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Bárbara Hernández, la «sirena del hielo» que cambió el paradigma sobre la natación en aguas gélidas DEPORTES Crédito: @Haka Honu

Bárbara Hernández, la «sirena del hielo» que cambió el paradigma sobre la natación en aguas gélidas

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Felipe Rojas
Por : Felipe Rojas Periodista El Mostrador
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Bárbara Hernández, de 36 años, nada en las aguas más heladas y complicadas del mundo y ha sido bautizada, tanto en Chile como en el extranjero, la “sirena de hielo”. Aunque confiesa que en principio le disgustaba el apodo porque a los nadadores les ponen nombres más rudos, como tiburón, y a las mujeres las califican siempre de sirenas, poco a poco se ha ido apropiando del mismo y sintiéndolo propio. “En Aysén, luego de nadar en mis primeros glaciares, me apodaron la ‘sirena del hielo’. Igual aprendí a querer ese apodo, porque me da la oportunidad de hablar de estas cosas. Ok, sí, estoy dispuesta a ser sirena, pero no como cualquier otra. Sino que una sirena bien extrema, bien ruda, bien contactada con el medioambiente y la naturaleza, pero también con todo lo que significa el nadar en la adversidad”, manifiesta.


Récord que se le cruza, récord que rompe. Bárbara Hernández, chilena de 36 años, especialista en aguas gélidas, ha demostrado que no importa el género al momento de desempeñar una profesión. Nadadora profesional, ha enfrentado las frías aguas del Cabo de Hornos, ha alcanzado nuevos récords y ha sido la primera persona en el mundo en recorrer la distancia más larga entre el Océano Pacífico y Antártico.

Además de su exitosa carrera como nadadora, Hernández es psicóloga y tiene un magíster en psicología en la Universidad de Chile.

En conversación con El Mostrador, Hernández señala lo raro que se ha vuelto ser una persona exitosa en el mundo de la natación y volverse un ejemplo a seguir de miles de niñas y mujeres a lo largo y ancho del país.

“Se siente extraño a veces. Hay días que no logro dimensionar el impacto que uno puede llegar a tener en las personas hasta cuando las mujeres te escriben, las niñas hacen las tareas de mí y eso es muy lindo, es muy gratificante, pero también siento que es una tremenda responsabilidad. De poder estar a la altura de todo lo que esas mujeres y esas niñas ven de mí. De cierta forma poder acompañarlas yo también en sus propios procesos, en sus desafíos, sueños, anhelos”, asegura.

“Demostrarles que nuestros sueños, nuestros propósitos y anhelos son el resultado de trabajo arduo, duro; de días difíciles, complejos, dolorosos. Yo creo que de esa forma siento que las puedo acompañar o ayudar. Y ahí sí siento que estoy a la altura y que puedo ser de cierta forma un modelo a seguir, con toda la humildad y sensatez que eso pueda significar”, sostiene.

El apodo de “Sirena del hielo”, impuesto por la prensa, generó malestar en un comienzo pero le dio la posibilidad de poder apropiarse de ese apodo y darle un significado personal.

“Siento que al principio me complicaba un poco, porque sentía que era siempre la nadadora o las mujeres que estamos vinculadas al mar, o al agua, siempre somos las sirenas y que los hombres siempre tienen un apodo mucho más rudo, mucho más empoderado por así decirlo. Mucho más aventurero”, plantea. Pero que, a partir de una competencia, ese significando cambió para siempre.

“En Aysén, luego de nadar en mis primeros glaciares, me apodaron la ‘sirena del hielo’ igual aprendí a querer ese apodo, porque me da la oportunidad de hablar de estas cosas. Ok, sí, estoy dispuesta a ser sirena, pero no como cualquier otra. Sino que una sirena bien extrema, bien ruda, bien contactada con el medioambiente y la naturaleza, pero también con todo lo que significa el nadar en la adversidad”, manifiesta.

“Aprendí a apropiarme de este apodo, a tenerle mucho cariño, a agradecer que a nivel mundial me reconozcan como ‘The Chilean Ice Mermaid’… suena hasta bonito (ríe), pero que también me da esta oportunidad, de poder darle un significado que sea mío, propio y poder discutirlo y conversarlo abiertamente a través de la prensa y los medios”, aborda.

El proceso, como imaginarán no ha sido fácil. Ya es difícil para una mujer en el mundo, imagínense en Chile. En cuanto al proceso vivido y a los meses de trabajo que la llevaron donde está ahora, la nadadora expresa que ha sido difícil, agregando que debido a todo el esfuerzo realizado se ganó el derecho de hacer el deporte que ama.

