Luego de haber logrado doblegar a la denominada derecha social al interior de RN, y a su máximo referente, Mario Desbordes, Carlos Larraín, ha logrado echar raíces nuevamente en un partido que tiempo atrás parecía haber abandonado la tesis del partido pequeño, conservador y homogéneo, que el propio exmecenas de RN comandó durante ocho años seguidos. Hoy, con la directiva, el equipo político, y un amplio número de parlamentarios jugando a su favor, el «patrón» ha puesto nuevamente sobre la mesa la idea de “salvar chile”, así como lo hizo durante el estallido social y previo al plebiscito del 25 de octubre. En esta ocasión, y de forma presencial, pidió a la tienda abocarse cien por ciento en la Convención Constitucional, no para apoyarla ciertamente -cuentan en la interna- sino para allanar el camino hacia el rechazo en el plebiscito de salida. Del autor de «No nos van a doblar la mano una manga de inútiles subversivos», en referencia a los líderes estudiantiles del 2011 y que hoy se aprestan a asumir el gobierno dentro de un mes, al partido de Larraín le preocupa por el espacio que RN va a ocupar en la oposición durante los próximos cuatro años. Todavía está presente l de Larraín considerando que la UDI, de a poco se busca instalar como el partido “que mejor ha entendido los tiempos”, con votaciones inéditas como a favor del matrimonio homosexual, y encabezados por personajes más “jóvenes” que sus pares.
Entre de las cosas que Carlos Larraín nunca le perdonó al ex secretario genera de RN, Mario Desbordes, es que -desde su particular punto de vista- haya aprovechado su mejor momento de valoración política para «echar abajo la Constitución del 80”, aquel 17 de noviembre de 2018. De ahí en adelante, Carlos Larraín no solo estuvo en la ladera del frente del entonces presidente de RN sino que se transformó en uno de los articuladores de una campaña sin cuartel para degradar al mínimo la influencia de Desbordes al interior del partido y así recuperar los espacios clave en la toma de decisiones del partido más importante de Chile Vamos, y que -a su juicio- había dado un peligroso viraje al izquierda. Todo ello, lo hizo desde atrás, semioculto, dejando que otros soldados estuvieran al frente.
Ahora, el otrora mecenas de RN dejó atrás la austeridad política de la segunda línea y está de regreso, brioso, para tratar de embarcar a todo el partido en una misión mesiánica: “salvar Chile” de la Convención Constituyente, que no sería otra cosa -de acuerdo a lo que se sostiene en la interna del partido- que tomar la bandera que levantó Andrés Allamand para bregar con ahínco por el Rechazo en el plebiscito de salida de la nueva constitución. «Ahí está la verdadera lucha política», cuentan que dice.
Y si bien antes, no lo tuvo fácil puesto la dirigencia y gran parte del Consejo General adherían a la tesis de Desbordes, de una derecha moderna y no cavernaria, ahora con el control de puestos clave en RN, se espera tenga un camino más llano.
En conjunto con el excanciller Allamand, todo se inició con una serie de declaraciones altisonantes que buscaron desprestigiar a Desbordes, al que acusaban de no ser representativo del partido. Así fue como en septiembre del 2020, previo al plebiscito por el Apruebo o Rechazo, extremaron la situación al límite, obligando al exdiputado a poner su cargo a disposición frente al Concejo General, el que finalmente lo ratificó, aplausos de por medio. Luego se intentó adelantar las elecciones, poco después de que Mario Desbordes aterrizara en el Ministerio de Defensa, de tal manera que pudieran hacerse cargo de las próximas candidaturas, pero fracasaron nuevamente ante este nuevo intento. El intento fallido expuso a los poderes fácticos del partido como los verdaderos promotores del Rechazo, pero finalmente el consejo general votó por la vía libre.
Ls derrotas sucesivas, sin embargo, no amilanaron a Larraín y los suyos y continuaron intentando imponer la tesis del partido homogéneo, a la antigua, por lo que decidieron esperar por nuevas oportunidades. Estas llegaron de manera decisiva cuando el expresidente de RN se postuló para la elección interna. Entre Andrés Allamand y Carlos Larraín lograron unir (aunque pegados a la fuerza) a diferentes sectores a través de la mesa compuesta por el senador Francisco Chahuán y el diputado Diego Schalper, haciéndose del control de la tienda. Luego, para las primarias presidenciales de Chile Vamos, el diputado Tomás Fuentes, ex jefe de gabinete de Andrés Allamand, logró, contra todo pronóstico, meter al ex candidato Sebastián Sichel, provocando una división de fuerzas internas que terminó por debilitar y terminar con la campaña de Desbordes, quien finalizó cuarto entre cuatro candidatos del sector.
