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Pablo Neruda ante los ojos de la CIA (Parte II)

Pablo Neruda ante los ojos de la CIA (Parte II)

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Carlos Basso Prieto
Por : Carlos Basso Prieto Unidad de Investigación de El Mostrador.
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En esta segunda parte se analizan los informes estadounidenses acerca del poeta chileno, desde los años ‘50 hasta la fecha de su muerte. Lo que estos evidencian muestra cómo un informante entregaba antecedentes negativos acerca de él y cómo luego de ello el foco de la CIA estuvo puesto en sus actividades intelectuales junto a otros escritores de talla mundial, así como en sus actividades como político y embajador de la UP en París. Pocos días antes de su fallecimiento, la agencia se hacía cargo de los rumores que decían que Neruda había sido “ejecutado” y los calificaba como “exagerados”.


En 1953 la CIA en Santiago emitió un extenso e insidioso reporte acerca del poeta, fechado el 19 de febrero, que trataba acerca del Congreso Continental de Cultura, que se realizaría en Chile entre el 26 de abril y el 2 de mayo de ese año.

De acuerdo con la fuente de información de la CIA, “Pablo Neruda, poeta comunista chileno, que acaba de llegar de Viena, Moscú y de un descanso de dos semanas cerca de Montevideo, ha sido relevado de todas las tareas organizacionales relacionadas al Congreso Cultural. El nombre de Neruda seguirá siendo mencionado en conexión con el congreso debido a su prestigio, pero como resultado de la irresponsabilidad y falta de iniciativa mostrada a la fecha, está siendo reemplazado por César Godoy Urrutia, como responsable de la organización por parte del PCCh. Godoy, un líder comunista bien conocido, es generalmente considerado el organizador número 1 del partido, y se hizo cargo a fines de enero. Godoy no aparecerá oficialmente como el líder de la organización, pero dirigirá todas las actividades organizacionales y la propaganda”.

En su segundo punto, se aseguraba que “las actividades respecto de las preparaciones para el congreso estuvieron virtualmente dormidas durante la ausencia de Neruda e inmediatamente antes de la designación de Godoy como director de la organización. Enrique Bello Cruz, escritor comunista y director de la revista de línea comunista Pro-Arte, continuará como el director nominal de la organización y servirá como ayudante de Godoy. Otros que jugarán roles en las actividades organizacionales futuras son Alberto Romero, un escritor, que es presidente de Iniciativas, y Selva Saavedra, un radical doctrinaria y directora de la Escuela Técnica N. 1 de Santiago”.

Como si lo anterior no fuera suficiente, se precisaba que “la selección de un lugar para funcionar y la búsqueda de fondos entre los grupos intelectuales chilenos están entre las primeras y más inmediatas tareas contempladas por Godoy. Respecto de las finanzas del congreso, antes del regreso de Neruda se creía que él recibiría ciertos fondos suplementarios en Europa. Sin embargo, no ha habido palabra alguna de esos fondos desde el regreso de Neruda”. Por cierto, no era lo único al respecto. Según otro reporte, “los comunistas planean realizar una conferencia internacional en Santiago, apenas termine el Congreso de la Confederación de Trabajadores de América Latina (CTAL), posiblemente utilizando para estos propósitos el Congreso Cultural Continental organizado por Pablo Neruda, el conocido poeta comunista chileno”.

El primer informante, cuyo nombre está obviamente borrado en los documentos, fue más allá y el 30 de marzo de 1953 diría algo mucho más interesante para la CIA, la que sin embargo parecía tener algunas dudas al respecto, como lo evidencia el uso de la palabra “supuestamente”, algo poco frecuente en sus escritos.

Se trataba de lo siguiente: “Pablo Neruda, el muy conocido poeta comunista chileno, y Alfredo Varela, comunista argentino, supuestamente manejan la mayor parte de la correspondencia comunista oficial entre Buenos Aires y Santiago. La correspondencia desde Varela en Buenos Aires es enviada a Margarita Aguirre, comunista chilena, protegida de un tal Pablo Llona, en las oficinas de la Sociedad Ganadera Gente Grande, en Santiago. Luego de recibir la correspondencia, Aguirre se la pasa a Neruda, que es el responsable de entregarla a las autoridades del Partido Comunista de Chile (PCCh) para la que es enviada”.

