Luego del inapelable triunfo que tuvo la candidata demócratacristiana en las primarias convencionales de la centroizquierda, donde se impuso con más de 60 por ciento de los votos a Paula Narváez del PS y a Carlos Maldonado del PR, los pactos que hizo su partido con el Gobierno antes que con sus pares de oposición, la mirada conservadora de la falange y la marca «DC» desgastada, serán los principales escollos que la candidata presidencial de Unidad Constituyente, Yasna Provoste, deberá sortear con miras a la primera vuelta presidencial. El holgado triunfo de la presidenta del Senado – en una consulta que no superó el mínimo de participación consensuado- sobre sus pares del PS y el PR, se dio en un momento en que la convivencia interna del sector pasa por cortos circuitos entre los dirigentes y sus bases, lo que vuelve a sus militantes impredecibles. Un caso concreto es el temor que siente el PS por una fuga de votos hacia la candidatura de Gabriel Boric, más cuando su directiva, encabezada por Álvaro Elizalde, es sindicada por algunos sectores de la tienda como responsables del magro resultado, al no apoyar decididamente a su candidata.
Tras su categórico triunfo en la Consulta Ciudadana 20121 donde se impuso en casi todas las mesas constituidas en el país a los representantes del PS y el PR, ahora uno de los mayores desafíos que deberá enfrentar la candidata presidencial de la centroizquierda Yasna Provoste será cómo mantener la distancia suficiente de la falange para no espantar los votos más progresistas del sector, y al mismo tiempo, no seguir profundizando las heridas en la interna que dejó su campaña presidencial. Los constantes desmarques de la Democracia Cristiana de sus pares de oposición en el parlamento, y que terminaron por dar una mano al Gobierno en momentos de mayor debilidad, fueron erosionando una relación que venía desgastada desde el último gobierno de la ex Presidenta Michelle Bachelet, ocasión en que la falange se transformó “en un enemigo interno”, como varios advirtieron en su momento.
Y si bien la candidata oriunda de Vallenar siempre ha pertenecido al sector más progresista de su partido, la evidencia de lo complejo de la operación quedó develada en plena campaña presidencial, cuando tuvo que negar a colaboradores cercanos, como el senador Jorge Pizarro, o el tener que intentar explicar cómo iba a sostener una agenda de cambios más profundos, luego de que el proyecto de despenalización del aborto se cayera con votos del oficialismo y de la propia Democracia Cristiana.
De todas formas, y más allá de los cálculos primeros, el hecho de que no se haya alcanzado el mínimo de participación consensuada entre los tres candidatos, y que hablaban de al menos 150 mil votos que contempla el padrón de militantes de los tres partidos, deja a la presidenta del Senado en una muy incómoda posición. Esto, pues la candidatura del sector no parece convocar lo necesario para competir contra el millón setecientos mil votos de Apruebo Dignidad, o del millón trescientos mil de Chile Podemos +. Todo esto en un contexto en que no se contó con financiamiento ni publicidad de parte del Servel, puesto el sector no tuvo la capacidad política de inscribirse en las primarias legales.
Y si bien, el poder arrastra consigo una fuerza hacia el interior, las heridas aún abiertas en la tienda con personajes claves como la senadora Ximena Rincón -quien tuvo que deponer su candidatura obtenida a través de una primaria interna- o con el expresidente, Fuad Chahin, quien tuvo que dejar su rol en medio de acusaciones cruzadas de juego “sucio”, son flancos que deberá resolver en el corto plazo. A eso se suma la mala relación de comando con la directiva, la que acusó que “sólo nos notificaron de cada paso”.
Con miras a noviembre (primera vuelta) la mochila que significa ser la candidata de la DC en el contexto actual de la oposición, tiene varios fundamentos de los que la senadora por Atacama se tendrá que hacer cargo, y de esta manera, intentar convencer a un electorado que ya no confía “en los mismos de siempre”.
El acuerdo para sacar adelante el proyecto de pensiones (previo al estallido social), y que pudo avanzar gracias al descuelgue falangista, a pesar de uno de los pocos acuerdos transversales que había logrado la oposición, es uno que varios no perdonan. A eso se suma los cuatro votos del partido que impidieron que se concretara la acusación constitucional contra el Presidente Sebastián Piñera.
De igual forma ocurrió con la acusación constitucional en contra el ex intendente metropolitano, Felipe Guevara, por el “copamiento” en Plaza Dignidad durante el estallido. En el Senado, Ximena Rincón no se presentó, y tanto Carolina Goic como Jorge Pizarro se abstuvieron, declarando el triunfo del RN. La última, ocurrió cuando aún en comisión, la diputada (DC) Joanna Pérez votó junto al oficialismo para evitar que avanzara el proyecto de despenalización del aborto.
En la DC son conscientes de lo que su marca provoca en el sector, y a raíz de aquello, es que se sigue trabajando en un diseño para contener a un electorado que amenaza con no seguir los pasos de la institucionalidad partidaria.
Los primeros comentarios que se escucharon transversalmente, y desde diferentes bloques de los tres partidos, apuntaron precisamente a cómo la candidata DC se las va a ingeniar para construir un muro de contención hacia la izquierda, y al mismo tiempo disputar con Sebastián Sichel la representación del «centro», ese espacio político cruzado por múltiples factores que lo vuelven impredecible.
