“Creo que el Gobierno ha ido respondiendo de buena manera a la coyuntura y asumiendo que son problemas que Chile arrastra hace mucho tiempo y que son complejos de resolver. En el fondo es nuestra responsabilidad, que es gobernar, dirigir el Estado, hacerse cargo de las urgencias que el país tiene, y, por otro lado, seguir empujando el programa de reformas que comprometió con la ciudadanía para este periodo de cuatro años”, planteó el senador y presidente de Revolución Democrática (RD), Juan Ignacio Latorre, en esta conversación acerca de las autocríticas y los desafíos en torno al primer año en La Moneda de la actual administración. El cambio de gabinete y el consiguiente nuevo equilibrio de fuerzas entre las coaliciones oficialistas es otro de los temas analizados por el parlamentario, en la semana de reinicio del trabajo legislativo en el Congreso Nacional.
En el marco del primer aniversario del Gobierno del Presidente Gabriel Boric, y en días en que se abrió paso al nuevo proceso constituyente, que inevitablemente marcará el destino próximo de la gestión del Ejecutivo, en el oficialismo se abren ventanas y puertas para plantear la emergencia de una nueva etapa que saque provecho del reciente repunte en las encuestas.
Al respecto, en conversación con El Mostrador, uno de los rostros de Apruebo Dignidad con mayor figuración pública en los últimos meses, el único senador en representación del Frente Amplio y presidente de Revolución Democrática, Juan Ignacio Latorre, hizo su propio balance del primer año de gestión del Gobierno, valorando el manejo de la contingencia por parte del Presidente Gabriel Boric y el Comité Político que encabeza. En opinión de Latorre, el Gobierno ya hizo su autocrítica y, a partir de ahora, cuenta con todas las herramientas necesarias para convertir su programa de reformas en una realidad.
“Sin duda hay mucho por mejorar, hay todavía desafíos pendientes, y este cambio de gabinete va en esa línea de mejorar la gestión del Gobierno, mejorar la coordinación, también fortalecer la alianza de Gobierno con mayores equilibrios. Eso ya lo sabemos, pero quedan tres años de Gobierno, con grandes desafíos, y con un programa que hay que ir concretando, y al mismo tiempo debemos ir haciéndonos cargo de las urgencias”, aseguró el parlamentario, quien analizó el cambio de gabinete ocurrido este viernes.
-¿Cuál es su análisis en amplia perspectiva sobre este primer año del Gobierno del Presidente Boric? ¿Cuáles son los principales aciertos en este primer año que pasó, y cuáles los principales desafíos que deberá enfrentar el Ejecutivo, a partir de ahora?
-Yo considero que hay una evaluación positiva de este primer año de Gobierno, con varios avances en varias materias concretas que el Gobierno ha impulsado, por ejemplo, el aumento al salario mínimo, el copago cero en salud, el acuerdo de Escazú, el cierre de la Fundición Ventanas, los apoyos económicos a las pymes y a los familias trabajadoras en invierno, etcétera. Creo que hay muchas materias en las cuales yo creo que se ha avanzado, como en materia de seguridad pública, que es una urgencia. Además, creo que hay un mérito en la manera en que el Gobierno enfrentó las emergencias, como fueron los incendios –primero en Viña del Mar y después en la zona centro sur en el pasado verano–, con todo lo que implica aquello como desafío de reconstrucción. Creo que en general hay aspectos positivos, también se ha avanzado en algunas materias legislativas como el proyecto de 40 horas laborales semanales, reforma al sistema de pensiones –que se está tramitando–, y si bien tuvimos un revés importante con el rechazo de la reforma tributaria, sigue abierta la discusión de cómo continuar. A pesar de ese rechazo del proyecto, hay alternativas todavía para que Chile tenga un pacto fiscal progresivo, con una mejor recaudación fiscal y una mejor redistribución de la riqueza, lo que es una evidente oportunidad, dadas las desigualdades que tenemos.
Sin duda hay mucho por mejorar, hay todavía desafíos pendientes, y este cambio de gabinete va en esa línea de mejorar la gestión del Gobierno, mejorar la coordinación, también fortalecer la alianza de Gobierno con mayores equilibrios. Eso ya lo sabemos, pero quedan tres años de Gobierno, con grandes desafíos, y con un programa que hay que ir concretando y, al mismo tiempo, debemos ir haciéndonos cargo de las urgencias, tal como explicaba anteriormente.
