Nadie podría acusar a los integrantes de “Independientes No Neutrales” de engrosar las filas del extremismo partisano de izquierda. Pero dos importantes referentes de ese colectivo, Patricia Politzer y Benito Baranda, salen a responder las críticas destempladas que emanan del viejo concertacionismo que, a cada tanto, cuestiona el trabajo de la Convención Constitucional y alimenta la narrativa del Rechazo, al tiempo que trata de tranquilizar las angustias que los cambios propuestos generan en quienes han protagonizado la política chilena en los últimos 32 años y en quienes han prosperado económicamente durante la Transición. “Ciertos grupos que se denominan moderados no suelen expresar claramente cuál es su propuesta de cambios, o si más bien quieren mantener el modelo actual, lo que parece insostenible”, declara Politzer, quien agrega que “en la Convención, ni la mesa directiva ni la secretaría han recibido propuestas ni sugerencias de aquellos grupos que se califican a sí mismos como ‘amarillos’”. Junto con calificar de “poco fundadas” las críticas de ese mundo, estos independientes que fueron cercanos a la ex Concertación anuncian un despliegue territorial que, aseguran, contribuirá a disipar esa niebla de pesadumbre y desconfianza que se ha posado sobre la Convención.
No cabe duda que los últimos nueves meses han sido intensos y complejos para los convencionales identificados por expresar posturas más “moderadas” dentro del órgano constituyente. Ha sido difícil dar explicaciones por uno que otro exabrupto cometido por un colega, tener que hacer frente a las presiones y a las funas, salir a aclarar versiones de prensa inexactas o que rayan en la insidia, así como a las descalificaciones, las fake news que se diseminan por las redes y las informaciones distorsionadas y confusas que contribuyen a propagar quienes anhelan el fracaso del proceso. Todo ello, sin mencionar lo difícil que resulta de por sí tener que dialogar, escuchar activamente a los que piensan distinto, diseñar estrategias para conseguir los dos tercios, transigir cuando es debido, estudiar extenso material de apoyo, deliberar y tratar de disipar el letargo que se torna permanente a causa de la fatiga.
Pero hay algo que ha sido particularmente duro y agotador para los convencionales que se identifican con posiciones más “dialogantes”: tener que salir al cruce de las críticas implacables que lanza ese mundo que se declara “progresista” y que, se supone, es más próximo a sus posturas. Y ese grupo tiene nombre y apellido: “Amarillos por Chile”, ese concertacionismo más “autocomplaciente” que, dentro y fuera del ex Congreso, parece decidido a tomar las banderas del Rechazo.
Hasta ahora, convencionales como Patricia Politzer habían optado por concentrarse en sacar adelante la tarea, pero las últimas críticas de ese mundo la obligan a hacer una pausa para realizar una necesaria defensa del proceso, máxime cuando ella ha formado parte de la comisión que sacó adelante un acuerdo que, para muchos de los detractores del trabajo constituyente, entrañaría un serio riesgo de “autocracia”, como escribió en una columna de El Mercurio el líder ‘amarillo’ Cristián Warnken, quien las emprendió contra la “desmesura constituyente”, la orientación partisana del texto y la falta de coraje de esas figuras de centroizquierda para expresar su verdadero sentir frente a posturas más extremas y refundacionales.
“No veo ninguna autocracia”, indica la convencional de Independientes No Neutrales (INN). “Es una crítica pequeña y poco fundada. Cristián Warnken debiera leer lo aprobado por el Pleno el viernes pasado y revisar las atribuciones de la Cámara de las Regiones. No existe un sistema perfecto, no lo hay en ninguna parte. El sistema político que se está construyendo en la Convención Constitucional es uno que se adapta a las necesidades del Chile de hoy, y que busca, por sobre todas las cosas, distribuir mejor el poder”, agrega.
Puede que la pausa que sobrevino al intenso trabajo en la Comisión de Sistema Político haya dejado tiempo para hacerse cargo de cuestionamientos que, a juicio de los Independientes No Neutrales, se inspiran en el miedo. Benito Baranda incluso sostiene que “la crítica viene de sectores que en general están viendo una pérdida de poder en relación con lo que está ocurriendo dentro de la Convención”, indica. Y agrega, comprensivo, el psicólogo y director de América Solidaria: “Me parece natural de personas que están perdiendo esos espacios de poder y que creen que lo que ellos han construido es mejor que lo que nosotros estamos construyendo acá”.
