Algunos parlamentarios y dirigentes políticos han llamado a votar en blanco o nulo en la elección del Consejo Constitucional, como una forma de cuestionar la legitimidad del proceso. Sin embargo, varios expertos y académicos argumentan que esta opción es poco efectiva y puede ser aprovechada por grupos oportunistas.
Queda un día para la elección de consejeros constitucionales y ya se vislumbran cambios en algunos equilibrios políticos que quedarán en el nuevo órgano redactor del proyecto de nueva Constitución. Sin embargo, existe un grupo, principalmente de izquierda, que pretende votar nulo como respuesta a un proceso que sus miembros consideran poco representativo y muy lejos de la legitimidad. Estos, si bien no evitarán que haya candidatos electos, utilizan el medio de los votos nulos o en blanco como una manera de manifestar una posición ante el proceso mismo. Sin embargo, es importante entender los efectos prácticos que ello provoca.
Desde el acuerdo que elaboraron los partidos políticos se empezó a ver en redes sociales algunas críticas al nuevo proceso, con el argumento de que ha sido tomado por los partidos políticos. Con la elección de la Comisión Experta, que fue designada en el Parlamento por los partidos a través de un sistema de cupos, los cuestionamientos se hicieron cada vez más notorios. Hace un par de semanas estas críticas se materializaron en el llamado a votar nulo realizado por algunos dirigentes políticos, para que se transparentara el debate respecto a la legitimidad del proceso constituyente.
Hugo Gutiérrez, exdiputado y exconvencional del Partido Comunista (PC), fue uno de los primeros en apoyar la opción de anular. A través de un tuit, que no contó con el respaldo del PC, advirtió que actuará “con objeción de conciencia, no participando de este fraude democrático”.
El senador independiente Karim Bianchi (independiente) también apuntó en esa línea y dedicó duras palabras al proceso: “Desde que comienza este (nuevo) proceso (constituyente), nosotros hemos visto cómo Chile ha sido violado por los partidos políticos, ha sido reiteradamente violentado por los partidos”. Además, el magallánico, flanqueado por los diputados Camila Musante (RD) y Hernán Palma (PH), agregó que este proceso estaba al servicio de los partidos para que “hagan caja con Chile, llevándose entre 1.200 a 1.500 pesos por voto”.
El historiador Rodrigo Mayorga, autor del libro ¿Ciudadaniqué? (Alfaguara, 2023), explica que un voto nulo es uno que marca más de una preferencia y un voto blanco es aquel que no determina preferencia alguna. Además, desmitifica algunos efectos que supuestamente tendría el voto nulo o blanco en el proceso electoral: “No es cierto que los votos blancos se suman a la mayoría, tampoco es cierto que un determinado porcentaje de votos nulos anula la votación o motive que hay que repetirla”.
En definitiva, Mayorga advierte que estos funcionan solamente dentro de la estadística general, pero los votos nulos o blancos “son denominados no válidamente emitidos”. Por lo tanto, “el porcentaje de votación que recibe cada candidato se calcula considerando como 100% los votos que no fueron nulos o blancos”. Es decir, solo con los votos válidamente emitidos.
El analista político y académico de la Universidad Autónoma, Tomás Duval, señala que el voto nulo no tiene una injerencia directa en la elección de manera propia. Ahora, sostiene que podría marcar un gesto político “en la medida que el voto nulo supere una cifra del 8 o 10%. Ahí podría haber una sustancia”, añade.
Sin embargo, estima que dado el voto obligatorio y que existe un gran universo de personas que por primera vez votará por un candidato, “es un número que va a crecer respecto a la elección pasada, donde había dos opciones y era relativamente más fácil marcar una diferencia”. También agrega que hay que tener cuidado con los oportunismos que llaman a votar nulo: “Pueden tratar de apoderarse de esa posible votación”, que es evidente que va a aumentar.
Claudia Heiss, doctora en Ciencia Política, académica y jefa de la carrera de Ciencia Política de la Facultad de Gobierno de la Universidad de Chile, cree que el llamado a anular “como señal política es muy inefectiva, en el fondo es una señal destituyente, pero no propositiva. Es decir lo que a una no le gusta, pero no hace una propuesta alternativa”.
Si bien entiende que este llamado pretende hacer una objeción a la legitimidad del proceso por estar “tomado” por los partidos políticos, “es como si los procesos anteriores no hubiesen sido de los partidos. La verdad es que el proceso constituyente anterior nació de un acuerdo político de los partidos y fueron los partidos los que pusieron las reglas, porque así funciona la democracia”, puntualiza la académica.
Heiss, además, sostiene que lo “maduro o responsable políticamente” sería crear nuevas fuerzas políticas o, bien, coordinarse con las bases de los partidos políticos, porque “pensar que se pueden hacer procesos políticos de esta envergadura sin partidos políticos, me parece poco realista”.