-¿Hay autocrítica respecto a los errores políticos sucedidos en este, el primer año de su mandato? ¿Cómo cree usted que el Gobierno ha actuado coyunturalmente en este primer año? ¿Qué dice de lo que algunos denominan como los “giros discursivos” del Presidente?
-Obviamente, tenemos que estar abiertos a la permanente autocrítica y evaluación de lo que vamos haciendo, y yo creo que un déficit ha sido precisamente el cómo el Gobierno comunica de mejor manera los avances y las medidas que toma a la ciudadanía. Muchas veces han existido errores o polémicas en salidas comunicacionales que se abren y que de alguna manera contribuyen a que se pierda la agenda, y a partir de allí el control de la agenda lo toma la oposición, se vincula a las polémicas y a la contingencia, y yo creo que eso forma parte de nuestra primera autocrítica. Nuestra segunda autocrítica tiene que ver con que ha sido compleja y lenta la instalación del Gobierno en regiones y su despliegue en terreno, lo cual se ha ido mejorando últimamente, pero yo diría que fue lento y que hay un déficit allí, en la instalación completa del Gobierno en regiones.
Y, por otro lado, respecto a los giros, yo creo que el Presidente Boric y el Comité Político tienen bastante flexibilidad táctica a la hora de enfrentar las coyunturas y, en ese sentido, ha tenido que tomar decisiones difíciles pero sin complejos, como, por ejemplo, los Estados de Excepción, o darle mayor relevancia al combate a la delincuencia, o la nueva gestión migratoria en las fronteras en el norte, etcétera. Creo que el Gobierno ha ido respondiendo de buena manera a la coyuntura y asumiendo que son problemas que Chile arrastra hace mucho tiempo y que son complejos de resolver, que no hay varitas mágicas ni recetas mágicas, pero que en el fondo hay que hacerse cargo y buscar las mejores alternativas y fórmulas para abordar bien la gestión pública, que en el fondo es nuestra responsabilidad, que es gobernar, dirigir el Estado, hacerse cargo de las urgencias que el país tiene y, por otro lado, seguir empujando el programa de reformas que comprometió con la ciudadanía para este periodo de cuatro años.
-¿Cuál es su lectura acerca de este cambio de gabinete? ¿Comparte la hipótesis en torno a que se trataría de una búsqueda oficialista de equilibrios, en el despliegue táctico de las estrategias compartidas por ambas coaliciones de Gobierno?
-La lectura que hago de este cambio de gabinete es que, al cumplirse un año de Gobierno, el Presidente ve por un lado a nivel de ministerios, carteras que, a su juicio, necesitan mejorar su gestión, despliegue, visibilidad pública, etcétera. De hecho, en este ajuste ministerial salen personas de distintos bloques políticos, no es que a nivel de ministros o ministras haya una especie de “rebaraje” de equilibrios políticos, porque salen personas tanto del Socialismo Democrático como de Apruebo Dignidad. Y en el caso de las subsecretarías, ahí sí hay un criterio que se incorpora junto con la evaluación y la gestión, que es el equilibrio político entre las dos coaliciones, porque efectivamente había un desequilibrio en el diseño original de instalación hacia Apruebo Dignidad, y eso claramente repercutía en dificultades en términos de consolidar la alianza de Gobierno.
Entonces, el Presidente consideró que, a nivel de subsecretarías, había que hacer cambios, hizo quince cambios, y allí hubo mayores cambios hacia el Socialismo Democrático. Entonces, yo distinguiría dos dimensiones de este cambio de gabinete: por un lado, a nivel de ministerios, la señal de que se requiere mejorar la gestión, con la salida de tres ministros del Socialismo Democrático (Ciencia, Obras Públicas y Cancillería), y dos ministras vinculadas a Apruebo Dignidad. Pero a nivel de subsecretarías está la búsqueda del equilibrio político para hacer más viable y fortalecer mejor la unidad de la alianza de Gobierno, que era una demanda y un anhelo que venía planteando hace tiempo el Socialismo Democrático, que era mayor equilibrio e incidencia en el Gobierno.
