En medio del proceso de reperfilamiento de los tres principales partidos de Chile Vamos, en el actual conglomerado oficialista señalaron estar a la espera de las definiciones prioritarias del próximo Gobierno, toda vez que entienden que aquello marcará la relación de entrada entre oficialismo y oposición. Más allá de las buenas intenciones que se han plasmado en el discurso y como primera posición del ahora oficialismo, aquello va a depender de qué tipo de temas se pongan en carpeta, pues saben que, luego de la holgada derrota presidencial, tienen la urgencia de volver a reconectar con su electorado, el cual se abrió después del ingreso del Partido Republicano como amplia fuerza parlamentaria. Al mismo tiempo, detectaron en la figura de Giorgio Jackson –futuro ministro de la Segpres– la primera dificultad para comenzar a tender puentes, calificándolo como “obtuso y soberbio” con el sector en su paso como diputado.
“No depende cien por ciento de nosotros”, es la consigna que se ha instalado en las últimas semanas al interior de los tres principales partidos de Chile Vamos, con respecto a qué tipo de oposición van a ejercer una vez instalado el futuro Gobierno del Presidente electo, Gabriel Boric. Y si bien la intención transversal es comenzar con “el pie derecho”, eso va a depender de cuáles van a ser los temas que la futura administración ponga en tabla apenas iniciado su mandato. Esto, en el entendido de que más allá de las buenas intenciones, hay un electorado que reconquistar tras la dura derrota presidencial de 12 puntos en segunda vuelta, y con una nueva consideración a tener en cuenta, como lo es la aparición en plenitud del Partido Republicano, que amplió el espectro de atención para el votante de su sector.
Todo lo anterior, en medio del proceso de reperfilamiento de las fuerzas al interior de Chile Vamos, donde la UDI espera instalarse como el partido más representativo del sector de la denominada centroderecha –están apostando a la moderación y diferenciación del sector más duro–, aprovechando el “estancamiento” debido a los líos internos de sus pares de RN, al tiempo en que Evópoli intenta sacudirse de las secuelas que dejó su apoyo a José Antonio Kast.
Es muy diferente si las primeras discusiones se dan sobre la base de la reforma tributaria, buscando consensuar algunos aspectos donde habría mayor acercamiento entre las partes, que si se busca presionar o instalar la premura por la necesidad de aprobar el proyecto de amnistía a los “presos del estallido”. Así es como ejemplificaron desde Chile Vamos la condicionante para, definitivamente, saber de qué manera se van a tener que presentar ante su electorado para dar inicio a su nuevo rol como oposición durante los próximos cuatro años.
En el hoy sector oficialista, se agradece el gesto de haber sido invitados a una reunión inédita con las principales autoridades del futuro Gobierno, y la invitación también al nombramiento de los futuros ministros –pese a que entienden que es por necesidad–, todo en línea con la primera definición de no ser una oposición como aquella con la que “nos tocó convivir en los recientes cuatro años”, repiten todos. Pero, al mismo tiempo, agregan tener claridad de las dificultades de poder aterrizar aquella consigna en caso de que el entrante Ejecutivo decida instalar temas sobre los que ellos no tienen “dos lecturas”, y por los cuales se van a ver en la obligación de tener que “pisar fuerte”, porque “quien marca la pauta de la oposición es el Gobierno”, aseguraron.
Por ahora, en la vereda de enfrente quedan aún varios temas por resolver, entre ellos, el de los subsecretarios, cuyo nombramiento nuevamente sufrió un retraso y serán dados a conocer el próximo miércoles, como puntualizó la futura vocera, Camila Vallejo. Al menos, en aspectos generales y priorización, se esperan las primeras definiciones y tareas luego de la cita programada para hoy en la Casona Cañaveral y que sentará al Presidente electo con todos sus ministros.
