Aportar en la superación de la brecha educacional de niños y niñas en campamentos, además de visibilizar y sensibilizar sobre los aspectos positivos de la migración en Chile, son los propósitos que motivan el trabajo de la Fundación Proyecto Amar Migrar (PAM). En conversación con El Mostrador, el fundador de esta organización, el administrador público Diego González, se refiere a las complejidades y desafíos de su labor en territorios con una alta tasa de vulnerabilidad, donde buscan intervenir, siendo facilitadores de experiencias dirigidas a infantes y adolescentes, migrantes y chilenos.
En abril de 2021, a sus 24 años, el administrador público Diego González fundó Proyecto Amar Migrar (PAM), iniciativa que busca ayudar en diferentes áreas a niños, niñas y adolescentes de nacionalidad extranjera y chilena, generando beneficios que apuntan a diversos aspectos en el desarrollo de su infancia. A través de un trabajo focalizado en campamentos ubicados en Maipú, esta Fundación centra sus esfuerzos en promover el enfoque intercultural en la niñez migrante que reside en contextos vulnerables.
En sus casi dos años de existencia, Proyecto Amar Migrar (PAM) ya suma más de 100 voluntarios y en el último tiempo han sido invitados por el Gobierno a ser parte de instancias participativas para la elaboración de la Política Nacional de Estudiantes Extranjeros, y de mesas de trabajo para reflexionar sobre la Ley de Extranjería. Pero su fundador cree que el mayor esfuerzo debe estar focalizado en los territorios, donde los gobiernos locales cumplen un rol fundamental para enfrentar el enorme desafío de paliar las brechas sociales, económicas y educacionales que afectan fuertemente a niños y niñas, sea cual sea su nacionalidad.
Al respecto, Diego González plantea que el principal desafío de la organización que preside es visibilizar y promover una sensibilización de la migración en Chile, intentando superar los discursos de odio y las ideas negativas propagadas por los medios de comunicación, donde a su juicio, se tiende a generalizar y vincular el fenómeno migratorio con hechos de delincuencia, sin distinciones. En ese sentido, González agrega que como Fundación «buscamos hacerle entender a la gente y mostrarles que se puede vivir de una forma inclusiva, de una forma intercultural, aprovechando lo que todas las personas quieran aportar, de alguna u otra forma, para construir una sociedad mejor».
-¿De dónde nace la idea de trabajar con niños y niñas migrantes? ¿Cómo se conformó esta organización y cuáles fueron las principales dificultades que enfrentaron en un comienzo?
-En relación a la idea de trabajar con la niñez migrante, yo veía que los medios de comunicación apuntaban mucho a la población migrante en general, donde el genérico ahí era una persona mayor de nacionalidad venezolana, que en general estaba asociada con hechos delictuales. Pero yo también decía, cuando veía las noticias, que había una migración que estaba siendo invisibilizada, que en este caso era la niñez ¿Qué pasa con los niños y niñas que también acompañan a sus papás y mamás cuando pasan por un paso no habilitado? Y por eso el trabajo se empieza a enfocar en la niñez migrante y nacional, que es residente en contextos vulnerables, que es el foco objetivo del trabajo de nuestra organización.
Después, fui poco a poco materializando el proyecto de forma autónoma, acercándome a campamentos que identifiqué donde había mucha población migrante, a hacer el vínculo con un par de familias, cuestión que igual costó mucho al principio, porque yo me vinculaba con la niñez, y hay cierto nivel de desconfianza a las personas que se acercan a los niños y niñas. Pero fue mucha constancia, de ir todos los días al territorio, a mostrar la propuesta, hasta que finalmente se generó un vinculo y una alianza positiva en el territorio, y se fueron integrando más personas.
-¿Cuál crees que es el mayor desafío de enfrentar la problemática de la niñez, en contextos vulnerables, en Chile? ¿Cómo se relaciona esto con el fenómeno migratorio que se vive en el país?
-En términos concretos, hay una historicidad que en gran parte condiciona el rol del Estado con las infancias, que viven en contextos vulnerables. Hay que partir de la idea de que existe un problema de fondo, de política pública, un problema de inyección de recursos, por ejemplo, al Servicio Nacional de Niñez, que se llama ahora. Entonces, hay un vacío histórico en términos de niñez, donde simplemente este fenómeno migratorio desde Venezuela o desde Haití, viene a profundizar estas brechas de desigualdad que existen en torno a la niñez migrante, que se mezcla también con una pandemia de Covid-19, donde se empiezan a acrecentar las brechas educacionales.
-¿Cuáles son los principales síntomas de aquellas brechas educacionales que observas en el territorio donde trabaja la organización que presides?
