Las negociaciones se hallan hoy en un punto clave, pues tras el golpe de realidad de varias comisiones en el Pleno, el escaso tiempo por delante pone presión a todos los sectores para intentar aunar posturas y destrabar los nudos que están teniendo los articulados que se votan para ser parte de la propuesta de nueva Constitución. El diagnóstico es tan variado como la misma Convención, pero la conclusión es una sola: todos deberán hacer dobles esfuerzos para ceder en algunos puntos y buscar la fórmula que asegure 2/3 en la instancia plenaria. Según el análisis transversal dentro de la CC, la insistencia en los caminos personales ha sido una de las principales trabas, por sobre los intereses colectivos, provocando grietas que se han abierto en ocasiones dentro de un mismo grupo político. Ingrediente adicional que ponen en la mesa varios colectivos, es el del incumplimiento de preacuerdos o cambios de última hora a tales acuerdos. A eso se suma –según algunos– la integración de las comisiones (con exceso de activistas o también de personas que poco conocen sobre la profundidad de las temáticas); las presiones de partidos políticos y senadores, a juicio de independientes; y la excesiva presentación de indicaciones que, de acuerdo a algunos, ha hecho un sector de la derecha. Todo esto acompañado de problemas más ligados al contexto, como el poco tiempo para revisar informes de otras comisiones, las extensas jornadas de trabajo y, a veces, un presupuesto acotado para tener asesores con mayor experticia en ciertos temas.
El tiempo corre y la Convención Constitucional (CC) –en medio de una vorágine de votaciones en comisiones y en el Pleno– busca fórmulas para generar los mayores acuerdos posibles que garanticen el avance de propuestas de normas, tras el rechazo mayoritario de varios articulados que han pasado en general por el Pleno, desde distintas comisiones. Y si bien algunos hablaron de un «fracaso» de comisiones –como la de Sistema Político, que tuvo un rechazo de 97% a su informe–, otros matizaron y prefieren hablar de un «golpe de realidad necesario», esperable, dada la diversidad de miradas y realidades dentro de la CC, como también de la inexperiencia de algunos en la negociación política y, de otros, en una muy distinta a la conocida en el Congreso.
Con el reloj en contra, ayer se iniciaron conversaciones abiertas y amplias para buscar acuerdos en el informe de reemplazo de Sistema Político que deberá votar el Pleno en los próximos días, las que podrían continuar hoy. Y si bien algunos reconocieron que este paso se dio tarde, transversalmente valoraron este esfuerzo al que se han sumado todos los sectores. El éxito dependerá, dicen, de cuánto estén dispuestos todos a ceder o conversar para que las fórmulas del Congreso y el Ejecutivo, entre otros, no se vuelvan a trabajar, dejando en un tropiezo definitivo los cambios al sistema político central en la nueva Constitución.
De todas formas, en el órgano constituyente identificaron varios nudos que podrían estar enredando el camino, nudos tan diversos como lo es la misma Convención. En general, y más de contexto, coincidieron desde todos los sectores en que el factor tiempo es importante, pues ante las largas jornadas de votaciones, más sesiones de comisiones, poco espacio les queda para revisar con anticipación los informes emanados de comisiones y que llegan a votación a la instancia plenaria. Además, algunos apuntaron a que a veces los recursos son acotados para poder contar con asesores con mayor experticia en ciertas temáticas más complejas.
Pero están igualmente los nudos políticos, que varían de acuerdo a la mirada de cada sector, aunque también pueden variar según cada comisión, los que –señalan– pueden resolverse o al menos mejorarse:
El diagnóstico que se hizo sobre las comisiones es que cada constituyente se sumó a la comisión según sus intereses o competencias personales, lo que generó que en algunas existiera una visión más «activista» de las temáticas. Eso, para algunos, generó que no se proyectara que esa visión fuera similar en el Pleno, teniendo un fuerte golpe de realidad a la hora de la votación. Como ejemplo varios mencionaron lo ocurrido con el primer informe de Medio Ambiente, que tuvo varios de sus artículos rechazados. En esa línea, varios constituyentes que no son parte de esa comisión hablaron de un cierto «atrincheramiento», por sobre una mirada sistémica. Pero desde esa comisión, otros pusieron el punto en integrantes que no manejan la amplitud de los temas medioambientales con profundidad, con desconocimiento, por ejemplo, de la realidad de los humedales, lo que para ellos genera asimismo nudos en los acuerdos.