Y la definición de subsecretarios es una que siguen desde muy cerca desde Chile Vamos, pues uno de los dos flancos a resolver es el de la relación parlamentaria con el Gobierno y sus prioridades. El nombramiento de la mano derecha del futuro Mandatario, Giorgio Jackson, como ministro de la Segpres, sembró más dudas que certezas en la derecha, considerando que la experiencia de los últimos cuatro años de trabajo con él no “ha sido satisfactoria”.
Tanto en la UDI como en RN y Evópoli, aseguraron que los tomó por sorpresa aquella designación, puesto que sus características y perfil –indicaron– no serían los ideales para dar inicio al nuevo ciclo. Si bien le reconocen talento al líder de Revolución Democrática, aseguraron que “no ha cruzado el pasillo”, es decir, que las redes y puentes que tendió habrían tenido más que ver con los suyos que con la oposición,“a diferencia de Gabriel Boric”, agregaron. Calificativos como el de “soberbio o arrogante” abundaron y es consenso transversal en la derecha parlamentaria que “no genera confianza”. Aquello, de todos modos, no significa que no le vayan a dar la oportunidad, pero –añadieron– “esperábamos otro nombre”.
Es por eso que están atentos a quién va a ser su subsecretario en la Segpres –cartera encargada de tender puentes con la oposición para sacar adelante el plan de Gobierno– y varios señalaron que esperaban que fuera el PS Manuel Monsalve, “de redes transversales” y gran conocimiento del Parlamento, apuntaron. Sin embargo, su nombre estaría amarrado a la Subsecretaría del Interior. De Jackson, recordaron el episodio de acuerdo por los 12 mil millones de pesos en medio de la pandemia, donde RD finalmente se restó de la mesa conjunta con el Gobierno, achacándole cambios de opinión que, “más que tender puentes, los cortaban” con su sector.
En el oficialismo actual apuntaron que por ahora no existe un mapa consensuado de dónde van a poner las luces rojas y las luces verdes respecto al plan gubernamental del Presidente electo, decisiones que van a poder encontrar una estructura una vez que se conozcan las prioridades impuestas por el entrante Ejecutivo, recalcaron.
El otro flanco del que tiene que hacerse cargo Chile Vamos y que está estrictamente ligado a su forma de ejercer la oposición, es cómo se van a diferenciar –y al mismo tiempo soportar la presión que esperan que imponga diariamente– del Partido Republicano, con el que ya descartaron un pacto. El hecho de que constantemente los saquen al pizarrón acusándolos de tibios, temerosos o traidores, es una experiencia reciente, pero de la que tomaron nota. Señalaron estar conscientes de que “no va a ser fácil llegar a acuerdos con el oficialismo con ellos respirándonos en la nuca”, precisó un parlamentario del sector.
La razón principal radica en la necesidad de volver a reconectar con un electorado al que se le abrió el abanico con la llegada del partido antes liderado por José Antonio Kast, y que se hizo del manual más ortodoxo del sector, arrebatándoselo a la UDI, junto con un gran espacio de RN.
En este sentido se entiende que cada uno de los tres partidos se encuentra –no todos formalmente– en un proceso de reflexión y reperfilamiento para evitar mayores fugas de su electorado, levantando las banderas de identificación de cada una de las tiendas. Tarea compleja, como reconocieron transversalmente.
En el caso de la UDI –que tuvo sus 48 horas de reflexión en Codegua la semana pasada–, entre otras definiciones, tomaron la de distanciarse de una posición que no les trajo réditos en el plebiscito del 25 de octubre por una nueva Constitución, como fue la bandera del Rechazo, de la se ya se hizo tempranamente el Partido Republicano con miras al plebiscito de salida.
Esa sería uno de las primeras y más claras señales –reconocieron en la interna– del intento por presentarse hoy como un partido más moderado al interior del pacto, espacio que buscarían arrebatarle a Renovación Nacional. Esto, luego que la lógica de la denominada derecha social, liderada por Mario Desbordes, perdiera terreno en su partido, razón por la cual hoy se encontrarían “en una nebulosa” que no presenta claras definiciones, agregaron. El haber estado a favor del matrimonio homosexual, es otra de las señales que hay que atender, recordaron.