La misma fuente precisaba que “Aguirre es una de las líderes de grupos de mujeres comunistas en Chile y ha incrementado su importancia en los últimos meses. Llona es un joven intelectual de izquierda que está ansioso por servir a los intelectuales de izquierda de Chile, los que él cree que están siendo perseguidos. Es un amigo cercano de Aguirre. Se cree que no tiene idea del contenido de la correspondencia enviada a Aguirre. El entrega toda la correspondencia a Aguirre apenas la recibe”.

Como es evidente, existía una gran preocupación al interior de la CIA, no solo por las actividades políticas de Neruda, sino también por la influencia que podía ejercer por medio de sus acciones en el mundo de la cultura. Ante ello, un resumen semanal de inteligencia del  17 de marzo de 1955, precisaba que “la ofensiva cultural comunista en América Latina ha estado marcado por una expansión de las sociedades ‘culturales’ locales. Nuevos centros rusos han sido recientemente formados en Brasil y Chile, y se ha incrementado el número de ramas locales en otros países”, lo que se complementaba con que “Ilya Ehrenburg, el autor soviético y propagandista, también visitó América Latina para entregar el premio Stalin de la paz a Pablo Neruda, el poeta comunista chileno”.

El PEN Club

En dicho sentido, la atención de la inteligencia norteamericana se comenzó a centrar en lo que esta pensaba era otro foco de activismo, el PEN Club, la asociación mundial de escritores, del cual Neruda era, por cierto, uno de sus miembros más prominentes. De hecho, a la CIA le interesaban mucho las relaciones entre los distintos escritores destacados de ese momento, y uno de sus informes secretos dejaba en evidencia, por ejemplo, las desavenencias entre el chileno y el famoso  francés Jean Paul Sartre.

Al respecto, el organismo de inteligencia señalaba que tras la invasión soviética a Hungría, a fines de 1956, “luego de un mes de silencio, el poeta Pablo Neruda rechazó en forma categórica un llamado del Congreso de la Libertad Cultural para unirse a los intelectuales franceses (Sartre et al) en denunciar la acción soviética”, apegándose de ese modo al discurso del PC chileno.

En 1961, en tanto, figura un documento que evidencia que todo lo que tuviera que ver con Neruda les interesaba. Se trata de un listado de los integrantes de la “Asociación chilena de abogados democráticos”, en la cual aparecían personajes como los líderes históricos del PC Volodia Teitelboim Volosky y Carlos Contreras Labarca, además de abogados como el exvicepresidente de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, Máximo Pacheco Gómez  y Humberto Mewes, el primer juez chileno que (como Ministro de la Corte de Apelaciones de Valdivia) inició un proceso contra militantes del Partido Nacional Socialista Obrero Alemán (Nsdap), en 1941.

Junto a ellos y otros más, figuraba también el nombre de “Laura Herminia Reyes Basoalto”, a quien despojaban de sus condiciones profesionales como abogada y mencionaban solo como “hermana de Pablo Neruda”.

Luego viene un vacío de cinco años en los reportes de la CIA que han sido desclasificados hasta el momento. Sin embargo, parte de lo que ocurrió en ese lapso lo relató Frances S. Saunders en su libro La CIA y la guerra fría cultural, que cuenta cómo fue que dicha agencia que creó y financió durante años la respuesta norteamericana al avance soviético en el campo de la cultura: el “Congreso para la Libertad Cultural”.

Ese organismo de fachada organizado por el agente de la CIA Michael Josselson, que durante casi dos décadas financió a escritores (muchos de los cuales recibieron becas o fondos, sin saber quién estaba detrás), organizó congresos y entregó becas.

Además orquestó boicots contra escritores identificados con el otro bando de la guerra fría, incluyendo a Pablo Neruda, respecto de quien ―según Saunders― dos funcionarios del Congreso para la Libertad Cultural, John Hunt y Keith Bostford, emprendieron una campaña de desprestigio, luego de que el primero se enterara de que este era candidato al Nobel de Literatura.

