El abogado constitucionalista Tomás Jordán apuntó a que uno de los problemas es la configuración de las comisiones, pues –a su juicio– esta integración «tenía que ver más bien con intereses individuales que con un diseño político», en la que todos intentaron incorporar ideas propias a los informes, que finalmente terminaron siendo rechazados en el Pleno. Mientras que Marco Moreno, doctor en Ciencia Política, apuntó a una «estrategia del alargue», con el fin de tener más tiempo para generar acuerdos, la que puede ser peligrosa, debido a que provoca un exceso de stock de temas que deberán seguir resolviendo las comisiones contra el tiempo. Ambos abordaron además las posibilidades de una tercera vía, más hacia después del plebiscito, en caso de no aprobarse la propuesta constitucional, donde el Congreso y el Gobierno podrían jugar un rol.
La imagen del pasado viernes en el Pleno de la Convención Constitucional (CC) sigue en la retina, luego del rechazo del 97% del informe de la Comisión de Sistema Político, uno de los más esperados. La propuesta de normas se veía compleja de aprobar, pues contenía artículos contradictorios y poco sistematizados entre sí, debido a que no se consiguió un acuerdo que asegurara los 2/3, por ejemplo, en las atribuciones del Consejo o Cámara Territorial, ni tampoco en el diseño del Ejecutivo.
Pero ese resultado no fue el primero, porque ya antes con otros informes se daban luces de lo que podría convertirse en una tendencia: la de rechazar para dar aire a los acuerdos. Pasó con el informe de la Comisión de Medio Ambiente, también con Derechos Fundamentales, lo que abrió el debate sobre el trabajo de las comisiones y lo que hay detrás de este hecho.
En este contexto, el abogado constitucionalista y coordinador del Observatorio Nueva Constitución, Tomás Jordán, consideró que «hay un problema grave» respecto a la conformación y trabajo de las comisiones, donde la integración de estas «tenía que ver más bien con intereses individuales que con un diseño político. Por tanto, las personas que han integrado las comisiones llevan sus temáticas particulares, sus ideas constitucionales y no constitucionales a estas comisiones y tratan que estas ideas estén en los informes».
«El nudo crítico del trabajo hacia el plenario es, por un lado, cómo se integran las comisiones y esta voluntad de llevar ideas particulares al informe para que sean discutidas en el Pleno, y esto ha chocado con la configuración política y social del plenario. Como los integrantes de las comisiones no son reflejo de las mayorías de la integración del plenario, chocan y se ha rechazado gran parte de los artículos del informe», explicó.
Jordán además planteó que es una debilidad que en ocasiones se trate de una estrategia o acuerdo –como ocurrió con Sistema Político, en que grupos acordaron rechazar para buscar nuevas coincidencias–, puesto que, «al tener una falta de capacidad de ponerse de acuerdo en la comisión, se requeriría una fuerza externa a la comisión que ordenase el debate interior. No es una estrategia, es más bien la consecuencia de la ausencia de voluntad y capacidad articuladora de acuerdos».
«Si después de 6 meses hay comisiones que esperarían –como la de sistema Político– que el plenario les rechace para ellos sentirse forzados a negociar, es que capacidad de articulación no existía», subrayó.
Por su parte, el doctor en Ciencia Política y director de la Escuela de Gobierno y Comunicaciones de la Universidad Central, Marco Moreno, planteó que esto «hace pensar que es bien inexplicable el hecho de que los convencionales redactan y aprueban artículos en las comisiones y después, cuando pasan al Pleno, lo rechazan».
En su mirada, cuando se busca explicación a esa conducta, pareciera ser que «se dan cuenta de que no tienen el quórum suficiente y lo que se busca es ganar tiempo para negociar, porque son conscientes de que tal como han sido planteados los artículos en la comisión, no van a tener el apoyo de los 2/3».
En esta línea, advirtió que «la estrategia del alargue es peligrosa, pues el problema es que comienza a generar un sobre-stock de temas sin resolver, contra un tiempo escaso, lo que hace que no sea tan claro que puedan llegar a acuerdos, dada la presión del tiempo».
El informe emanado de la Comisión de Venecia, a raíz de una consulta realizada por los mismos senadores que la convocaron, no le cerraba la puerta a una tercera opción, sin embargo, hizo hincapié en que las reglas del juego del plebiscito de salida eran conocidas ya por la ciudadanía, respecto a las opciones de «Apruebo» y «Rechazo», por lo que no parecía recomendable incluir una tercera alternativa. La Comisión sí abrió la puerta a tener un camino alternativo después del plebiscito.
«La opinión de la Comisión de Venecia es que si se ofrece la posibilidad de una tercera opción, debería ser a través de compromisos políticos de los actores políticos relevantes para llevar a cabo una reforma genuina después del plebiscito, en lugar de cambiar los términos del proceso de revisión formal en esta etapa», dice el documento.
En este tema, Moreno coincidió en la dificultad de incorporar una opción 3 en el mismo plebiscito y dijo verlo «poco viable pero no imposible». «Si llegara a haber algún consenso, daría pie para avanzar en esa dirección y, también, eso operaría para alargar el tiempo de trabajo de la Convención. Lo veo poco viable porque normalmente los plebiscitos son dos opciones, no son entre tres ni cuatro. El acuerdo del 15 de noviembre y el ajuste que se hizo en la Comisión de Estilo acordó las opciones que tendría ese plebiscito de salida: Apruebo y Rechazo».
De todas maneras, planteó que luego de la consulta de salida, el Congreso va a tener un rol importante en hacer la bajada de lo que se establezca en la Constitución. «Todo lo que tiene que ver con la bajada a nivel de leyes y reglamentos, lo va a ver el Congreso, el que exista, va a tener una parte importante de participación en el proceso constituyente, porque en la Constitución no va a estar todo detallado, y ese será un espacio de acuerdos».
Para Jordán, en tanto, «el rol de la CC es proponer el mejor texto posible para ser aprobado en el plebiscito de salida y, por tanto, ese plebiscito está marcado por el Apruebo o el Rechazo de la propuesta de nueva Constitución. Eso ha ido aparejado por el informe de la Comisión de Venecia, pero también de una coyuntura en la que la posibilidad de que se rechace, existe».
En caso de que ganara la opción del Rechazo –la que, aclaró, se ve lejana por ahora en los sondeos–, «los poderes que están fuera de la CC, en este caso el Congreso, también tienen que visualizar formas de salida, de resolver eventuales problemas futuros, tales como que, si se produce el Rechazo quedaría vigente la Constitución del 80, que no es un camino de salida posible hoy día».
«Lo de la Comisión de Venecia debe ser entendido como una llamada de alerta, donde los poderes públicos, en especial el Congreso y el Ejecutivo, se tienen que poner de acuerdo eventualmente en un camino de salida distinto», finalizó.