Sobre lo anterior, el constituyente Mauricio Daza afirmó que en la Comisión de Medio Ambiente hubo «un exceso de voluntarismo de los grupos que controlan las mayorías, sumado a que hay poco conocimiento de una parte de los miembros de esa comisión de los temas que se están debatiendo. Mucha consigna, poca profundidad».
Si bien no es una idea hoy instalada como mayoritaria, hay algunos constituyentes que deslizaban la idea de modificar algunas comisiones o sus coordinadores, para propiciar de mejor manera un diálogo y acuerdos vinculantes con el Pleno, puerta en lo que otros no concuerdan.
«Cada constituyente llegó con su bandera de lucha, y la quiere defender hasta el final, a veces sin ceder ni una coma. Por ejemplo, constituyentes ambientalistas se aferran a conceptos; constituyentes feministas quieren que la paridad esté en cada norma; constituyentes indígenas, lo mismo con la plurinacionalidad; los partidos defendiendo sus intereses. Eso es normal, y está bien, pero en una negociación política todos tenemos que ceder alguna vez o, simplemente, nunca vamos a llegar a nada», enfatizó un constitucional independiente, quien resaltó que hay ideas particulares que no se ven en perspectiva de un sistema completo.
En varios colectivos también aseguran que existen personalismos dentro de cada uno de los grupos, que buscan imponer ideas más que propiciar un diálogo o negociación. Además, en algunos grupos dentro de la CC han existido diferencias y quiebres dentro de los mismos colectivos, lo que a veces ha complejizado acuerdos y proyecciones en las votaciones. También, integrantes de comisiones se han sumado a preacuerdos, pero sin tener luego necesariamente el respaldo de su colectivo.
El constituyente del pueblo mapuche, Adolfo Millabur, enfatizó que «hay que abrirse a dialogar. Estamos en un punto donde no podemos perder el tiempo en diferencias que son de forma y no de fondo. En algunas comisiones los egos han jugado una mala pasada, también las personalidades. Es más fácil a veces trabajar solo, en la academia, por ejemplo, donde nadie cuestiona un paper, pero acá tienen que entrar en un diálogo democrático, saber que no siempre sus tesis o teorías van a ser recibidas por toda la Convención de la misma manera».
En especial en la Comisión de Sistema Político, manifestaron resquemores con la extensión del debate antes de llevar el primer informe al Pleno. De hecho, fue el informe más largo, con 96 artículos. Eso –según algunos constituyentes– se debe a la falta de acuerdos en algunos puntos, pero también a la cantidad de indicaciones que se presentaron durante el debate. Constituyentes de izquierda e independientes apuntaron en especial a la centroderecha y la derecha, a los que acusaron de presentar una gran cantidad de indicaciones para retrasar el debate. Algunos, eso sí, manifestaron matices, asegurando que en RN y Evópoli hay mayor disposición y posibilidad de conversar, a diferencia de los de la UDI y sectores más duros. Asimismo, aseguraron que la ex Concertación acordó modificar algunas indicaciones, lo que provocó también que al Pleno llegara un texto distinto al que se había generado en los preacuerdos.
El constituyente de RN Cristián Monckeberg respondió que «nosotros como sector vamos a trabajar hasta el último día, haciendo nuestra pega como corresponde. A nosotros nos eligieron para estar en la CC y, por lo tanto, no vamos a renunciar ni un minuto a que nuestras propuestas, que representan a mucha gente que votó por nosotros, estén en la Convención. Evidentemente eso puede demorar las votaciones, pero yo puedo decir exactamente lo mismo de las propuestas y las indicaciones que hace la gente de izquierda. Yo creo que eso forma parte del debate, eso es lo democrático, el resto sería totalitario, sería imponer una visión aduciendo que como somos minoría no tenemos derecho a hacerlo».
