El triunfo republicano marca un nuevo movimiento del péndulo político del país y, aunque la ultraderecha liderada por José Antonio Kast pondrá la música en el Consejo Constitucional, la oscilación podría golpearlos de vuelta en diciembre, cuando se plebiscite la propuesta que elaboren los consejeros. Estos movimientos de izquierda a derecha vienen ocurriendo con fuerza desde al menos el 2011, cuando terminaron los años de la Concertación.
El Partido Republicano recordará el 7 de mayo de 2023 como el día en que, con cuatro años de existencia, arrasó en las urnas del proceso constituyente chileno, al quedarse con la mayoría de los escaños destinados para el Consejo Constitucional. El partido, declarado opositor a la redacción de una nueva Constitución, logró una votación histórica y 23 de sus militantes se sentarán junto a los 16 del oficialismo y los 11 de la derecha tradicional a redactar una propuesta de Carta Magna que será plebiscitada en diciembre.
El triunfo republicano marca un nuevo movimiento del péndulo político de Chile. Y si bien la ultraderecha liderada por el excandidato presidencial y ganador de la primera vuelta de 2021, José Antonio Kast, pondrá la música en el Consejo Constitucional, la oscilación podría golpearlos de vuelta. De hecho, hay quienes ya anticipan un rechazo del texto que emane de los consejeros, y el propio Presidente Gabriel Boric llamó a no repetir el error de la izquierda de redactar una Constitución partisana.
El Partido Republicano y su líder, José Antonio Kast, tienen claro que el péndulo hoy está con ellos, pero en poco tiempo más podría estar en su contra. Es que en Chile el péndulo político viene oscilando con fuerza desde por lo menos el 2011.
El Mostrador identificó al menos siete hitos en los que se demuestra cómo dicho péndulo ha oscilado de izquierda a derecha y viceversa a lo largo de la historia política reciente del país.
Tras dejar atrás a Eduardo Frei Ruiz-Tagle, Sebastián Piñera llegó a La Moneda no solo para poner fin a la “fiesta” de la delincuencia, sino también para reconstruir un país devastado por un terremoto, después de la cuestionada gestión del Gobierno de Michelle Bachelet ante la catástrofe que provocó un tsunami en las costas chilenas. En 2010, Piñera se convirtió en el primer Presidente de derecha en más de 20 años, tras los gobiernos de la Concertación.
Piñera prometió un “cambio” y una “nueva forma de hacer política”, centrada en la eficiencia, el emprendimiento y la creación de empleo. Sin embargo, su Gobierno enfrentó numerosas protestas y críticas, sobre todo desde el ámbito de la educación.
A pesar de haber afirmado que “en 20 días hemos avanzado más que otros en 20 años”, al año siguiente de su arribo a La Moneda, la calle se llenó de estudiantes exigiendo educación pública, gratuita y de calidad. En 2011, el movimiento estudiantil se convirtió en un importante desafío para el Gobierno, cuestionando el sistema neoliberal y el lucro en la educación.
El movimiento estudiantil logró mantenerse activo y, con el tiempo, influiría en la agenda política del país. La falta de respuesta de la administración de Piñera impactó en su aprobación y esto se reflejó en las elecciones municipales de 2012, consideradas como los comicios de medio mandato en que se pone a prueba la gestión del Gobierno de turno. Pablo Zalaquett, de la UDI, perdió el sillón municipal de la capital frente a la militante del PPD Carolina Tohá.
Michelle Bachelet asumió por segunda vez como Presidenta de la República en marzo de 2014, tras ganar las elecciones presidenciales del año 2013 frente a una Evelyn Matthei (UDI) que realizó un saludo a la bandera, dado que Bachelet tenía la carrera ganada con un discurso más izquierdista que su primer mandato. La educación y el sistema político fueron dos de los temas centrales y se llevaron a cabo importantes reformas en estos ámbitos.
Durante los primeros 100 días de su segundo mandato presidencial, Michelle Bachelet retiró tres proyectos de ley sobre educación introducidos por su predecesor y firmó una nueva ley para crear la figura de un administrador provisional de universidades en crisis. En su primera cuenta anual, Bachelet habló sobre varios temas, incluyendo la nacionalización de las aguas de Chile, la despenalización del aborto terapéutico, la creación de una AFP administrada por el Estado y la igualdad salarial de género. También firmó un proyecto de ley para cambiar el sistema binominal y establecer una cuota de género, y anunció Wi-Fi gratuito en las bibliotecas públicas de Lo Prado.