La teoría en la interna del partido comandado por Carmen Frei, apunta a arropar a su candidata con rostros frescos pero representativos del mundo progresista, y de pasada, jubilar a varios. Como ejemplo pusieron el caso del ex senador Ignacio Walker, o el mismo Jorge Pizarro, a quien “no le dieron ni las gracias”, después de haberse hecho cargo de todo el trabajo fantasma, previo al lanzamiento de la candidatura.
Según un dirigente falangista, y a contrapelo de la teoría del desfonde, el hecho de que haya sido Yasna Provoste, y no Paula Narváez la ganadora, les abriría el espacio de diferenciación de la candidatura de Gabriel Boric, algo que creen, no hubiese podido realizar la carta PS, puesto que el espacio que ella ocupaba, “ya había sido llenado por el candidato de Apruebo Dignidad”.
El miedo de la fuga
A mediados de mayo, la decisión del Partido Socialista fue apostar por una primaria presidencial con la izquierda: el PC y el Frente Amplio. Y aunque el pacto fracasó y se logró salvar la alianza con la centroizquierda, los roces nunca se superaron por completo y la relación quedó tensionada y debilitada. Pero además, dentro del PS esa tensión también se instaló y la colectividad se separó prácticamente en dos lotes: quienes apoyaron a Narváez y quienes se ordenaron tras Provoste – en público y en privado -, asegurando que era la más competitiva.
En el PS recordaron que hubo una intención mayoritaria de romper el eje histórico con la Democracia Cristiana, a la que le pasan las cuentas por alinearse con el Gobierno en determinados momentos clave en el Parlamento. Por lo tanto, hubo una decisión de las bases de girar hacia la izquierda, y por eso siempre estuvo latente la posibilidad de que de ganar Yasna Provoste la consulta ciudadana y al no ser un proceso vinculante, parte de las bases socialistas desordenaran filas y se alinearan tras Gabriel Boric. Muestra de ese ánimo, enfatizan en sectores del PS, quedó claro en cómo se ordenaron las fuerzas en la Convención Constitucional, donde el Colectivo Socialista tuvo un acercamiento natural con el Frente Amplio.
Esa opción, reconocen algunas figuras políticas del partido, es cada vez más fuerte. Por eso algunos consideraron que la única forma de evitar lo más posible el desfonde de votantes es que Yasna Provoste haga gestos importantes al mundo socialista, ya sea con temáticas contenidas en el programa de Narváez, como también sumando a la primera línea de su campaña a figuras del partido, donde hasta ahora hay solo independientes.
Anoche las cuentas al interior del PS fueron diversas, con miradas distintas, y con responsabilidades cruzadas. La ventaja absoluta de Yasna Provoste, que casi triplicó a Paula Narváez, fue vista como un muy mal resultado e incluso peor a las expectativas que se tenían en sectores del PS, en el peor de los escenarios. “Es casi una humillación”, enfatizó un parlamentario de la tienda, que también hizo hincapié en que fue concordante a las voces que cuestionaron hacer primarias y apostaron por apoyar desde un primer momento a Provoste, “porque era un hecho” que este escenario era el más probable.
En el entorno de Narváez dicen que aún se están analizando los resultados, pero enfatizaron que desde un comienzo la exministra no tuvo el respaldo de sectores de su colectividad, los que prefirieron respaldar a la senadora por Atacama. El reclamo principal apunta a la directiva liderada por el senador Álvaro Elizalde, y el secretario general, Andrés Santander, a quienes acusaron de no hacer nada para ayudar a su propia candidata.
Según datos preliminares, Narváez sólo ganó en la región de Los Ríos – donde el PS tiene parlamentarios y gobernador -, perdiendo en todas las demás. De todos modos, algunos en el PS reclaman con más fuerza los resultados en el Maule, donde Elizalde es senador, y donde la exministra fue triplicada por la carta DC. Los dardos también van hacia el presidente de la Juventudes Socialistas, el diputado Juan Santana, quien de hecho estuvo en la celebración del triunfo de la senadora Provoste, instalado a su costado derecho, en Vallenar, parte de su distrito como diputado. “Lo que queda en evidencia es que ni la directiva ni algunos parlamentarios movieron un dedo por Paula”, dijo un militante de la colectividad, ante los resultados generales.
Desde la directiva negaron una acción concertada contra Narváez, y aseguraron que atendieron todos los requerimientos de la candidata y su comando, y que en ocasiones se planteó hacer cosas de manera distinta, sin ser escuchados. Desde otros sectores del PS, aseguraron que el equipo que trabajó con su candidata es el que debe hacer una autocrítica de por qué en más de 7 meses de campaña la exministra no logró despegar en la ciudadanía.
El escenario de la Unidad Constituyente no es menos complejo. La tensión que se instaló en mayo por el entuerto de las primarias legales no ha decaído, y aunque los secretarios generales han trabajado en un clima en general armonioso, permanecen desconfianzas entre las distintas colectividades, que se alimentan ahora también, con la influencia que puedan tener los resultados en la negociación parlamentaria y en la lucha por la hegemonía de las fuerzas políticas.
En el entorno de Carlos Maldonado y de Paula Narváez reconocieron que las relaciones con Yasna Provoste no son las mejores, y que el clima que se generó en la última etapa de la campaña fue de los peores desde mayo, empujado, por ejemplo, por las tensas interacciones que se dieron en los debates o por la acusación que deslizó la misma Provoste, cuando apuntó a que le notificaron que debía ir al primer debate donde se encontraron. Es en ese escenario, en que la senadora se alza como la carta presidencial de la centroizquierda, donde además resta por ser definido si el PRO lleva a Marco Enríquez-Ominami, lo que significaría su salida del pacto.