Particularmente en la Comisión de Sistema Político, donde se debate si se mantiene o no una segunda cámara similar al Senado, varias voces han subrayado el rol que tuvieron los partidos en el desarme de algunos preacuerdos. Así es como independientes de distintos grupos sostuvieron que ha sido evidente el repliegue de los constituyentes de partidos políticos hacia una defensa del Senado y de algunas fórmulas del Ejecutivo. El acercamiento en las votaciones entre el Colectivo del Apruebo, el Colectivo Socialista, parte del Frente Amplio y Vamos por Chile se ha dado en el marco de dicho informe. Asimismo, los convencionales fuera de partidos enfatizaron que «se nota» la presión de senadores de cada colectividad para no perder la segunda cámara, con fuertes atribuciones.
La constituyente de la Coordinadora Plurinacional y Popular, Tania Madriaga, consideró que estas presiones son una realidad. «Están los actores que responden a los intereses de los poderes del duopolio que nos ha gobernado los últimos 30 años: la derecha tiene una presión conservadora, que busca que no existan cambios, mantener la Constitución del 80 y sus estructuras de poder. Por otro lado, está la ex Concertación, que pretende perpetuar un sistema que le permitió gobernar con privilegios económicos y exclusión popular. Finalmente están los actores indígenas y populares, que más que una presión sentimos una responsabilidad de responder a las demandas populares y plurinacionales, que son las que nos trajeron hasta acá».
«Todos vamos a tener que ceder, y no en el sentido de de entregar, sino que de incorporar la diversidad de intereses para lograr un resultado que de verdad represente a una mayoría social», subrayó.
El constituyente Adolfo Millabur acusó que «el poder establecido ha hecho lo suyo en los últimos 20 días, se ha notado demasiado el poder constituido. El Senado está haciendo mucha presión, todo el empresariado, a través de los llamados púbicos, de columnas. Lo otro que juega en contra es el microclima de Twitter. Aquí a veces yo he visto cambiar una decisión que estaba conversada con un colectivo, y antes de votar sale un Twitter y se ponen nerviosos y se dejan influenciar».
Benito Baranda, de Independientes No Neutrales, hizo hincapié en la realidad de la Comisión de Sistema Político, «donde se juega la distribución del poder». «Esa distribución del poder por supuesto que genera una alta tensión. La nueva manera de armar la estructura de poder puede ser acceder a otros que no accedían en el pasado, y eso, para los que hoy ostentan el poder, puede ser una amenaza», recalcó, agregando que para hacer frente al rechazo de informes, se debe trabajar y ceder mucho para que las normas se elaboren desde la comisión con miras a conseguir los 2/3 en el Pleno.
Mauricio Daza agregó que «me parece que hay presiones de determinados partidos políticos y grupos, a las que las personas que forman parte de esta comisión adscriben, y que están viendo el diseño del Sistema Político a partir de la forma en que en ese contexto las fuerzas van a poder incidir de mejor manera en la toma de decisiones del Estado. Esa es una mala aproximación cuando se está escribiendo una nueva Constitución. Tenemos que colocar los principios por sobre los intereses en nuestro trabajo».
Por la contraparte, el constituyente Monckeberg refutó. «¿Qué grupo de interés no interviene en el destino de la Convención? ¿O vamos a decir que los movimientos sociales, los animalistas, los indígenas, los que promueven el feminismo, los que promueven los grupos religiosos, no presionan –de buena manera, legítimamente– a sus convencionales, para que sus temas queden reflejados? ¿Por qué los partidos no van a poder hacer eso? Es legítimo que se haga, el punto es que se haga transparentemente. Si alguien se siente presionado, que lo diga. Yo no me he sentido presionado», subrayó.
Por ahora, en las comisiones aseguran que los avances hacia los acuerdos serán menos trasquilados que en los primeros informes que han pasado al Pleno, porque ya hay una especie de termómetro instalado para medir cómo se está moviendo e inclinando el plenario, y porque creen que el rechazo amplio de artículos de distintos colectivos les pone más presión para ceder y lograr acuerdos recíprocos. Algunos dicen que estos días y las segundas votaciones también serán un ejercicio de recobrar confianzas, que quedaron debilitadas por el no cumplimiento de ciertos preacuerdos que se habían instalado en algunas comisiones.