Sin contendor y buscando entregar una señal de unidad al interior de una derecha fragmentada, el senador reconoce que el principal desafío de la mesa directiva que encabeza es el de reconquistar a las bases territoriales, apostando fuertemente a un despliegue que permita a la colectividad obtener buenos resultados en las elecciones municipales de 2024, pues asumen que hay voces en la calle, de sus militantes, que tienen una visión bastante crítica respecto al rol de la UDI en favor de la continuidad del proceso constituyente. La mesa directiva de reelección suma respaldos de militantes históricos, como Andrés Chadwick, y busca decididamente reforzar el apoyo de su base de militancia. Con una necesaria renovación, aunque con la sombra de la élite del partido cercana a la dictadura militar, y un despliegue con poca resonancia mediática, Macaya asume el desafío de seguir conduciendo a la tienda, pensando en la posibilidad de volver a ser Gobierno en el mediano plazo.
En enero próximo, el Consejo General de la UDI ratificará a su nueva mesa directiva, que estará eventualmente encabezada por el senador Javier Macaya, quien busca reelegirse como timonel del partido de derecha por un periodo de dos años. Sin opción contendora, la lista liderada por el parlamentario mantiene una estructura similar a la de la directiva actual, con María José Hoffmann como secretaria general, pero que busca ampliar la red de apoyo al interior del gremialismo, incorporando nombres como el del exministro del Interior Rodrigo Delgado en la vicepresidencia, el de la exconvencional Constanza Hube como prosecretaria, y la exministra Isabel Plá en el estamento de Relaciones Internacionales. La nómina incluye también como vicepresidentes a Domingo Arteaga; al exsubsecretario Máximo Pavez; a la alcaldesa de Las Condes, Daniela Peñaloza; y a la diputada Flor Weisse.
Si bien al interior de la UDI hay voces críticas en torno a la inscripción de esta lista unitaria, desde su directiva apuestan a la incorporación de Delgado como una estrategia para legitimar y diversificar el espacio de decisión política. Esto, entendiendo que el exalcalde de Estación Central estuvo, incluso, cerca de competirle en una lista de disidencia en la pugna por una testera que ha sido objeto de cuestionamientos partidarios, sobre todo por el rol de Macaya en favor de concretar con celeridad un acuerdo con el oficialismo por una nueva Constitución. Algunos, incluso, al interior de su base de militancia, apuntan al senador por la Región de O’Higgins, junto a los otros timoneles de partidos de Chile Vamos, como los grandes responsables de perder la oportunidad histórica de capitalizar de mejor manera el triunfo del Rechazo en el plebiscito de salida.
Precisamente, el propio presidente de la UDI reconoce que el principal desafío de la mesa directiva que encabeza es el de reconquistar a las bases territoriales, apostando fuertemente a un despliegue que permita a la colectividad obtener óptimos resultados en las próximas elecciones municipales de 2024, pues asumen que hay voces en la calle, de sus militantes, que tienen una visión crítica respecto al rol de la tienda en favor de la continuidad del proceso constituyente. En ese sentido, Macaya tiene claro que, más allá de su vocación por gestar acuerdos con otros sectores, el sitial que ocupa es el mismo que gestó el exsenador y emblemático colaborador de la dictadura militar, Jaime Guzmán, y por lo mismo, tiene que ser fiel a una tradición política que no se extingue al calor de la contingencia.
Al respecto, Javier Macaya, en conversación con El Mostrador en La Clave, planteó que «la base territorial sigue siendo la piedra angular del proyecto político de la UDI. Es por eso que nuestro principal desafío en el mediano plazo tiene que ver con las elecciones municipales en 2024, por lo que el despliegue territorial que se haga en esa materia para nosotros va a ser muy importante. Además, y entendiendo que las elecciones municipales por lo general suponen de alguna manera la premonición de lo que va a ocurrir en la siguiente elección presidencial, por eso creo que es allí donde se empieza a ganar la opción de volver a ser Gobierno».
En dicho desafío, el de recuperar la base territorial y convencer a sus militantes de volver a creer en un proyecto político algo extraviado en los últimos meses, en el contexto de una oposición fragmentada y con escasas instancias de coordinación, es que la mesa directiva encabezada por Macaya apela a la incorporación de liderazgos jóvenes como el de Rodrigo Delgado o Constanza Hube, frente a la irrupción esporádica de voces de gremialistas históricos, algunos de ellos silenciados en medio de la estrategia desplegada por la campaña del Rechazo, y otros sencillamente olvidados, en medio de procesos judiciales, como el propio Pablo Longueira, quien recientemente hizo un guiño de apoyo a Amarillos por Chile.
Al respecto, una de los voces abiertamente críticas a la gestión de la actual mesa directiva fue la del exsenador y exministro del Interior, Víctor Pérez. Este –en una reciente entrevista a La Segunda– se mostró a favor de promover la unidad al interior de la colectividad, pero señaló que «me preocupa que la UDI esté verdaderamente a la altura de los acontecimientos en materia constitucional y de los problemas reales de las personas»
Sin embargo, es desde el piñerismo donde se está trazando un evidente acto de respaldo que podría entregarle réditos a la actual mesa directiva, y que quedó expuesto en la reciente aparición del exministro del Interior y hombre de confianza del ex Presidente Piñera, Andrés Chadwick. Fue en octubre pasado, en el contexto de su participación en una charla de la Universidad San Sebastián, en la que compartió precisamente con el senador Macaya, con quien mantiene una relación fluida, e incluso al interior del gremialismo hay muchos que lo consideran su mentor político, toda vez que fue Chadwick uno de los promotores del actual timonel de la UDI en su ingreso al Congreso Nacional, después de que le ofreciera un cupo para su candidatura a diputado en 2009.