Baranda llama a la tranquilidad a todo ese mundo que él conoce muy bien. “Yo creo que acá hay un salto hacia adelante y no un salto hacia el vacío”, indica, destacando al mismo tiempo la calidad del trabajo realizado en los últimos meses pese a los gazapos y las polémicas protagonizadas por unos cuantos convencionales. “Y esto es notable para Chile, que es la posibilidad de resolver un gran conflicto social a través de una acción democrática como es la Convención”, afirma.
¿Es cierto que este reordenamiento institucional que rebaraja el poder ha generado angustias en aquellos sectores más conservadores de la ex Concertación, esos que hoy integran “Amarillos por Chile”? Responde el exministro del Interior y parlamentario Jorge Burgos: “Aquí no se trata de estar angustiado, como dice el respetado Benito (Baranda). Se trata de severas dudas de lo propuesto como estructura jurídica productora de reglas claras para un mejor desarrollo del país”.
“Salto al vacío o salto adelante, veremos… Si se aprueba la Constitución en no mucho tiempo sabremos qué salto dimos”, añade.
Pero hay un elemento que derechamente descoloca a quienes se desempeñan en la Convención Constitucional: la falta de críticas que apunten a aspectos concretos de las normas constitucionales aprobadas en el Pleno. Hasta ahora, los más moderados se quejan de que muchos de los cuestionamientos son poco específicos y sordos ante las aclaraciones, que casi siempre apuntan a cuestiones más anecdóticas ocurridas al interior de alguna comisión, o que obedecen a interpretaciones apresuradas de las normas que contribuyen a proyectar los peores miedos que alberga el mundo más conservador, como –por ejemplo– aquellas que consagran la plurinacionalidad.
“No se trata de refundar todo, pero sí de entender que se requieren transformaciones profundas, especialmente en redistribución del poder y en garantizar derechos sociales básicos”, dice Politzer, defendiendo el trabajo realizado por una Convención única en su tipo, si atendemos su carácter paritario y la incorporación de escaños reservados para pueblos indígenas.
Benito Baranda complementa el punto con un llamado a la calma y, por sobre todo, al diálogo franco y abierto en todos los espacios de discusión que se abran con el correr de las semanas. Baranda cree que, a poco andar, los integrantes del viejo concertacionismo comprenderán el valor del trabajo realizado. “Me toca conversar con ese sector que está en contra, y afuera con personas que tienen temores. Yo les pido que lean el texto propiamente tal y no lean las polémicas que a veces salen y que generan tensión”, plantea.
“Yo les digo que (el texto) es bastante armónico, bien consistente y no tiene ninguna locura. Al contrario, si lo van a leer verán que tiene bastante coherencia, que profundiza la regionalización, que permite efectivamente que se garanticen los derechos sociales, y además establece un Estado Social Democrático de Derecho que es fundamental para Chile, para avanzar”, añade.
Pero lo cierto es que los integrantes del progresismo “amarillo” han orientado gran parte de sus fuerzas y recursos en criticar la labor del órgano, al punto que ya se han convertido en los más eficientes promotores del Rechazo. De hecho, Politzer cuestiona no ya solo la falta de precisión en la crítica, sino también la ausencia de ideas o propuestas para enriquecer el debate cuando ellas se hacían más necesarias, todo lo cual lleva a suponer que no había tanto interés en colaborar con el proceso.
“Ciertos grupos que se denominan moderados no suelen expresar claramente cuál es su propuesta de cambios, o si más bien quieren mantener el modelo actual, lo que parece insostenible”, declara la convencional, quien agrega que “en la Convención, ni la mesa directiva ni la secretaría han recibido propuestas ni sugerencias de aquellos grupos que se califican a sí mismos como ‘amarillos’”, un vacío que, así las cosas, la empuja a poner en entredicho la verdadera voluntad de cambio que existe en ese grupo, una voluntad que –dicho sea de paso– pareció contagiar al conjunto de la sociedad luego del estallido social.
Burgos critica la pretendida “superioridad intelectual” de la convencional Politzer, una condición que –asegura– “ha acompañado a no pocos en la asamblea constitucional. Pueda ser que con el paso de los años la vayan atenuando”, agrega el exministro, quien estaba de acuerdo en que era necesario “sustituir el sistema político que nos acompaña el último siglo, y yo me inscribo entre aquellos que creían era esta una oportunidad para flexibilizar el presidencialismo existente, introduciendo una forma de gobierno semipresidencial, con la creación de la figura de un primer ministro como jefe de Gobierno, junto a un Presidente de la República como jefe de Estado”.
“Una nueva Constitución permitiría dar la oportunidad de resolver algunas de las tensiones de un presidencialismo y, sin afectarlo en su esencia, habilitara mayor flexibilidad en la articulación entre Gobierno, Parlamento y partidos, incentivando –con correcciones al sistema electoral– la construcción de coaliciones estables y mayoritarias de gobierno”, añade Burgos. “Me parece que el híbrido propuesto, bien a tirones, no soluciona los problemas de gobernabilidad. Ojalá no los agrave”, sentencia.
