El excanciller de Eduardo Frei Ruiz-Tagle en 1998, y quien estuvo a cargo de las tratativas para solucionar el caso Pinochet en Londres, analizó la polémica por el reconocimiento que otorgó el Presidente Gabriel Boric en España. “Yo creo que esto es puramente político, no tiene ninguna otra vinculación. Medallas como la medalla conmemorativa del 50º aniversario del golpe se dan en todas partes, por todos lados, y estoy seguro que el Presidente Boric llevó una buena cantidad a Europa y que las ha repartido bastante. (La orden de Garzón de detener al ex dictador Augusto Pinochet en Londres) fue lo que gatilló una serie de procesos (en Chile). Sin perjuicio de eso, yo nunca estuve de acuerdo con que se hubiera violado la soberanía nacional de esa manera (…) Lo que Garzón consiguió fue abrir un conjunto de procesos judiciales en Chile, que no se habían abierto nunca”.
Como secretario general de la OEA, mientras caminaba por edificios en ruinas tras el terremoto de 2010 en Puerto Príncipe, el senador José Miguel Insulza (PS) conversó en perfecto francés con algunas de las asustadas víctimas del sismo e, incluso, pudo exponer en ese idioma ante autoridades locales, pues domina ese idioma. De hecho, fue en París donde lo sorprendió el Golpe de Estado de 1973. Iba camino a una conferencia internacional, mientras era asesor del excanciller Clodomiro Almeida (PS), por lo que permaneció por algunos meses en “ciudad luz” hasta partir al exilio en Italia en 1974 y luego a México en 1981.
A esa misma “ciudad luz” llegará el Presidente Gabriel Boric este jueves, en medio de la polémica por el homenaje al exjuez Baltasar Garzón, pero para Insulza la medalla de conmemoración al español que ordenó la detención de Pinochet en Londres en 1998 “no tiene nada de malo”, más bien se justifica. El parlamentario, que fue el ex canciller de Eduardo Frei Ruiz-Tagle y encargado de las tratativas diplomáticas para conseguir la liberación del dictador para ser juzgado en Chile, analizó la controversia suscitada por el encuentro con Garzón y defendió los argumentos del Gobierno, pese a ser un detractor de aquella orden de detención.
-¿Qué le parece la condecoración del Presidente Boric a Baltasar Garzón?
-La verdad es que condecoraciones Chile tiene dos, como lo dijo muy bien el ministro de Relaciones Exteriores, Alberto van Klaveren. Una es la Orden al Mérito de Chile, instituida en 1817 por el General Bernardo O’Higgins, que es la que reciben muchos de jefes de Estado y personas más ilustres, etcétera. Y la otra es la Orden Bernardo O’Higgins, que es la que se otorga a determinadas personas que han prestado servicios al país, sobre todo en lo económico y en lo político. Ninguna de esas condecoraciones fue entregada en este caso a Baltasar Garzón. Todo lo que hubo fue la entrega de una medalla conmemorativa de los 50 años del golpe de Estado.
-Pero fue un reconocimiento a su rol en la detención de Augusto Pinochet, que fue su iniciativa en 1998, en Londres…
-Bueno, a una parte importante del país le gustó la detención de Pinochet en Londres, pues. Todos tuvieron su opinión y mucha gente quedó contenta con la detención de Pinochet. Esa es la realidad. Yo no estuve de acuerdo con la detención de Pinochet en Londres porque creo que un país democrático y autónomo tiene derecho a hacer su propia justicia, y no que otros se la anden impartiendo por el mundo, pero no todos tuvieron esa opinión y muchos quedaron contentos con esa detención. E, incluso, la primera orden que dictó el juez Garzón fue anulada posteriormente.
-Usted como canciller del presidente Frei lideró el retorno de Pinochet. ¿Le parece que la medalla es buena o más bien oportuna?
-Mire, no le veo nada malo. Yo creo que esto es puramente político, no tiene ninguna otra vinculación. Medallas como la medalla conmemorativa del 50º aniversario del golpe se dan en todas partes, por todos lados, y estoy seguro de que el Presidente Boric llevó una cantidad a Europa y que la ha repartido bastante.
-¿Usted comparte que los tribunales no estuvieron a la altura y que Garzón acudiera al Estatuto de Roma de 1998?
-En la detención de Pinochet no tuvo que ver con el Estatuto de Roma del 98. Garzón recurrió a una legislación interna de España (conocida como ley de Justicia Universal, 1985) que le daba la facultad para investigar y enjuiciar materias de violaciones a los derechos humanos y de intervenir en cualquier lugar del mundo. Si se hubiera invocado el Estatuto de Roma para eso, Garzón tendría que haber ido al Tribunal Penal Internacional, en La Haya, que aplica el Estatuto de Roma en el marco del Derecho Internacional.
-En 1998 Garzón señaló que los hechos no habían sido investigados y el canciller Van Klaveren dijo que los tribunales no estuvieron a la altura. ¿Qué opina?
-Yo creo lo mismo que el canciller Van Klaveren. Siempre lo dije, el canciller señala que los tribunales no estuvieron a la altura. Yo tuve una buena, larga conversación con Garzón sobre este tema. Yo defenderé siempre el Derecho Internacional, no una norma española. Creo que nosotros como Gobierno en esa época actuamos bien. Ahora, lo que Garzón consiguió fue abrir un conjunto de procesos judiciales en Chile, que no se habían abierto nunca. Con lo que pasó con Pinochet en Londres se pusieron en marcha una serie de procesos judiciales en Chile, no cabe ninguna duda. Cuando se detuvo a Pinochet en Londres, solamente había una querella acogida en Tribunales representada por Gladys Marín (ex secretaria general del PC) por la muerte de su marido. Y después hubo centenares de nuevas querellas y todavía hay gente que está en la cárcel. Entonces no se puede decir que lo que hizo Garzón no tuvo ningún efecto, por el contrario.
-¿Eso facilitó que se procesara a Pinochet en Chile?
– Sí, por cierto. Eso fue lo que gatilló una serie de procesos. Sin perjuicio de eso, yo nunca estuve de acuerdo con que se hubiera violado la soberanía nacional de esa manera. Nosotros nunca dijimos que queríamos que Pinochet volviera, sino que dijimos que queríamos que Pinochet volviera para ser juzgado en Chile. Desgraciadamente Pinochet no fue juzgado por los casos de violación a los derechos humanos que conocemos, pero muchos otros sí.