Experta en inmigración Aviva Chomsky: «Tanto ricos como pobres son vulnerables a la propaganda antiinmigrante»

La determinación  de familias latinoamericanas al atravesar selvas y desiertos y sortear mafias y delincuencia común, sin contar con la discrecionalidad de la autoridades y con el objetivo único de llegar a Estados Unidos, es una unidad de medida de la desesperada situación que pretenden dejar atrás.

Aviva Chomsky, académica, historiadora y Coordinadora de Estudios Latinoamericanos y del Caribe en la Salem State University en Massachusetts, donde es especialista en migración centroamericana, señala que los estudios de flujos migratorios reflejan indesmentiblemente que este proceso se intensificó en la década de 1990, coincidiendo con las consecuencias de la Guerra Fría y la adopción del modelo neoliberal, y que desde entonces se ha mantenido constante. 

En entrevista con El Mostrador, la autora de casi una decena de libros, entre ellos el best seller Indocumentados, advierte además sobre la influencia de la crisis climática como otro factor que probablemente estimulará el fenómeno migratorio. 

-¿Cuál es el origen de la actual crisis migratoria en América? Siempre ha sido un flujo migratorio alto, pero antes no veíamos marchas de familias migrantes arriesgando sus vidas en masa, cruzando países enteros, para llegar a un destino. ¿Qué ha pasado? 
-No diría que “siempre” ha habido un flujo migratorio alto, y realmente no ha ido en aumento en los últimos años. Antes de la década de 1980 apenas había migración. El Instituto de Política Migratoria elaboró ​​un gráfico que muestra el crecimiento desde la década de 1980. Desde 1990, ha sido alrededor de un millón cada década. Las cifras, por supuesto, no son del todo precisas, ya que el censo tiende a subestimar a los nacidos en el extranjero. Pero diría que las personas que huyeron durante las guerras de la década de 1980 comenzaron la corriente migratoria. Algunos pudieron legalizarse con la reforma de 1986. Algunos tuvieron hijos que obtuvieron la ciudadanía por nacimiento. Son realmente las crisis agravadas de la década de 1990 las que llevaron a los grandes flujos desde entonces: las formas en que el final de las guerras se abrió camino al neoliberalismo, la austeridad, el Tratado de Libre Comercio de América Central, el auge de las materias primas, un modelo económico que ha desposeído a los pobres rurales, y la severa represión y violencia y la pérdida de cualquier hogar por alternativas.

 -Según su percepción, ¿este proceso se incrementará con el tiempo?
-Es muy difícil predecir el futuro porque hay muchas incógnitas. Una cosa que sí sabemos es que el cambio climático es inexorable y está afectando severamente la “zona seca” en Guatemala, Honduras y El Salvador. Los cambios políticos y económicos son más difíciles de predecir.

-Algunos medios y líderes de opinión tienden a transmitir la idea de que la migración es algo natural y un derecho humano, pero que afecta a la población vulnerable local porque aspiran a los mismos servicios. ¿Ese es un razonamiento correcto en su opinión?
-La migración es un derecho natural y humano. Las economías de Estados Unidos y América Central, que son mi caso de estudio, han estado tan profundamente unidas durante muchas décadas que es realmente engañoso argumentar que Estados Unidos no tiene ninguna responsabilidad moral con los centroamericanos pobres. Después de décadas de destruir los medios de vida, promover las ganancias corporativas, desplazar a los campesinos, imponer la austeridad, desmantelar cualquier atisbo de reforma progresista, invadir, derrocar gobiernos y armar regímenes represivos, Estados Unidos tiene mucha responsabilidad por las catástrofes económicas en Centroamérica.

–Muchos de estos procesos son generados por países en aguda crisis económica y social, sin embargo, los demás países o sus gobiernos no parecen muy interesados ​​en contribuir a hacerlos socialmente viables.
-Apoyar los derechos sociales de los pobres nunca ha sido una prioridad en la política estadounidense hacia América Latina. Por el contrario, Estados Unidos se ha apresurado a intervenir y forzar cambios cuando los gobiernos latinoamericanos han tratado de redistribuir y desviar los recursos de las corporaciones y élites extranjeras hacia las necesidades de los pobres.

–En su experiencia, ¿las élites o los más pobres son más reacios a los inmigrantes?
-En el caso de Estados Unidos, prácticamente todas las personas se benefician de la mano de obra centroamericana que se vuelve “barata” por las leyes, las fronteras y la represión. Cualquiera que haya bebido una taza de café, comido en un restaurante, usado ropa o utilizado un sistema de salud, ha contado con productos y servicios que pueden ser accesibles y rentables porque a los trabajadores centroamericanos, en sus propios países o en los Estados Unidos, se les paga muy poco. Diría que tanto los ricos como los pobres en los Estados Unidos son vulnerables a la propaganda antiinmigrante que mantiene el sistema funcionando sin problemas y justifica la explotación de los trabajadores centroamericanos. Sin embargo, tanto los ricos como los pobres son capaces de analizar y ver a través de la propaganda.

–¿Existe actualmente una migración vinculada a la emergencia climática? ¿Cuándo cree que podría convertirse en un factor incidente?
-Absolutamente, la crisis climática es y seguirá siendo un factor importante que socava los medios de vida de los pobres rurales y urbanos en América Central. Es el único factor que sabemos que continuará empujando a las personas fuera de sus hogares y hacia la corriente de inmigrantes.