También propuso un proyecto de nueva Constitución para reemplazar la Carta Magna vigente desde la dictadura militar, con el objetivo de crear normas más democráticas y participativas, en las que los ciudadanos tuvieran un rol activo en su elaboración a través de un proceso de asamblea constituyente. A pesar de no haber sido aprobada por el Congreso la iniciativa, la idea de una nueva Constitución se mantuvo como una demanda ciudadana.
Pero las municipales durante la segunda administración de Bachelet también afectaron la imagen de la entonces Mandataria, debido a una serie de casos que impactaron a la política chilena en general: el Caso Caval, el Caso SQM y el Caso Penta. Estos eventos tuvieron un efecto significativo en la imagen del Gobierno de Bachelet, provocando una disminución en su popularidad y en la aprobación de su gestión. En este difícil contexto, Carolina Tohá dejó la Municipalidad de Santiago en 2016 para dar paso a Felipe Alessandri, militante de Renovación Nacional, el partido de Piñera.
Sebastián Piñera asumió su segundo mandato presidencial en marzo de 2018, después de ganar las elecciones presidenciales de 2017 en segunda vuelta, derrotando al candidato de centroizquierda Alejandro Guillier con una ventaja de 9 puntos y marcando un precedente con una holgada victoria en el balotaje.
La promesa de Piñera, en esta ocasión, fue impulsar la economía. Y lo logró, al menos por un tiempo. Durante el primer año de su segundo mandato, la economía creció un 4,0%, el mayor ritmo de crecimiento del último lustro. Este aumento se debió en parte al incremento de la inversión y a la confianza en las políticas favorables para los negocios. Las cifras llevaron al entonces Mandatario a pronunciar una de sus últimas recordadas frases antes del estallido social: “En medio de esta América Latina convulsionada, veamos a Chile, es un verdadero oasis”.
Sin embargo, el crecimiento económico no fue suficiente, lo que desencadenó una multitudinaria protesta en las calles, el 18 de octubre de 2019, conocida posteriormente como “estallido social”. Una de las consignas en medio de esta crisis, marcada por las movilizaciones masivas contra la desigualdad y la falta de acceso a servicios básicos, era sobre la necesidad de una nueva Constitución.
Cabe mencionar que Piñera también tuvo que enfrentar los estragos de la pandemia de COVID-19, la cual afectó significativamente su Gobierno, mermó todo el crecimiento anotado y llevó al país a una recesión económica, al tiempo que desató cuestionamientos por la gestión de la emergencia sanitaria.
Piñera promovió políticas económicas liberales e intentó impulsar reformas en áreas como la educación y la seguridad social, pero recibió más críticas que aplausos por la represión de las protestas sociales y la falta de medidas suficientes para abordar la desigualdad y las demandas de la ciudadanía. Hace poco, tuvo que declarar ante Fiscalía por delitos de lesa humanidad cometidos durante el estallido.
El estallido social derivó en un plebiscito que se realizó el 25 de octubre de 2020. Contó con históricas cifras de participación y dirimió finalmente la aprobación de la redacción de una nueva Constitución. De acuerdo al Servicio Electoral (Servel), votaron más de 7 millones 562 mil personas (7.562.173), lo que representa un 50,9% del padrón total de 14 millones 855 mil; es decir, la elección con mayor votación desde la instauración del voto voluntario en el año 2012.
La opción Apruebo se impuso con el 78,27% de los votos (5.886.421), mientras la alternativa Rechazo alcanzó el 21,74% de las preferencias, con 1.634.107 sufragios.
La Convención Constitucional, integrada por 155 miembros, tuvo una composición principalmente de representantes de la izquierda, con el objetivo de redactar una nueva Carta Magna para el país. Al interior del órgano constituyente, el pacto Vamos por Chile obtuvo 37 escaños, pero debido a la presencia de independientes, no logró ser mayoría. Los constituyentes Independientes No Neutrales y La Lista del Pueblo consiguieron 37 escaños, más 12 de independientes y candidaturas fuera de pacto, sumando un total de 49 convencionales constituyentes. El segundo pacto electoral con más escaños fue Apruebo Dignidad (conformado por el Frente Amplio y Chile Digno) con 28 convencionales, mientras que la Lista del Apruebo obtuvo 25 bancas.
