Sin la repostulación de la diputada Maya Fernández y sin un cargo parlamentario para Manuel Monsalve se quedó el Partido Socialista, donde algunos sectores acusaron revanchismo y el resurgimiento de las tensiones con la directiva encabezada por Álvaro Elizalde, algo que desde la mesa descartaron. El PS, además, dejó abajo de la parlamentaria a Mónica Aguilera, hermana del cuestionado exalcalde de San Ramón, Miguel Ángel Aguilera, para –según algunos– alejar en la colectividad toda sombra del otrora jefe comunal. Algunas tensiones también quedaron en Revolución Democrática, donde el diputado Miguel Crispi era la carta conocida para el Senado, pero a última hora fue reemplazado por Sebastián Depolo, secretario general de la tienda. En el PRO, la decisión de Marco Enríquez-Ominami de postular a La Moneda hizo que Alejandro Guillier desistiera de ir a la parlamentaria.
Las tensiones en el PS se hicieron sentir con más fuerza en medio de la campaña presidencial de Paula Narváez, que perdió en la consulta ciudadana de la ahora ex Unidad Constituyente. Tensiones que son antiguas y que se remontan a fines del 2019, cuando se producen las primeras bajas de militantes por las diferencias con la conducción de la directiva, liderada por Álvaro Elizalde. Primero renunciaron Fernando Atria, Gonzalo Durán y Gervoy Paredes, y en enero lo hizo Marcelo Díaz. Le reclamaban a la mesa que no estuvo a la altura del estallido social, además de la ausencia de un debate político ante el rechazo de la ciudadanía a los partidos.
Esa misma línea es la que, para algunos en el PS, llevó a la diputada Maya Fernández –una de las líderes de la disidencia– a decidir no postularse al Senado, lo que comunicó pocas horas antes de la inscripción de las listas. Si bien la parlamentaria apuntó a que se puede hacer política desde varios espacios –como una de sus razones para declinar–, su entorno y personeros del Partido Socialista aseguraron que responde a una crítica por la ausencia de un debate ideológico profundo, que está aburrida de la conducción que hace hoy la directiva y ante formas «poco fraternas» de relación interna en la colectividad, siendo esto último algo que admiten desde todas las facciones.
Su baja se sumó a la del diputado Manuel Monsalve, cercano a Fernández y uno de los principales colaboradores de la campaña de Paula Narváez, quien apostaba a ser el candidato a senador en la Región del Biobío, para competir con Gastón Saavedra y Clemira Pacheco, quedando finalmente Saavedra como la carta definitiva.
En sectores del PS acusan que se trató de una operación para dejar fuera al «narvaísmo», sin embargo, en la directiva precisaron que se basa en razones meramente electorales, pues Saavedra sería el más competitivo, toda vez que logró superar los 30 mil votos en la última elección, frente a 19 mil de Monsalve, y porque tanto José Pérez (PR) como Miguel Ortiz (DC) «le han ganado en votos en otras elecciones». En la mesa algunos apuntaron, además, que Gastón Saavedra no era precisamente un devoto de Elizalde.
Otra escena es la que ocurrió con la hasta hace poco candidata presidencial, Paula Narváez, quien desistió también de postular al Congreso en un cupo senatorial. En la trastienda, la dirigencia socialista aseguró que en los espacios de deliberación política se instaló que Narváez pudiera traspasar el capital político de la campaña al Senado, y que se habría mandatado a algunos militantes a hacerle la invitación. En el entorno de la exministra señalaron que no hubo una propuesta formal, pero que además Narváez se encargó de aclarar, desde antes, que no tenía intenciones de competir para el Congreso. Cercanos en el PS sostuvieron que Paula «no quería un premio de consuelo, ella fue candidata presidencial por convicción». Lo cierto es que el aire entre Narváez y la directiva estaba más bien denso, ante las acusaciones de algunos que la apoyaron y que apuntaban a un nulo interés de la mesa de hacer esfuerzos para que su candidata despegara, dando por hecho que Yasna Provoste ganaría la contienda.