Esto incluyó la confección de un informe escrito por un tercer funcionario, René Tavernier, en el cual se decía que la poesía de Neruda no era más que un instrumento al servicio del comunismo, poniendo mucha énfasis en el premio Stalin que se había concedido al literato chileno y en la oda que este a su vez había dedicado al brutal dictador soviético.

En 1966 se celebró en las dependencias de la Universidad de Nueva York el 34 congreso internacional de PEN. El organizador era  nada menos que el dramaturgo Arthur Miller y a él acudieron las mayores figuras de las letras de todo el mundo, como lo destacaba un recorte del New York Daily News, del 23 de mayo de ese año, que figura entre los documentos desclasificados de la CIA, y que señalaba que “entre los notables de la literatura que se espera que asistan están Günther Grass, Graham Greene, Ignazio Silone, Pablo Neruda y Murial Spark”.

Otro archivo de prensa de la CIA, pero esta vez del diario The Worker, describía las actividades del encuentro y cómo Roger L. Stevens había señalado que “sensacional, es la presencia de Pablo Neruda, de Chile, el gigante de la literatura moderna que es una gran influencia para los poetas americanos”, aludiendo al hecho de que inicialmente el Departamento de Estado había denegado la visa a Neruda, aunque finalmente accedió a ello.

Una de las intervenciones más recordadas del chileno, que también consta en una nota de prensa almacenada por la Agencia Central de Inteligencia, fue la que se produjo luego de una exposición del célebre filósofo canadiense Marshall McLuhan, quien expuso sobre los artefactos técnicos que, a su juicio, podrían permitir que “cualquier lector se convierta en editor”.

Al finalizar “llamó a Pablo Neruda, el poeta chileno, a entrar en la discusión. En un inglés vacilante, el Sr. Neruda dijo que ‘los científicos nos han dado la noche de Navidad al abrir la caja del universo’. Aseveró que había una falta de unión entre ciencia y literatura. El Sr. Neruda agregó que la primera vez que vio un avión en el cielo, cuando tenía unos 10 años, pensó que era hermoso, pero que ahora ha llegado a temer a los aviones, al verlos lanzar bombas sobre Madrid. Agregó que extrañaba en el presente el sentimiento de advertencia hacia los peligros de la mecanización, que estaban presentes en la escritura humanista del siglo XIX”. 

La visión de Korry

A inicios de 1970, más exactamente el 2 de enero de ese año, el embajador de Estados Unidos en Santiago, Edward Korry, enviaba un extenso télex al Departamento de Estado en Washington DC, en el cual analizaba el estado de las cosas en Chile. Además de alabar al país diciendo que “reafirmo mi convicción de que Chile es uno de los lugares más calmados y decentes en la Tierra”, agregaba que “veo poco peligro real para los intereses de EEUU en el país”.

Comentando la coalición de la Unidad Popular, que hasta esa fecha aún no tenía un candidato único para las elecciones presidenciales que se realizarían el 4 de septiembre, agregaba en forma despectiva que “difícilmente alguien en los medios dirá lo obvio: que el comunista Neruda está ansioso por regresar a sus poemas y sus peregrinaciones en las tierras del dólar”, aludiendo al hecho de que el poeta había sido declarado como candidato presidencial del Partido Comunista el 30 de septiembre 1969, candidatura que finalmente se terminó a fines de enero de 1970, luego de lo cual Salvador Allende fue ungido como el candidato único de la izquierda.

Un reporte posterior, del 10 de septiembre de 1970, aludía a tres artículos del norteamericano Ernst Henry. En el segundo de ellos, decía la CIA, “Henry notaba que cuando el PC chileno retiró la candidatura del poeta comunista Pablo Neruda, por el bien de la unidad de la izquierda, aun cuando era sabido por todos que Neruda habría sido el candidato más fuerte que la izquierda pudiera presentar, eso demostraba, según Henry, ‘cuán querida’ es la unidad para los comunistas”.