-¿Hay lecciones aprendidas en el Gobierno y en el oficialismo respecto de su participación en el fallido proceso constituyente en 2022? ¿Comparte el llamado del Mandatario a la “prescindencia” del Ejecutivo en esta nueva etapa, que se inició con el trabajo del Comité de Expertos?
-Lo que hemos discutido en el Comité Político, y también el mismo Presidente Boric ha sido explícito en decir que él no quiere tener un mayor protagonismo en este nuevo proceso constituyente, más bien es algo que se dejó en manos de los partidos políticos. Ya se inició el trabajo de los expertos, ahora vienen las elecciones y, si bien fue complejo y el propio Mandatario pidió en su momento hacer los esfuerzos como alianza de Gobierno para ir unidos en una sola lista, eso no fue posible, lo que generó un episodio bastante intenso, pero el Presidente tiene que seguir gobernando y tiene que seguir liderando a las coaliciones, por lo que, más allá de la decisión que tomaron el PPD y el Partido Radical de ir en otra lista, él (Presidente Boric) tiene que seguir gestionando el día a día del Gobierno y, por tanto, tiene que de alguna manera disociarse de las decisiones que los partidos tomen en relación al proceso constituyente.
Entonces, en ese sentido, más bien el anhelo del Presidente es que Chile tenga una nueva Constitución democrática, eso fue algo que él planteó antes del plebiscito del 4 de septiembre de 2022, cuando dijo que, en caso de que ganase la opción Rechazo, él se la iba a jugar por empujar un acuerdo político para habilitar un nuevo proceso constituyente. Eso ya se hizo, se logró y, por tanto, ahora lo que espera el Gobierno es que esto llegue a buen puerto y, para eso, el Ejecutivo quiere más bien colaborar con todas las condiciones que le corresponden, que están además reguladas por ley, para que este proceso se lleve a cabo de la mejor manera posible, para que Chile al final, este año, de una vez por todas tenga una Constitución democrática, más legítima, una Constitución que sea un factor de unidad para Chile, que supere la Constitución impuesta en dictadura, de 1980, que nos divide, y además en un año tan simbólico, como lo es la conmemoración de los 50 años del golpe de Estado.
-Finalmente, ¿cuál es su visión acerca del nuevo proceso constituyente y cuál es el rol que tendrán como partido político en esta etapa a partir de ahora? ¿Cuáles son sus principales expectativas en torno a la propuesta constitucional que se plebiscitará en diciembre próximo?
-Para nosotros, como Revolución Democrática, este nuevo proceso es muy relevante, estamos participando activamente, tenemos a Domingo Lovera en el Comité de Expertos, convocamos también a una académica independiente con cercanía a nosotros, como es Viviana Ponce de León, en el Comité Técnico de Admisibilidad. También tenemos varias candidaturas que están disputando un espacio en el Consejo Constitucional en regiones, tenemos candidaturas mapuches, paritarias además. Entonces, para nosotros es importante, estamos preparándonos como partido en términos de las campañas y en el aporte más sustantivo y de contenido también, y sabemos que esta tiene que ser una Constitución habilitante y garantizando algunos ejes centrales, por ejemplo, el Estado Social y Democrático de Derecho, lo que sí va de la mano con lo que nosotros queremos empujar como Gobierno en términos de un Estado de Bienestar Social, con los derechos humanos en el centro, además de la equidad de género y la descentralización, que para nosotros son elementos que son muy relevantes.
Esta nueva Constitución debe ser una Constitución habilitante de los cambios y no una camisa de fuerza, como es la Constitución que sigue vigente en nuestro país, la cual consagra un Estado subsidiario y un modelo neoliberal. Nosotros tenemos esa pretensión de superar el orden neoliberal y el Estado subsidiario, y hacernos cargo en pleno siglo XXI de múltiples crisis que están aconteciendo no solo en Chile sino que en el mundo, como, por ejemplo, la crisis climática y ecológica, y la defensa de la democracia frente a los populismos, entre otros desafíos muy modernos para Chile en pleno siglo XXI, que son además debates que son globales, y esta es una oportunidad para que Chile dé un salto para ser un país más desarrollado en términos integrales, no solamente en la pura lógica del crecimiento económico en un modelo neoliberal y además extractivista, como el que ha predominado hasta ahora.