Sin nadie que pudiera lucir todas sus estrellas, finalmente fueron situaciones puntuales las que marcaron el último y crucial debate a menos de un mes de las elecciones presidenciales. Una oposición que se trató con guante blanco y un Sichel que no logró mejorar el desempeño de su primer debate –y que marcó la tendencia a la baja en las encuestas– dejó el extenso debate televisivo que permitió ciertos reacomodos entre los competidores. De esta manera, el espacio que no logró cubrir el candidato de Chile Podemos +, fue aprovechado por la candidata de Nuevo Pacto Social, Yasna Provoste, que finalmente quedó como una de las protagonistas de la noche al sacar de sus casillas a Sichel, cuando le preguntó si ha sido lobbista de empresas de gas, algo que el abanderado ligado al oficialismo no pudo responder de manera clara y vehemente. José Antonio Kast, por su parte, no se vio firme como en su anterior presentación y cayó “en su propia trampa”, al dejarse provocar y perder el control ante el emplazamiento que le hizo Gabriel Boric por los denominados Panama Papers, en que se revelaron hace un par de años las millonarias inversiones que tiene en el paraíso fiscal centroamericano. Mientras tanto, al candidato de Apruebo Dignidad, sin lucir y con un desempeño más bajo que en el anterior debate televisivo, igualmente le alcanzó para seguir jugando de puntero. La oportunidad también sirvió a Marco Enríquez-Ominami para inyectar ironía y así volver al ruedo.
Casi tres horas tuvieron para presentar sus propuestas y debatir con sus contrincantes los seis candidatos presidenciales que dijeron presente en el debate televisivo organizado por Anatel –Franco Parisi aún no aparece en Chile–, a poco más de un mes de las elecciones presidenciales, esto en un momento en que, a diferencia de instancias anteriores, el desempeño de los diferentes candidatos ha marcado tendencias en los estudios de opinión.
Y si bien ninguno de los exponentes brilló de manera destacada, hubo al menos cuatro instancias que darán que hablar en las próximas semanas, principalmente al interior de los comandos, donde en la recta final se jugarán el todo por el todo. De esta forma, los temas que quedarán en la retina fueron principalmente los flancos que los abanderados no supieron controlar a la altura de las circunstancias.
Antes de la transmisión, el candidato de Chile Podemos +, Sebastián Sichel, estaba llamado a recuperar el terreno perdido en el anterior debate y que ha marcado el cambio de estrategia de su comando, luego de sufrir el denominado “síndrome Jadue”, y que se refiere a cómo un mal desempeño en estas instancias puede afectar para mal la campaña y aspiraciones de un bloque en particular.
Su anterior presentación tuvo como consecuencias, primero, que se instalara la idea de que el avance a segunda vuelta ya no estaba seguro, como se presentó en un inicio, para luego dar paso a una realidad de la que nadie se quiere hacer cargo pero que significa una mochila muy pesada de cargar, como son el resultado y la tendencia de las diferentes encuestas, que lo han posicionado tanto en el tercer como en el cuarto lugar de la preferencias.
La apuesta principal del exministro de Desarrollo Social fue intentar volver a sacarle brillo a su historia personal, pero esta vez recargada de un discurso antipolítico más profundo –que a su vez ha sido muy cuestionado incluso entre los suyos–, intentando instalar la idea de que los impuestos son para “los políticos y los amigos de los políticos”.
Pero en todas sus intervenciones, ninguna de las dos tuvo eco, y despreocupó su flanco más complejo, el de su gestión como lobbista, que si bien para el electorado de derecha no es tema, en el mundo de centro sí lo es.
Aquella debilidad , olfateada desde hace tiempo por la candidata de Nuevo Pacto Social, Yasna Provoste –competidora directa–, fue aprovechada por la misma, situación que terminó por marcar el desempeño de la democratacristiana y, aunque tampoco lució sus atributos, le alcanzó para quedar de protagonista y mostrar un mejor desempeño que en su anterior presentación.
De esta manera, en el mano a mano entre ambos, Provoste le preguntó “¿hiciste lobby por el gas también o no?», fue la consulta al hueso que le hizo la senadora. La pregunta molestó a Sichel, quien de manera evidentemente incómoda la evadió, tomando como opción no responder e instalando una nueva duda sobre la honestidad del candidato. En ese trance, optó por atacar: «Yasna, ¿cuántos años has trabajado en el sector público? Te lo contesto yo: 30 años, los únicos años que no trabajaste en el sector público fue porque te destituyeron por hacer mal tu trabajo”.
«Sé que no te voy a poder explicar nunca lo que hacemos en el sector privado, cómo trabajamos los abogados», continuó Sichel, quien emplazó a Provoste a renunciar a su dieta como senadora. “Soy senadora de la República, cumplo con mi tarea y yo creo que el único gráfico donde tú estás arriba respecto de todas las candidaturas es con los aportes de privados”, le replicó Provoste. Finalmente, luego de varios tira y afloja, Sichel aclaró que “he sido abogado y no he tenido nunca como cliente a una empresa del gas, si eso es lo que le preocupa”.
Sumado a aquello, no logró salir del pantano en que quedó hundido en el debate anterior y, aunque trató de desmarcarse del Gobierno (otro flanco abierto), criticando la visita del Presidente Piñera a Cúcuta, en el tema del cuarto retiro nuevamente se estancó, al señalar que ahora estaría en favor de este si se avanza en sacar el 100% de los fondos. Esta contradicción tendría asidero considerando el dato aparecido la semana pasada en la encuesta Tú Influyes y que señaló que el 58 por ciento de los encuestados no votaría por un candidato que se posiciona en contra del cuarto retiro.