En relación con la suma de apoyos y la representatividad de su liderazgo al interior de la colectividad, Macaya agregó que «los partidos al final se miden por resultados y por la capacidad de tener influencia en los debates públicos relevantes, y creo que la UDI en ese sentido tiene un consenso interno de que aquí hay una directiva que ha logrado representar las distintas sensibilidades al interior del partido».
Finalmente, y en cuanto al contexto electoral de la actualidad, que lo tiene sin competencia como lista unitaria, el senador y presidente de la UDI dijo que «a diferencia de lo que ocurrió hace dos años, donde tuvimos una competencia electoral, hoy día se supone una mayor responsabilidad para este segundo periodo, y por eso se ha hecho un esfuerzo para convocar a distintas generaciones, a distintas miradas que existen en el partido, a dirigentes de regiones, a un elenco de mujeres con enorme liderazgo (…). Hay un desafío por delante de seguir trabajando en reconectarnos con millones de chilenos, entendiendo que tenemos vocación de mayoría, y eso significa ser un mejor partido, tener mejores prácticas, en un país que evidentemente en los últimos años ha desconfiado de los partidos políticos», complementó.
La UDI, y lo mismo RN y Evópoli –sus compañeros de ruta en el proyecto político de derecha reconocido como Chile Vamos–, asumieron previo al plebiscito de salida el compromiso de rechazar la propuesta de la Convención Constitucional para garantizar la viabilidad de un nuevo proceso, a partir del 4 de septiembre. Si bien el triunfo del Rechazo les permitió a las fuerzas opositoras asumir una posición de frágil empoderamiento, los sectores de centro entendieron mejor el juego y salieron a sacar rápidamente réditos de un triunfo que, para muchos, era más ciudadano que perteneciente a un determinado sector. La derecha, presa de dicho compromiso, ha tenido que asumir un rol que, para una parte de su base de militancia, es contradictoria con la esencia de su proyecto político.
Javier Macaya ha sido, definitivamente, unos de los rostros más visibles de aquellos líderes de Chile Vamos que han asumido la responsabilidad de representar los intereses de la derecha en una mesa compuesta por casi todos los partidos políticos con representación parlamentaria, salvo el PDG y el Partido Republicano. En más de dos meses de discusión, oposición y oficialismo no han sido capaces de fraguar un acuerdo que permita garantizar la, hoy en duda, continuidad del proceso en favor de una nueva Constitución.
En tal sentido, el propio timonel del gremialismo cree que el sistema político hoy está totalmente fragmentado, asumiendo que «la derecha lo está, incluso más que la izquierda», frente a lo cual piensa que la respuesta es el reinicio de la discusión constitucional, «porque el sistema político, y particularmente el sistema electoral, están haciendo imposible gobernar Chile».
Pero la verdad es que el optimismo del senador Macaya –quien busca promover la unidad al interior de un partido dividido por el fantasma de la Constitución de 1980 y la emergencia de una nueva Carta Fundamental– se ve contrastado por declaraciones de parlamentarios de su propio partido, quienes alertan sobre los problemas en la viabilidad de la discusión constituyente. «La paciencia tiene un límite», dijo al respecto el diputado Guillermo Ramírez, agregando que «el oficialismo tiene que arreglar su problema de que no se ponen de acuerdo y no han hecho ninguna propuesta en materia de mecanismo (…). Mientras el oficialismo no sea capaz de ponerse de acuerdo, podemos esperar una semana, dos meses. Nosotros no tenemos nada que hacer».
Por su parte, el cientista político y académico de la Universidad de Talca, Mauricio Morales, considera que «no tiene sentido realizar elecciones internas en la UDI, dado que Macaya ha sido suficientemente hábil para incorporar a la mayoría de los sectores del partido. Ya es reconocido como un liderazgo nacional, y poco a poco ha ido marcando una identidad más autónoma y algo distante de la antigua elite del partido: los coroneles. Por otro lado, le ha brindado a la UDI un cierto aire moderno, presentándola como un partido capaz de adecuarse a los momentos de cambio, especialmente en materia constitucional. Por último, Macaya no ha tenido complejos en marcar diferencias con Republicanos, y da la sensación que –incluso– ha evitado una fuga masiva de militantes UDI hacia ese partido, que es mucho más intenso ideológicamente y defensor de los principios de la dictadura de Pinochet».
De esta forma, en enero próximo, el Consejo General de la UDI tomará una decisión respecto a la lista única inscrita para convertirse en la nueva mesa directiva. Allí, sin un contendor, el senador Macaya apostará por la reelección para seguir presidiendo a la colectividad de derecha por dos años más, asumiendo un liderazgo que para algunos ha refrescado un ánimo muy tradicionalista al interior de la tienda y que, para otros, ha remecido los propios idearios de un sector que hace no demasiado tiempo se alineaba detrás de la idea de mantener la actual Constitución. Apostando a un despliegue territorial que le posibilite recuperar terreno perdido por los partidos de derecha emergentes como el PDG o el Partido Republicano, Macaya comienza a diseñar su propia estrategia, en el marco de lo que asume como una total fragmentación de su sector, en medio de la incertidumbre por la gobernabilidad del país y un proceso constituyente entrampado.