Luego vino el plebiscito de salida, donde el resultado es conocido. Según el Servel, votaron más de 13 millones 19 mil personas (13.019.278), lo que representa un 85,7% del padrón total de 15.173.857 electores. Y, finalmente, la opción Rechazo se impuso con el 61,86% de los votos (7.882.238 sufragios), mientras la alternativa Apruebo alcanzó el 38,14% de las preferencias, con 4.859.039 votos.
El fracaso de la Convención Constitucional pasó a un segundo plano con el ascenso de una nueva y joven izquierda, la cual se desligó de los gobiernos de la Concertación y la Nueva Mayoría.
Gabriel Boric, exlíder estudiantil y diputado del partido Convergencia Social (Frente Amplio), se convirtió en el nuevo Presidente de Chile después de ganar la segunda vuelta de las elecciones presidenciales el 19 de diciembre de 2021. Boric obtuvo el 55,87% de los votos (4.621.231 sufragios), mientras que su oponente, el candidato de derecha José Antonio Kast, recibió el 44,13% (3.650.662 votos). Kast, sin embargo, ganó la primera vuelta con el 27,91% de las preferencias (1.961.122 sufragios) frente al 25.83% (1.814.809 votos) de Boric, aunque todo se resolvió en el balotaje.
La victoria de Boric se debió en gran medida a la participación masiva de jóvenes y mujeres en las urnas, así como a la coalición de partidos de centroizquierda (PS, PPD, PR, PL) que se unieron en torno a su candidatura, conformando el Socialismo Democrático.
La elección del actual Mandatario marcó un cambio significativo en la política chilena, sobre todo después del estallido social. El Jefe de Estado se comprometió a realizar una serie de reformas, incluyendo la redacción de una nueva Constitución y una mayor inversión en educación, salud y vivienda. Además, prometió abordar los problemas sociales y económicos que han afectado a la población chilena, incluyendo el alto costo de la vida y la falta de oportunidades laborales para los jóvenes. Su gestión, sin embargo, también se ha visto afectada por los resultados del proceso constitucional.
Superando incluso las proyecciones de todas las encuestas, la ciudadanía decidió –en el acto eleccionario más masivo de la historia del país– rechazar la propuesta de Constitución emanada de la Convención Constitucional, por lo que sigue vigente la actual Carta Fundamental redactada en dictadura y reformada por última vez en 2005 por el ex Presidente Ricardo Lagos Escobar.
Los titulares de la prensa internacional fueron categóricos: Chile rechazó “la Constitución más progresista del mundo”. El nuevo texto defendía, por primera vez, el “Estado social y democrático de derecho” del país, además de considerarse feminista, ecologista e igualitaria con los pueblos originarios.
Sin resolver la cuestión constitucional, y aunque el propio Presidente Gabriel Boric invitó a los dirigentes de los partidos con representación parlamentaria a La Moneda para convocar a un nuevo proceso constituyente, la llave quedó en manos de la oposición.
El movimiento más reciente del péndulo se ha dirigido ahora con fuerza hacia una derecha más conservadora. El domingo 7 de mayo, se materializó un mal escenario no solo para el Gobierno de Boric, sino también para la centroderecha de Chile Vamos (UDI, RN, Evópoli).
A pesar de que la oposición logró conseguir los escaños necesarios para escribir el proyecto constitucional que estime conveniente, sin el bloqueo del oficialismo, el mérito fue del Partido Republicano, colectividad que logró alcanzar la mayoría de los asientos en el Consejo Constitucional. El partido de José Antonio Kast consiguió el 35,4% de los sufragios, 3.307.060 votos. En cambio, Chile Seguro (Chile Vamos) solo alcanzó el 21% de la votación, quedando atrás de la lista oficialista y con 1.970.160 sufragios. Este es un llamado de atención, al menos, para la derecha tradicional, que parece haber perdido el liderazgo de la oposición.
El próximo movimiento del péndulo ocurrirá el 17 de diciembre de 2023, día en que se llevará a cabo un nuevo plebiscito de salida.