Las izquierdas creen que el viejo concertacionismo ya ni se esmera en ocultar su deseo de asistir al fracaso de la Convención, y ello en virtud de un continuo acercamiento a posiciones ideológicamente más conservadoras, un fenómeno que este conglomerado experimentó a poco de recuperar la democracia. El sociólogo, académico e investigador Felipe Portales, exmilitante de la Democracia Cristiana, refiere a una serie de factores que fueron propiciando este tránsito a posiciones de derecha, y que van desde la estrepitosa caída del socialismo a la creciente conexión de sus economistas con corrientes de pensamiento más ortodoxas, especialmente en países como Estados Unidos.
“El que lo analiza muy bien es Edgardo Boeninger en su libro Democracia en Chile. Lecciones para la gobernabilidad, una obra muy interesante porque él reconoce crudamente que, a fines de los 80, este sector experimentó una convergencia con la derecha que políticamente no podía reconocer”, declara. Y añade: “Yo creo que en ese mundo hay un temor muy grande, y por eso surgen dos líneas de acción: desprestigiar lo más posible aterrorizando a la gente, y presionar más a nivel interno, lo que se ha visto mucho con (Ricardo) Lagos y otros parlamentarios de ese partido presionando a los convencionales socialistas, y ello para disminuir al máximo la posibilidad de contar con una Constitución realmente nueva”.
El escritor e investigador Carlos Tromben, coautor del libro Todo legal en compañía de Ignacio Schiappacasse, indica que el rechazo de este grupo a las transformaciones aprobadas por la Convención obedece a su captura por parte del poder financiero.
“En este grupo encontramos a exministros y exreguladores del sector financiero como Rodrigo Valdés, quien luego anduvo relativizando su participación en la operativa del grupo. Él fue ministro de Hacienda y hoy es director de un fondo de inversiones llamado Frontal Trust. Está también Guillermo Larraín, exdirector de la Superintendencia de Valores y Seguros y exsuperintendente de Pensiones, quien hoy es director del Banco Internacional, perteneciente a la Cámara Chilena de la Construcción. Tenemos a Álvaro Clarke, exsuperintendente de Valores y Seguros, entidad que hoy se llama Comisión para el Mercado Financiero, y que hoy es un empresario en el ámbito de la clasificación de riesgo. Y tenemos a René Cortázar, José De Gregorio, José Pablo Arellano… en fin: hay un networking ahí, una participación activa del sector financiero en este referente”.
Según este ingeniero comercial –quien además es magíster en Comunicaciones por la Escuela de Comercio de París–, resulta del todo obvia la defensa de los privilegios que entraña el tácito apoyo que este grupo ha entregado a la opción del Rechazo. “Toda situación de privilegio o situación ventajosa de ciertos grupos o personas por sobre otras es algo que está inscrito en la Constitución y las leyes, y ello a través de normativas que regulan los contratos, la ley de quiebras, en fin… Y eso ha sido investigado por expertos en la doctrina jurídica como la doctora alemana Katharina Pistor en su último trabajo, El código del capital, que demuestra que todas las codificaciones legales posibles de los activos financieros constituyen formas de privilegio”.
Consultado por esta vinculaciones con el sector financiero, Jorge Burgos afirmó que “no merece respuesta”.
Patricia Politzer, en tanto, desmiente la intransigencia y la orientación partisana que “Amarillos por Chile” le atribuye a la labor de los convencionales, acusación que los integrantes de este grupo deslizan en cada tribuna que le abre el sistema de medios, “un sistema de medios muy concentrado”, según recuerda Felipe Portales, “precisamente porque la cúpula de la Concertación, cuando llegó al Gobierno con la recuperación de la democracia, aniquiló sus propios medios de comunicación, cosa que no se ha visto en ninguna otra coalición democrática en el mundo”.
Según Politzer, el acuerdo de la Comisión de Sistema Político echa por tierra la tesis de la intransigencia política por todo lo que ello significó para esos colectivos de izquierda que habían llegado decididos a empujar un unicameralismo puro y duro, una aspiración que esos grupos terminaron por sacrificar pese al alto costo político que esto supone frente a sus votantes, actitud que, por cierto, la convencional cree a la altura de las exigencias de un desafío histórico. “Los grupos del centro hacia la izquierda han hecho numerosas concesiones para establecer un modelo asimétrico que no era el que tenían en mente al comienzo. Algunos colectivos llegaron decididos a un sistema parlamentario o un presidencialismo unicameral. Pero, a medida que se fue discutiendo, las posiciones se flexibilizaron para llegar a un modelo más cercano a la historia constitucional chilena”, indica.