-Por ejemplo, en el territorio que intervenimos, el nivel de lectoescritura por parte de niños y niñas que ya tienen 11 o 12 años es muy bajo. Entonces, es claro que existe una brecha educacional que va a marcar su proceso de crecimiento y de aprendizaje, ya por el resto de sus vidas, porque en el contexto de esta pandemia quedaron como descontinuados, donde hubo una alfabetización digital que condicionó su proceso de enseñanza, porque claro, los niños y niñas vivían en contextos vulnerables, algunos sin luz, por ejemplo, y menos iban a tener internet, y la condición era que todos los niños y niñas tenían que tener clases virtuales. Entonces, yo me acuerdo que en ese momento, nosotros como organización conseguimos celulares, financiamos planes de internet para que los niños y niñas pudieran acceder, pero aun así era muy difícil. Nosotros como organización tratábamos lo más posible, pero también había un rol importante que tenía que tener en este caso la familia, involucrando también al colegio, contextualizando la situación en la que estaba viviendo el niño o la niña. Entonces, finalmente articular todos estos actores era muy difícil en la práctica, y ahí es donde aparecen las brechas de desigualdad, por ejemplo, en algo tan básico como la lectoescritura.
-¿Cómo es posible enfrentar las desigualdades educacionales en Chile? ¿Cuál es rol que debiese cumplir el Estado al respecto?
Yo creo que la única manera de abarcar todas las problemáticas sociales tiene que ser de una forma multidimensional, donde se puedan involucrar la mayoría de los actores que tengan de alguna u otra forma vinculación con el objeto a solucionar. Entonces, en términos concretos, creo que, habiendo una política pública, la inyección de los recursos tiene que ser principalmente en los gobiernos locales, porque finalmente desde ahí va a ser como se va a materializar, para tratar de darle una solución al problema. Y yo digo tratar, porque finalmente, porque dar una solución 100%, por ejemplo, en las desigualdades educacionales, hoy en día en Chile yo creo que es muy difícil.
-¿Cuál es el trabajo en específico que realiza el Proyecto Amar Migrar (PAM) hoy en los campamentos emplazados en Maipú?
-Entendiendo ya que el contexto tiene una vulnerabilidad en términos de que se asocia también a cuestiones de delincuencia, y considerando que este último tiempo el territorio ha estado asociado a estos hechos, lo que hace el proyecto es finalmente intervenir de forma multidimensional, siendo facilitadores de experiencias, para niños y niñas, de diferentes índoles, en relación a talleres artísticos, culturales, gastronómicos, económicos, deportivos. Ahora también queremos tratar de implementar un taller de Excel para niños y niñas, entregando herramientas para su alfabetización digital. También, por ejemplo, tenemos un equipo de salud mental, que se preocupa de cuestiones psico-emocionales por parte del niño y la niña y de su familia. Además, hay un equipo de trabajo social que intenta satisfacer necesidades más básicas, generando vínculos y redes de contacto, y entregar información.
-A propósito de su experiencia vinculándose con niños, niñas y familias extranjeras y chilenas residentes en campamentos ¿Cuál es la realidad que observas en dicho territorio y cómo se articula el rol que como Fundación desempeñan?
-Sabemos que este contexto general de campamentos viene hace mucho tiempo en el país, que hay muchas familias chilenas que están viviendo ahí, que el déficit habitacional y al acceso a la vivienda, también con el tiempo a las familias vulnerables les ha ido afectando mucho más, y se mezcla también con este proceso migratorio, donde hay muchas familias que finalmente caen en lo mismo. Entonces, lo que nosotros como organización tratamos de hacer es intentar vincular a los niños y niñas en estos talleres y este tipo de intervenciones, con la intención de que escapen un poco de esa realidad que es tan vacía y que carece de espacios verdes, por ejemplo, o de espacios deportivos. Y el proyecto lo que hace finalmente es trabajar en el territorio con niños y niñas, tratando de vincular también a las familias y a las organizaciones que hay ahí, por ejemplo, las juntas de vecinos, haciendo un trabajo coordinado, siendo intermediarios también de los accesos del Centro de Salud Familiar, Oficina Migrante, la Oficina de la Juventud. Nosotros como organización igual tenemos buen contacto con el gobierno local y tratamos de ser intermediarios para que los servicios municipales puedan llegar a estos lugares.
-Finalmente, ¿Crees que es posible promover una nueva mirada respecto al fenómeno migratorio en Chile? ¿Es dicho propósito uno de los principales desafíos de Proyecto Amar Migrar (PAM)?
-El principal desafío como organización es visibilizar y generar una sensibilización de la migración en Chile, mostrando el lado positivo, los aspectos de como por ejemplo la migración ha sido un apoyo fundamental en el sector agrícola, donde hay una escasa mano de obra, y las personas migrantes están cumpliendo un rol fundamental en ese aspecto. Además, en otras áreas, como en la salud primaria, donde actualmente el gran sostén de esta atención es gracias a médicos y médicas extranjeras. En aspectos también de aseo y ornato, vemos que el migrante está cumpliendo un rol fundamental en esos procesos.
Entonces, como organización queremos recalcar y resaltar los aspectos positivos que tiene la migración, y también hacerle entender a la gente y mostrarles que se puede vivir de una forma inclusiva, de una forma intercultural, aprovechando lo que todas las personas quieran aportar, de alguna u otra forma, para construir una sociedad mejor. Entonces, nosotros estamos trabajando con ese enfoque y también promoviendo el aspecto intercultural en niños y niñas, porque sabemos que en algún momento esos niños y niñas van a ser conscientes de todo el proceso que tuvieron que vivir al llegar a Chile y queremos que lo hagan con altura de miras, desde la racionalidad y desde una mirada positiva, siempre en el marco de la inclusión.