Independientemente de la veracidad o no del emplazamiento, Sichel no logro cerrar el flanco, una carga de la que no han sabido hacerse cargo en su comando, y que promete arrastrar hasta el último día de campaña.
El otro round que marcó la jornada fue entre los abanderados de Apruebo Dignidad, Gabriel Boric, y del Partido Republicano, José Antonio Kast. Este último, y a diferencia del debate anterior, salió a asegurar el voto duro de la derecha, dejando el discurso de moderación que aplicó para alcanzar a Sebastián Sichel y que –según las encuestas– le dio frutos. Todo ello con un estilo en que abusó de la parsimonia, que le jugó en contra, hasta cuando quiso provocar con sus medidas extremas.
De esta forma, instaló un discurso que hace mucho sentido entre sus seguidores más acérrimos, como lo es el cuestionar a la ONU, pero lo efectuó con datos falsos que luego fueron desmentidos, como el que Chile fuese parte del Consejo de Seguridad de la Naciones Unidas, de la cual señaló que había que salirse, o que países como Venezuela o Nicaragua también fueran parte. Llamó a disolver el Instituto Nacional de Derechos Humanos (INDH), sumando a aquello la insistencia en construir una zanja en la frontera como herramienta para tratar el tema de la inmigración, donde también mostró debilidad respecto del costo y la envergadura de la obra.
Pero lo que no vio venir fue un flanco que años atrás no era un tema muy relevante, pero que ahora, como candidato presidencial, y en medio del debate que provocó el reportaje en Chile de Ciper y LaBot, respecto del actuar del Presidente Sebastián Piñera en torno de los denominados Pandora Papers, cobró total importancia.
Y así como logró descolocar a Yasna Provoste en el pasado debate, tergiversando los datos respecto de la acusación constitucional que la dejó cinco años fuera de competencia, en esta ocasión flaqueó en uno de sus fuertes, como lo es la resiliencia.
Una vez enfrentado a los datos del reportaje que data del 2019, expuesto por La Tercera, y que hace mención a las sociedades con domicilio en Panamá (Panama Papers), que le espetó Gabriel Boric, Kast perdió el control y, sin responder a la pregunta, intentó desviar el tema llevando la atención hacia una invitación a hacerse un test de drogas y abrir las cuentas bancarias.
Con documentos en mano, el diputado del FA le preguntó si conocía a Cecilio Roberto Moreno, a lo que Kast se manifestó confundido. “¿No? Él es el notario de Panamá que validó tu inversión de US$ 12 mil millones (cifra que después Boric corrigió) en un paraíso fiscal”. Sin poder manejar la situación y molesto, JA Kast respondió intentando nuevamente cambiar el foco. “Te invité a debatir de ese tema (…). Y abramos nuestras cuentas bancarias, nuestras fichas clínicas, hagámonos un test de drogas todos (…). Y veamos quién ha pagado más impuestos en Chile. Cuántas veces has contratado tú a alguien, cuántas veces has trabajado para alguien que no sea el Estado. Sí, me molesta cuando tú levantas ese tipo de acusaciones que son falsas”, dijo el líder del Partido Republicano.
En limpio, el ex-UDI podría sacar el hecho de que logró posicionarse como un candidato competitivo, pues fue blanco de ataques de todos los demás contrincantes, lo que lo situó en una posición que no tenía semanas atrás, marcada por la tendencia al alza, en contraste con los números del abanderado oficialista.
En el caso de Gabriel Boric, este intentó cubrir el flanco respecto al temor que –señalan sus competidores– genera su programa en materia económica, marcado por dos intervenciones de su asesor en la materia, Nicolás Grau, y que no tuvieron una buena evaluación, principalmente en una exposición ante más de 7 representantes del mundo empresarial y económico, donde quedó instalada la cuña de que el programa no apuntaba al crecimiento en su primera etapa.
Así es como, a pesar del guante blanco con el que jugaron los candidatos opositores, fue el propio Marco Enríquez-Ominami quien lo sacó al pizarrón, instalando el debate respecto del crecimiento y la productividad, por el que tuvo que salir a entregar explicaciones.
También fue buscado con relación a si tiene o no una mirada institucional, o la capacidad de gobernabilidad junto al PC. En este caso, el diputado por Magallanes, consultado si participaría como Presiente de la parada militar, respondió señalando que “en las funciones de Estado no caben los caprichos”.
Si bien su presentación –coincidieron cercanos– no estuvo a la altura de anteriores, el déficit de sus contrincantes tapó los baches que tuvo anoche. De esta manera, transversalmente se entendió que logró “zafar” y, sin mucho esfuerzo, sigue posicionado como el más probable ganador de la primera vuelta, sustentado principalmente en el millón ochocientos mil votantes que tuvo la primaria de su sector.
Por su lado, el líder del PRO, ME-O, hizo gala de su desplante comunicacional, con mucha soltura, cuestionó el nivel del debate de los demás y puso su cuota de humor con su consabida ironía, la que golpeó más duramente al candidato Sebastián Sichel, que fue el único que cayó en sus provocaciones.
En materia de inmigración encontró su fuerte y demostró un buen manejo, como fue reconocido desde los demás comandos. Pero más allá de lo acertado o no de sus intervenciones, el gran logro del nuevamente candidato presidencial fue entrar al ruedo e instalarse como actor. Esto, ya que la última vez no pudo participar del debate, porque cumplía con una cuarentena.
En el caso de Eduardo Artés, quien no juega con la presión de los demás candidatos, principalmente por su bajo apoyo, continuó con su guión de descrédito hacia cada uno de sus contrincantes. Donde mostró la mayor flaqueza fue en términos económicos, ya que no fue capaz de responder a ninguna pregunta relacionada con los costos de las propuestas en su programa de Gobierno.