No son pocos quienes advierten que de abanderarse por el rechazo en el plebiscito de salida de la propuesta constitucional, o de adoptar una actitud muy negativa del proceso, puedan perder la calidad de partido puente con el nuevo gobierno, siendo superados por la UDI, quienes trabajan sigilosamente en intentar entregar señales que apuntarían a demostrar que el partido se habría “adaptado” mejor a los nuevos tiempos. Como ejemplo recuerdan el voto a favor del matrimonio igualitario, la disposición que se ha tenido con el electo Presidente, y el que su presidente y secretaria general, Javier Macaya y María José Hoffman, tengan un perfil “menos añejo” que sus pares en Chile Vamos.
La versión oficial de la directiva apunta a que al ser “el partido más grande”, sentirían como responsabilidad personal, ser ellos quienes encabecen a la oposición , descartando estar en busca de levantar la bandera del rechazo a estas alturas del partido, una versión que todos la creen.
Larraín, como el patrón de la casa
Una vez ganada la interna, RN nuevamente entró en una fase para nada desconocida en el partido, pero poco eficiente, y que da cuenta de las divisiones internas que ocupan más tiempo de lo deseado. Si bien desde la mesa directiva aseguraron no tener problemas, puesto la oposición no tendría la fuerza suficiente para entorpecer el trabajo, de todas formas – y así lo reconocen sus pares de conglomerado – entienden que las cuñas varias que ha tratado de imponer el timonel, Francisco Chahuán, darían cuenta más que nada de un intento por ordenar “su partido”.
Dicho esto. Y con una directiva totalmente a su favor, y sin disidencia, salvo en la comisión política, donde diez de los 15 miembros estarían en la vereda del frente, hoy el proyecto de Carlos Larraín tendría raíces cada vez más sólidas para sostener su tesis.
Y es que a Diego Schalper, a quien sitúan como el ahijado político del otrora mecenas, sumado a Francisco Chahúan, quien si bien no tiene el estándar de ahijado, siempre existió una cercanía indesmentible en anteriores elecciones, se le suman un par de personeros claves que siguen la línea actual de la tienda.
Por un lado está el siempre fuerte nombre del senador Manuel José Ossandón, quien habría recibido la venia del propio Carlos Larraín para ser quien represente al partido como presidente del Senado, más allá de que cercanos a él lo nieguen. De todas formas, existe una evidencia, y es el correlato de ambos, quienes “repitieron el mismo concepto” en el comité político del 3 de enero, cuando presentes en la instancia, pusieron la idea sobre la mesa respecto de que el partido tenía que jugarse todas sus cartas en la convención constitucional para “salvar a Chile”. Si bien el ex alcalde de Puente Alto no tiene seguidores en la interna, su mediaticidad, y el bolsón de votos que lo reeligió como senador, siegue siendo una fuerza que lo pone al centro de la discusión.
Por otro lado, y liderando el tercer piso de la casona de Antonio Varas – espacio para el equipo político, se encuentra Diego Poblete, prosecretario de estamentos, también considerado una extensión de Carlos Larraín, perteneciente a la CDU (Centro Derecha Universitaria) grupo auspiciado en el pasado por Larraín, quien junto a Francisco Orrego y otros cinco miembros responden directamente al exsenador. En esa mesa, la única persona cercana al presidente Francisco Chahúan es Chantal Barreau.
Las raíces de Larraín se extienden más evidentemente en Claudio Eguiluz, electo representante de los presidentes regionales, y localizado en la región del Biobío. Siguiendo en el sur del país, otro personero cercano al exsenador, es el exdiputado y empresario agrícola Mario Bertolino. En el Parlamento, si bien no se pueden calificar como seguidores de Larraín, sí hay varios que siguen su tesis, que apoyaron sacar a Mario Desbordes del camino, y que arrastran una relación de larga data con el exsenador, algunos cruzados por viejos apoyos económicos en sus candidaturas.
En el caso de Mario Desbordes, la seguidilla de derrotas dejaron a los suyos lo suficientemente disminuidos como para pensar en replantearse como sobrevivir al menos hasta mediados del próximo año, cuando llegue el turno de nuevas elecciones internas.
Por ahora, Desbordes fuera del parlamento y sin un cargo directivo, le queda apoyarse en las pocas voces que defienden su tesis, como lo son la diputada Paulina Nuñez en el Parlamento y Cristián Monckeberg en la Convención Constituyente, a ellos se suma el miembro de la comisión política, Víctor Blanco.
Cercanos a Desbordes aseguraron que si bien aún no toma una determinación respecto de si seguir o no militando en el partido, la insistencia de lo que acusaron como una “guerra sucia”, no se habría detenido. Su círculo íntimo, apunta a la directiva de ser los artífices de haberlo llevado recientemente al tribunal Supremo por haber apoyado a un candidato por fuera de Chile Vamos. La directiva ha rechazado esas acusaciones, desligándose totalmente de cualquier tipo de articulación.