La falla de apreciación de Korry en orden a que Neruda solo quería volver a escribir volvía a quedar en flagrancia el 18 de septiembre de 1970, pocos días de la elección de Allende, en un memo titulado “Ayuda de Chile a las actividades subversivas en América Latina”, que fue requerido por Henry Kissinger, Asesor del Presidente para asuntos de seguridad nacional y preparado por la  CIA.

Este decía que “altos miembros del Partido Comunista han sido nombrados en dos importantes lugares. René Frías, líder del PCCh por mucho tiempo, representará a Chile en Costa Rica, donde el Partido Comunista apoyado por los soviéticos está expandiendo su influencia con la tolerancia de su gobierno. Pablo Neruda, candidato presidencial y miembro del comité central, pero también un famoso poeta, activista por la paz y candidato al premio Nobel, ha sido designado embajador en París, un lugar de tránsito, apoyo y contacto clave para agentes internacionales”.

Más de un año después, en diciembre de 1971, la CIA describía a “El concilio mundial de la paz” como “un Frente Comunista Internacional con auspicio soviético”, aseverando que entre los integrantes chilenos de ese organismo estaba “Pablo Neruda, embajador chileno en París, poeta, laureado con el Premio Nacional de Literatura, portador de la medalla Joliet-Curie, galardonado con el premio Lenin de la Paz, miembro del PC”. Quizá lo más curioso es que en esa breve biografía se omite el hecho más relevante a nivel mundial sobre Neruda: que el 21 de octubre de ese mismo año se había anunciado que era el ganador del Premio Nobel de Literatura.

El 7 de octubre de 1972, en tanto, se analizaba (por parte de la CIA, claro) lo que ocurría respecto de la decisión adoptada por un tribunal de París, acerca de una carga de 1.3 millones de dólares de cobre que originalmente pertenecían a la empresa Kennecott (que había sido nacionalizada el año anterior), lo que el juzgado refrendó, pero que el Estado chileno reclamaba para sí.

Ante ello, la agencia señalaba que, “Neruda hizo notar que el gobierno francés no es responsable de las decisiones judiciales, evidenciando las intenciones de la administración de Allende de tener buenas relaciones con París”.

Los últimos dos documentos de la CIA acerca del vate son de 1973. El primero de ellos no es más que la copia de una columna escrita por él en The New York Times y publicada el 20 de julio de ese año, relativa al caso Watergate, en la cual comenzaba recordando las instalaciones de la CIA en Montevideo y luego contaba que cuando él era cónsul en México pidió a un amigo estadounidense, Archibald MacLeish, que buscara trabajo en Estados Unidos para un poeta español que había conocido allá, a quien identifica como “Petere”.

Según señalaba, MacLeish efectivamente le consiguió trabajo como profesor y ante ello “Petere” fue al consulado de Estados Unidos en México para pedir una visa pero, según el poeta, lo rodearon varios “inquisidores”, que le preguntaron qué hacía algunos días antes en una estación de trenes donde se despedía de Neruda e, incluso, llegaron a interrogarlo acerca de un movimiento que hizo con su mano, ante lo cual tuvo que explicar que era una forma hispana de despedirse.

Luego de eso, relataba la intervención de la CIA en Chile, en Cuba y en Santo Domingo y decía que el espionaje descubierto en el caso Watergate (que, en rigor, no era cometido por la CIA, sino por un equipo parapolicial a las órdenes de la Casa Blanca, en el cual sí había algunos exagentes) no era nada nuevo para los latinoamericanos.

El último cable desclasificado en que se menciona a Neruda es del 17 de septiembre de 1973, seis días después del golpe de Estado y nueve días antes de la muerte del poeta, y en él se señalaba que “son exagerados los dichos de las estaciones de radio de izquierda de que muchos líderes marxistas, incluyendo el enfermo Pablo Neruda, fueron ejecutados. Sin embargo, la Junta está respaldando cada vez más su línea antimarxista, con arrestos en masa, ejecuciones sumarias de quienes se resisten, prisión y el exilio de algunos cercanos a Allende”.

Lea aquí: Neruda ante los ojos de la CIA (Parte I)

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