“Ha sido complejo, significa estar continuamente tomando decisiones, significa aprender a creerme el cuento y a decir este es mi sueño, es mi proyecto, mi anhelo. ¿Qué estoy dispuesta a hacer por él y por cuánto tiempo? Ha significado construir oportunidades, visibilizar diferencias y por sobre todo aprender a ser perseverante. Todo lo que la mayoría de las personas ve como resultado ahora son los últimos siete años de mi vida y antes de eso los últimos 20. Ha sido bien complejo”, comenta.

“Siento que me gané el derecho y la oportunidad de poder hacer este deporte que amo, en Chile, de contar con el apoyo de las autoridades, de que distintas instituciones crean cuando les digo ‘oye, quiero ir a nadar 100 km, puedo ser la primera latinoamericana’ o ‘mi propósito es ser la primera persona en el mundo que termine nadando en la Antártica esta distancia’. Ha significado con trabajo muy a conciencia, muy profesionalmente ir rompiendo barreras todo el rato, que son casi siempre estereotipos como desde lo que significa una mujer deportista de alto rendimiento hasta lo que significa nadar con hipotermia, en hielo, en condiciones realmente extremas”, aborda.

Miles de mujeres desean cumplir sus sueños, pero siempre hay una sociedad machista que las detiene. Es por esto que Hernández envía un mensaje a todas las mujeres, para que logren lo que desean.

“Primero que todo, que nos reconozcamos como una comunidad -la comunidad del aguante le puse yo- y que estemos dispuestas a acompañarnos, a ayudarnos, a sostenernos en los días complejos. A que le perdamos el miedo a la palabra fracaso que casi siempre es un término súper impuesto, a que reconozcamos que el único fracaso es dejar de intentar. Que seamos leales a nuestros sueños, a nuestros propósitos y que trabajen duro y que confíen con mucho amor hacia sí mismas, que todo lo que soñamos es que nos está llamando y si nos está llamando es porque nos está esperando”, afirma.

Hoy es ocho de marzo, y a diferencia de lo que muchos creen, esta es una fecha de conmemoración y no de celebración. Es por esto que asegura que aún hay muchos desafíos pendientes en materias sobre erradicar el machismo y normalizar, que, en la sociedad del siglo XXI, las mujeres puedan hacer lo que se proponen al igual que los hombres.

“Por una parte, es seguir visibilizando todas las diferencias, haciéndonos cargo de construir los cambios que necesitamos. Que las mujeres nos sigamos ganando esos espacios, que son por derecho, y que trabajemos en la igualdad de oportunidades. Que todo lo que visibilicemos e incluso la prensa y las autoridades visibilizan de lo que es el quehacer de mujeres en distintas áreas, rubros, profesiones, pasiones, es lo que motiva a las niñas del presente y a las niñas que vienen y a las mujeres adultas también a que asuman y crean que absolutamente nada es imposible y que podemos construir exacto las oportunidades que necesitamos”, sentencia.

A pesar de los avances, la nadadora comparte las instancias donde se ha visto incómoda, en donde algunos periodistas le han llegado a preguntar sobre qué tan bien le queda el color del traje de baño. Preguntas impensadas para un hombre del mismo rubro.

“En general no tengo malas experiencias con la prensa chilena excepto un par de veces donde me han estado preguntando por cuantos bajé o subí de peso para cierto nado, qué tan bien o mal me queda el color de traje baño, preguntas a las que inmediatamente pude contestar e hice referencia al logro y si esos periodistas le preguntarían lo mismo a un nadador hombre”, subraya.

“Es complejo porque no se dan cuenta de lo inapropiado que es que te pregunten o te miran y te digan ‘eres más delgada o más alta de lo que imaginé’, o ‘me imaginaba a otro tipo de nadadora, que tu cuerpo era distinto’, con una libertad impresionante. A parte de eso, agradezco que el foco siempre se intente poner, como debe ser, en el logro o en lo que ha costado y en lo que significa más que en la apariencia que tengo”, manifiesta.

A pesar de marcar distintos récords Guinness con sus actuaciones, Hernández sostiene que lo que ella hace va mucho más allá de un premio, sino que lo que ella busca, es que las mujeres y niñas puedan lograr sus propósitos.

“Yo creo que estos nados van mucho más allá de un Guinness, del reconocimiento, de la prensa, de las medallas o de los auspicios. Para mi nadar en estas condiciones extremas y nadar en hielo es una forma más de demostrar que absolutamente nada es imposible, es una forma de acercarme a las mujeres y a las niñas y decirles bueno, cuál es tu propio Canal de la Mancha, cual es la Antártica que quieres nadar, cuál es ese sueño, anhelo o propósito que te llama, que sientes que debes hacer, que te está esperando y que aun por distintos motivos tal vez no has podido emprender”, enuncia.

“Precisamente ese sueño es el que hay que trabajar, el que parece imposible, que parece muy difícil y requiere lo mejor de ti. Para mi nadar es eso, es una forma de acercarme a esas mujeres y a esas niñas y poder ayudarlas a persistir”, concluye.

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