“Sin duda, esto representa un cambio menos audaz al que ellos imaginaron originalmente”, añade Politzer.
Por cierto: lo obrado por las izquierdas distó bastante del “aporte” realizado por la derecha en la elaboración de propuestas de normas dentro de la propia Comisión de Sistema Político, según sostiene la convencional de Independientes No Neutrales: “La mayoría de los convencionales de derecha de la Comisión ni siquiera asistieron a las reuniones donde se discutió el nuevo sistema. Es imposible discutir posiciones distintas cuando algunos no se sientan a la mesa”.
Y añade: “Basta ver las indicaciones que se presentan, que son idénticas a las de la Constitución del 80, para darse cuenta de que existe un sector cuyo principal objetivo es mantener un sistema casi idéntico al actual. Esto no es responsable ni consistente con las demandas ciudadanas”.
No obstante, Politzer cree que las dos almas de la derecha se manifestaron en esta Convención. “Hay que distinguir entre aquella que quiere avanzar en cambios, y otra que busca desprestigiar a la Convención sin importar lo que haga, mucho más allá de los errores que se han cometido. Hay una campaña por el Rechazo que se inició el mismo día que nos instalamos en la Convención. Ese 4 de julio del año pasado, el Rechazo fue trendic topic (en Twitter), y ni siquiera habíamos entrado al edificio”, señala la periodista.
Independientes No Neutrales ve con buenos ojos la pausa que se abre en el frenético ritmo de trabajo de los últimos meses. Saben que la fatiga y el estrés dificultan tareas que son complejas por definición, y que el proceso tiene mucho que ganar si se impone la lectura pausada de un texto concreto –ya está en el horno– a la polémica estridente que acapara titulares, esa que tan funcional ha resultado para la narrativa de desprestigio que algunos empujan desde sus respectivas trincheras.
De hecho, los convencionales comenzarán a desplegarse en sus respectivos territorios para llevar “la buena nueva”. Saben que al frente habrá “amarillos” cuestionando el resultado del trabajo constituyente, realizando así el trabajo que la derecha no se atreve a desarrollar directamente (el senador de Evópoli Felipe Kast es el único en Chile Vamos que se ha adelantado en hacer pública su postura), por temor a generar un efecto contrario al deseado, que es lo que han manifestado tanto el presidente de la UDI, el senador Javier Macaya, como la alcaldesa de Providencia e integrante de esa colectividad, Evelyn Matthei.
¿Funcionará esa estrategia tendiente a poner en primera línea al sector más “autocomplaciente” de la ex Concertación? ¿Podrá la derecha cambiar el clivaje “derecha versus izquierda” por “democracia versus autoritarismo”? ¿Lograrán, la derecha y el viejo concertacionismo, convertir el plebiscito de salida en un plebiscito sobre la Transición? “Esa discusión ocurre en la élite y en un grupo de personas que siguen a esas personalidades”, sostiene Benito Baranda, relativizando el impacto político y electoral de quienes han sido protagonistas de la historia política del país en los últimos 32 años.
“Eso no ocurre en el territorio donde yo vivo, en el distrito 12 (La Florida, La Pintana, Pirque, Puente Alto y San José de Maipo), donde la gran mayoría va a estar preocupada de los derechos sociales, cómo queda constituido el poder en los municipios y la libertad religiosa que iguale derechos para católicos y evangélicos”, avisa Baranda, quien aterriza las preocupaciones de sus electores. “La gran mayoría de las personas no van a estar en esa disputa entre autoritarismo y democracia. Es una discusión de salón y de élite que no permea en los sectores populares o, bien, permea poquísimo”, añade el doctor en Sociología, convencido que las semanas territoriales permitirán revertir el “pesimismo” del que hablan las encuestas. «Hace muy poco expuse ante muchos adultos mayores de mi distrito sobre artículos relacionados con ellos y el encuentro terminó con una ovación», destaca Baranda.
Patricia Politzer agrega, por su parte, que “cada uno ve dónde se instala frente al nuevo texto constitucional y qué intereses está defendiendo”.
Pese a todas las gestiones, fue imposible contar con la participación en esta nota de otros célebres “amarillos”, incluyendo a su representante oficial, Cristián Warnken. Solo el exsubsecretario Jorge Correa Sutil acusó recibo de nuestra solicitud, pero se excusó de dar a conocer sus impresiones, pues consideró que las críticas vertidas en esta publicación constituían “descalificaciones”.