Al interior de la tienda liderada por Javier Macaya, dijeron estar seguros de correr con ventaja, pues a las señales de moderación –indicaron–, se sumaría una directiva más joven que las de sus pares: “Signo de los nuevos tiempos”, expresaron.
En el caso de RN, la directiva se ha empeñado en entregar señales a través de su presidente, el senador Francisco Chahuán, acciones que desde sus pares de conglomerado achacan al intento por ordenar una interna compleja y de la que difícilmente se puedan hacer cargo en el corto plazo, dijeron creer tanto en la UDI como en Evópoli.
Y si bien los actuales mandamases han ganado todas sus últimas apuestas, bajo el alero del otrora controlador, Carlos Larraín –como sacar a Mario Desbordes del camino en la elección interna y, luego, haber conseguido instalar a Sebastián Sichel, antagonista del exministro de Defensa–, el intento de posicionamiento como partido influyente ha tenido sus baches en la premura por lograr los objetivos, diagnóstico reconocido por cercanos a la directiva, pero también por sus colegas de coalición.
Al gabinete en las sombras, idea del senador por la Quinta Región a la que todos le quitaron el piso, y en la que insiste, sumada al anuncio de acuerdo con el Partido de la Gente o con la DC, iniciativas que sufrieron el mismo destino, se añade el reciente intento por presentar una postura institucional ante el conflicto en La Araucanía, que se plasmó como un acuerdo transversal interno, pero que no lo fue, pues nunca tuvo la venia del comité político.
Por ahora, la directiva está intentando cambiar la cara del partido, renovando la sede, “abriendo espacio”, de manera física y simbólica –señalaron–, respaldada esta iniciativa con una consulta nacional de la que se esperan los resultados. De todas formas, en un partido donde el comité político es parte fundamental de la estructura de toma de decisiones, los actuales líderes no la tienen fácil, puesto que, de los quince miembros, la oposición a la actual dirigencia sumaría al menos diez.
La denominada derecha social, que perdió bastante del terreno recorrido y que se encuentra en una de sus mínimas expresiones, está también intentando reperfilarse, buscando cómo salir a flote nuevamente. Como primer paso se estaría en busca de otro denominativo, puesto que “derecha social” estaría muy manoseado –reconocieron– y del que cualquiera “hoy se hace titular”. A ese primer paso, se suma también la idea de poder contar con un plan y una mirada global que presentar para, de esta forma, volver a permear no solo la interna sino también el sector, indicaron.
En el caso de Evópoli, ya se habría definido no adelantar las elecciones internas programadas para mediados de año. Si bien en un momento se puso sobre la mesa aquella posibilidad, fuentes al interior del partido detallaron que esta opción habría sido descartada luego de la intervención del excandidato presidencial, Ignacio Briones, quien se distanció de la candidatura de José Antonio Kast, esto luego de haber apoyado el actuar del partido en la interna. Su decisión de salir a marcar diferencias habría caído “muy mal” en un amplio sector de la colectividad, que no daría pie para ese tipo de perfilamientos, sentenciaron.
Por ahora, manifestaron sentirse en “la libre”, con espacio para la redefinición de su espacio, esto tras haber “pagado los costos de defender al Gobierno”, al tiempo en siguen buscando deshacerse de las esquirlas que les dejó el apoyo al candidato de la extrema derecha, J.A. Kast.
La reflexión interna señaló que el haber tenido que defender a la ministra de Transportes, Gloria Hutt, con el alza de los 30 pesos en el cobro del pasaje del metro –detonante último del estallido social–, a Gonzalo Blumel, como ministro del Interior en pleno estallido, y a Ignacio Briones, en contra de los retiros de los fondos de las AFP, “fue mucha carga”.