o llamando a un número de teléfono especial de reclamos, y que la empresa tendría un día como plazo máximo para encontrar el foco del hedor. En la jornada siguiente, debería informarle a quienes hubiesen reclamado qué medidas tomaría para resolver el problema.
El texto, redactado en 2019, aseguraba comunicar a las personas aledañas al recinto sobre este programa, el cual, según Lourdes, llegaría impreso a la puerta de las casas de cada vecino y a los establecimientos cercanos a la planta. De 25 residentes de Isla Centro consultados si conocían el plan de la viña, entre ellos el dirigente vecinal de la calle Los Muñoces, ninguno estaba enterado de esa información.
La (inexistente) normativa medioambiental en olores
Los “sistemas de tratamiento y/o disposición de residuos líquidos” son parte de las 12 actividades potencialmente generadoras de olor en Chile, según se indica en el sitio web del Ministerio de Medio Ambiente (MMA) y en la Guía para la predicción y evaluación de impactos por olor en el SEIA.
Este último presenta nueve normas en relación a materia odorífica, las cuales tienen un “fin orientador y referencial” para las empresas. Es decir, no son vinculantes. Las plantas de residuos industriales líquidos son mencionadas para los mataderos (art 2 letra c). DS 94/2008) pero no para productoras de vino y jugos de uva.
En la Estrategia para la Gestión de Olores en Chile, actualizada en 2017 por el MMA, se señala que hay una evidente “falta (de) un marco regulatorio a nivel nacional respecto a las medidas a implementar para controlar y prevenir los olores que causan molestia”. Es decir, no hay una normativa ambiental especial en materia odorífica.
Los expertos concuerdan en que el reglamento no permite multar a Lourdes. “Cuando fue a fiscalizar la Superintendencia, no pudo iniciar ningún proceso de sanción, porque no hay norma ambiental (de olores) que diga sobre este límite estás contaminando y bajo este no”, explica Mauricio Alegría, asesor de gestión y normativa ambiental.
Por otro lado, Lionel Quezada, ex gerente general de EcoRiles, empresa que entrega servicios de tratamiento, dice que el Decreto Supremo 90, al ser la legislación que regula la descarga de riles, debería incluir lo odorífico, ya que en ningún momento menciona esta materia.
Actualmente los organismos e instituciones a cargo de fiscalizar o sancionar son la SEREMI de Salud, basada en el Código Sanitario, y la SMA, a través del incumplimiento de las Resoluciones de Calificación Ambiental en cada empresa. Asimismo, el documento del Ministerio de Medio Ambiente especifica la necesidad de un fortalecimiento institucional en la temática para “enriquecer la gestión de olores en Chile”. Una solución que, en caso de concretarse, podría ser una oportunidad para terminar con los olores nauseabundos que afectan a los vecinos de Isla de Maipo.
Según información recibida por Ley de Transparencia, tanto la SEREMI de Salud como la SMA no registran sanciones a la vitivinícola por malos olores en la descarga de sus residuos industriales líquidos ni por irregularidades respecto al DS-90.
Si mejora la norma, la viña se verá forzada a controlar los hedores que emite. Así, Ximena podría dormir tranquila al apagar las velas y desenchufar sus aromatizantes de vainilla, y Paola se sentiría libre de tener invitados sin miedo a que el olor nauseabundo inunde nuevamente su casa.