En la colectividad de todos modos se fueron en picada contra Elizalde y el secretario general, Andrés Santander. Al senador lo acusaron de llevar «a sus regalones», como Daniel Manouchehri, que va como candidato a diputado por el distrito 5, y Felipe Barnachea, que hace lo propio por el distrito 18. Manouchehri es abogado, fue asesor de Elizalde cuando fue vocero de Gobierno y es dueño de la empresa Social Mind SPA, que prestó servicios al PS y al extesorero de la colectividad, que va también como diputado, Daniel Melo, contratos que en 2019 fueron cuestionados, según publicó en ese entonces La Tercera. Manouchehri fue además parte del Comité Central y tuvo una anterior postulación al Congreso, la que finalmente no ganó. Barnachea, en tanto, fue jefe de gabinete de Elizalde como parlamentario, jefe de gabinete también del exministro Rodrigo Peñailillo y exvicepreidente del Partido Socialista.
Otro punto fue el de Mónica Aguilera, la hermana del exalcalde de San Ramón, Miguel Ángel Aguilera –que se encuentra con la medida cautelar de prisión preventiva, investigado por enriquecimiento ilícito, cohecho y lavado de activos–, quien se iba a postular como diputada. Pero en la colectividad aseguraron que el comité regional del PS en la Región Metropolitana decidió no priorizarla y la bajaron del tablero. Sin embargo, dentro del PS algunos admitieron que también responde a la idea de «alejar lo más posible las sombras del narco del partido», aunque también a priorizar personas cercanas a Elizalde, pues en ese distrito, el 13 –que incluye a la comuna de San Ramón–, compite en el cupo PS Daniel Melo, exdiputado, hijo del exalcalde Sadi Melo, sobre quien hasta hace poco pesaba una investigación por violencia intrafamiliar y a la que la Fiscalía Oriente aplicó la controvertida decisión de no perseverar.
La cuarta aventura presidencial de Marco Enríquez-Ominami, si bien fue ratificada en cada uno de los espacios políticos del partido, no tuvo una buena recepción de todos, en especial de quienes aspiraban a competir por llegar al Congreso con mayores garantías, en alianza con la ex Unidad Constituyente. El quiebre del pacto parlamentario hizo que el senador Alejandro Guillier –quien se había integrado hacía poco a la colectividad– declinara a competir en la reelección senatorial. «He tomado la decisión de no repostular al Senado de la República. Lo hago ante las dificultades observadas para construir una lista parlamentaria común de la centroizquierda, que asegure una mayoría social y política de cara al proceso», informó el también excandidato presidencial.
No fue el único, porque tampoco optó a la Cámara Baja el ahora senador Alejandro Navarro –impedido para ir a la reelección–, quien, según sectores al interior del Partido Progresista (PRO), no tendría las mejores relaciones en la colectividad. Con todo, son varios los que aseguraron que las voces críticas a la conducción del partido y a la priorización de «aventuras personales» han crecido, ante los riesgos de que no puedan seguir constituidos como partido si no logran un rango de votos en la parlamentaria, algo que «era más posible de lograr con el resto de Unidad Constituyente», admitieron en el Partido Progresista.
A esto se suman las fallidas conversaciones del PRO con Rodrigo Peñailillo. Ante el portazo que le dieron en otros partidos de la centroizquierda, como el PPD –su excolectividad–, el PRO había ofrecido darle un cupo senatorial. Según dicen en el Partido Progresista, la conversación no terminó en nada formal y quedó como una charla de pasillo.
En el Frente Amplio (FA) también se cuecen habas. El diputado de Revolución Democrática, Miguel Crispi, se perfilaba como candidato a senador por la Región Metropolitana, junto a la presidenta de la colectividad, Margarita Portuguez. Sin embargo, la nómina oficial fue con Sebastián Depolo y Rocío Donoso.
En la interna de RD hay también más de una mirada: unos aseguran que Depolo ha intentado recuperar espacio de poder político en la colectividad de la que se mantuvo fuera de la primera línea en el periodo de la presidencia de Catalina Pérez. Otros creen que se trata de una decisión lógica, al haber disputado la primaria a la gobernación metropolitana en el FA, donde, contra todo pronóstico inicial, perdió. Para algunos, el nombre de Miguel Crispi «nunca estuvo sobre la mesa», apuntan a que «él mismo creó esa imagen», pero que ya cuando la diputada comunista Camila Vallejo se restó de la reelección en el distrito 12, se daba por sentado que Crispi iría allí a la reelección.